Luna de Fresia

II. Primeros días en la isla.

La mañana era clara, lo que más disfrutaba Lina de aquel lugar era el aire puro que se respiraba, había una extraña energía que le provocaba alivio, cada mañana tomaba una gran bocanada de aire y sentía como este recorría su cuerpo sintiéndose fuerte. Ella era fuerte, años de abusos la habían convertido en una persona fuerte y, por qué no decirlo, peligrosa, pero había sabido controlar su "poder" manteniéndose tranquila y serena, dejando su mente en blanco. Esta vez Lina compartía un enorme y hermoso dormitorio, a diferencia de la vez anterior que ocupaba un cuartucho, con una joven escuálida llamada Greta Mars. Greta era hija de un multimillonario, quien a causa de los múltiples viajes de negocios jamás tenia contacto con su hija. Había sido criada por sirvientes. Su madre falleció cuando ella era una niña y solo conocía a su padre por fotos ya que a pesar de estar vivo el prescindió de ella dejándola al cuidado de las criadas. Aquel lugar era el ideal para Greta, lejos de un mundo de frialdad, pero sin saberlo llegaba a un mundo lleno de serpientes, pero siempre había estado sola, así que no encontraba alegría ni felicidad en lo que pudiera vivir allí. Era una joven débil. Extremadamente delgada y pálida, su semblante se veía enfermizo y no emitía muchas palabras, sin embargo su soledad la había llevado a buscar consuelo en la música y se había convertido en una excelente violinista. Algo que por su puesto su padre y ahora el instituto buscaban sacarle provecho. 
-¡Hola!- dijo Lina al ver a Greta tendida en su cama.
- Hola. -respondió ella, casi susurrante y sin darle la cara. 
-¿Llegaste hoy? –preguntó intentando iniciar una conversación.
-No. Llegué ayer mientras dormías. No quise molestar. 
-Está bien. Me hubieses despertado. Podríamos haber hablado. 
-¡No soy buena para hablar! 
-Bueno, yo tampoco. -respondió Lina, esbozando una sonrisa. – La verdad es que soy tímida, pero ya que estaremos compartiendo dormitorio podríamos hacernos amigas. ¿Qué te parece? 
-Está bien. 
Lina sonrió amablemente, mientras Greta la miraba aturdida. Ambas salieron de los dormitorios con destino al comedor para el desayuno. Allí tomaron asiento mientras esperaban que los sirvientes les atendieran. Lina no soportaba mucho aquello, se sentía un tanto inútil el no poder levantarse y tomar su propio alimento, pero sabía que debía comportarse como una chica rica. La Lina de antes ya hubiese tomado la comida y se hubiese sentado en el rincón más apartado del comedor. Incluso el volver allí la hizo recordar los crudos momentos en que aquellos niños ricos la trataron horrible y las miles de veces en que se quedó sin comer. Mientras esperaban, los profesores observaban a la distancia a los alumnos, en sus ojos de veía que la habían reconocido y murmuraban al respecto, un poco afligidos y temerosos. 
-Están hablando de nosotras. -dijo Greta agachando la cabeza avergonzada tapando su rostro con su pelo.  
-Están hablando de mí. -respondió Lina mirando fijamente hacia el lugar donde se encontraban los adultos. 
-¿Por qué de ti?
-Porque me conocen. Mis padres son ricos. -dijo simulando la explicación del por qué los profesores estaban pendientes de sus movimientos. 
-¿Tus padres? ¿Quiénes son? 
-Los Kosh.
-¡Los Kosh! ¿Tú eres una Kosh? -dijo sorprendida. 
-Sí. Lina Kosh Ambalni.
-Creí que tenían un hijo varón. Mi padre ha querido hacer lazos con ellos durante mucho tiempo, incluso pensaba en ofrecerme en matrimonio a su hijo.
-¿En serio? Que feo lo que hacen. Pero supongo que es una costumbre de los de clase alta. Así toda la riqueza se mantiene. 
-Claro. -respondió Greta mirándola extrañada.
 -Bueno, si quieres te puedes casar conmigo. -dijo riendo, intentando desviar la atención. 
Daniel se acercaba tranquilamente a la mesa donde se encontraban las jóvenes. Llevaba muchas ideas en su cabeza que le revoloteaban como aves. Había pensado en decir lo que sentía, luego en callar, en que podría aprovechar la distancia de sus padres, en que  no podía hacer nada por las consecuencias, en tantas cosas que le intrigaban y atormentaban, pero al final del día solo se conformaba con la mirada ingenua de Lina. Pensando en que hacer y decir después de lo sucedido en la playa, caminó hacia ella, escuchando sin querer parte de la conversación de las muchachas. 
-¿Con quién te quieres casar, Lina? -interrumpió. 
Lina se volteó rápidamente, mientras Greta miraba atónita. Ambas reaccionaron aturdidas, como si las estuvieran interrogando por algún crimen. Greta se sintió inmediatamente atraída por aquella voz, su corazón comenzó a latir y por primera vez en su vida pensó en un muchacho. "¿Será esto amor a primera vista?" Pensó sin dejar de mirarlo, sintiendo miles de emociones que no podía explicar.  
-¡Daniel, eres tú! ¡Me asustaste! -dijo Lina suspirando. 
-No me respondiste ¿Con quién quieres casarte? Acaso tienes un novio y yo no lo sabía. -dijo Daniel molesto. Sin darse cuenta había comenzado a aflorar aquellos sentimientos de inseguridad.
-¿Qué te pasa Daniel? Jamás me habías hablado así. - respondió Lina desconcertada.
-¿Así cómo?
