••••••••••• Capítulo 18 •••••••••••
Auric y Lumi atravesaron la puerta y, al otro lado, el mundo se transformó en un espacio desconocido, casi irreal. La estrella suspendida sobre ellos resplandecía con una fuerza tan densa que parecía llenar el aire, como si la luz misma respirara.
Pero Auric percibió de inmediato que algo no estaba bien. Lumi… no era el mismo. Su mirada había perdido ese brillo familiar; lo observaba como a un extraño, con recelo y desconcierto.
—¿Quién eres? —preguntó Lumi, su voz teñida de una curiosidad que dolía más que la desconfianza.
Auric sintió un desgarrón en el pecho. Apenas pudo responder, con la voz quebrada:
—Soy Auric… Y tú eres Lumi. Mi amigo, mi compañero…
Lumi frunció el ceño, como si las palabras no tuvieran ningún eco en su memoria.
—No te conozco —murmuró, y esa negación fue más fría y cruel que cualquier herida.
Auric comprendió, con un dolor insoportable, que el sacrificio de Lumi había sido verdadero. Él había entregado su recuerdo más preciado: su memoria de Auric. Y ahora, ante sus ojos, ya no quedaba en Lumi rastro alguno de lo que habían compartido. La soledad lo envolvió como un manto oscuro, dejándolo perdido, sin rumbo.
Entonces, Marcus emergió de las sombras, con el rostro grave y la voz firme.
—La estrella está abierta ahora —dijo—. Pero el precio ya fue pagado. Lumi ha renunciado a ti, Auric.
El corazón de Auric se contrajo, como si el vacío mismo lo habitara. Apenas pudo articular las palabras:
—¿Cómo puedo lograr que me recuerde?
Marcus lo miró con una tristeza insondable.
—No hay forma de deshacer lo hecho. El sacrificio es irrevocable. Lumi eligió, y ahora debe cargar con las consecuencias… al igual que tú.
Auric se sintió devastado, como si el mundo hubiera perdido de golpe todo sentido. La pregunta lo desgarraba por dentro: ¿qué haría ahora? ¿Sería posible encontrar una forma de tender un puente hacia Lumi, de recuperar, aunque fuera una chispa de lo que los unía? La aventura, que hasta entonces había estado cargada de esperanza, había tomado un giro tan inesperado como cruel.
La tristeza lo envolvía con un peso insoportable, arrastrándolo hacia la desesperanza. Ver a Lumi frente a él, sin memoria alguna de su historia juntos, era como presenciar su muerte por segunda vez. El dolor era un vacío abierto en su pecho, un abismo en el que caía sin remedio. Se preguntaba, con un miedo que lo paralizaba, si algún día podrían reencontrarse en verdad, o si aquel sacrificio había roto para siempre el lazo que los sostenía.
Lumi, mientras tanto, parecía perdido en un mar de confusión. Sus ojos, antes llenos de ternura y complicidad, ahora se posaban en Auric con la fría curiosidad de quien contempla a un desconocido. No había rastro de reconocimiento, solo un desconcierto inocente y distante.
Auric comprendió entonces que, si deseaba permanecer a su lado, debía comenzar de nuevo… pero la duda lo carcomía: ¿sería capaz de reconstruir desde la nada lo que una vez fue todo para él?
—¿Qué pasa? —preguntó Lumi, notando la sombra de tristeza que se reflejaba en el rostro de Auric.
Auric forzó una sonrisa, tan frágil como un cristal a punto de romperse.
—Nada… —murmuró—. Solo estoy un poco cansado.
Lumi lo observó en silencio, con una chispa de escepticismo en los ojos, pero decidió no insistir. Había una distancia invisible entre ambos, un muro levantado por la memoria perdida.
Auric lo comprendió en ese instante: si quería permanecer a su lado, debía hallar un nuevo camino hacia él, un modo de acercarse sin forzarlo, sin cargarlo con el peso de lo olvidado. Y aunque la idea lo hería, supo que tendría que empezar de cero, como si todo lo que habían compartido antes hubiera sido solo un sueño.
Marcus se acercó a ellos, con el rostro grave y los ojos cargados de advertencia.
—La estrella está lista para ser utilizada —dijo, su voz firme como un eco en la quietud—. Pero deben comprender que su poder siempre exige un precio.
Auric sintió un nudo que se cerraba en su garganta.
—¿Qué precio? —preguntó, temiendo la respuesta.
—El precio —respondió Marcus con solemnidad— es la pérdida de algo valioso. Lumi ha perdido sus recuerdos de ti… y ahora tú debes aprender a vivir con eso.
Un frío intenso se extendió por el pecho de Auric. La tristeza lo golpeó como un río desbordado, arrastrando consigo la desesperanza. Sin embargo, entre la pena, surgió una chispa de decisión: debía encontrar la forma de acercarse a Lumi de nuevo, pero sin forzarlo, sin exigirle lo que ya no podía recordar.
Con un suspiro pesado, Auric se prometió a sí mismo empezar de cero, como si ambos fueran completos desconocidos que apenas se encontraban por primera vez. Cada gesto, cada palabra, cada mirada sería una piedra para reconstruir un puente sobre el vacío que ahora los separaba.
—¿Quieres caminar conmigo? —preguntó Auric, tratando de que su voz sonara tranquila, aunque por dentro todo su ser estaba agitado.
Lumi lo miró con esa curiosidad silenciosa que siempre lo había fascinado, y asintió con suavidad.
—Sí, claro —dijo.
Mientras caminaban, Auric sentía cada paso como un intento de acercarse a un territorio desconocido. Cada palabra, cada sonrisa de Lumi era una llave diminuta que abría puertas que él temía que nunca volverían a abrirse. Era extraño: aquel rostro familiar ahora le parecía a la vez conocido y nuevo, como un paisaje amado que ha cambiado con la luz de la mañana.
Auric se detenía a admirar los gestos simples de Lumi: la forma en que sus ojos brillaban al reír, la curva de su sonrisa cuando algo le parecía divertido. Cada instante despertaba en él un susurro de esperanza, débil pero persistente. Quizá no podrían recuperar lo que se había perdido, pero tal vez, con paciencia, podrían descubrir algo igualmente valioso: la posibilidad de amar y conocer a Lumi otra vez, desde cero, como si el mundo entero les ofreciera un nuevo comienzo.
#772 en Fantasía
#63 en Ciencia ficción
fantasia amor magia tristeza, ciencia ficcion fantasia y romance, mundos paralelos viajes en el tiempo
Editado: 07.10.2025