Luminel: El Chico Neón

El bosque de los susurros

••••••••••• Capítulo 7 •••••••••••

Lumi y Auric cruzaron una mirada cargada de inquietud. No hicieron falta palabras; ambos sintieron esa extraña fuerza que los empujaba a seguir al gato. Sin vacilar, se adentraron en el bosque, persiguiendo su silueta que se deslizaba como una sombra entre los árboles.

El bosque era un laberinto de sombras. Los troncos se erguían como centinelas antiguos y sus ramas, retorcidas, parecían estrecharse para impedirles el paso. Un murmullo perpetuo flotaba en el aire, como si las hojas cuchichearan secretos que no estaban destinados a oídos humanos.

Lumi y Auric avanzaban en silencio, esforzándose por no perder el rastro del gato. Sin embargo, con cada paso, la sensación de desorientación crecía. El bosque parecía mutar a su alrededor: senderos que se curvaban donde antes eran rectos, árboles que cambiaban de lugar, como si todo estuviera vivo… y conduciéndolos a un destino oculto.

De pronto, el gato volvió a aparecer. Estaba sentado sobre una roca, justo en medio del camino, observándolos con una intensidad inquietante. Sus ojos, fijos e insondables, parecían no solo esperar… sino exigir que ellos hicieran algo.

Lumi y Auric se acercaron al gato, con la sensación de estar al borde de un descubrimiento crucial. El animal, ágil y silencioso, se incorporó y comenzó a avanzar, internándolos aún más en las profundidades del bosque.

—¿A dónde nos lleva? —preguntó Auric, con la voz apenas un murmullo, cargado de curiosidad.

Lumi se encogió de hombros, sin apartar la vista de la figura felina.
—No lo sé… —respondió—. Pero tengo la certeza de que debemos seguirlo.

El bosque se volvió más denso, más oscuro. El susurro que los rodeaba creció hasta convertirse en un murmullo perpetuo, como si voces invisibles los acompañaran. Lumi y Auric sentían que avanzaban hacia un lugar prohibido, un santuario oculto cuyo secreto solo el gato conocía.

De pronto, el felino se detuvo. Frente a ellos se alzaba una imponente puerta de madera, cubierta de símbolos y runas que parecían respirar una luz tenue. Era antigua, misteriosa, y de su superficie emanaba una presencia que les erizó la piel.

—¿Qué habrá detrás? —susurró Lumi, con la voz cargada de curiosidad y un leve temblor.

El gato los observó con una mirada enigmática, como si sus ojos dijeran: pronto lo sabrán. Con un leve movimiento de su cola, la puerta se abrió sin un solo chirrido, revelando un umbral hacia un mundo de secretos que ni Lumi ni Auric habían osado imaginar.

Atravesaron el umbral y fueron recibidos por un aire cargado de misterio y antigüedad. El interior estaba iluminado por una luz tenue que acariciaba estanterías repletas de libros polvorientos y pergaminos amarillentos. En el centro, sobre una mesa robusta, descansaba un enorme libro abierto, como si aguardara el momento exacto para revelar sus verdades.

El gato saltó con ligereza sobre la mesa y se acomodó junto al libro, observándolos con una mirada profunda, casi hipnótica. Lumi y Auric se acercaron cautelosos; el tomo, abierto sobre páginas amarillentas, estaba cubierto por un lenguaje antiguo e indescifrable.

Entonces, algo imposible ocurrió. Las letras comenzaron a moverse, retorciéndose como si estuvieran vivas, hasta transformarse en un idioma que podían comprender. El relato que surgía ante sus ojos hablaba de ellos: de cómo se encontrarían, y de cómo su amor alteraría el rumbo de sus destinos para siempre.

Lumi y Auric se miraron, con el asombro y la emoción reflejados en sus ojos.
—¿Cómo es posible? —susurró Lumi, con la voz temblorosa de incredulidad.

Auric se encogió de hombros, sin apartar la vista del libro.
—No lo sé… pero tengo la sensación de que esto es más grande que nosotros.

Las páginas continuaron revelando su historia: hablaban de pruebas y peligros, de caminos llenos de obstáculos, pero también de un amor que, lejos de quebrarse, se fortalecería con cada desafío. Al leerlo, sintieron que las palabras los envolvían, como si el libro no solo narrara su destino… sino que lo estuviera forjando en ese mismo instante.

De pronto, el gato se incorporó y comenzó a deambular por la habitación, moviéndose con sigilo entre las sombras, como si rastreara algo invisible. Lumi y Auric lo siguieron, intrigados, hasta que sus pasos los guiaron hacia una estantería. Allí, oculto entre libros polvorientos, descansaba un pequeño cofre.

El felino se sentó junto a él, clavándoles una mirada que parecía decir: ábranlo. Lumi y Auric intercambiaron una breve pero intensa mirada, y luego, con manos cautelosas, levantaron la tapa.

En su interior reposaba un diminuto papel doblado con esmero. Al desplegarlo, leyeron un mensaje escrito con letras firmes y antiguas:
"Su amor es la clave. Pero deberán enfrentar sus miedos y debilidades para que sea verdadero."

Lumi y Auric descubrieron otro cofre, oculto en un rincón de la habitación. Al abrirlo, quedaron sin aliento: en su interior reposaban objetos que parecían arrancados directamente de sus recuerdos de infancia. Había juguetes gastados por el tiempo, dibujos con colores desvaídos y pequeños tesoros que evocaban momentos felices y lejanos.

Lumi tomó entre sus manos un pequeño tambor de juguete. Apenas lo sostuvo, un sonido lo envolvió: su propia risa infantil, clara y viva, resonando mientras golpeaba el tambor en un parque soleado. La sensación fue tan real que, por un instante, sintió que había regresado por completo a aquel día.

Auric, con manos temblorosas, levantó un avión de papel arrugado. En cuanto lo sostuvo, una voz cálida llenó el aire: su madre, leyéndole un cuento antes de dormir. Aquella cercanía lo hizo estremecerse hasta las lágrimas.

A su alrededor, otros objetos comenzaron a despertar: risas, canciones, el susurro del viento de su niñez. Cada sonido era una puerta abierta a un instante perdido, y Lumi y Auric comprendieron que no solo estaban recordando… estaban tocando el alma misma de su pasado.




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