-¡Estás molesto!- añadió alzando la voz.
-¡Es que no me respondes! –respondió Daniel enojado incitándola a que le responda. 
Al ver aquella escena, Greta se preocupó. Pensó en que quizás aquel joven era el novio de Lina y esa simple conversación podría traerle problemas a su nueva amiga. No quería entrometerse pero tampoco quería que algo más grave pasara. Se armó de valor e interrumpió la discusión sutilmente. 
-Conmigo. -dijo al fin, tímidamente. 
-¿Qué? -respondió Daniel mirándola. Greta volvió a esconderse tapándose con su pelo. 
-Era una broma Daniel. Estábamos bromeando. ¿Con quién podría casarme yo? ¿Qué te acaba de pasar? -respondió Lina.
-¡Ah! Una broma. -dijo, mientras pensaba en responder a la pregunta con un "conmigo, Lina". Luego miró a Greta, quien sintió esa mirada penetrante haciéndola sonrojar. 
-¡Ah!- dijo viendo como Daniel observaba a Greta- Te presento a mi compañera de cuarto, ella es Greta Mars.
-¿Greta Mars? Eres hija del multimillonario Rubén Mars.
-Por desgracia, sí. –dijo Greta un tanto triste. 
-¡Ah! Ahora entiendo. -respondió Daniel tomando asiento junto a las muchachas.
-Entiendes ¿qué? -preguntó Lina. 
-Lo de casarse. 
-¿Cómo? No comprendo. 
-Hace unos años Rubén Mars le ofreció a mi padre la mano de su hija para mí. Pero obviamente mi padre lo rechazó, por los motivos que ambos conocemos. 
-¿Qué?- dijo Greta sobresaltada- ¿También me ofreció a otro rico? 
-¿A otro rico? -preguntó Daniel.
-Sí. Yo sabía que me había ofrecido a los Kosh, pero Lina es su hija, no creo que quiera casarme con una mujer. –dijo Greta confundida. 
Daniel miró a Lina y se echó a reír. Greta aún lo miraba confundida no comprendiendo nada de aquello. Se preguntaba si su padre había hecho más cosas a sus espaldas, si ella era solo un producto de intercambio o una venta en verde. Daniel se acercó colocando su brazo sobre la mesa y extendió su mano en señal de saludo. 
-Me presento entonces.- dijo- Mi nombre es Daniel Kosh Ambalni. Y tú ibas a ser mi futura esposa. 
Greta lo miró sorprendida, si hubiera sabido que su posible prometido era tan guapo hubiera aceptado en ese entonces, pero eso no dependía de ella. Sin embargo fueron los Kosh los que la rechazaron y nunca explicaron el porqué. Cuando Daniel mencionó lo de futura esposa, Greta sintió como se aceleró su corazón, sus mejillas se tiñeron de un rojo carmesí y sus manos comenzaron a sudar. Lina, por su parte, sintió un trago amargo en la garganta, se le estremeció el corazón y por primera vez sintió como si alguien le aprisionaba el pecho. No comprendía la libertad con que Daniel hablaba de matrimonio con alguien que apenas conocía y un sentimiento de inseguridad comenzó a aflorar en su corazón. 
El desayuno había terminado y los tres se dirigieron a sus salones. Un joven se acercó corriendo hacia ellos, abrazando a Daniel. 
-Por fin te encuentro- dijo jadeante. 
-¡Oh! Lo siento, me olvidé completamente de ti.- respondió Daniel algo avergonzado tomándose el pelo con la mano. 
-Aunque no lo creas, me di cuenta.-añadió el joven.- Pero veo por qué me olvidaste, galán.-dijo mirando a las chicas. 
Daniel se volteó hacia las muchachas y haciéndole un gesto a Lina, les presentó a aquel muchacho. 
-Hola.-dijo este- Soy Alex Santander. Mi signo es acuario y tengo 17 años. Me gusta la música, toco la guitarra y el piano. Y calzo…
-¡Oye!-interrumpió Daniel- ¡Controlate!
-Lo siento, hermano. Pero ante chicas tan lindas me es difícil. 
Lina se echó a reír y se acercó a Alex, diciéndole algunas cosas al oído. Alex la miró atónito y soltó una risa estrepitosa. Daniel los miraba celoso, tomó del brazo a Lina y la apartó, mientras Greta los observaba distante. 
-Lina, debemos ir a clases.- dijo mientras la alejaba de Alex.
-Claro- gritó Alex acercándose a ella.- Vamos amiga- añadió abrazándola. 
Daniel no podía disimular su disgusto mientras caminaba tras ellos mirando como reían. Greta caminaba a su lado en silencio, dudando de la relación entre ellos. Avanzaron por los pasillos, leyendo una a una las nóminas de estudiantes hasta que llegaron a un salón. Para su sorpresa estaban en el mismo grupo de estudiantes; 1- D. Caminaron entre las mesas y tomaron asientos en sus lugares designados. La distribución de lugares era similar a cualquier salón de clases, filas de pares; una a lo largo de la ventana, otra en el medio del salón y otra en la pared que daba al pasillo. Lina y Daniel estaban ubicados juntos al final de la fila de la ventana, Lina junto a esta y Daniel junto al pasillo, Greta en la fila del medio al lado de Daniel y Alex en el lugar delante de Lina. 
Pronto sonó el timbre e ingreso la señorita Roberts, quien sería la profesora tutora de aquel grupo. Lina se sintió aliviada de que fuera ella y sin pensarlo la saludó sonrientemente, ante la mirada atónita de todos los presentes. La profesora le sonrió en gesto de agradecimiento y comenzó la clase. 
