Luminel: El Chico Neón

El gato, la estrella y la cascada

••••••••••• Capítulo 6 •••••••••••

Auric y Lumi se despidieron en la calle, cada uno emprendiendo el camino a casa tras un largo día de aventuras. El cansancio pesaba en sus pasos, pero la satisfacción de lo vivido les dibujaba una leve sonrisa.

Al llegar, ambos se acercaron a sus ventanas. Afuera, la noche desplegaba su manto: una luna llena iluminaba suavemente el paisaje, mientras miles de estrellas titilaban con un brillo sereno.

Entonces, algo insólito ocurrió. Una estrella fugaz surcó el cielo, pero no era como las demás. Su luz, de un azul profundo y vibrante, parecía envolverlo en un resplandor casi… mágico.

Auric cerró los ojos y, en silencio, formuló su deseo:
“Quiero que Lumi y yo sigamos conociéndonos, y que juntos podamos superar cualquier obstáculo que se cruce en nuestro camino.”

A unos metros de distancia, Lumi hizo lo mismo.
“Deseo que nuestro cariño siga creciendo, y que juntos podamos descubrir los secretos de este planeta.”

Cuando ambos abrieron los ojos, alzaron la mirada hacia el cielo, ahora vacío de aquella estrella fugaz azul. Una sonrisa se dibujó en sus rostros, acompañada por una suave y cálida sensación que los envolvía.

Lumi despertó en la penumbra de su habitación. Las cortinas cerradas bloqueaban por completo la luz del sol, sumiéndolo en una oscuridad casi absoluta. Sin embargo, algo era distinto.

Un resplandor suave y azulado palpitaba en su pecho.

Confuso, se incorporó lentamente y bajó la mirada. Allí estaba: una luz tenue, pero innegable, emanando desde lo más profundo de su propio cuerpo, como si guardara un secreto que apenas comenzaba a revelarse.

Lumi se levantó de la cama y caminó hacia el espejo. En el reflejo, la luz azulada parecía brillar con mayor intensidad, revelando que provenía de un punto exacto en su pecho.

—¿Qué está pasando? —murmuró, incapaz de apartar la vista.

No sabía qué podía estar causando aquel resplandor, pero en lo más profundo de su ser sentía un vínculo inquebrantable con la estrella fugaz azul que había cruzado el cielo la noche anterior.

Lumi se vistió a toda prisa, salió de su habitación y se dirigió al escritorio para revisar su teléfono. Al encender la pantalla, notó una notificación: un mensaje de Auric.

"Buenos días, niño bonito", decía. "¿Viste la estrella fugaz anoche? Me pareció increíble. ¿Crees que sea un buen augurio para nuestra aventura?"

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Lumi. Auric siempre encontraba la manera de hacerlo sentir querido, incluso con unas pocas palabras en una pantalla.

"¿Qué le respondo?" pensó. ¿Debería contarle sobre la luz en su pecho… o esperar a saber si Auric también había vivido algo extraño?

Finalmente, optó por la prudencia y escribió un mensaje breve:
"Sí, la vi. Fue increíble. ¿Quieres que nos encontremos para hablar sobre ello?"

Lumi y Auric habían quedado en la vieja cascada de Iconic City, un lugar emblemático que guardaba los ecos de muchas de sus aventuras pasadas. Estaba enclavada en un parque tranquilo, rodeado de árboles apagados y flores marchitas que, a pesar de su aspecto cansado, mantenían una belleza melancólica.

Lumi llegó primero. Se sentó sobre una roca cercana, dejando que el murmullo constante del agua lo envolviera. El sol, alto y radiante, se filtraba entre las ramas, y su luz danzaba sobre las gotas que salpicaban desde la caída del agua. Aunque la cascada carecía de color, el sonido que producía era como música pura.

Pocos minutos después, Auric apareció y se acomodó a su lado.
—¿Qué pasa, niño? —preguntó, captando al instante el aire pensativo de Lumi.

Lumi llevó instintivamente una mano a su pecho, donde la luz azulada aún latía suavemente bajo la tela.
—Anoche, después de ver la estrella fugaz… me pasó algo extraño —confesó, con voz baja.

Auric se inclinó hacia él, con el ceño fruncido de curiosidad.
—¿Qué fue?

Sin responder de inmediato, Lumi se levantó la camisa. El resplandor azul emergió, tenue pero innegable, iluminando levemente el espacio entre ellos.

Auric contuvo el aliento.
—¿Es… eso otra vez? —preguntó, sin apartar la mirada.

Lumi se encogió de hombros.
—Sí… y aún no descubro qué es —admitió—. Pero creo que tiene algo que ver con la estrella fugaz y con lo que me está pasando.

Auric se inclinó un poco más, observando la luz azulada con atención, como si intentara descifrarla.
—¿Crees que sea algo bueno o malo? —preguntó en voz baja.

Lumi volvió a encogerse de hombros.
—No lo sé… sinceramente.

Sus miradas se entrelazaron, inmóviles, con la cascada como telón de fondo. El murmullo del agua parecía desvanecerse, como si el mundo entero contuviera el aliento junto a ellos.

Auric inspiró hondo y dio un paso hacia Lumi.
—Lumi… tengo algo que decirte —murmuró, con la voz ligeramente temblorosa.

El corazón de Lumi dio un vuelco. No sabía qué esperar.
—¿Qué es? —preguntó, esforzándose por sonar sereno.

Auric guardó silencio un instante, como si reuniera cada gramo de valor. Luego, sin apartar la mirada, dejó escapar las palabras:
—Lumi… estoy enamorado de ti.

El silencio que siguió fue profundo, casi abrumador, como un abismo abierto entre ambos. Lumi sintió que el corazón le golpeaba el pecho, como si un rayo lo hubiera alcanzado de improviso. No sabía cómo reaccionar.

—¿Q-qué… quieres decir? —balbuceó, intentando asimilar lo que acababa de escuchar.

Auric dio un paso más, acortando la distancia, con una intensidad brillante en los ojos.
—Quiero decir que te amo, Lumi —repitió, con la voz cargada de emoción—. Te amo como amigo, te amo como compañero de aventuras… pero, sobre todo, te amo por la persona que eres.

Las palabras de Auric golpearon a Lumi como una ola imposible de contener. Estaba abrumado; no sabía qué decir, ni qué hacer. Solo era consciente de un latido feroz en su pecho… y de una emoción nueva, desconocida, que lo envolvía por completo.




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