Lulu y yo

Capítulo 11

Lulú

Quien diría que, a los familiares del extranjero de Sol, fueran tan amables y alegres, me encantaron sus vibras. Nos recibieron con muchos abrazos y regalos cuando llegamos al patio, en el especial a Sol.

Omar: Qué gusto volver a nuestra tierra hace tiempo no volvíamos y mira que grande estás Sol me recuerdo cuando eras muy chiquita, era adorable verte con la muñequita que te dimos hasta tomamos una foto de recuerdo la dejamos en la sala de la casa hace unos meses nos mudamos de ciudad muchas cosas se dañaron por mucho viaje.

Abuela: ¿Ya no viven en Guadalajara?

Armando: No, abuela, la empresa donde trabajamos tenía problemas internos y tuvo que cerrar, pero nos dieron buenas referencias en nuestras hojas de vidas, logrando que encontráramos trabajo muy rápido. Vivimos en una casa en arrendamiento en la Ciudad de México. Cuando gusten y realicen un viaje a México, nuestras puertas están abiertas.

Sol: ¡Gracias, qué emoción sería conocer México! Grito alegre mientras se imaginaba su primera vez en avión y el aterrizaje, pero despertó cuando escuchó risas de los adultos.

Papá: Ja, ja, ja, con mucho gusto. Si quieres, hijita, podrías ahorrar por un tiempo y planear lo del viaje.

Sol: Sí, papi, en realidad quería guardarlo en secreto hasta las vacaciones, pero ese es el lugar que le iba a mencionar.

Mamá: OH, era ese sitio, mi amor. Bueno, ya que lo mencionaste con anticipación, podrías revisar cuándo tenemos en los ahorros y, si gustan primos, podrías llegar a hacerles una pequeña visita.

Omar: Como mi hermano Armando mencionó, cuando quiera y puedan, nos llaman con anticipación para preparar todo para que puedan hospedarse en nuestra casa.

Armando: Será un placer primos y abuela también quisiera que viajaras a pasar unos días con nosotros, hablamos con Mamá y le pareció buena idea así convencemos al abuelo para que viaje siempre menciona sus aventuras como un gran aventurero, pero solo ha viajado de este puedo a Bogotá, la costa y al eje cafetero, aunque sería bueno ir a Cartagena o Santa marta, ya que por mucho turismo preparan más artesanías sin mencionar me encanta el ceviche.

Omar: Hablando de este platillo, abuela nunca le mencione unos meses antes de irnos para México viajamos a Santa Marta, llegamos en la noche a Armando siempre le dijeron que era muy rico el ceviche en esta región no se aguantó las ganas salió del hotel deprisa para comprar uno que vendía en un puesto ambulante cerca de la playa, cuando lo compro le sacaron los ojos literal por el precio, le vieron cara de rico porque él no sabía cuanto costaba yo sí, pero como no me espero término pagando 3 veces más del precio que era, lo bueno que le terminó gustando, pero lo dejaron iniciado, poquito que era y caro para variar.

Mamá: Ja, ja, ja pobrecito primo, pero en serio no te pareció caro o no te importó el precio

Armando: En mi defensa solo pasé el billete y me fui de ahí sin darme cuenta de que pagaba con un billete de 20.000 pesos, pero si me pareció raro que no me llamo para darme las devueltas, regresé, pero me dijo que el ceviche costaba a ese precio, desde ese instante no le volví a comprar a ese vendedor en el centro lo encontré mucho más barato.

Sol: ¿Entonces cuánto costaba?

Armado: Solecito costaba 5.000 por las onzas del vaso y pagué como si estuviera comprando una de 20 onzas, es decir, ese vasito de gaseosa que te dimos es de 7 onzas. Vendían el ceviche con ese tipo de vaso; su precio era de 5.000 en otros lugares.

Abuela: Se quedó entonces con los 15.000 pesos que se sobraban.

Armando: Estás en lo correcto, abuela, pero me sirvió de lección para no confiarme a la primera, verdad, hermano.

Omar: Cierto, hermano, en México por casi nos pasa lo mismo, pero nos dimos cuenta antes de tiempo. Nos ha pasado unas muy locas, pero nos dan más experiencia mirando por el lado positivo.

Lulú: Woof.

*Todos miraron a Lulú cuando empezó a ladrar cerca de la parrilla.

Omar: ¡Qué linda Husky Siberiana es de ustedes cierta prima! Se acercaron para jugar un ratito con ella.

Sol: Así es, se llama Lulú, tiene 5 años con nosotros, ella y yo somos inseparables.

Armando: Lo noté cuando llegaron, no se despegaba de ti ni por un segundo Solecito.

Sol: Nunca alguien me ha llamado así, siempre es Sol.

Omar: Cuando nos enteramos de que mi prima Lisa estaba embarazada y que sería una niña, se nos ocurrió llamarte así. Lo bueno es que a nuestra prima y primo político José les pareció lindo ese nombre, pero solo te colocaron Sol.

Armando: La última vez que bajamos, te llamamos, Solecito a ver cómo reaccionabas y no dejabas de reír.

Papá: Disculpen qué lindos recuerdos, pero no les parece que empieza a oler como ha quemado.

*En el ambiente del patio se esparció rápido el olor.

Omar y Armando: ¡La carne y el pollo!

*Salieron rápido a sacar las presas de carne y pollo de la parrilla que se estaban pegándose y algunas quemándose.

Omar: Bueno, creo que esta es otra historia que contar, ja, ja, ja, ja.

Papá: Lo bueno es que tengo buen olfato, si no, pobre almuerzo.

Todos: JA, JA, JA.

Sol: Creo que Papá es el que más lamentaría que se perdiera algo de comida.

Abuela: Estamos de suerte, la carne no se quemó, pero sí está de un color oscuro y el pollo tiene buen sabor. Menciono comiendo un pedacito del ala de una gallina.

Armado: Abuelita no se acerque mucho a la parrilla, está muy caliente.

Abuela: Mi amorcito, te recuerdo que yo cocinaba por más de 10 años al fogón de lecha mucho antes que ustedes nacieran y nunca me queme sin mencionar, tener cortadas con cuchillos, en cambio, ustedes tienen sus manos llenas de cicatrices de cortas, o me equivoco.

Sol: Abuelita, eres una artista para la cocina.

Mamá: Mamá, tiene razón. Cuando era adolescente tuve muchos accidentes con el manejo de los cuchillos. José tenía que ayudarme a curarme las cortadas, sin mencionar que ahora de adulta aún me pasa.




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