-Para comenzar, el día de hoy haremos una actividad que consiste en presentarnos. La idea es que digan sus nombres y su actividad favorita. –Dijo la profesora frente al grupo. -Comenzaremos con la fila de la ventana desde el final. ¿Lina puedes ponerte de pie he iniciar? -dijo dirigiéndose a Lina quien accedió moviendo la cabeza. 
-Mi nombre es Lina Kosh Ambalni y me gusta pintar. -dijo.
-Gracias, Lina. -respondió la profesora mientras el resto murmuraba. –Siguiente. 
-Mi nombre es Daniel Kosh Ambalni. Lina es mi hermana y a mí me gusta… bueno antes me gustaba cantar, no lo he intentado de nuevo. -dijo Daniel sonriendo. 
-Gracias Daniel. Podría volver a intentarlo, en el instituto hay un club de música además de un festival musical que se realiza a fines del semestre. -respondió la profesora. 
-¡Qué bien!- gritó Alex un tanto eufórico. 
-Ya que está tan emocionado, puede continuar usted. Señor…- dijo la profesora. 
-¡Ah! Sí. -respondió Alex. - Soy Alex Santander, toco la guitarra y el piano. Y calzo… 
-¡Calcetín!- añadió Lina riendo. 
Alex se volteó riendo y le ofreció su mano a Lina para "chocar los cinco". Ella lo miró sonriente y le respondió dándole una palmada. Ese mínimo contacto le permitió conocer sus sentimientos y se sintió feliz de descubrir que Alex era un joven de buenos pensamientos. Daniel los miraba, no comprendía como habían logrado tanta cercanía en tan poco tiempo. La señorita Roberts se sintió feliz al ver a Lina haciendo amigos y sin intención de revivir recuerdos mencionó nuevamente el festival musical incitando a sus estudiantes a participar, especialmente a Alex y Daniel.  
Así uno a uno los estudiantes se presentaron. Y comenzaron las clases aquel día. Lina se sentía un tanto agobiada, observaba el paisaje que se dibujaba desde su lugar junto a la ventana y pensaba en lo que había ocurrido antes. La profesora dio la autorización de salida al receso y no pudo evitar darse cuenta de lo distraída que estaba Lina. Se veía en su semblante que algo le angustiaba, en su mente se dibujaban los rostros de terror, el miedo y la desesperación de sus compañeros y profesores, y sin darse cuenta sus emociones comenzaron a aflorar. Las mesas y sillas a su alrededor comenzaron a sacudirse, la señorita Roberts se acercó a ella rápidamente, tomó su hombro despertándola de su trance y le pidió hablar. Lina aceptó al instante, percatándose de lo que había sucedido y  ambas se dirigieron hacia una pequeña oficina que era utilizada por el consejero estudiantil. 
-Lina, te veo angustiada. -dijo Roberts preocupada.
-No. Solo que escuchar sobre el festival musical me trajo recuerdos que quisiera borrar de mi mente. 
-¿Qué ha sucedido desde aquel día? Te fuiste y no supimos de ti. 
-¿Querían saber de mí? Lo dudo. -respondió ella con tono irónico.
-¡Yo, sí! -dijo la profesora.
-Profesora, creo que es mejor no volver a hablar de aquello.
-Tienes razón, pero necesito saber una cosa más, mejor dicho dos cosas más.
-Dígame.
-¿Por qué volviste?
-No fue por voluntad propia. Fue por Daniel.
-No comprendo.
-Usted sabe que Daniel estuvo muy enfermo, incluso le habían dado sólo algunos meses de vida.
-¡Sí! Escuché que su recuperación fue un milagro. 
-Señorita Roberts, esto es un secreto, confío en usted.
-¡Claro! ¿Tiene que ver con tu hermano?
-Fui yo. 
-¿Cómo? ¿Tú? ¿Qué hiciste tú?
-Fui yo quien salvó a Daniel. Utilice mis habilidades para salvarlo. 
-¿Cómo? ¿Puedes hacer algo así?
-No sabía que podía. Pero vi lo que tenía cuando lo toqué y use mi habilidad para extirpar esa cosa. De cierta forma, yo lo manipulé todo. 
-Aun no comprendo bien eso de tu habilidad, pero ahora me intriga más el por qué te involucraste con él o más bien el cómo. 
-Eso es simple. Porque él me sacó del infierno. 
-¿Te refieres a tu familia? 
-Sí. No sé cómo sucedió, quizás el destino. Luego de todo, sus padres me adoptaron por salvar a su hijo. Esa fue la petición de Daniel. 
-Comprendo. Ahora ¿puedo hacerte una segunda pregunta? 
-Sí. Dígame. 
- ¿Logras controlar tu habilidad? 
-Sí. Hasta ahora no he tenido problemas, pero debo mantenerme serena y calmada. Si junto muchas emociones me es difícil controlarlo. Pero ahora sé lo que puede suceder, así que no se preocupe. No busco venganza y no quiero dañar a nadie. 
-Lo sé. Fueron muchas cosas las que te llevaron a hacer lo que hiciste ese día. Pero sabes que puedes contar conmigo. No lo dudes.
-¡Gracias profesora!
-Esta demás decirte que cualquier cosa que suceda puedes acudir a mí. No te guardes las cosas malas, no te hace bien y lo sabes. 
-Si profesora. Gracias por su apoyo. 
Lina salió de la oficina y caminó hacia el salón, en su mente pensaba en lo que había hecho aquel fatídico día, respiró hondo y apuró el paso. Daniel hablaba amablemente con Greta, ella sonreía tímidamente. Se dirigió hacia ellos sin perder de vista el paisaje desde la ventana. Alex se encontraba allí sentado en el borde. Daniel notó la mirada de Lina y creyó que observaba a Alex, luego de un instante se percató que en realidad miraba hacia el horizonte, actitud que realizaba cada vez que algo le preocupaba. 
