Luna de Ceniza y Corazones Salvajes

Capitulo 7: La Visión del Alfa

Kael se arrastró fuera de la guarida, el Wolfsbane que todavía tenía en la sangre le seguía afectando, pero la imagen de Elara en peligro era un propósito más fuerte que cualquier tranquilizante. Ronan y Lyra lo siguieron de cerca.

"Necesitas descansar, Kael," dijo Mikaela, sus ojos de loba llenos de preocupación.

"No hay tiempo," gruñó él. "Garrick no esperará. La Ciudadela de Acero... sé dónde está." Una oleada de ira pura lo invadió. Había permitido que su conexión con una humana lo distrajera, y ahora Elara estaba pagando el precio.

Mientras se adentraban en el bosque, Kael se concentró, intentando usar una habilidad que pocos Alfas poseían: una forma de conexión psíquica con los suyos y, en raras ocasiones, con aquellos con quienes compartía un vínculo profundo. Cerró los ojos, visualizando a Elara, su aroma, la sensación de su piel bajo su pelaje. Luchó contra la niebla en su mente, buscando un rastro.

De repente, una imagen destelló en su mente: Elara en una celda fría, el rostro pálido, pero sus ojos firmes. El dolor de una bofetada. La voz áspera de Garrick. La ubicación de la Ciudadela se consolidó en su mente, una fortaleza imponente en el corazón de las montañas del Piquito Negro, territorio perteneciente a Puertomal.

"Está en la Ciudadela," Kael les informó, su voz grave. "Y está resistiendo."

Ronan frunció el ceño. "Es un nido de víboras, Kael. Ir allí es una locura."

"No me importa," replicó Kael, su determinación férrea. "Ella es mi responsabilidad, ella es mi mate destinada. Y si Garrick ha estado operando tan cerca de nuestro territorio, es hora de que la Hermandad del Guardián aprenda a respetar los límites." La cacería había comenzado, pero esta vez, el cazado se había convertido en el cazador.




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