Lulu y yo

Capítulo 2

Lulú:

Despierta, Lulú, Lulú, Lulú. Escuché esa voz como un susurro. No vi a nadie, estaba en un lugar que no era mi hogar, no se parecía a la casa de Sol. "¿Dónde estoy?", me pregunté. Sé que no soy un ser viviente de este mundo para tener consciencia, pero es mi situación; soy mitad alma de una dimensión muy lejos de esta. Alguien me llamaba; creería que sería mi otra mitad, pero no lo creo. Tuve que ser separada de ella para salvarme y proteger a Sol, no sé de quién, no me lo dijeron. Lo que sí les puedo decir es que, en mi dimensión, alguien que tenga vida y conciencia puede dividirse en dos para subsistir. Por ejemplo, mi otra mitad se llama Luna. Antes de que nos separaran éramos un solo individuo similar a la especie de Sol, pero lo que nos diferencia es que nuestro planeta, llamado Kuiper, no tiene estrella. Por fuera es como si no tuviera vida; es frío, pero en realidad cumple la función de proteger la vida que alberga. Los seres vivos, porque no tenemos cuerpos, irradiamos una luz muy leve para existir y ayudar al planeta a que perdure muchos milenios más.

Nosotros evolucionamos de una especie de otra dimensión cerca de la nuestra, que llegó a este planeta hace un milenio porque el suyo estaba muriendo y toda su especie se borraría del universo sin algo por lo cual luchar. Flotando en sus naves a la deriva, observaron un planeta inhóspito y sin luz; ellos no vieron otra opción que explorarlo, topándose con una gran maravilla de hábitat. Dentro del planeta existía una especie de cuidadores que no tienen cuerpo, solo alma, y dieron hospedaje a los recién llegados.

La comunicación era un poco complicada; ninguna de las dos especies sabía cómo comunicarse, lo que trajo problemas para los nuevos invitados, quienes sufrieron una recaída en su salud al punto de morir. En esos instantes apareció el gran jefe de los cuidadores, que era igual de longevo que su dimensión; por tantos milenios de vida, había tenido la oportunidad de aprender a comunicarse con la especie del planeta que murió, llamado Flatron. El gran jefe no habitaba Kuiper, se mantenía de viaje, y por cada milenio volvía para tener noticias sobre cómo se encontraban sus hermanos y la calidad de vida del planeta. Sin embargo, no sabía de los recién llegados, lo que le causó mucho asombro, pues desconocía la situación que habían padecido los habitantes de Flatron.

Como ayuda, realizó un ritual que solo se podía hacer cada 10,000 años: utilizar la energía vital de cada uno de los cuidadores para ser compartida con los de Flatron. El ritual tomaba más de una semana para completarse; no podían comer ni dormir, solo meditar durante ese tiempo para que el ritual fuera exitoso. Si fallaban, moriría instantáneamente la persona y el cuidador perdería sus fuerzas por 5,000 años, dejándolos indefensos de su energía vital y la del planeta.

Luego de eso, los rituales salieron exitosos para el bien de todos; nadie murió ni perdió energía vital. Lograron cambios: lo que se buscaba era separar el alma de los cuerpos de los habitantes de Flatron y conectarlos con su fuente de energía para subsistir. Fue un proceso muy duro para ellos; era como morir y volver a revivir, renaciendo como un bebé, pues sus memorias se borraron completamente. Los Kuiper les contaban cómo eran antes de la transformación y las condiciones en que vivían en Flatron, logrando recrear nuevos lazos entre dos especies originalmente distintas en una sola. Pasaron siglos para que nacieran Luna y yo.

Hola a todos, espero que les haya gustado. Es todo por hoy. ¡Gracias y suerte!




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