-Cada vez que algo te preocupa, miras por la ventana. -dijo Daniel sobresaltándola. -¿Qué sucede? -preguntó mientras la seguía con la mirada. 
-Nada. -respondió ella sin mirarlo, pasando junto a él. 
-A veces me da la impresión que quieres escapar de algo. Lina, ¿Por qué no confías en mí? Hemos estado juntos por tanto tiempo y aún no sé qué pasa por esa cabecita tuya. -dijo caminando tras ella y acariciándole el cabello.
Greta los miró atentamente, algo allí le llamó la atención, desde que los conoció notaba una extraña cercanía entre ellos, pensó en que quizás había algo, y se sentía culpable por pensar mal, luego recordó que son hermanos y olvido todo pensamiento. “Es imposible” se dijo sin dejar de observarlos. Lina se percató de la mirada de Greta y dio un paso atrás disimuladamente. 
-¿Por qué te alejas de mí? -preguntó Daniel aturdido. Lina lo miró fijo haciéndole un gesto de que estaban en el salón. Daniel reaccionó y respondió rápidamente. -¡Hermana, eres una tonta, solo quería consolarte como buen hermano que soy! 
-¡Déjame tranquila! –añadió Lina con tono firme, simulando una pelea de hermanos. 
Alex se bajó del borde de donde estaba sentado de un salto, y se acercó a los hermanos. Tomó a Daniel por el hombro y dándole unas palmadas le dijo "Tranquilo, hermano". Luego se acercó a Lina preguntándole si se encontraba bien. Ella le sonrió. Daniel miraba la escena no pudiendo contener sus celos y sin pensarlo se ubicó entre Lina y Alex.
-Oye. Solo pregunté si estaba bien. -dijo Alex al ver la reacción de Daniel.
-Creo que te estás pasando de la raya. -respondió Daniel molesto.
-¡Espera!- interrumpió Lina- ¿Qué te pasa? Últimamente estas muy extraño. Alex solo estaba preguntando si me encontraba bien. 
-Así es. -respondió Alex- Comprendo tus celos, es tu hermana y quieres protegerla. Pero es tu hermana, hombre. No tu novia. 
-Será mejor que te calles, Alex- dijo Daniel aún molesto. 
-¡No! Aquí el que callará, eres tú, Daniel.- añadió Lina, tomándolo del brazo.
Daniel se sentía entre la espada y la pared, los sentimientos hacia ella se apoderaban de toda acción razonable, sentía que estaba haciendo mal las cosas pero no podía evitar sentirse inseguro. Sabía que Lina también dudaba y le era difícil diferenciar entre la realidad de lo que sentían y la mentira que habían creado. La miró tristemente, se soltó y caminó hacia su puesto. Se abalanzó sobre su asiento, con las manos en el bolsillo y dejó caer su cabeza sobre la mesa cerrando los ojos. Alex y Lina, lo observaban en silencio, con una mirada cómplice acordaron dejarlo tranquilo un momento y ambos se sentaron en sus lugares. 
El segundo periodo de clases inicio prontamente, el profesor ingresó al salón y vio a Lina sentada junto a la ventana observando el paisaje. Quiso llamar su atención, como muchas veces lo había hecho antes, humillándola por su situación económica, pero esta vez no se atrevió, sabía perfectamente bien lo que ella era capaz de hacer y temía por su vida, así que ignorándola, inició su clase. 
Lina miró a Daniel, él aún estaba recostado sobre la mesa, le habló suavemente pero este la ignoró. Puso su mano sobre su espalda y comprendió lo triste y dolido que estaba. Se acercó y colocó su mano dentro del bolsillo de Daniel entrelazando sus dedos con los de él. Daniel se volteó y la miró extrañado. "La clase comenzó, saca tus libros", le dijo ordenándole. Inmediatamente, Daniel se repuso y realizó lo que Lina le decía, era como si su cuerpo se mandara solo y no tuviera control sobre él. Lina se alejó y miró al profesor, estaba de pie frente al salón, dirigiendo la clase, le extraño que él no le haya gritado por no poner atención y se sintió aliviada al verlo allí, pero algo perturbó su paz. En su brazo izquierdo una enorme cicatriz recorría desde el codo hasta la palma de la mano. Su mente se llenó de dudas y su corazón comenzó a latir con fuerza. Bajó la mirada y observó sus manos que comenzaron a temblar, sintió como una energía extraña comenzaba a acumularse en ellas. “Debo calmarme” se dijo, pero no le era posible. 
-Daniel. -dijo con voz baja. Su voz era temblorosa y Daniel notó que algo sucedía. 
-Lina, ¿estás bien? ¿Qué pasa? -preguntó angustiado. 
-¡Sácame de aquí! ¡Por favor, sácame de aquí! –dijo suplicando, mientras apretaba con fuerza sus puños.  
Daniel reaccionó de inmediato, nunca había visto así a Lina, estaba muy angustiada, y sin pensarlo siquiera se puso de pie y dijo al maestro que debía llevarla a enfermería. El profesor no dudó en autorizarlo, le dirigió una mirada y vio los mismos ojos de aquel día y sintió como el miedo volvía a recorrer su cuerpo. Mientras Daniel arrastraba a Lina hacia la enfermería, el profesor les indicó a los estudiantes continuar con sus estudios y salió corriendo hacia la sala de maestros. 
