La batalla con Kharos parecía interminable, pero finalmente, logré encontrar su punto débil. Mientras luchábamos, me di cuenta de que su conexión con la oscuridad no era tan invencible como creía. Había momentos en los que sus ataques flaqueaban, y en esos instantes, su vulnerabilidad se hacía evidente.
Con un último golpe, canalicé toda la luz que me quedaba y la dirigí directamente al centro de su pecho. Kharos gritó al mismo tiempo que su cuerpo comenzó a desintegrarse en sombras. Pero incluso en su caída, su risa resonaba en el aire.
—Esto no ha terminado... —murmuró, antes de desvanecerse por completo.
Sabía que tenía razón. Aunque Kharos había sido derrotado, las sombras que había desatado seguían ahí. Y su legado oscuro podría volver algún día. Pero por ahora, habíamos ganado una batalla crucial.
Después de la derrota de Kharos, regresé al campamento donde Laundry y los demás estaban atendiendo a los heridos. La batalla había dejado cicatrices profundas. Guardianes y miembros de los clanes yacían por todas partes, algunos muriendo en silencio, otros luchando por respirar.
—¿Cómo estás? —me preguntó Laundry cuando me vio llegar, sus ojos llenos de preocupación.
—Viva —respondí con una sonrisa cansada—. Eso es lo único que importa.
Juntos recorrimos el campamento, ayudando a los que pudimos, pero la pérdida de Selene y otros tantos nos golpeaba fuerte. Aunque habíamos ganado, el precio había sido alto.
En los días siguientes, comenzamos a reconstruir. Las defensas de Luna Azul habían sido dañadas, pero no destruidas. Con la ayuda de los clanes, levantamos nuevas murallas, más altas y fuertes, y reforzamos nuestros vínculos. Sabíamos que este no era el final. Las sombras siempre volverían, pero ahora estábamos más preparados que nunca.
—Luna Azul sobrevivirá —dije durante una reunión del consejo—. No importa lo que venga después, siempre encontraremos una manera.
Con la amenaza de Kharos eliminada, los clanes que antes habían estado en conflicto con nosotros ahora buscaban formar nuevas alianzas. Nos dimos cuenta de que la única manera de garantizar nuestra supervivencia a largo plazo era uniendo nuestras fuerzas, no solo contra las sombras, sino también contra cualquier otra amenaza futura.
Durante la reconstrucción, descubrimos textos antiguos en las profundidades de la fortaleza de Luna Azul, escritos que hablaban de un poder aún mayor que la luz de la luna, un poder que podía cambiar el curso de la historia.
Me pasé días estudiando esos textos, tratando de descifrar su significado. Había menciones de una "Luna de Sangre" y de un ritual que podría sellar para siempre la oscuridad que acechaba en el mundo.
—Esto es lo que necesitamos —le dije a Laundry—. Si podemos completar este ritual, no solo venceremos a las sombras, sino que las eliminaremos para siempre.
El ritual no era algo que pudiéramos realizar en Luna Azul. Según los textos antiguos, necesitábamos ir a un lugar llamado el Valle de las Estrellas, un lugar remoto donde la magia de la luna era más fuerte que en cualquier otro lugar del mundo.
Reunimos un pequeño grupo, y con Laundry a mi lado, emprendimos el viaje hacia el valle, sabiendo que este podría ser el paso final para garantizar la paz.
Días después del ritual, la sensación de paz comenzó a desvanecerse. No era algo que podía definir exactamente, pero había una incomodidad latente, una sensación de que algo no estaba completamente sellado. Luna Azul estaba tranquila en apariencia, pero en mis sueños, la oscuridad seguía susurrando. Cada noche, me veía de nuevo en el Valle de las Estrellas, rodeada de sombras que no retrocedían esta vez.
Una noche, Laundry se acercó a mí mientras vigilaba desde lo alto de las murallas de Luna Azul.
—No has estado durmiendo bien —dijo en voz baja, como si supiera exactamente lo que estaba pasando en mi cabeza.
—No es nada, solo... pesadillas —le respondí, pero mi voz sonaba vacilante.
Laundry me miró con preocupación.
—Yo también las he tenido —dijo finalmente—. Y creo que algunos otros en el campamento también.
Esa revelación me paralizó. ¿Acaso la oscuridad seguía viva de alguna manera? ¿Habíamos fallado?
Decidimos convocar al consejo de los Ancianos de Luna Azul. No podía arriesgarme a ignorar lo que estaba sucediendo. Si más personas estaban siendo afectadas por las pesadillas, entonces el sello podría no haber sido tan permanente como pensábamos. Me preparé para hablar ante ellos, sabiendo que la duda se cernía sobre nosotros.
Cuando expuse lo que estábamos experimentando, el consejo quedó en silencio por varios minutos. Finalmente, el Anciano Valen habló.
—El poder de la oscuridad nunca desaparece del todo. No puedes erradicar algo que ha existido desde el principio de los tiempos. Lo que hicisteis fue sellar una parte, pero siempre habrá remanentes, ecos que intenten abrirse paso de nuevo.
Mis esperanzas se desmoronaron. ¿Había sido todo en vano?
—Entonces, ¿qué podemos hacer? —pregunté, desesperada.
—Lo que siempre hemos hecho —dijo Valen, con una tranquilidad que me inquietó—. Mantener la vigilancia. No podemos permitirnos bajar la guardia, pero eso no significa que hayamos perdido.