Desde algún lugar más allá de la vida, pude sentir el campamento moviéndose, reconstruyéndose tras la batalla. No estaba atada al mundo mortal, pero tampoco me había desvanecido por completo. Mi esencia flotaba entre los reinos, observando, protegiendo a aquellos que aún vivían y luchaban.
Sentí a Ilyan, su pena, pero también su determinación de guiar a Luna Azul hacia un futuro mejor. Él sabía que mi sacrificio no debía ser en vano, y eso lo impulsaba a ser más fuerte, más sabio.
Ilyan tomó el liderazgo con una fuerza renovada. No era fácil llenar el vacío que había dejado, pero él lo hacía de manera admirable. Cada decisión que tomaba, cada paso que daba, lo hacía con la comunidad en mente.
—No importa cuán oscura sea la noche, siempre debemos buscar la luz —decía a los más jóvenes, enseñándoles lo que habíamos aprendido juntos.
Mientras tanto, yo observaba desde las sombras, sabiendo que mis enseñanzas aún vivían en ellos. Y aunque mi presencia era invisible, me aseguraba de guiar sus pasos desde la distancia.
A medida que el campamento de Luna Azul comenzaba a recuperar su vida cotidiana, algo nuevo se cernía sobre el horizonte. Una extraña calma, casi antinatural, se instaló sobre la región. Los animales se comportaban de manera extraña, y los vientos que soplaban desde las montañas traían consigo rumores de una nueva amenaza.
Ilyan, siempre atento a los signos del mundo, convocó a los ancianos del campamento para discutir estos cambios. Sabía que no podíamos ignorar las señales. La batalla contra la oscuridad había dejado cicatrices profundas, y aunque la paz había llegado brevemente, todos sentían que algo más grande estaba en marcha.
Mientras los preparativos se hacían en el mundo de los vivos, mi espíritu comenzaba a ser testigo de cosas que los demás no podían ver. Un ser antiguo, escondido en las profundidades de las montañas, despertaba lentamente. Era más antiguo que cualquier criatura que hubiéramos enfrentado antes, y su hambre por poder crecía con cada día que pasaba.
Sabía que debía advertirles, pero también sabía que, en mi forma actual, mi voz solo podía llegar a ellos en sus sueños y visiones. Así que me concentré, utilizando cada gramo de mi energía restante para conectar con los más sensibles en el campamento.
Fue Kharos quien tuvo la primera visión. En su sueño, caminaba por un paisaje de desolación, donde todo lo que conocía había sido consumido por una oscuridad impenetrable. En el centro, una figura monstruosa se levantaba de las sombras, sus ojos brillando con una luz roja que quemaba el aire a su alrededor.
—Debes estar preparado —le dije en el sueño, apareciendo ante él como un eco de mi antigua forma—. Lo que viene es más grande que todo lo que hemos enfrentado antes.
Kharos despertó con un sobresalto, sudor frío cubriendo su cuerpo. Sin perder tiempo, fue en busca de Ilyan, sabiendo que no podían ignorar la advertencia.
La noticia de la visión de Kharos se extendió rápidamente por el campamento, y la tensión creció una vez más. Ya no eran solo los más ancianos o los guerreros los que se preparaban. Todos, desde los más jóvenes hasta los más débiles, sabían que debían estar listos.
—No sabemos qué es lo que viene, pero sí sabemos que debemos enfrentarlo juntos —dijo Ilyan, mientras organizaba a la comunidad para entrenar, fortalecer las defensas y, sobre todo, mantenerse unidos.
La fortaleza de Luna Azul ya no residía solo en sus guerreros o en sus protectores espirituales. Ahora, toda la comunidad era una sola fuerza, decidida a luchar por su futuro.
Desde mi lugar entre los reinos, sentí la conexión con ellos hacerse más tenue. Sabía que mi tiempo como su guía espiritual estaba llegando a su fin, que pronto el destino de Luna Azul dependería solo de ellos.
Pero antes de partir definitivamente, tenía una última tarea. Debía asegurarme de que Ilyan, Kharos y los demás supieran que, aunque yo ya no estaría con ellos, nunca estarían realmente solos. La luna los guiaría, y mi espíritu siempre estaría allí, entre las sombras, observando.
El amanecer trajo consigo una calma inusual. Mientras el campamento trabajaba en sus preparativos finales, todos sabían que estaban entrando en una nueva etapa de su historia. Los tiempos oscuros que habían enfrentado no eran más que el preludio de algo mayor, pero también sabían que juntos eran más fuertes.
La esperanza, aunque frágil, se mantenía viva en sus corazones