-¡Colegas! Es Lina Rodríguez.- ingresó gritando. - La han llevado a enfermería. 
-¿Lina Rodríguez? -preguntó un profesor. -¿Qué tiene eso? 
- Eddie ¿estás hablando de Lina Kosh? -preguntó la profesora Roberts. 
-¡Como sea que se llame ahora! -gritó Eddie. -¡En sus ojos se veía el odio! ¡Quizás viene en busca de venganza! 
-¡Por favor Eddie, es solo una niña! ¿Qué le hiciste esta vez? –dijo Roberts. 
-¡Nada! La ignoré. No entiendo Dana como la defiendes después de lo que pasó.
-¿Dónde está ahora? 
-El chico Kosh la llevó a la enfermería. 
-Iré hacia allá. Si es lo que creo que es, solo debe calmarse. A lo mejor al verte revivieron viejos recuerdos. 
-¿Al verme? ¿De qué hablas? Antes solo hice lo que debía. 
-¿Aún sigues justificándote por humillar a una alumna? Tú eres uno de los culpables de lo que sucedió. No me vengas aquí con estupideces. Sabes que eso que tienes en el brazo te lo recordará el resto de tu vida. 
La señorita Roberts salió rápidamente hacia la enfermería, rogando que Lina haya controlado sus habilidades. Ella le había dicho antes que no había de qué preocuparse, pero aún tenía algo de temor por lo que pudiera suceder y si aquella era su reacción al ver al profesor Villin, cómo sería cuando llegue el resto de los estudiantes y se encuentre con aquellos que le hicieron tanto daño antes. 
Mientras tanto Daniel llevaba a Lina a la enfermería. Ella con algo de pérdida del conocimiento le pidió que la llevara al jardín. Aquel día, luego de lo sucedido en el festival, pudo controlar sus pensamientos y sentimientos de odio cuando estuvo frente aquel árbol. Quizás ahora también le pudiera funcionar.
-Lina, estamos en el jardín. ¿Cómo te sientes? Dime ¿Qué sucede? ¿Qué debo hacer? –preguntaba Daniel desesperado.    
-¿Puedes dejarme aquí? Aléjate. ¡Por favor! 
-¡No puedo hacer eso! Recuerda que yo te protegeré y estaré a tu lado. Te lo debo. – dijo abrazándola por atrás fuertemente. 
Lina sintió como su corazón se calmó tras aquel abrazo, se sentía protegida y aliviada. Estaban frente a aquel castaño y divisó las iniciales que antes había tallado con aquel joven de sus recuerdos; “L y L”. Las tocó con la punta de los dedos y suspiró profundamente, entre sentimientos encontrados, notó como una energía de paz y tranquilidad comenzó a recorrer su cuerpo, llenándose de energía vital. "Fuiste tú" susurro al árbol de castaño. Daniel sosteniéndola por la espalda, se percató de lo que hacía y experimentó los sentimientos que Lina profesaba hacia aquellas iniciales. Lina por su parte, descubrió que los sentimientos que le despertaban aquellas iniciales no habían desaparecido del todo. Ya más tranquila, se soltó de los brazos de Daniel y tomó sus manos.
-Dan, hermano, regresa a clases.- dijo con voz tenue. 
-¿Qué? - preguntó él.- No te dejaré sola aquí. Puede sucederte algo. 
-¿Qué podría pasarme? Que me caiga un erizo de castaña en la cabeza.- dijo ella sonriendo. 
-¿Segura? Te oyes bien, pero no sé. No te creo. No sé lo que sucede, pero a ti te pasa algo. Lina confía en mí, te lo ruego. Quiero estar a tu lado, no como tu hermano, yo…
-Daniel, calla. No digas algo de lo que te puedes arrepentir. - dijo bruscamente.
-Necesito decirlo, necesito que sepas lo que siento. Lina escúchame…
-Daniel. No. Vete, por favor, vete. No me hagas esto. Deja ordenar mis ideas, mis sentimientos, no sé cuánto me tomará y cuando esté lista dejaré que me digas lo que tienes que decir y prometo escucharte, pero dame tiempo. - respondió ella interrumpiéndolo.
-Lina ¿Cuánto tiempo más? No puedo. No sé si tenga mucho tiempo.
-Lo tienes. Lo sé. Por favor, confía. 
-Está bien. Iré a clases. – dijo sintiendo como un dolor agudo se apoderaba de su corazón. 
Lina lo miró alejarse, unas lágrimas rodaron por su mejilla. ¿Podría ser lo mismo de antes? ¿Podría él solo estar jugando? No sabía qué pensar. Daniel era un buen joven, noble y amable, con un corazón puro, era imposible que pudiera estar jugando, pero ella no podía aceptarlo, ella tenía un pasado horrible, además debía lealtad a sus padres y no estaba allí para amar a alguien. Puso su mano en el árbol y cerró los ojos. La señorita Roberts había recorrido todos los rincones por donde pudiera haber estado Lina y recordó uno en particular. Se dirigió allí rápidamente y la encontró con una mano sobre el árbol y la otra aprisionando su pecho. 
-Lina. Estás aquí. ¿Está todo bien? - dijo manteniendo la distancia. 
-Está todo bien, profesora. No tiene que temer. - respondió.
-¿Qué sucedió Lina? Eddie Villin llegó histérico al salón de maestros hablando de ti. 
-¿Lo hizo? ¿Ahora me teme? - preguntó irónica. 
-Claro. Como la mayoría aquí. 
-No tenía ni la más mínima intención de hacerle daño. Pero vi la cicatriz de su brazo y eso me descompensé. ¿Fue producto de aquel día?- preguntó temerosa. 
-Sí. 
