Luna azul El regreso

Capítulo 6: Sombras en el Horizonte

Un día, mientras estaba en una sesión de meditación, sentí una perturbación en el aire. Algo, o alguien, se estaba acercando a Luna Azul. Me levanté de inmediato y corrí hacia las puertas principales del campamento. Cuando llegué, los centinelas ya estaban en posición, observando el horizonte.

Lo que vi me dejó sin aliento. A lo lejos, una figura solitaria avanzaba lentamente, envuelta en una capa oscura que parecía absorber la luz del sol.

—¿Quién es? —pregunté a uno de los centinelas.

—No lo sabemos, pero lleva días caminando en nuestra dirección —respondió, tensando su arco.

A medida que la figura se acercaba, una sensación de familiaridad me invadió. No podía ser. Me acerqué más, con el corazón latiendo con fuerza. Cuando la figura finalmente llegó a la puerta, se quitó la capucha y me miró directamente a los ojos.

—Kharos —murmuré, sorprendida.

El hombre que habíamos creído perdido en la oscuridad había regresado, pero no había rastro de la maldad que antes lo había consumido. Su rostro, marcado por el tiempo y las batallas, mostraba una tristeza profunda.

—No he venido a luchar —dijo con voz grave—. He venido a advertirte.

El silencio cayó sobre nosotros. Sabía que las respuestas que traía no serían fáciles de escuchar.

—La oscuridad que creímos sellar no está durmiendo —dijo Kharos, mientras el consejo de los Ancianos lo escuchaba atentamente—. Está buscando una nueva forma de manifestarse, y esta vez será diferente. Se alimentará del miedo, de la duda que ya ha sembrado en todos nosotros.

Me quedé sin palabras. Sabía que había algo mal desde que regresamos del Valle de las Estrellas, pero escuchar a Kharos confirmarlo fue devastador.

—¿Cómo lo sabes? —le pregunté, sintiendo que el peso de la situación me aplastaba.

—Porque yo fui parte de ella —respondió, con una tristeza palpable—. Cuando me enfrenté a ella, pensé que la controlaría, pero no se puede controlar algo que no tiene forma ni corazón. Solo quiere existir, y hará lo que sea necesario para regresar.

Sabíamos lo que teníamos que hacer. Nos preparábamos para enfrentar una oscuridad que no conocíamos del todo, pero esta vez, teníamos a un aliado que comprendía su verdadera naturaleza.

El camino hacia la próxima Luna de Sangre sería largo, pero estábamos más decididos que nunca a no dejar que la oscuridad tomara nuestro mundo de nuevo.

Después de la advertencia de Kharos, la tensión en Luna Azul se intensificó. Todos sabíamos que la oscuridad estaba lejos de ser derrotada, y la próxima Luna de Sangre aún parecía una amenaza lejana, pero implacable. Pasé días sumida en pensamientos oscuros, incapaz de evitar preguntarme si de verdad teníamos alguna posibilidad de vencer.

Fue entonces cuando recibí una visita inesperada. Una anciana que vivía en las afueras del campamento, una figura enigmática que pocos conocían, vino a verme en la noche. Su presencia era casi espectral, como si la luna misma la hubiera traído.

—Hay un lugar —dijo, con una voz suave, pero cargada de misterio—. Un lugar donde la oscuridad no puede alcanzarte, ni a ti ni a tus compañeros.

La miré con escepticismo, pero algo en su mirada me convenció de que debía escucharla. Me explicó que más allá de las montañas, en un rincón olvidado por el tiempo, existía un refugio antiguo, un lugar protegido por una magia muy anterior a la que ahora conocemos.

—Si quieres enfrentarte a la oscuridad, debes primero comprenderla. Y ese lugar puede darte las respuestas que necesitas.

No había tiempo que perder. Reuní a Laundry y a algunos de los guerreros más experimentados de Luna Azul. Partimos al amanecer, siguiendo las indicaciones de la anciana. Sabía que este viaje podría llevarnos a lugares peligrosos, pero no había otra opción. La oscuridad no nos esperaría, y necesitábamos estar preparados para cuando volviera a levantarse.

Las montañas eran traicioneras. A medida que ascendíamos, el aire se volvía más delgado y el frío más intenso. Pero lo peor de todo era el silencio. Parecía que incluso los animales temían acercarse a esta región. Cada paso resonaba en el aire vacío, recordándonos que estábamos lejos de cualquier refugio seguro.

Después de días de viaje, finalmente llegamos a un valle oculto entre las montañas. El paisaje era desolado, pero en el centro, rodeado de rocas talladas con símbolos antiguos, se encontraba el refugio del que la anciana nos había hablado.

Al entrar en el refugio, una sensación de calma se apoderó de nosotros. Era como si el tiempo mismo hubiera detenido su curso en este lugar. Las paredes estaban cubiertas de inscripciones antiguas, narrando historias de guerras que habían sido libradas mucho antes de que Luna Azul existiera.

Fue Kharos quien primero se dio cuenta de la verdad.

—Este no es solo un refugio —dijo, su voz resonando en la sala—. Es un templo. Un templo dedicado a la luna, y a la batalla eterna entre la luz y la oscuridad.

Pasamos horas examinando los textos, intentando descifrar sus mensajes. Lentamente, la verdad comenzó a revelarse. El poder de la luna no era solo una fuente de luz, sino un equilibrio. La oscuridad siempre existiría, pero la luna tenía el poder de mantenerla bajo control, si sabíamos cómo usarlo.



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En el texto hay: #amor, #acción, #aventura

Editado: 20.11.2024

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