••••••••••• Capítulo 19 •••••••••••
La noche había descendido sobre la tierra, y la luna llena se alzaba en el cielo como un faro plateado. Auric y Lumi se acomodaron en la cima de una colina, rodeados por árboles cuyos susurros danzaban con el viento, como si quisieran contar sus propios secretos. La oscuridad parecía tener un poder propio, envolviendo el mundo en un manto de misterio, mientras las estrellas brillaban como diminutos diamantes suspendidos en el infinito.
—¿Conoces alguna leyenda sobre esta noche? —preguntó Lumi, sus ojos reflejando la luz plateada de la luna, llenos de curiosidad y asombro.
Auric sonrió, dejando que la magia del momento se filtrara en sus palabras.
—Sí, hay una leyenda —dijo—. Se cuenta que en noches como esta, los espíritus de los antiguos se reúnen para contar historias, revelar secretos olvidados y guiar a quienes saben escuchar.
Lumi se inclinó hacia él, casi conteniendo el aliento, y sus ojos brillaban con la luz de la luna y la anticipación.
—¿Qué tipo de historias? —susurró—.
Auric la miró, y por un instante, parecieron escuchar un murmullo entre las hojas, un canto antiguo que prometía aventuras, misterios y verdades que solo la noche podía conceder.
Auric se encogió de hombros, pero la brisa de la noche parecía llevar sus palabras más allá de ellos, entre los árboles y las estrellas.
—Son historias de amor y pérdida, de hazañas imposibles y sacrificios que cruzan los límites del tiempo —dijo, con un tono que parecía resonar con los susurros del viento—. Historias que han viajado de generación en generación, guardadas por los antiguos y por quienes todavía saben escuchar.
Lumi se quedó en silencio, dejando que los árboles y la luz de la luna llenaran sus sentidos. Cada sombra parecía moverse con intención, y cada suspiro del viento parecía contener un secreto. Luego, sus ojos brillaron, reflejando la plata de la luna, y una sonrisa tenue iluminó su rostro.
—Cuéntame una de esas historias —pidió, como si al hacerlo pudiera abrir un portal a mundos olvidados.
Auric sintió un nudo en la garganta, un peso que mezclaba temor y responsabilidad. Sabía que la historia que iba a revelar no sería ligera: hablaba de corazones rotos, de decisiones imposibles, de la delgada línea entre la gloria y la pérdida. Pero también sabía que debía contarla, que era un legado que debía transmitirse.
—Está bien —dijo finalmente, con un suspiro que parecía resonar con la propia noche—. Te contaré una historia sobre alguien como nosotros… sobre el amor que desafía al destino, la pérdida que enseña, la aventura que transforma y el sacrificio que da forma al mundo.
Y mientras las palabras comenzaron a fluir, el viento pareció volverse más atento, y la noche misma se inclinó para escuchar, como si los antiguos estuvieran presentes, compartiendo su sabiduría a través de ellos.
Auric comenzó a relatar su aventura con Lumi, una historia que parecía fluir como un río brillante bajo la luz de la luna. Habló de cómo dos chicos se habían encontrado en un mundo lleno de peligros y misterios, de cómo sus miradas se habían cruzado y, poco a poco, habían aprendido a confiar y a amarse. Narró sus luchas juntos, las batallas libradas para salvar un mundo al borde del caos, y los momentos de ternura que se escondían entre el miedo y la incertidumbre.
Mientras hablaba, la noche se volvía más profunda y silenciosa, y las estrellas sobre ellos brillaban con una intensidad casi mágica, como si quisieran escuchar y recordar cada palabra. Lumi lo miraba, los ojos llenos de emoción y asombro, sin imaginar que su propia historia estaba siendo contada, transformada en leyenda ante sus propios ojos.
Cada detalle de la historia parecía cobrar vida: los árboles parecían inclinarse, el viento parecía acompañar cada giro de la aventura, y la cueva misma parecía contener la memoria de sus hazañas. La narrativa de Auric y Lumi se volvía así un relato dentro del relato, una leyenda destinada a ser contada y recordada por generaciones futuras, un eco del amor, la valentía y el sacrificio que habían compartido.
—¿Habrá alguna otra historia que conozcas, Auric? —preguntó Lumi, con los ojos brillando de emoción y expectación.
—Claro… te la contaré —respondió Auric, esbozando una sonrisa que mezclaba misterio y complicidad.
Se acomodó un poco, y su voz comenzó a fluir como un río de palabras, mientras relataba la historia del chico de la luna. Lumi se inclinó hacia adelante, completamente absorto, con los ojos iluminados por la curiosidad y la fascinación. Cada gesto de Auric parecía dar vida a la historia, y el viento nocturno parecía acompañar su relato, susurrando entre los árboles como si quisiera escuchar también.
—Hace mucho tiempo, en un pequeño pueblo escondido entre montañas y valles bañados por la bruma, vivía un joven llamado Lunar —comenzó Auric, su voz suave flotando en la noche. — Lunar tenía un alma soñadora y un corazón lleno de estrellas. Pasaba las noches tendido sobre la hierba, con la mirada fija en el cielo, contemplando planetas y constelaciones como si fueran puertas a mundos secretos, susurrando historias que solo él podía escuchar.
Lumi se inclinó hacia adelante, completamente absorto, como si la noche misma se hubiera detenido para escuchar.
—Una noche, mientras Lunar observaba la luna —continuó Auric, con un hilo de misterio—, sintió una llamada silenciosa, un susurro plateado que recorría su pecho. La luna parecía viva, sus cráteres y montañas brillaban con un fuego propio, invitándolo a acercarse, a caminar por su superficie y descubrir secretos que nadie había visto. Fue como si el cielo lo llamara, un imán invisible que tiraba de su corazón.
Auric hizo una pausa, sonriendo, mientras los ojos de Lumi brillaban con expectación.
—Decidido a responder a esa llamada —dijo finalmente—, Lunar construyó su nave, no con oro ni magia, sino con ingenio, paciencia y coraje. El viaje fue largo, atravesando la negrura infinita del espacio donde las estrellas parecían bailar a su alrededor, cada una un testigo silencioso de su determinación. Y finalmente, después de días de travesía, Lunar aterrizó sobre la luna, donde los cráteres susurraban historias antiguas y la luz de la Tierra lo saludaba desde la distancia.
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Editado: 07.10.2025