-Lo presentí. Me sentí culpable y angustiada. En ese instante, la energía en mí no era dañina, era curativa, como cuando cure a Daniel, pero no podía dejar que otros me vean. Mis compañeros no saben nada al respecto. 
-¿Qué crees que pasará cuando vuelvan los antiguos estudiantes? Ellos te reconocerán de inmediato. Dejaste una cicatriz en la mente de toda la institución, principalmente por la muerte de…
-¿Muerte? - dijo interrumpiéndola- ¿Hubo muertes? 
-Sí. Luego de todo lo sucedido el edificio se vino abajo y murieron dos estudiantes. Fue allí donde muchos otros resultaron heridos, incluyendo al profesor Villin. Algunos de tus compañeros estuvieron en coma, fue una tragedia. En realidad tú no les hiciste nada directamente a ellos, pero toda esa energía llevó al colapso del edificio. 
-No puede ser. Jamás quise causar algo así. Tenía tanto odio en ese momento que lo único que quería era darles una lección. Asustarlos. Dígame profesora ¿Quién falleció? 
-Descúbrelo tú misma y sana esas heridas. Están en el patio trasero. 
-Iré ahora. 
-Lina, debemos pensar que hacer la semana que viene. No sé cómo van a reaccionar los estudiantes cuando te vean.
-Hay algo que se puede hacer. O más bien que yo puedo hacer, pero necesito la ayuda de ustedes. 
-Bien, ve a sanar tus heridas y lo hablamos en la tarde. Te ayudaré. 
-Gracias señorita Dana. 
Lina tocó por última vez el árbol y se dirigió hacia el patio trasero. Allí una cruz se alzaba y un par de velas y flores acompañaban a una placa que decía “En nombre de nuestros queridos amigos y estudiantes Izaro Sorni y Abril Garza”. Lina se dejó caer sobre la placa y sin la intención de controlar sus emociones evitar, lloró desconsoladamente. Una fuerte lluvia de grandes y pesadas gotas cayó, extrañamente, solo sobre la isla. Lina dirigió su mirada hacia el cielo y aquella lluvia era como las lágrimas que derramaba liberada de la amargura de su alma. 
Abril había sido la única amiga que había tenido durante aquella estadía tan dolorosa en el "antes".  Ella, intentó miles de veces,  protegerla de los ataques de sus compañeros y maestros, la escuchó cuando nadie más lo hacía, la apoyó y la acompañó. Izaro había sido el mejor amigo de aquel joven que se aparecía en sus pensamientos, él había estado de centinela en los encuentros, mensajero y cartero, siempre con una sonrisa apoyando la relación con aquel joven. Ambos habían sido muy importantes y al ver sus nombres en aquella placa su espíritu comenzó a debilitarse. Sintió como su alma se alejaba de su cuerpo cayendo sobre el césped. La lluvia torrencial golpeaba con fuerza los ventanales del edificio. Ella en un trance profundo no sabía lo que sucedía a su alrededor. Y perdió el conocimiento completamente. 
-Lina. Lina…
-¿Quién me habla? ¿Quién está allí? 
-Lina. Tranquila.
-¿Dónde estás? Muéstrate. - gritó desesperadamente. 
Una imagen difusa se dibujó en la profunda oscuridad, acompañada de una tenue luz blanca. Una bella joven de cabellos rojizos se acercaba a ella. 
-Lina, tranquila. 
-Abril ¿eres tú? – dijo llorando amargamente. 
-Lina, mi guerrillera. Soy yo. Aquí estoy a tu lado. 
-Abril, perdóname. Perdóname.
-Jamás te culpé a ti. Tú eres fuerte, la vida es así. 
-Abril, lo siento. Jamás quise que esto pasara. 
-Lo sé. Lo sé. Yo no te culpo, no tengo nada que perdonarte, estamos bien. Estamos contigo. Siempre a tu lado. Te agradezco por enseñarme la fortaleza de tu alma. Lina no llores. Recuerda “la vida no es esperar a que pase la tormenta, es aprender a bailar bajo la lluvia”.
-Abril, amiga. Gracias por estar conmigo. Cada vez que estaba inmersa en ese profundo agujero me decías eso. Lo recuerdo y lo recordaré siempre. 
-Sé feliz, Lina. No odies, usa tu fuerza para el bien.- dijo alejándose lentamente. 
Lina despertó de su trance y en sus manos, aprisionado fuertemente, tenía una pequeña pulsera, la que alguna vez atrás su amiga le había regalado en nombre de su amistad. 
-¿Cómo llegó esto aquí? Aquel día la perdí. Abril ¿la tenías tú? Gracias amiga, gracias. Seré feliz. Abril, Izaro, gracias. 
Lina respiró hondo, miró al cielo y liberó toda esa amargura, poco a poco las nubes comenzaron a disiparse y nuevamente salió el sol cálido como siempre. "Ahora entiendo por qué llueve cuando estoy triste" se dijo, "Soy un monstruo". 
Toda empapada caminó hacia los dormitorios y se cambió de ropa, ya había pasado bastante tiempo y las clases estaban por terminar. No tenía sentido volver así que se dirigió a hablar con la señorita Roberts. 
-Lina ¿estás aquí? -dijo Dana, invitándola a pasar. 
-¿Hablaremos en la sala de maestros? - preguntó ella, temiendo a la reacción de los profesores. 
-¡Sí! Hablaremos aquí. Ya anticipé algunas cosas y ellos están dispuestos a escucharte. 
-¡Gracias, profesora!
-¡Bien, comencemos!
-Pero faltan algunos profesores.
-No te preocupes por ellos. Los que estamos aquí comunicaremos a los otros el plan. 
