Luminel: El Chico Neón

Khael y el amuleto de la luz

••••••••••• Capítulo 29 •••••••••••

Lumi y Auric se miraron con una mezcla de emoción y determinación mientras el guardián les revelaba el propósito del Anillo de los Recuerdos. La luz del centro del todo danzaba sobre sus rostros, iluminando sus ojos llenos de curiosidad y propósito.

—Pero hay algo más que deben saber —advirtió el guardián con una voz grave y serena—. Este anillo no solo les permitirá ver y revivir los momentos más importantes de su vida, sino que también posee el poder de cerrar el portal que conecta este mundo con los demás.

Lumi sintió una punzada de asombro y desconcierto. ¿Cerrar el portal? La idea de tener entre sus manos el poder de controlar el acceso a otros mundos le resultaba casi abrumadora.

—¡El portal! —exclamó de pronto, con un destello de comprensión en la mirada—. Lo había olvidado…

—Necesitan cerrar el portal que conecta este mundo con otros —dijo el guardián, su voz grave resonando en el silencio—. Ha sido abierto por fuerzas oscuras y ha permitido que entidades malignas crucen hacia nuestro mundo.

Auric sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero junto a él surgió una determinación ardiente. Era como si algo dentro de él despertara ante la magnitud de la responsabilidad.

—¿Y cómo… cómo podemos cerrarlo? —preguntó, con la mirada fija en el guardián, intentando absorber cada palabra.

—Con el Anillo de los Recuerdos —respondió este, su tono solemne llenando la cámara de luz que parecía emanar de todas partes—. El anillo puede absorber la energía del portal y sellarlo para siempre.

Auric cerró los puños. La idea de proteger su mundo, de enfrentarse a las sombras que amenazaban con devorarlo todo… era abrumadora y heroica a la vez. Por primera vez, sintió que su papel no era solo importante: era decisivo. Como si estuviera a punto de descubrir un secreto ancestral sobre su propio destino, un secreto que cambiaría todo lo que creía saber sobre sí mismo y sobre el mundo que debía salvar.

—¿Estamos listos para hacerlo? —preguntó Lumi, con los ojos fijos en Auric y la respiración contenida.

Auric asintió, mientras la luz del rubí iluminaba su rostro, reflejando determinación y un brillo de nerviosismo.
—Sí… estamos listos —dijo con voz firme—. Vamos a cerrar el portal y proteger nuestro mundo.

El guardián los observó con una calma que contrastaba con la gravedad del momento.
—Entonces, comencemos —susurró—. El destino de nuestro mundo pende de un hilo… y el tiempo se agota.

Lumi y Auric compartieron una mirada rápida, cargada de resolución. Con el Anillo de los Recuerdos en sus manos, sentían un poder latente recorriéndolos, una fuerza que parecía capaz de enfrentarse a cualquier oscuridad.

Se acercaron al portal. La atmósfera se volvió densa, la oscuridad se enroscaba como una niebla viva y el aire vibraba con una energía extraña y pesada, casi palpable. Cada paso parecía resonar en un eco profundo, mientras sombras danzaban a su alrededor.

El guardián los seguía, su rostro grave y sereno, un faro de control en medio del caos creciente. Lumi y Auric respiraron hondo, conscientes de que cada instante contaba. El mundo que conocían estaba al borde del abismo, y ellos eran su última esperanza.

—Recuerden —dijo el guardián con voz grave—. Deben salir de este mundo antes de cerrar el portal. Si no lo hacen, quedarán atrapados en la dimensión que se creará cuando se selle.

Lumi y Auric se acercaron al portal, y su mirada se abrió para abarcar la vasta extensión de energía que se desplegaba ante ellos. Era un vórtice de colores y luces que giraban y se entrelazaban en un patrón hipnótico. La energía que emanaba era casi tangible, vibrando en el aire como un zumbido constante.

—Es… increíble —susurró Lumi, con los ojos fijos en el portal, entre asombro y admiración.

Auric asintió, su rostro iluminado por el resplandor danzante del vórtice.

—Sí… lo es —dijo con seriedad—. Pero debemos tener cuidado. Debemos hacerlo bien si queremos regresar intactos a nuestro mundo.

El aire alrededor parecía cargarse de tensión, y cada pulso del portal les recordaba que aquel momento decidiría el destino de su mundo… y el de ellos mismos.

El guardián se acercó a ellos, su rostro serio y grave.
—El portal es una puerta a otros mundos y dimensiones —dijo—. Pero también representa un riesgo. Deben estar preparados para lo que encuentren al otro lado y elegir el camino correcto.

Su voz, profunda y solemne, los sobrecogía un poco.

—¿Qué debemos hacer? —preguntó Lumi, con la mirada fija en el guardián, buscando seguridad y claridad.

—Cierren el portal —respondió este—. El Anillo los ayudará. Una vez que se selle, el portal desaparecerá para siempre… y este mundo dejará de existir.

Lumi y Auric intercambiaron una mirada cargada de comprensión y resolución. Luego, se dieron la vuelta y comenzaron a alejarse del mundo que conocían. La oscuridad parecía cerrarse a su alrededor, como un velo que reclamaba lo que quedaba atrás. Por un instante, se sintieron como si dejaran atrás todo lo que alguna vez habían conocido.

—Vamos —dijo Auric, tomando la mano de Lumi—. Cerramos el portal y salimos de aquí.

Lumi asintió, su rostro iluminado por el resplandor del portal.
—Sí… vamos —respondió, con la voz cargada de emoción—. Estoy listo.

Juntos avanzaron hacia el portal, con la determinación de enfrentar lo que viniera después. La aventura parecía acercarse a su clímax, y Lumi sintió cómo un escalofrío de anticipación recorría su espalda: estaba listo para cruzar al otro lado.

Al emerger en su mundo, la visión que los recibió fue devastadora. El caos reinaba por doquier; los devoradores de dimensiones habían escapado, dejando una estela de destrucción a su paso. La ciudad estaba en ruinas: edificios derrumbados, calles cubiertas de escombros y un silencio pesado, roto solo por el eco del desastre.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.