Poco después me despedí de la familia. Antes de irme pregunté si sabían del paradero de Brad, y la respuesta fue que no lo sabían pero que posiblemente estaría en casa de la tía Doth.
Aunque aquello no me parecía muy normal, pues Brad rara vez estaba en su casa, igualmente agradecí por todo y rápidamente salí en busca de Brad. No tengo ninguna idea de donde puede estar, y por más que pienso, hay demasiados lugares en donde podría estar. Así que corro lo más rápido que puedo, buscando en cada uno de estos lugares.
Pronto, mientras corro por el bosque, un portal se abre frente a mí, y de este sale Brad.
— ¡Brad, te estaba buscando! —digo en cuanto sale totalmente del portal.
— Lo sé —ríe— es por eso que vine por ti.
— ¿Cómo lo supiste? —Pregunto mientras comienzo a seguirlo— ¿Acaso nuevamente estás jugando con la magia?
Pronto se gira, y su expresión es de extrañeza.
— Alex, soy brujo, pero no vivimos en la edad media —responde con un gesto extraño— A diferencia de ti, Kate, piensa. Me llamó para avisarme que me estabas buscando, y que al parecer no llevabas el móvil encima porque no se te cruzo por la mente llamarme.
Su respuesta me deja en blanco. Si llevaba el móvil conmigo, pero me bloquee, por alguna razón nunca se me ocurrió llamarlo. La vergüenza se hace presente en mi, y siento mi rostro tan caliente, que puedo asegurar que se ha enrojecido.
— Bueno, al parecer si lo llevas contigo —dice Brad entre risas.
— Si, si, ya conoces al tonto de tu amigo —respondo y me abraza por los hombros.
— Si, olvidaba lo tonto que eres —continúa riendo, y a la vez me arrastra con él, llevándome a un lugar.
— ¿A dónde me llevas? —pregunto cuando ha parado de reír.
— A un buen lugar —responde sin más.
— Dímelo — le pido a la vez que le hago cosquillas.
Su risa resuena por el bosque, y pronto me contagia.
— ¡Basta! —Grita mientras intenta alejarse— Te lo diré, pero ya para.
Hago caso a su petición, y nos detenemos. Lo observo con una sonrisa mientras intenta detener su risa, y cuando lo consigue, toma aire antes de hablar.
— Iremos a nuestro lugar —responde mientras continua caminando.
Hace tiempo que no visitábamos aquel lugar. Aquel pequeño rincón del bosque fue nuestra escapatoria durante muchos años. Cuando éramos más pequeños íbamos a ese lugar, se volvió más frecuente cuando me comencé a sentir alejado de mi familia, cuando me sentía tan diferente a ellos. Brad era más similar a mí en ese entonces, y era con quien más pasaba tiempo por esa misma razón.
Encontramos por casualidad aquel lugar, estábamos intentando "escapar" de la manada. Por azares del destino, llegamos a aquel lugar, sintiendo que ya estábamos tan lejos de la manada, y nos quedamos ahí.
Se trata de una pequeña cascada en un arroyo. En este bosque pasa un río, es extenso, y alimenta algunas otras corrientes de agua, así que es normal encontrarse pequeños lagos o arroyos.
En un abrir y cerrar de ojos ya estábamos ahí. Nos sentamos cerca del agua, y me sentí demasiado nostálgico. Aun puedo recordar todos esos días que pasamos aquí, jugando en el agua y conversando.
— Entonces, ¿de qué querías hablar? —pregunta Brad, devolviéndome a la realidad.
— Me iré con Valentine —respondo llevando la mirada hacia él— y bueno, quería despedirme de ustedes, especialmente de ti. Siempre estaré agradecido por la compañía y la amistad que siempre me brindaste, cuando me sentía tan distinto a los demás tu me hiciste sentir aceptado.
Brad no dice nada, solo nos abrazamos. Un abrazo fraternal, como siempre ha sido, pero este me trae tanto sentimiento que no puedo evitar abrazarlo con más intensidad.
— Mamá me dijo que no debía interferir en esto del destino, pero hay algo que debo contarte —dice cuando deshacemos el abrazo.
— ¿Otra vez jugando con la magia? —pregunto haciéndolo reír.
— Fue hace años —responde finalmente. — Yo sentía que había algo en ti, había algo en ti que me intrigaba, así que un día, decidido por demostrarte que estabas equivocado en rechazarte, en excluirte tu mismo de tu familia, me adentré en la sala de hechizos. Busqué ese libro prohibido, en la academia siempre nos contaron sobre este, sobre como hace años que se había prohibido la enseñanza sobre el futuro, y como solo había una bruja que sabía hacerlo.
Aquella bruja dejo su legado en un libro que mamá Doth confiscó en cuanto ella fue la nueva elegida para llevar el aquelarre. Lo estudié a escondidas de mis madres, y cuando me sentí listo, me preparé.
Pude ver tu futuro, pero mamá Meredith me encontró, informó a mamá Doth y bueno, imagino que ya sabes el castigo que me dieron —ríe.— Todo fue tan claro, y tenía tantas ganas de ir por ti y mostrártelo, pero claramente aquello no me fue posible. Mamá Doth me advirtió sobre como no debía de interferir en el futuro, que se había prohibido aquello para que las personas siguieran el curso natural de las cosas, porque a veces aún sabiendo lo que les esperaba, en su afán de conseguirlo lo antes posible, lo único que consiguen es arruinar su futuro, y cambian todo el rumbo de las cosas, alteran sus vidas y de quienes los rodean.
Aun ahora no puedo contarte lo que vi —suspira— lo único que puedo decirte es que sigas por ese camino, Lex —dice al posar la palma de su mano en mi hombro— sigue tus instintos, confía en ti, en tus sentimientos, y sobre todo, en la rubia. Ella ahora es parte importante de ti, y viceversa.