-Está bien.- dijo. Y tomando aliento inició su relato.- Como ustedes saben soy Lina Kosh, antes Lina Rodríguez, mi paso anterior por este lugar no fue muy bueno, pero gracias a ello descubrí una habilidad que jamás pensé tener y que ustedes no se podrían imaginar. 
-¡Claro que la imaginamos! - dijo uno de los profesores- Destruiste un edificio con tu magia negra y causaste mucho daño. 
-Lo siento. 
-¡No basta con sentirlo! Tú no deberías estar aquí. Deberías estar en un laboratorio, eres un ser malvado, un peligro para la sociedad.
-¡Basta!- gritó la señorita Roberts- Fueron los prejuicios los que llevaron a que pasara lo que pasó. Y los saben bien. La discriminaron por ser pobre, la humillaron, se rieron de ella y ahora la acusan de ser malvada. Sobre todo tú, que fuiste uno de los que lideró todo eso. - dijo increpando a Eddie Villin.  
-¡Yo no confío en esta chica! ¡Viene a vengarse, de eso estoy seguro! - gritó Villin, levantándose y dirigiéndose a la puerta. 
Lina mantenía la calma, sabía que no debía odiar, su poder podría volverse oscuro y eso sería un gran problema, ya que le era difícil controlarse así.  Al ver como Villin caminaba acelerado hacia la puerta,  levantó la mano y con un movimiento de esta la cerró de un golpe, ante la mirada atónita de todos los que allí estaban. Los ojos del profesor Villin se llenaron de terror y una gota de sudor frio recorrió su cuerpo. Lina se percató del miedo que brotaba de él, sabiendo que haría algo para escapar, lo atrajo hacia ella usando sus habilidades. Villin se arrastró un par de metros, siendo atraído por una fuerza extraña y descomunal, hasta quedar frente a Lina. Los profesores que observaban todo comenzaron a entrar en pánico, mientras la profesora Roberts intentaba controlar la situación.
-Lina, tranquila. - dijo temiendo lo peor, buscando la forma de mantenerla bajo control. 
-Estoy tranquila. - dijo con voz serena- Hoy descubrí que puedo controlar el clima.- respondió mirando sonrientemente a los profesores. 
Villin intentaba con todas sus fuerzas liberarse de aquello tan extraño que lo mantenía inmóvil, casi flotando frente a Lina, quería gritar pero sus intentos se ahogan en un grito apagado y sin aliento. Después de luchar un buen rato se dejó caer, estaba completamente en manos de aquel pequeño monstruo. Lina levantó la mano y la puso sobre el pecho del profesor, los demás pensando lo peor se abalanzaron sobre ella, pero esta los detuvo con solo una mirada y cada uno de los espectadores volvió rápidamente a sus asientos, arrastrados hacia atrás por una fuerza extraña. La profesora Roberts, quien se mantenía quieta y expectante, observando cada detalle de lo que sucedía. 
-Profesor, usted está enfermo. - dijo con voz suave. Él la miró asombrado y temeroso, la voz de Lina se escuchaba en su cabeza y estaba entrando en pánico. 
-Lo estoy.- dijo al fin, tristemente- No me queda mucho tiempo y quiero vivir el poco tiempo que me queda. ¡Por favor!
-Le queda mucho tiempo por delante, profesor. Déjeme ayudarlo. 
-¡Villin, acepta! - gritó Dana, sabiendo lo que Lina era capaz de hacer.
Eddie Villin la miró incrédulo, pero temiendo por su vida aceptó, mantuvo la calma y se dejó en manos de Lina. Los años de abusos y maldad le habían llevado a la perdición, el fumar constantemente había deteriorado sus pulmones y el alquitrán contaminaba muchos órganos de su cuerpo. Efectivamente le quedan a lo mucho unos dos años de vida, pero por el estilo de vida del profesor se podía pensar que en realidad no era más de uno. Lina guio al profesor hacia una silla, y suavemente lo liberó de las fuerzas que lo mantenían prisionero. Al sentirse libre, Villin intentó dar un respiro profundo de aliento pero la condición en la que estaba no se lo permitió y comenzó a ahogarse, tosiendo desenfrenadamente. 
-Profesor ¿me deja ayudarlo? Solo lo puedo hacer si su corazón me lo permite.- dijo Lina tranquilamente. 
-Está bien. Qué más puedo esperar. Que me mates. Al final igual moriré en un par de meses.- respondió resignado. 
-Siéntese hacia adelante. Necesito ver sus pulmones. – dijo indicando al profesor la posición correcta. Este hizo lo que ella le pedía y Lina puso su mano sobre su espalda. 
Podía sentir cada órgano como si los estuviera manipulando en una operación, respiro profundamente y se concentró, debía limpiar el cuerpo y sacar de él todo lo malo que pudiera encontrar. Al cabo de unos minutos y ante la mirada atónita de los presentes comenzó a extraer grandes cantidades de una masa mucosa de color negro que iba arrojando al suelo. Cuando al fin, luego de varios minutos, terminó su tarea. Le dio un pequeño golpe de energía al profesor y se alejó de él. Estaba cansada, el mal que habitaba allí era más que el que tenía Daniel, quizás el corazón de Daniel era mucho más puro que el del Profesor Villin. No había podido recuperar la energía rápidamente y comenzaba a respirar con dificultad.
Villin, la miró fijamente, en sus ojos se dibujaba el asombro y la esperanza, pudo respirar como hace mucho tiempo no lo hacía y sentía una energía esperanzadora recorrer su cuerpo, fue tanto el asombro que en cuanto quiso ponerse de pie cayó desmayado. Los demás corrieron a socorrerlo y lo llevaron a la enfermería, aún se sentían incrédulos, sabiendo que existen cosas que no se pueden explicar a simple vista. 
