Sol
Sol: Lulú, apesta madrugar. Sabes que puedo ser muy optimista y con energía cualquier día de la semana menos los lunes. ¿Por qué el primer día de la semana tiene que haber educación física?
Lulú: Sol, lo sé de antemano, pero puede que hoy sea diferente y te diviertas. Solo son dos horas y no tres como los de noveno a once, que sí, les toca más duro y con más exigencia por parte de los maestros.
Lulú: ¿Por qué no hacemos una apuesta? Si hoy el profe da una nueva actividad de opción libre que puedan hacer los estudiantes, nos escapamos en el recreo de esta línea de tiempo a cualquier lugar que quieras, ¿qué tal?
Sol: Suena tentador, pero si es todo lo contrario, harás mi tarea por una semana mientras yo utilizo mi imaginación para crear mis inventos sin que tú me interrumpas por mis deberes escolares, ¿trato, Lulú?
Lulú: Trato…
Mamá: Sol, apúrate. Tengo que llevarte al colegio, ya son las 6:30. Si vas sola, no te dejarán entrar sin que tu acudiente te acompañe.
Se escuchaba en la sala la voz de mamá, mientras Sol se terminaba de arreglar.
Sol: Voy, mamá. (Estaba hablando con su mamá mientras se peinaba sus rizos. Sí, Sol es rizada y le llegaban hasta la cintura).
Sol: Bueno, ya sabes. Si me vas a decir algo, utiliza tu comunicador neuronal, no hables como ya sabemos.
Lulú: Lo sé, solo ladrar. ¿No entiendo cómo es que el colegio deja que entren perros a la institución?
Sol: Bueno, nunca te conté, pero fue porque mis papás hablaron con los directivos y les dijeron que tú eras más que una perrita común y corriente, como una ayudante para mí, porque tenía problemas de salud y necesitaba compañía canina a tiempo completo. Me acuerdo cómo fue la plática de esa reunión. Al principio les pareció inusual, pero con los exámenes que me hicieron desde los 8 años terminaron por confirmarlo. Lo mejor es que dejé de enfermarme hace dos años; actualmente tengo 13 años y, bueno, ya no es necesario traerte, pero creo que es más por costumbre. Y te recuerdo que también tienes admiradores en el colegio; les encanta acariciarte y jugar contigo en los recreos, Lulú.
Lulú: ¡Aaaa, con razón! A finales de los años escolares me daban regalos navideños (huesos de goma para jugar y collares de colores).
Mamá: Sol, vámonos.
Sol: Vamos, Lulú. (Salimos corriendo de mi cuarto hasta la puerta de salida de la casa. Mamá ya estaba en el carro, esperándome).
El recorrido en el carro…
Mamá: ¿Cómo te sientes sobre lo que hablamos hace un rato, hija?
Sol: Un poco tranquila, ojalá que la clase de hoy no sea monótona y aburrida como siempre.
Lulú: Woof, woof, woof. (¿Sol estás empezando a aceptar la derrota?)
Sol: (Sol dejó de mirar hacia delante y volteó a mirar los asientos de atrás del carro para ver a Lulú mientras decía en su comunicación neuronal). Ni lo imagines, Lulú, esta apuesta la ganaré.
Lulú: Woof (Eso veremos).
Se siente el carro detenerse en el andén del colegio, por fuera su portón de rejas es grande. No es la única entrada, pero sí la que más usan los estudiantes, y la estructura está rodeada de mucha vegetación, plantas y palmeras donde duermen algunos murciélagos.
Sol: ¿Segura que no llegarás tarde?
Mamá: Por suerte no, avisaron antes de salir que entraríamos media hora tarde por arreglos en las instalaciones, entonces por eso no estuve afanada como en otros días.
Sol: Mejor, gracias, mamá. Que te vaya bien, te quiero. Vamos, Lulú.
Se bajan del carro y la vigilante abre el portón grande y me deja entrar con Lulú.
Sonia: Llegas tarde, Sol. Hace 10 minutos empezaron las clases.
Sol: Lo sé, Sonia. Pregunta: ¿Has visto salir al profe Paulo con los de mi grado? Ya deberíamos estar en educación física con él.
Sonia: Octavo grado, cierto. (Ve pasar a la coordinadora de la oficina a los salones y la llama).
Sonia: Profesora Alice, ¿ha visto al profesor Paulo con los estudiantes de octavo?
Alice: No, pero según el horario deben estar en el salón 402 del cuarto piso. Señorita Sol, ¡qué sorpresa que llegue tarde, nunca había ocurrido antes!
Sol: Lo sé, pero llegaré aún más tarde. Tengo que irme, gracias.
Alice: De acuerdo, ten cuidado al subir las escaleras. Lulú, cuídala (dijo mirando a la perrita de 5 años).
Lulú: Woof (Qué orden tan chistosa, jajajá, siempre la cuido 24/7).
Si antes no quería ver la asignatura, hoy sí que tendré fallas por llegar tarde, pensó Sol mientras Lulú solo la escuchaba. No podría ladrar, ya que están en clases y ellas andando por el pasillo.
Toco, toc. Sol golpea suavemente en la puerta del salón 402 para que la dejen entrar porque estaba cerrada…
Hola a todos, espero que les haya gustado. Es todo por hoy. ¡Gracias y suerte!