••••••••••• Capítulo 26 •••••••••••
Lumi, Auric y Soleil se acomodaron entre estantes repletos de libros antiguos, rodeados de objetos que parecían guardar secretos y fragmentos de historias olvidadas. La luz de la luna se filtraba a través de los cristales polvorientos, dibujando sombras que se retorcían y danzaban lentamente sobre las paredes y el suelo, creando un ambiente casi vivo, cargado de misterio y expectación. Cada rincón olía a papel envejecido, cuero y polvo, y el aire húmedo hacía que cada respiración se sintiera más pesada, casi palpable.
Lumi sostenía el libro antiguo entre sus manos, notando su peso como si contuviera siglos de conocimiento y un fragmento del destino del universo. Cada página parecía latir con energía propia, y un escalofrío recorrió su espalda mientras pasaba los dedos por las letras y símbolos que brillaban tenuemente bajo la luz de la luna.
—¿Crees que este ritual sea la clave para restaurar el equilibrio del universo? —preguntó Auric, con voz baja, mezclando curiosidad y un ligero escepticismo. Sus ojos se encontraron con los de Lumi, y en ellos pudo ver reflejada la mezcla de duda, temor y esperanza, como si la habitación misma los estuviera evaluando.
Soleil permaneció en silencio, sentado con una postura tranquila pero firme, su mirada intensa siguiendo cada movimiento de los demás. Cada sombra parecía moverse con vida propia, como si los objetos antiguos respiraran junto a ellos, recordándoles que no estaban ante un simple libro, sino frente a un legado que podía cambiar el destino del universo.
El silencio de la habitación era denso, casi tangible, interrumpido solo por el crujido leve de los estantes y el susurro del viento que se colaba por las rendijas. Lumi sintió cómo el peso de la responsabilidad se asentaba sobre sus hombros, una mezcla de miedo y determinación que lo empujaba a descubrir la verdad, sin importar las consecuencias.
Lumi asintió lentamente, la determinación marcando cada línea de su rostro.
—Sí… creo que sí —dijo al fin, con voz firme, aunque una leve sombra de duda se filtraba entre sus palabras—. Pero debemos tener cuidado. No sabemos qué consecuencias podría desatar.
Soleil se incorporó con elegancia y dio unos pasos hacia él. Su presencia parecía llenar la habitación, y en sus ojos brillaba una intensidad serena, como si guardara secretos que Lumi aún no podía comprender. El joven sintió, por un instante, que Soleil llevaba consigo un conocimiento oculto, algo más allá de lo que estaba dispuesto a revelar.
—Entonces… —Lumi respiró hondo y miró a ambos con decisión—. ¿Qué necesitamos para realizar el ritual?
Auric lo observó en silencio, su expresión mezcla de prudencia y respaldo, mientras que Soleil inclinó apenas la cabeza, como un maestro que aprueba la pregunta de su aprendiz. En ese momento, Lumi supo que los tres estaban listos para dar el siguiente paso, aunque ninguno pudiera prever el precio que tendrían que pagar.
Auric se levantó despacio, su sombra alargándose sobre las paredes cubiertas de estantes antiguos. Comenzó a revolver entre los libros y objetos polvorientos, cada movimiento acompañado por un crujido o el eco de páginas olvidadas. Tras unos minutos de búsqueda, extrajo un papel amarillento, quebradizo por el tiempo.
—Aquí está… —murmuró, antes de leer con voz firme—. “Una gota de agua de la Fuente de la Vida, una pluma de un águila blanca y un cristal de la Montaña Sagrada.”
El silencio que siguió pesó en la habitación. La lista parecía interminable, y Lumi sintió un nudo en el estómago al imaginar la dificultad de reunir cada elemento.
—Son… demasiadas cosas —susurró para sí, mordiéndose el labio. Luego alzó la mirada hacia Auric y Soleil, con la duda asomando en su voz—. ¿Dónde vamos a encontrar todo eso?
Auric apretó los labios, como si no tuviera la respuesta. La seguridad de su tono contrastaba con la incertidumbre que delataban sus ojos.
En ese momento, Soleil se levantó sin decir palabra y se dirigió hacia la puerta. Su andar era sereno, pero había en él un aire de guía silencioso, como si conociera más de lo que estaba dispuesto a compartir. Con un gesto apenas perceptible, los invitó a seguirlo.
Lumi lo hizo sin vacilar. El pasillo al que entraron estaba envuelto en sombras, y cada rincón parecía ocultar secretos y amenazas invisibles. Aun así, en su pecho ardía la decisión de avanzar.
Estaba claro: el verdadero viaje apenas comenzaba.
—¿Estás listo para enfrentar lo que venga? —preguntó Lumi en voz baja, con un matiz de duda y desafío.
Auric asintió despacio, sin apartar los ojos de él.
—Sí, estoy listo —respondió—. Pase lo que pase, lo enfrentaremos juntos.
El silencio que siguió fue casi sagrado. No había palabras suficientes para describir lo que aguardaba al otro lado de la penumbra.
El pasillo se abría frente a ellos como una herida oscura, latiendo con secretos que parecían llamarlos por su nombre. Con cada paso, Lumi sentía que el aire se volvía más denso, como si el destino mismo los estuviera guiando. Y supo, con una certeza inquietante, que todo estaba a punto de cambiar.
El viaje de la fuente de la vida
Lumi, Auric y Soleil se adentraban en el comienzo de su travesía, con la misión de recolectar los ingredientes del ritual. Su primer destino: la legendaria Fuente de la Vida, un lugar envuelto en mitos y promesas de poder, cuyas aguas podían sanar heridas, prolongar la vida y despertar habilidades olvidadas.
El sol emergía del horizonte como un ejército dorado, inundando el paisaje con su luz intensa y cálida. Cada sombra se estiraba, cada árbol parecía inclinarse ante ellos, y el aire mismo vibraba con energía renovada, como si la tierra les diera la bienvenida a una aventura que trascendía el tiempo.
—¿Dónde se encuentra la Fuente de la Vida? —preguntó Auric, ajustando su mochila con precisión, mientras sus ojos recorrían el horizonte con una mezcla de curiosidad y determinación férrea.
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Editado: 07.10.2025