Luminel: El Chico Neón

Orden de la sombra P.1

•••••••••• Capítulo 14 •••••••••••

Auric y Lumi no tardaron en descubrir la verdad: Elara no había muerto por causas naturales. Había sido asesinada por una organización secreta que la vigilaba desde hacía tiempo, decidida a silenciar a cualquiera que conociera demasiado sobre la energía de Tempest.

La revelación les heló la sangre. Si esa organización había eliminado a Elara, ellos podían ser los siguientes. Sabían que debían actuar con cautela, pero también que no podían quedarse de brazos cruzados.

Decididos a llegar al fondo del misterio, comenzaron su propia investigación. Visitaron la casa de Elara, ahora convertida en escena del crimen, entrevistaron a testigos nerviosos y revisaron los informes policiales, buscando cualquier pista que los acercara al asesino… y a la verdad que la organización quería mantener oculta.

Tras varios días de investigación, Auric y Lumi descubrieron que, en los días previos a su muerte, Elara había recibido varias amenazas anónimas. Los mensajes eran breves, fríos y directos… y todos apuntaban a un mismo motivo: su trabajo sobre Tempest.

Pronto comprendieron que su muerte estaba estrechamente vinculada a la misteriosa organización que la había estado vigilando. Siguiendo el rastro de las amenazas, se adentraron en un laberinto de pistas ambiguas y callejones sin salida, hasta que finalmente dieron con un nombre que heló su sangre: La Orden de la Sombra.

Esta organización, oculta tras décadas de secretos, trabajaba en las sombras para controlar y manipular a Tempest a su antojo. Elara, sin saberlo, había tropezado con su plan y eso la había condenado.

Auric y Lumi entendieron entonces la magnitud del peligro en el que se encontraban. La Orden de la Sombra no se detendría ante nada para proteger su conspiración… y ellos acababan de convertirse en su próximo objetivo.

—Tenemos que ser cuidadosos —advirtió Auric, con un tono grave—. La Orden de la Sombra es peligrosa, y no se detendrá ante nada.

Lumi asintió con firmeza, sus ojos ardiendo de determinación.
—Estoy listo para enfrentarlos. No podemos permitir que sigan matando a inocentes.

Una leve sonrisa cruzó el rostro de Auric.
—Estoy orgulloso de ti, Lumi. Juntos podemos con cualquier cosa.

Pero antes de que pudieran trazar su próximo movimiento, un nuevo peligro se filtró en su mundo: un mensaje anónimo apareció en la pantalla del comunicador de Auric.

No confíes en nadie.
La verdad es más compleja de lo que crees.

Se miraron en silencio, como si intentaran leer la respuesta en los ojos del otro. Una sensación de inquietud se apoderó de ellos. ¿Quién podía haber enviado ese mensaje? ¿Aliado… o enemigo?
Las palabras “No confíes en nadie” se clavaron en su mente, como un eco oscuro que no dejaba de crecer.

–¿Qué significa esto?, preguntó Lumi, con la voz cargada de ansiedad. –¿Quién podría estar detrás?

Auric se encogió de hombros, aunque su mirada revelaba tanto confusión como inquietud. –No lo sé… pero debemos extremar precauciones. No podemos confiar en nadie hasta saber quién envió este mensaje.

Lumi asintió lentamente, sin apartar la vista de Auric. –Tienes razón. Debemos seguir investigando… pero cada paso tendrá que ser medido.

Revisaron uno por uno sus contactos y supuestos aliados, tratando de detectar cualquier indicio de traición. Sin embargo, cuanto más avanzaban, más claro quedaba que el terreno bajo sus pies era inestable: no podían distinguir quién estaba realmente de su lado… y quién jugaba para La Orden de la Sombra.

–¿Qué significa esto?, murmuró Lumi, con un nudo en la garganta. –¿Quién podría estar detrás… y por qué advertirnos?

Auric no respondió de inmediato. Su mirada se perdió en la penumbra, como si buscara una amenaza invisible entre las sombras. –No lo sé… pero desde ahora, cada palabra que digamos y cada paso que demos tendrá que ser calculado. Nadie es digno de confianza… nadie.

Lumi tragó saliva, sintiendo cómo la sospecha se infiltraba como veneno en sus pensamientos. –Entonces… ¿a quién le pedimos ayuda?

Auric lo miró fijamente. –A nadie. Si La Orden de la Sombra tiene ojos en todas partes, cualquier amigo podría ser un enemigo… y cualquier enemigo, alguien que aún no conocemos.

Comenzaron a repasar mentalmente cada rostro, cada conversación, cada gesto pasado. Pero mientras lo hacían, la duda crecía como una sombra sin forma, devorando todo lo que creían seguro. La línea entre aliados y traidores se volvía difusa… y pronto, tal vez, dejaría de existir.

La duda empezó a enraizarse entre ellos, convirtiéndose en una sombra que nublaba cada pensamiento. ¿Podían siquiera confiar el uno en el otro? ¿O eran piezas en un juego que alguien más estaba moviendo?

De pronto, Auric frunció el ceño, como si un recuerdo olvidado hubiera irrumpido en su mente.
—Lumi… ¿recuerdas cuando Elara nos advirtió que alguien podría estar colaborando con la Orden de la Sombra?

Lumi asintió lentamente, su expresión iluminada por la memoria, aunque cargada de inquietud.
—Sí… dijo que no sabía quién era, pero estaba segura de que existía un traidor.

Un escalofrío recorrió la espalda de Auric.
—Creo… que hablaba de alguien muy cercano a nosotros.

Lumi sintió que el aire se volvía más pesado, su pulso acelerándose.
—¿Quién… quién podría ser?

Auric sostuvo su mirada, pero sus ojos revelaban más preguntas que respuestas.
—No lo sé. Pero hasta que descubramos la verdad… no podemos confiar en nadie.

La tensión se había convertido en una sombra constante que los seguía a cada paso. La desconfianza corroía sus pensamientos, y el peso de no saber en quién podían confiar los mantenía en vilo. Cada rostro que conocían se volvió sospechoso.
¿Quién colaboraba con La Orden de la Sombra?
¿Quién los estaba engañando?




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