El camino de regreso al campamento estaba lleno de incertidumbre. Cada paso que daba el grupo parecía resonar con los ecos de lo que acababan de descubrir en el Templo del Crepúsculo. Sabían que al retornar, llevarían consigo no solo el conocimiento necesario, sino también la responsabilidad de decidir qué sacrificios estaban dispuestos a hacer para proteger a Luna Azul.
El viento, frío y constante, susurraba a través de los árboles mientras Ilyan guiaba al grupo. Sabía que no podían perder tiempo, pero también comprendía que la información que traían era un arma de doble filo. Podían usarla para salvar al campamento, pero al hacerlo, desencadenarían fuerzas que podrían cambiar el destino de todos.
Cuando finalmente llegaron al campamento, los ojos expectantes de los que habían quedado atrás se posaron sobre ellos. Laundry y Kharos intercambiaron miradas, sabiendo que lo que fuera que el grupo había encontrado en el templo, marcaría el próximo paso en la lucha contra la oscuridad.
—Debemos reunirnos —dijo Ilyan, con la voz firme pero cargada de la gravedad del momento—. Lo que descubrimos en el templo no puede ser ignorado. Hay un poder más antiguo que la propia luna, pero usarlo tendrá consecuencias.
El consejo se reunió alrededor del fuego central, las llamas reflejando la tensión en los rostros de todos. Los antiguos textos que habían recuperado del templo contenían rituales que invocarían la fuerza de los espíritus ancestrales, pero también requerían un sacrificio de la misma magnitud que el que yo había hecho.
Kharos se levantó durante la reunión, su voz profunda resonando entre los presentes.
—No podemos huir de esto —dijo—. La oscuridad sigue creciendo, y si no actuamos, no quedará nada que proteger. Propongo que llevemos a cabo el ritual, sin importar el costo. Luna Azul no puede permitir que el mal avance más.
Las palabras de Kharos calaron hondo. Nadie podía discutir la verdad que había en ellas. Sabían que la oscuridad era implacable y que no se detendría a menos que ellos hicieran algo drástico. Sin embargo, no todos estaban de acuerdo con tomar un camino tan peligroso sin considerar todas las opciones.
Laundry, con la mirada fija en las llamas, habló lentamente, con una calma que contrastaba con la intensidad de la situación.
—Entiendo lo que dices, Kharos, pero no podemos apresurarnos —dijo, su voz llena de cautela—. Si cometemos un error, las consecuencias podrían ser irreversibles. Creo que debemos explorar otras vías antes de decidir si usamos el poder del templo.
Había sabiduría en las palabras de Laundry, y muchos comenzaron a asentir en silencio. El debate estaba lejos de terminar, pero el tiempo apremiaba. Cada momento que pasaban discutiendo, la oscuridad avanzaba, extendiéndose por las tierras de manera imparable.
Esa noche, mientras los líderes de Luna Azul deliberaban, Ilyan fue nuevamente visitado por una visión. Esta vez, no era el pasado el que se le revelaba, sino el futuro. Vio la devastación que podría ocurrir si no actuaban pronto: montañas destruidas, cielos oscurecidos, y el campamento reducido a cenizas.
Al despertar, supo que no podían esperar más. El ritual debía hacerse, pero también entendió que el sacrificio no podía ser tomado a la ligera. Si no estaban preparados, si no estaban unidos en propósito y corazón, todo se perdería.
A la mañana siguiente, Ilyan convocó al consejo nuevamente.
—No podemos esperar más —dijo con firmeza—. Si no actuamos, perderemos todo lo que hemos construido, todo lo que hemos jurado proteger. El ritual debe hacerse, y debemos estar listos para aceptar las consecuencias.
Los miembros del consejo intercambiaron miradas, sabiendo que había llegado el momento de tomar una decisión. Aunque había miedo en sus corazones, también había determinación. Sabían que era su única oportunidad para detener la oscuridad antes de que fuera demasiado tarde.
Con la decisión tomada, el campamento comenzó a prepararse. Los sabios repasaron los textos antiguos, asegurándose de que cada palabra, cada símbolo del ritual fuera correctamente entendido. Los guerreros se prepararon para lo que podría ser su última batalla, y los espíritus fueron invocados para guiar sus acciones.
Sabían que no habría marcha atrás una vez que el ritual comenzara, y que cualquiera que participara tendría que estar dispuesto a sacrificarse por el bien de Luna Azul.
El día del ritual llegó más rápido de lo que esperaban. La oscuridad en el horizonte se hacía más evidente, y todos sabían que el enfrentamiento final estaba cerca. Mientras los cánticos comenzaban, los guerreros formaron un círculo alrededor del altar. Los sabios, con las manos levantadas hacia el cielo, recitaban las palabras antiguas, invocando el poder de los espíritus.
El aire vibraba con energía, y la tierra misma parecía responder al llamado. Las montañas temblaron, y una sombra gigante apareció en el cielo. La oscuridad, atraída por el poder del ritual, avanzaba hacia ellos, lista para devorar todo a su paso.
A medida que el ritual avanzaba, sentí cómo mi conexión con el mundo mortal se fortalecía. Estaba con ellos, en espíritu, guiando sus acciones. Pero también sabía que, como en todo ritual de esta magnitud, habría un precio que pagar.
El cielo se oscureció aún más cuando la sombra final se cernió sobre ellos. Y en ese momento, entendí que la batalla no se libraría solo en el plano físico. La verdadera lucha se estaba dando en el corazón de cada uno de ellos. El sacrificio, el dolor y la fe serían las claves para vencer.