Luna azul El regreso

Capítulo 13:La Noche de los Susurros

La noche se cernía sobre Luna Azul, y la calma parecía engañosa. El campamento, a pesar de la paz temporal, vibraba con la energía latente de una tormenta que se avecinaba. Había ecos de advertencias en el aire, susurros que hablaban de un regreso inevitable.

Un día, mientras practicaba con los guerreros, sentí una profunda inquietud en mi interior. La conexión con la tierra se volvía más intensa, y visiones de sombras danzantes comenzaron a llenar mi mente. Sabía que la oscuridad no había sido completamente erradicada.

—Laundry, Kharos —les dije en un tono grave—. Siento que algo está por llegar. No podemos bajar la guardia.

Ambos se miraron, y la preocupación se reflejaba en sus rostros.

—¿Qué crees que será? —preguntó Kharos, con un destello de inquietud en sus ojos.

—No lo sé —respondí—. Pero debemos estar preparados para cualquier eventualidad.

Esa misma noche, mientras la luna llena iluminaba el campamento, tuve una visión. Vi sombras que se agrupaban en las colinas, un ejército oculto aguardando el momento adecuado. Era un ejército de antiguos enemigos, esperando la oportunidad de lanzar su ataque. Me desperté con el corazón acelerado, sabiendo que no podía mantener esta información para mí.

Reuní a los líderes de los diferentes clanes al amanecer. Era hora de compartir lo que había visto.

—Debemos unir fuerzas —expliqué—. La oscuridad se aproxima, y no será como antes. Esta vez, no lucharemos solo por nosotros, sino por todo el ciclo.

En los días siguientes, los clanes comenzaron a llegar a Luna Azul. Cada uno trajo sus historias, sus tradiciones, y el conocimiento de batallas pasadas. Fue un momento histórico, una unión que nunca antes habíamos experimentado. Cada líder era un reflejo de la esperanza que teníamos, pero también de la carga que llevábamos.

—Nos enfrentaremos a lo desconocido —dijo Laundry, mirando a la multitud—. Pero juntos somos más fuertes. La luna nos guía, y no podemos fallar.

Las semanas pasaron rápidamente mientras nos preparábamos. Entrenamos sin descanso, formando estrategias y fortaleciendo nuestros vínculos. Cada guerrero sabía que el próximo enfrentamiento sería crucial. Me encontré pasando más tiempo con los espíritus, buscando su sabiduría, esperando que me guiaran en esta nueva lucha.

Un día, mientras meditaba bajo un viejo roble, el guardián del templo apareció ante mí.

—Estás haciendo lo correcto —dijo, sus ojos brillando con la luz de la luna—. Pero debes recordar: la oscuridad también tiene su propia fuerza.

Al reunirnos, discutimos las tácticas. La clave sería la sorpresa. La oscuridad confiaba en su poder, pero nunca habían enfrentado nuestra unión.

—Dividiremos nuestras fuerzas —dije—. Algunos defenderán el campamento, mientras que otros irán en busca de la fuente de la oscuridad. Debemos cortar la cabeza de la serpiente.

Todos asintieron, comprendiendo la gravedad de lo que enfrentábamos.

La noche anterior a la batalla fue tensa. Nos reunimos alrededor de una fogata, compartiendo historias y recordando a aquellos que habían luchado antes que nosotros. Sentía la conexión entre nosotros, un lazo indestructible.

—No importa lo que pase mañana —dijo Kharos—. Lo que importa es que estamos juntos en esto.

El amanecer trajo consigo una neblina inquietante, un presagio de lo que estaba por venir. Nos posicionamos en nuestras líneas, el aire tenso y electrizante. Podía sentir el latido de cada guerrero, la anticipación flotando entre nosotros como un manto.

De repente, un grito desgarrador rompió el silencio. Las sombras emergieron, más numerosas de lo que habíamos imaginado.

—¡A luchar! —grité, y nos lanzamos al combate.

La batalla se desató en una danza caótica de acero y sombras. Cada golpe resonaba, cada grito se mezclaba con el eco de antiguas historias. Me encontraba en medio del frenesí, luchando con todo lo que tenía.

Observé a Laundry y Kharos, luchando valientemente. Pero a medida que avanzaba, la oscuridad parecía recuperar terreno.

Mientras luchaba, comprendí que no se trataba solo de una batalla física. La oscuridad se alimentaba del miedo, de la desesperanza que aún persistía entre nosotros. Recordé las enseñanzas del guardián y la importancia de la luz en nuestros corazones.

—¡No dejemos que nos derroten! —grité, y mis palabras resonaron como un llamado.

Con cada guerrero luchando junto a mí, la energía cambió. Nos unimos en un solo grito, un eco de determinación que atravesó el campo de batalla. Las sombras comenzaron a retroceder.

—¡Juntos! —exclamé—. ¡Que nuestra luz brille más fuerte que la oscuridad!

Las fuerzas oscuras, abrumadas por nuestro espíritu unido, comenzaron a desvanecerse.

En el clímax de la batalla, la luna llena se alzó en el cielo, su luz bañando el campo. Sentí una conexión profunda, como si la luna estuviera resonando con nosotros. En un instante, el poder de la luz se volvió tangible, iluminando el campo de batalla y dispersando a las sombras.

Cuando la última sombra fue derrotada, el silencio cayó sobre nosotros. Exhaustos, pero llenos de esperanza, miramos hacia el cielo estrellado. Habíamos ganado, pero no sin costo. La batalla había dejado marcas en todos nosotros.



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En el texto hay: #amor, #acción, #aventura

Editado: 07.12.2024

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