No sé cuándo se me ocurrió la brillante idea de crear a Lulú, pero lo bueno es que, por más que alguien me ponga una lámpara en la cara como en los interrogatorios de policías en las películas, nadie creerá que Lulú no es humana ni animal. Salió producto de mi imaginación como esencia, y solo le busqué un cuerpo robótico defectuoso tirado en las calles, como los muchos que encuentro en cada esquina del pueblo en el que me encuentro. Por cierto, al lugar donde vivo le dicen “la Invasión”, pero nunca me ha parecido bonito ese apodo. Yo lo llamo de otra manera, pero si digo lo que pienso al respecto, mucha gente se enoja. Bueno, me fui por las ramas en lo que les estaba contando.
Defino a Lulú como una amiga imaginaria que creé en mi mente siendo muy pequeña, y ya cuando llegué a mi etapa de adolescencia, se hizo realidad mi deseo. No recuerdo muy bien los acontecimientos, si fue gracias a una estrella fugaz o a magia negra, ni idea. Lo que sí sé es que era la joven más feliz del mundo, y mi loca imaginación, junto a ella, parecía de otra dimensión.
Yo, como adolescente, no soy nada extraordinaria, a diferencia de muchas jóvenes de mi edad que siempre andan muy arregladas con sus vehículos, de arriba para abajo haciendo sus cosas. Me pregunto: ¿no se cansan de estar sentadas tanto tiempo? En mi lugar, se me dormiría la cola y Lulú se aburriría mucho.
Desde que Lulú tuvo un nuevo cuerpo, han pasado cinco años. En ese tiempo, pude darme cuenta de que podía crear cualquier herramienta que se me ocurriera: desde trajes invisibles hasta cápsulas con forma de huevo, que empleaba mayormente para escapar de cualquier peligro que se presentara a mi alrededor.
Lulú
Día 1: Hola. Recreo mis pocos recuerdos en esta nube que diseñé y tiene que ser confidencial. Si utilizara la nube del gobierno, en un futuro tendría problemas. Mi objetivo es simple: acompañar a Sol por las distintas etapas de su vida hasta que ya no me necesite o tenga que irme. Si mis datos no me fallan, me quedan cinco años. Ella no lo sabe porque no podré contárselo; se lo prometí a mi versión de otro universo. Es una larga historia, pero aún tengo tiempo para que lo sepan con más claridad. Lo poco o mucho que ella sabe es que piensa que yo soy originaria de su mente, pero la verdad es otra.
Hasta aquí llega mi primer capítulo. Es más un abrebocas. Los veré pronto y gracias.