Mis días en ese lugar, donde el tiempo no parecía tener sentido, pasaron como un susurro. Era un lugar de paz, de descanso. Pero sabía que eventualmente, algo más me llamaría. La oscuridad nunca desaparece por completo, y siempre habría alguien que debía mantener el equilibrio.
Cuando finalmente llegó el momento, no lo resistí. Volví mi rostro hacia la luna, sabiendo que mi viaje no había terminado.
Desperté en el mundo mortal una vez más, pero todo había cambiado. Sentía una conexión profunda con la tierra, con el cielo, con la luna. Sabía que ya no era la misma persona que había sido antes del sacrificio.
Me levanté de donde estaba acostada, sintiendo la energía fluir a través de mí. Luna Azul seguía en pie, aunque las marcas de la batalla estaban aún frescas. Pero la oscuridad había retrocedido. El sacrificio había funcionado.
El campamento, aunque lleno de esperanza, estaba también envuelto en luto. Sabían que yo había partido, pero no podían saber que había vuelto de una manera que ni siquiera yo comprendía por completo. Sabía que no podía aparecer ante ellos de inmediato. Necesitaban sanar por su cuenta.
Observé desde las sombras, mientras Laundry, Kharos y los demás guiaban al grupo. Sabía que lo harían bien. Habían aprendido a sobrevivir, a resistir, y mi legado viviría en ellos.
Poco a poco, fui comprendiendo mi nueva naturaleza. Podía moverme entre los reinos, hablar con los espíritus de aquellos que habían pasado antes que yo. Era un guardián, un vigilante silencioso, manteniendo el equilibrio entre la luz y la oscuridad.
Mis encuentros con los espíritus fueron reveladores. Cada uno tenía una pieza del rompecabezas, una historia que contar. Y sabía que algún día, todos esos fragmentos formarían un todo.
Aunque el campamento estaba a salvo por ahora, no podía ignorar la sensación de que algo más se avecinaba. La oscuridad nunca se va por completo, y había algo más grande, algo más antiguo que aún no habíamos enfrentado.
Comencé a visitar los templos antiguos en busca de respuestas, cada uno lleno de secretos y revelaciones. Y fue allí, entre las piedras olvidadas por el tiempo, que entendí que mi viaje estaba lejos de terminar.
Mientras exploraba los templos, descubrí inscripciones que hablaban de ciclos, de sacrificios pasados, y de héroes que habían luchado y caído antes que yo. Cada historia era un reflejo de la mía, y aunque diferentes en detalles, todas tenían algo en común: el ciclo nunca se detenía.
En lo más profundo de uno de los templos más antiguos, encontré un texto olvidado, escrito en una lengua que apenas reconocía. Hablaba de un ser antiguo, una oscuridad que había existido desde antes de que la luna misma brillara en el cielo.
Mientras observaba las antiguas escrituras, el lenguaje antiguo comenzó a cobrar sentido en mi mente. Las palabras, ocultas durante eones, hablaban de una fuerza primigenia que ni siquiera los guardianes más antiguos habían enfrentado. Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo al darme cuenta de que esta entidad era la fuente de la oscuridad que nos había estado persiguiendo.
Me detuve un momento, sintiendo que los ecos del pasado me rodeaban. En ese lugar olvidado, las paredes parecían susurrar secretos. "El ciclo no termina", decían. Y entonces lo supe: todo lo que habíamos hecho hasta ahora solo había sido una preparación para enfrentar lo que estaba por venir.
Cuando volví al campamento, descubrí que Laundry había convocado una reunión urgente. La luna llena iluminaba el claro, y los rostros de mis antiguos compañeros estaban tensos. Pude sentir la incertidumbre y el miedo en el aire.
—Hay algo más —dijo Laundry con una voz grave—. Lo siento en mis sueños, una oscuridad más profunda que la que hemos enfrentado hasta ahora.
Sabía de lo que hablaba. Mi propio viaje por los templos me había revelado lo mismo, pero aún no estaba lista para compartirlo con ellos. Laundry me miró, como si supiera que yo también había descubierto algo.
—Debemos prepararnos —continuó Laundry—. La batalla que pensamos haber ganado no era el final.
Decidí buscar más respuestas en el reino de los espíritus, donde los antiguos guardianes habrían dejado pistas sobre cómo enfrentar la amenaza venidera. Me adentré en un bosque cercano, donde la barrera entre los mundos era más fina, y llamé a los que habían venido antes que yo.
Los espíritus se manifestaron, algunos conocidos, otros figuras etéreas de tiempos olvidados. Uno de ellos, una figura imponente envuelta en sombras, habló en un susurro grave.
—El ciclo no es un error —dijo—. Es necesario para mantener el equilibrio. Pero este equilibrio está siendo roto por una fuerza que no debería existir.
Me estremecí ante sus palabras, pero no me detuve.
—¿Cómo podemos detenerlo? —pregunté.
El espíritu guardó silencio un momento, como si sopesara sus palabras.
—Debes buscar el origen, el comienzo de todo. Solo enfrentando el principio puedes destruir el final.
Con la advertencia del espíritu en mi mente, regresé al campamento, sabiendo que el siguiente paso sería encontrar el origen de esta oscuridad. Pero no sería un viaje fácil. Debíamos dejar atrás el campamento, dejar atrás todo lo que conocíamos.