El camino se aligera entre conversaciones, pero mentiría si digo que esto no es cansado. Según Mali, estamos por llegar, pero lleva diciendo eso hace 1 hora y pareciera que estamos dando vueltas.
— Alex —escucho una voz en el viento llamarme.
— Tranquilos —dice Mali mientras hace señas para que todos nos detengamos.
— ¿Qué está pasando, Mali? —pregunta Rena aferrándose a la anteriormente mencionada.
— Deben de ser ninfas, no hagan caso a los llamados, ¿entendido?
Todos asentimos y nos disponemos a seguir con nuestro camino, pero mientras más avanzamos, más intensos se vuelven aquellos susurros.
— Mali, ¿estás segura de que vamos por el camino correcto? —pregunta Izumi mirando a nuestro alrededor.
— Si, solo sigamos, necesito que se mantengan unidos, algo extraño debe estar pasando en la manada —responde ella.
Oh no, eso no suena nada bien. No somos un grupo grande, y si hay problemas, no creo que sea correcto que sigamos.
— Mali, no creo que sea correcto seguir, si algo extraño está pasando, nosotros no podemos hacer nada —digo al llegar a su lado.
— Yo me haré responsable de lo que pase, pero tampoco puedo permitir que nos quedemos aquí cuando en unas horas caerá la noche —responde mirando su reloj— si eso que nos está llamando no son ninfas no es seguro que nos quedemos aquí a dormir, podríamos ser presas fáciles.
— Entiendo, ¿Gabriel te ha respondido?
— No, algo debe estar interfiriendo con la comunicación, no es normal que el no responda.
Noto su preocupación, y yo también comienzo a preocuparme. Esto no se ve nada bien.
— ¡Lex, ayúdame! Tienen a tu hijo —escucho la voz de Scarlett y al mirar alrededor, puedo ver a la pelirroja correr entre los árboles.
— Es una ilusión, no caigas en eso, Lex —escucho a Izumi y devuelvo la mirada hacia el camino.
— ¿Esto ya les había pasado antes? —pregunto y veo como niega con su cabeza.
— Nunca había pasado algo así, no sé de qué se trate —responde y mira a Mali— ella tampoco sabe que está pasando, y eso no es nada bueno.
— Pareciera que les he traído mal presagio —murmuro y de inmediato me lanza una mirada furiosa.
— No eres mal presagio, Lex, deja de decir tonterías y sigamos.
Estoy acostumbrado a los regaños de Izumi, pero esta vez ha sido diferente. Su tono de voz no sonaba igual, y en medio de esta situación eso me está comenzando a asustar, pero sigo caminando junto a él.
— ¡Chicos! —escucho a Rena gritar y pareciera devolverme a la realidad.
De inmediato notó como algunas plantas nos están jalando lejos del grupo y tomo con fuerza la mano de Izumi para correr lejos. El parece reaccionar, y con sus garras corta las enredaderas que nos ataban. De aquello salió un grito horrendo, algo que logró paralizarme, y si no hubiera sido por mi amigo, probablemente me hubiera atrapado de nuevo.
— Mali, ¿Qué diablos está pasando? ¡Esto no es normal! —exclama Kendall.
— No lo sé —grita— ¡si supiera que está pasando ya les hubiera advertido!
Recojo del suelo los libros que se han salido de las cajas y las apilo cerca de donde estamos.
— Tengo que pensar en algo, no podemos quedarnos aquí, pero no sé si sea seguro seguir.
Veo como saca un mapa de su mochila y comienza a trazar las rutas que nos llevan a la frontera de la manada. Todos nos mantenemos en silencio, viendo cómo ella ubica las rutas, pero dentro de ese silencio, voces comienzan a surgir.
— Mali, no nos hagas esto, hija. Déjalos aquí y ven conmigo, te prometo que seré un buen padre.
— ¡Cállate! —grita Mali furiosa— tenemos que salir de este maldito bosque, no hay tiempo para regresar, así que necesito que formen parejas. Habrá que poner en una sola mochila lo más esencial de ambos, y si aún hay espacio llevaremos los libros que nos ha dado Gabriel, no podemos dejarlos aquí.
— Lex, mi mochila es más grande, y no llevo mucho, puedes usarla —menciona Izumi mientras la retira de sus hombros.
— Gracias —respondo y saco de mi mochila solo lo más importante.
Entre los dos acomodamos nuestras cosas dentro de la mochila, y como aún queda espacio, podemos guardar algunos libros.
— ¿Qué hacemos ahora? —pregunta Rena al cerrar la mochila.
— El que tenga más resistencia de los dos tendrá que transformarse y llevar al otro en su espalda, ¡rápido!
No hay tiempo para pensar, veo como comienzan dejan salir a sus bestias, y comienzo a sentirme pequeño alrededor de grandes lobos.
Izumi me gruñe y rápidamente cuelgo la mochila en mis hombros para subir a su lomo.
Todos parecen estar mirando a Mali, y de un momento a otro, ya han empezado a correr. Me sujeto fuerte cuando el miedo por caer aparece. El viento sopla con intensidad, y la luz cada vez se hace más oscura dentro del bosque, dando señal de que la noche está por caer.
Trato de ignorar aquellas voces que se mezclan entre el viento, pero pronto comienzo a sentirme mareado.
Escucho los gritos de mamá, pareciera que está llorando, y eso me hace sentir mal, siento una gran opresión en el pecho.
Entre los árboles veo a Jonathan, lo veo con algo clavado en su pecho, mamá llora, y él me pide ayuda. A pesar de que sé que se trata de una ilusión, no puedo evitar derramar algunas lágrimas. Puedo sentir el dolor de mi madre mientras ve morir a su hijo y es insoportable. La escucho llamarme, y pedirme que ayude a Jonathan, dice que soy su salvación, pero quien sea que esté causando esta ilusión, se ha equivocado. Yo no tengo un don para salvarlo, y aunque esté tomando el amor por mi familia, para llevarme hacia su trampa, ese mismo amor me hace no perder la cordura, necesito volver a casa con ellos.