-Lina ¿Te encuentras bien?- preguntó Dana al ver a la muchacha un tanto agotada. 
-Estoy bien, solo debo reponerme.- respondió ésta, buscando un lugar para sentarse.
-¿Qué fue lo que hiciste? - añadió.
-Lo cure. - dijo- Y aún no estoy segura si era lo correcto. 
-Lo es. Villin no es malo, solo tiene miedo. Cuando la gente teme se vuelve malvada, es un mecanismo de defensa.
-Eso espero.
-Bueno, ahora; cuéntame tu plan. Después de esto estoy segura que los demás ayudaran. 
-Está bien. Así como puedo curar, sanar o como quiera llamarle, puedo manipular mentalmente cada organismo viviente. Puedo hacer que crezca más rápido o que envejezca. Y hoy descubrí que también puedo controlar el clima. No sé qué tipo de habilidad es esa pero de a poco he ido descubriendo otras habilidades. 
-Ya veo.-dijo sorprendida.
-Al principio solo podía mover objetos. Luego podía hacer otro tipo de cosas. Puedo controlar el movimiento, yo le llamo "prisión" es como si estuvieran atados sin la posibilidad de moverse. No solo es algo corporal o físico, también puede ser algo mental. 
-¿Es lo que sucedió con Villin cuando quiso salir del salón?
-Exacto. También fue lo que pasó aquel día. Descubrí que al momento de someterlo a la "prisión" puedo controlar su voluntad, sus pensamientos y emociones. 
-Es por eso que Villin se veía tan desesperado.
- Sí. Él quería gritar pero no lo dejé. Estaba asustado, pensaba que iba a morir y le dije que no, por eso se calmó. Puedo entrar en la mente de las personas y manipular sus pensamientos. 
-Es decir que puedes leer mentes ¿Estás leyendo la mía ahora?
-No. Solo lo puedo hacer, si logro el contacto con esa persona. Recuerda que toque al profesor. 
-¡Oh! ¿Puedes hacerlo conmigo?
- Podría, pero ahora no. Ocupe mucha energía en lo que acabo de hacer y como al profesor no le quedaba energía vital le di de la mía. 
-¿También puedes hacer eso?
-Sí.
-Espera, déjame asimilarlo y comprenderlo.- dijo respirando hondo.- Ok. Al dar energía vital ¿significa que tú la pierdes? ¿Puedes morir así?
-Es como dar y recibir. Puedo dar, pero también debo recibir. Si no hay organismo vivo de donde recibir yo pierdo mi energía. 
-¿Recibiste de los que estábamos aquí?
-No. Me negué. Generalmente lo acepto de plantas, animales o insectos, pero solo una pequeña parte. La energía se cuenta como tiempo de vida. Si la pierde, pierde tiempo de vida. 
-¡Es impresionante! ¿Crees que haya más como tú?
-No lo sé. Este tiempo me he ocultado y usted es la primera a la que le cuento esto. 
-Bien. Volvamos entonces al plan. ¿Qué quieres hacer?
-Así como puedo controlar la mente, también puedo borrar recuerdos o introducir nuevos.
-¿Eso lo has hecho antes?
-Esto me avergüenza porque no es correcto, pero si lo hice. Daniel estaba a punto de morir cuando lo conocí, al curarlo descubrí que tenía un recuerdo que lo atormentaba. Mientras dormía pude ver un accidente y en este falleció su hermana menor. Él creía que era su culpa, así que eliminé la culpa y le puse otro recuerdo. El accidente sigue ahí, la muerte de su hermana también, pero la causa es distinta. Tuve que hacer lo mismo con sus padres. 
-Eso es bueno y malo a la vez, depende del punto de vista de cada persona. Bueno, porque le permites recordar a su hermana sin culpa. Malo porque no debería ser manipulada así la mente de una persona.
-Con eso me dice que no está de acuerdo. 
-Digo, que si fuera por mí, haría lo posible para curar los males de este mundo. Pero cuéntame ¿cómo borramos tu estadía aquí? 
-No podemos hacer eso. Solo podría modificar un pequeño fragmento e introducir algo similar en tiempo y espacio. 
-Ya veo. Entonces hay que pensar bien qué es lo que borraremos. 
-Sé que borrar. - dijo decidida- El momento en que se liberaron mis poderes. 
-¡El festival musical! ¡Claro!- respondió la profesora -¿Y cómo lo cubrimos? El edificio colapsó después de eso. ¿Qué podría ser similar en tiempo y espacio?
-No lo sé. Por eso necesito su ayuda. Además para manipular aquello necesito estar en contacto con todos, no podría ir uno a uno manipulando su mente, colapsaría. 
-¡Tienes razón! Bueno tenemos algunos días para pensar en aquello. Lo que sí puedo mencionar es que el día lunes, de inicio de clases, todos los estudiantes son reunidos en el auditorio para una charla de bienvenida. Deben estar todos presentes incluyendo profesores y auxiliares. 
-¡Tiene que ser allí, entonces!
-¡Ok! Hablaré con los colegas. Mientras tanto piensa en cómo compensar aquel momento. 
-Sí. 
Lina salió del salón de maestros en dirección a los dormitorios. Ya había pasado bastante tiempo. Mientras tanto el profesor Villin descansaba en enfermería, le habían realizado diferentes  chequeos y los resultados estarían al día siguiente. Los demás profesores volvieron a la sala de maestros y hablaron con Roberts.




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