Vuelvo a mi cuando escucho una dulce melodía. Observo el lugar en el que estoy y por un momento me siento fascinado, todo aquí es simplemente hermoso. Miro a mi alrededor, e intento dar un paso hacia adelante, pero siento como si estuviera atado.
Bajo la mirada y puedo ver como unas grandes cadenas están atadas a un árbol, pero estas se encuentran rotas, y una de ellas se ha quedado atrapada entre uno de mis pies.
Me inclino, intentando remover aquellas cadenas, pero aquella melodía me interrumpe nuevamente. Miro a mi alrededor y entre un camino rodeado de árboles otoñales, a lo lejos puedo ver una silueta, quien parece ser la dueña de aquella melodía.
Con algo de impaciencia, vuelvo la mirada al suelo, y me deshago de la cadena. Debo admitir que era algo pesada, y me dio curiosidad saber qué era aquello que mantenía atado. Tal vez podría ser aquella silueta.
Sigo aquel camino, guiado por aquella dulce voz, parece cantar en un idioma que desconozco, pero suena tan maravilloso que incluso si me está ofreciendo como sacrificio a este bosque, moriría contento.
— Alex, sígueme —la escucho susurrar.
— Aquí estoy, te sigo —respondo sin siquiera pensarlo.
Doy un par de pasos más, pero noto que por cada paso que doy, ella parece alejarse cada vez más.
— Oye, espera —grito en cuanto me detengo— no te alejes.
— Sígueme —dice una vez más, pero parece esparcirse por la niebla.
Retrocedo, viendo cómo la niebla avanza hacia mí, y vuelvo al lugar del árbol. No parece haber nadie más, grito por ayuda y solo puedo escuchar el resonar de mi eco. Siento como mi corazón late cada vez con más fuerza, al ver la niebla aproximarse, y lo único que puedo hacer es subir a aquel árbol con las cadenas.
Papá siempre me enseñó que acorralar haciendo uso de la niebla, era una de las mejores tácticas de todo depredador, y es por eso que ahora siento incertidumbre.
No sé qué está pasando, no recuerdo nada, no sé cómo llegué aquí, y tengo miedo.
— Alex, ven a mí —escucho aquella voz dentro de la niebla.
Aunque adentrarme en la niebla me da miedo, aquella voz logra traerme paz y consigo estar más tranquilo después de escucharla llamarme un par de veces más.
Me siento tan tranquilo, y el miedo se desvanece, bajo del árbol viendo como poco a poco la niebla me envuelve, sigo aquella voz, y cuando estoy por alcanzarla todo se vuelve oscuro.
Un dolor de cabeza intenso me despierta, escucho un sonido muy agudo, algo que me desorienta, y trato de abrir los ojos, pero todo se ve oscuro. Palpo mi rostro buscando aquello que me obstruye, y en cuanto encuentro la venda sobre mis ojos, tiro de esta para retirarla.
La luz tenue ayuda a que sea más fácil para mí el procesarlo, y en cuanto mis ojos se acostumbran nuevamente a la luz, veo a alguien a mi lado.
— ¡Alex! —la escucho gritar y de inmediato reconozco la voz. Era ella, aquella silueta.
— También me da gusto verte nuevamente, Valentine —digo al sentir su abrazo— ¿qué pasó? No recuerdo nada.
— Bueno, yo llegué un poco después, sentí que algo extraño pasaba contigo, y vine en cuanto pude, pero al parecer han pasado muchas cosas antes de que yo pudiera llegar —responde algo rápido— No, voy a confundirte más —suspira— llamaré a Alysa, ella podrá explicarte mejor.
— Bueno, gracias —digo con una sonrisa— y también te agradezco que hayas venido, sé que no estábamos en los mejores términos...
— Tranquilo —me interrumpe— después podemos hablar de eso, tienes cosas más importantes en las que pensar.
— Esto es importante.
— Lo digo enserio, Alex —dice en un tono más serio— Alysa ya está viniendo, hablamos después.
Ni siquiera me dio tiempo de decir algo, pues salió de inmediato, dejando a mamá entrar en su lugar.
— Alex, te extrañé tanto, pequeño —dice en cuanto me abraza.
— Tranquila mamá, estoy bien —digo en cuanto se deshace el abrazo.
— ¿Cómo me pides que esté tranquila? —pregunta furiosa— ¡No vuelvas a hacer algo así, Alex! ¿Por qué disfrutas de poner tu vida en riesgo?
— Lo siento, no quería preocuparte —murmuro haciéndola suspirar.
— Está bien, por ahora debemos hablar.
— ¿Qué ha pasado? Valentine me ha dicho lo mismo, me dijo que había cosas importantes de las que tenía que hablar contigo.
— Diosa, pareciera que sucedió tragedia tras tragedia —gruñe— primero, nos asustaste a todos, ¿recuerdas qué pasó?
— No —respondo de inmediato— tengo recuerdos muy vagos, lo último que recuerdo es que estábamos en casa, y salimos para regresar a la manada.
— Bueno —suspira— de alguna manera lograste transformarte, antes que Axel.
Aquellas palabras me dejan en shock. Debió haber sido un error, se supone que yo no puedo hacer eso.
— Mamá, ¿estás segura de que eso pasó? —pregunto rápidamente— ¡Yo no puedo hacer eso!
— Lo sé, y si pasó —responde— Antes tuviste una visión, pero no dijiste nada, solo dijiste que debíamos irnos. Gabriel nos siguió, ellos querían llevarse a Lexa, y bueno, tu padre logró llevarnos al aeropuerto y pudimos subir al avión, pero él se había quedado atrás y tú fuiste por él. Yo no estuve presente porque nos enteraste dentro del avión, pero tú padre y tus amigos lo vieron todo; Gabriel y su gente tenían acorralado a tu padre y al parecer eso fue tu detonante para tu transformación.
Aquello me hace recordar.
Gabriel dijo algo sobre Malí, y estaba amenazando a papá. No sé cómo lo hice, solo sé que estaba furioso y quería acabar con ellos. Me lancé y de pronto solo veía sus rostros de asombro, pude herirlos y sé que hubo una batalla, pero Gabriel logró escapar. Pero todo termina ahí, no recuerdo más.
— Tienes razón, ¡lo recuerdo! —exclamo haciéndola sobresaltar.
— Pero gracias a eso caíste, y no habías despertado desde hace 8 días —dice tomando de mi mano— pensé que te perdería.