Samantha Henderson
Por Dios que superficie tan suave y tibia, una precisión en mi espalda y en mi ¿cadera? hizo que me removiera creo que me enrede con las sábanas carajo.
¡Un momento!desde cuándo el lugar en que estaba tenía cama, calefacción, olía bien y respiraba.
Abrí los ojos de golpe mi respiración me comenzó a fallar.
Mierda.
Mire a mis costados y vi que había dos hombres abrazándome.
¡Samantha tranquila!
¡¿QUIEN COJONES SE TRANQUILIZA AL ESTAR ENTRÉ DOS HOMBRES!?
¡¿QUIÉN!?
¡YO QUERÍA SER MONJA!
—¡AAAAAAAAAAAHHHHH!— grite saltando de la cama como puedo dí gracias a Dios que no caí de cara.
Salí corriendo entre a un ¿Baño? Y la cerré con llave.
Hoy pisadas.
— Luna, bebé vuelve a la cama luego nos bañamos juntos ¿Sí?— y a este que le pasa ¿Quién es Luna? Tal vez se confundieron de persona.
Miré mi ropa, tenía una camiseta de hombres que me llegaba hasta un poco más bajo de la rodilla.
Todo me quedaba enorme con mi metro sincuenta y seis de estatura.
¿¡PERO PORQUE MIERDA TENGO ROPA DE HOMBRE PUESTA!?
— Bebé ¿Te encuentras bien? Sí quieres abre la puerta y te ayudamos con el jabón — dijo otra voz un poco más risueña.
—¿Quiénes son? Y ¿Que me hicieron?— pregunté/susurre nerviosa
— Bebé porque no sales y te explicamos todo — este ¿piensa? que soy idiota.
— No — creó que se me bajo la adrenalina, porque ahora estoy temblando de miedo — quién me garantiza que, no me harán dañó.
— Sí no te lo hicimos ayer, por qué lo haríamos ahora, ya puedes habrír la puerta no quiero que te asustés sí no sales y rompo la puerta — golpeó más fuerte, asustandome.
En donde rayos me metí.
Yo en cambio, retrocedí logrando llegar al otro extremo del lugar sentandome en el piso, abrazándo mis rodillas.
Pero de un momento a otro la puerta salió volando, en mi dirección. Cerré los ojos esperando el golpe pero no llegó. En cambio sentí un abrazo.
—Nunca dejaré que algo o alguien te dañe — me cargó estilo nupcial.
Toque su rostro, estaba muy caliente más bien todo su cuerpo lo estaba.
Ronroneo y aparté rápidamente mi mano. Se dirijo a la cama sentandome en esta, agarró mis dos manos y los dirigió en su rostro.
—Puedes tocarme todo lo que quieras por soy totalmente tuyo — aparte mi mirada rápidamente encontrandome.
Con otro hombre, viendo en donde nos encontrábamos. Y en un parpadeo estaba en la parte trasera de dónde me entraba.
— Yo también, soy tuyo — tomó asiento detrás de mí dejándome entre sus piernas y comenzó a olfatear mi cuello — pero también mi amor
— Tu Eres Nuestra — lo dijeron juntos
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Editado: 17.03.2019