Sentada nuevamente entre las rocas de este lugar, el mar y sus olas chocan con ellas mientras observo como mi reflejo se nota en el cielo, las nubes intentan ocultarlo pero mi brillo jamás se opaca y más cuando estoy completamente llena.
El mundo y sus misterios, los humanos y sus sentimientos, cada vez que me observan en este modo imparten poesías a sus seres amados e intentan dedicarme a sus parejas, pero de igual manera yo misma pedí estar así después de que ocurrió el incidente con ese chico.
Era de noche, las estrellas iluminaban el cielo y yo estaba oculta, estaba en mi fase oscura donde no consigo iluminar la tierra, donde la tristeza impartía mi alma, según así decía ese chico.
Me encontraba sentada en este mismo lugar, observando las estrellas mientras sentía la brisa sobre mi rostro que acompañaban unas pocas gotas de agua del mar, cuando de momento observo a alguien sentado en la orilla de la playa, no le di mucha importancia al instante pero su tristeza la podía sentir hasta donde yo estaba.
Me levante de mi sitio y me acerque a él para verificar si estaba bien, el chico al observarme me impartió una sonrisa completamente débil mientras luego de ella agacho su cabeza, me senté a su lado y me quede observándolo por un momento, en ocasiones normales las personas siempre se asustaban al verme, una mujer vestida de blanco con el cabello oscuro azulado impartiría miedo a tardes horas de la noche. Pero este chico era diferente, solo se quedo en el lugar sin decir nada.
Estuve junto a él toda la noche sin dirigirnos la palabra, simplemente sentía que mi compañía le daba un poco de confort, pero ya era momento de retirarme, el amanecer evitaba que me quedara un poco mas junto a ese misterioso chico.
– ¿Regresaras mañana? –Me dijo mientras observaba cómo me retiraba–
Me detuve un segundo, voltee a verlo y sus ojos azulados penetraron mi ser, era muy apuesto, su cabello totalmente rubio y su cara blanca me daban una sensación diferente.
– Si. –Le conteste. Y sin perder más tiempo me retire del lugar.
En la noche de ese mismo día, me senté en el lugar donde él estaba, su rostro para mí era algo inolvidable, tenía que verlo una vez más. Observe mi reflejo y estaba en cuarto creciente, iluminaba junto a las estrellas del cielo, aunque fuera poco me sentía bien, me sentía contenta.
– Me alegra ver que estas aquí.
Escuche la voz del chico detrás de mí, gire un poco mi cabeza y logre observarlo mientras se sentaba justo a mi lado, me sonrío y comenzó a preguntarme cosas, como mi nombre y cuantos años tenía, le explique que me llamaba Luna y que tenia millones de años, el chico sonrió y soltó una carcajada pensando que estaba bromeando.
Por su parte me explico que se llamaba Darien, que tenia veintidós años de edad y que sentía muy agradable el poder hablar con alguien en la soledad de la noche, que raro era todo, yo sentía en parte lo mismo, por fin alguien no sentía miedo de mí, era muy bonito sentir que alguien te dirigiera la palabra después de sentirte tanto tiempo sola, este chico había cambiado mi manera de pensar en tan solo dos días.
Seguían pasando los días y ya estaba en creciente, el chico hacia que alumbrara el mundo cada vez más, mientras el simplemente con su sonrisa me iluminaba la vida, poco a poco me fui enamorando de él, a pesar de ser la luna tuve un sentimiento poderoso y más aun cuando en plena noche estando en el punto más iluminado me dio un beso, en ese instante era luna llena.
Disfrutaba de su compañía, quería tenerlo conmigo para siempre, tanto, que quise hacerlo parte de mi, quería que fuera mi acompañante, quería que fuera ese todo que siempre mencionaban las personas cuando me dedicaban a sus parejas, tan solo eso quería. Pero el destino a veces te juega un mal papel.
Una noche estuve esperándolo en el mismo lugar de siempre, con la misma sonrisa de enamorada, con la misma vestimenta y con la misma iluminación de luna llena. Pero no llego, pasaron varios días y aun nada que sabía de él, me sentía preocupada y un poco triste ¿Se habrá cansado de mí? ¿O simplemente me ha dejado sola? Eran preguntas que me hacía cada noche de cada día que pasaba sin saber de Darien, ya había cambiado de luna llena a menguante.
Mi estado de ánimo era cada vez peor al no saber nada de él, era el único que podía comprenderme, amarme y dedicarme algo aun más grande que el amor, una confianza totalmente plena ¿Se habrá mudado? ¿O ya no me quiere? Te extrañaba Darien, en ese momento sentía como la tristeza me consumía, ya había pasado a cuarto menguante.
Estaba en el punto más oscuro, era luna nueva, no quería que nadie me viera como estaba, me enamore sin saber que en algún momento podría doler.
– Perdóname por no haber regresado como todos los días, pero sentí que estabas triste y tome todas las fuerzas que me quedaban para venir a verte.
Al escuchar esas palabras mi corazón latió fuerte, sentía como mi cuerpo temblaba, voltee rápidamente y observe a Darien parado a unos metros de donde yo estaba, con una bata azul y con una mirada muy apagada completamente pálida.