—¿Estás molesta conmigo? —pregunto en cuanto he terminado de hacer lo que me ha asignado.
—Claro que no, Lex —responde al abrazarme— Lo estuve en un principio, pero todos cometemos errores al ser jóvenes, además, no puedo estar molesta contigo toda la vida.
—Pensé que estarías muy molesta con ambos —suspiro— cuando te fuiste de casa estabas tan furiosa que podía jurar que arrancarías mi cabeza de un tirón.
—Más que molesta estaba decepcionada —menciona en cuanto toma una postura más cómoda.— Confiaba en ti y en Scarlett, no podía creer que ambos habían hecho algo así, mucho menos lo creía de Scarlett.
—¿Sigues molesta con ella?
Veo como observa fijamente su copa y la llena un poco más con el vino que se encuentra frente a ella, parece debatirse si debería responder a eso o no...
—Si no quieres responder a eso, lo entiendo, ha pasado muy poco tiempo y...
—Algo —me interrumpe y da un ligero sorbo a su bebida.— Pero sé que no toda la culpa es de ella, así que por esa razón no intervine legalmente.
Su respuesta me deja sorprendido, pues no pensé que su molestia con la pelirroja hubiera llegado hasta el punto de pensar en eso.
—No lo sabes, ¿verdad? —pregunta con una sonrisa ladina.
—¿Su edad? —pregunto dudoso y asiente.
—Realmente no, nunca quiso decírmelo —respondo y suspira.
—Supongo que por eso caíste tan fácilmente —murmura. — Sabes Lex, cuando tu y tu hermano recién habían nacido era ella quien me ayudaba mayormente con su cuidado, yo la veía siendo tan cariñosa con ambos que llegue a pensar que era su Mate, pero ella misma me confirmo que no era así; llevaba conociéndola un tiempo y me parecía adorable, tan amable e irradiaba tanta pureza que incluso me ponía a pensar en que sería un gran partido para cualquiera de ustedes.
Pero el tiempo pasó, y así como ustedes crecieron, ella también creció —suspira— Admito que en parte fue mi culpa, le comenté sobre eso y deje que se acercara tanto a ustedes porque pensé que al ser una persona adulta ella entendería que ese tiempo había terminado... pero estaba muy equivocada.
Toma lo que queda en su copa y vuelve a verter vino en su copa.
—Lamento informarte que estuviste metiéndote con una mujer que fácilmente podría ser tu madre —menciona llevando su mirada hacia mi— Scarlett es tan solo 5 años menor que yo, esa mujer se aprovecho de un menor de edad y como tu madre estoy en derecho de denunciarlo, pero también como tu madre sé que no todo fue plan de ella.
Su confesión me deja sin palabras y comienzo a hacer cuentas en mi cabeza, Scarlett tenía por lo menos mi edad cuando Axel y yo nacimos. Poniéndome en el lugar de mamá, tampoco me gustaría saber que una mujer se obsesiono con mis hijos y el más tonto de los dos se sintió especial porque alguien mayor se fijara en él, así que decidió convencerla para mantener una relación a escondidas de sus padres. Sabía que estaba mal, pero no quería verlo así...
—Lo que quiero decir es que estás en toda libertad de disfrutar de tu vida sexual, no tengo porque meterme en ese asunto porque ya te he hablado sobre estos temas, pero deberías cuidarte de los depredadores, sigues siendo un niño Lex, y por más que yo he tratado de darte libertades, has vivido encerrado bajo la burbuja de protección impuesta por tu padre. No conoces realmente el mundo, no conoces sobre los peligros que tiene y como tu madre mi deber es protegerte de esos males, pero no sobreprotegiéndote.
—Gracias mami —digo al abrazarla— tu me has dado demasiado y lamento haberte decepcionado, sólo pensé como hombre y mi ego me nublo, pero viendo las cosas desde tu perspectiva tienes toda la razón, no está bien lo que estaba haciendo, e internamente lo sabía, por eso hice de todo por ocultártelo, discúlpame, prometo no fallarte de nuevo.
—No somos perfectos Lex, cometerás muchos fallos a lo largo de tu vida, pero en cada una de esas veces estaré contigo para ayudarte a continuar y para aconsejarte —responde dejando un beso sobre mi frente.
Mamá tiene razón, me obsesioné tanto con Scarlett que mi juicio se nublo y la arrastré conmigo a algo que no resulto bien para ninguno de los dos.
—Gracias, por todo.
—No tienes porque agradecer pequeño, para eso están las madres —sonríe.
(...)
La mañana comienza siendo agradable, a pesar de los ruidos de la ciudad. No sé si sea la cama o que por fin me siento un poco más en paz conmigo mismo, pero dormí mucho mejor de lo que había hecho en semanas.
Con la mente más despejada y con energías renovadas, estoy listo para emprender este nuevo camino. Se supone que dentro de unas horas conoceré a Gabriel, así como también tendré el placer de conocer a la tan mencionada Mali.
—Lex, el desayuno está listo, te esperamos —menciona Lexi después de haber dado unos ligeros golpes a la puerta de la habitación.
—Gracias, voy en unos minutos —respondo al levantarme.
Inmediatamente salgo al balcón de la habitación y el aire fresco logra erizar los vellos de mi piel. Los colores del otoño pintan la ciudad y se ve fantástica, creo que me gustará estar aquí, sólo será cuestión de acostumbrarme al ambiente...