Luna de Fresia

III. Tú ¿Qué haces aquí?

Ya era domingo, la idea a introducir era bastante simple. Producto de la cantidad de personas en el edificio, este colapsó al ser muy antiguo, no dando tiempo de salir. Muchos resultaron heridos pero las pérdidas fatales no fueron muchas en comparación a la cantidad de personas que había. 
Lina estaba nerviosa, jamás había hecho algo tan grande y no sabía si resultaría. Según la profesora Roberts y el rector Rawson, en homenaje a los heridos y fallecidos aquel día, se haría un minuto de silencio donde todos estarían tomados de la mano, entrelazándose en una cadena de contacto. Para evitar generar odios y desconfianzas, Lina se mantendría oculta y tomaría el inicio de la cadena desde  tras bambalinas. 
Daniel sabía que algo sucedía, había generado una especie de sexto sentido luego de haberse recuperado de su enfermedad. Sin comprender cómo lo lograba, podía saber lo que los demás sentían al estar en contacto con él, habilidad similar a la de Lina. Fue así como descubrió lo que ella sentía por él, cada vez que abrazaba o tomaba su mano, podía sentir la pena, la angustia, la tristeza y el amor que le profesaba, por ello él, insistentemente, quería protegerla. 
El experimentar todo aquello era algo que lo angustiaba y le hacía temer, pero se consolaba con creer que era un lazo con Lina, una conexión, el destino, o una forma de agradecer ya que ella le había donado vida. 
Sin embargo, con el paso del tiempo comenzó a vivir en carne propia los sentimientos de los demás; al estrechar su mano, al tocarle su espalda, al rozar su codo accidentalmente. Buscó alguna explicación, durante algunos recesos, tardes y tiempo libre se dirigía a la biblioteca en busca de información, revisó muchos libros y solo lo llevaron a una extraña habilidad relacionada a mitos y leyendas antiguas donde se hablaba de seres oscuros y seres de luz. Nada tenía sentido para él. 
Un poco incómodo y desorientado, buscó a Lina sin encontrarla. Caminó hacia los dormitorios de niñas, acelerado. Greta se encontraba sentada en el sillón junto a la ventana leyendo un libro cuando alguien tocó a su puerta. Se levantó rápidamente y abrió. Afuera Daniel, un poco nervioso, esperaba que abrieran la puerta. 
-Daniel. ¿Qué haces aquí? -preguntó tímidamente Greta. 
-Busco a mi hermana.- dijo Daniel sonriéndole.
-Lina no está aquí. Dijo que saldría a caminar. Quería estar sola. 
-¿Salió sola?
-Sí. Algo le pasa. Ha estado triste estos últimos días. 
-¡Ya veo! Iré a buscarla. - respondió acelerado.
-Daniel, espera…-lo detuvo tomándolo por la chaqueta.- Déjala sola. Quiere estar sola. 
-No puedo hacer eso.
-Daniel ¿no lo entiendes? Es solo tu hermana. A veces actúas como si fuera algo más. 
-Para mí, es algo más.
-¿Qué?- preguntó sorprendida.- No comprendo. 
-Lo siento Greta. - dijo tomando sus manos, descubriendo el afecto que ella tenía por él. - Sé que es difícil de entender, pero Lina es mucho más que una hermana para mí. 
Daniel la miró con ternura, para él Greta era una buena amiga, y quizás una socia en el futuro. Se despidió  amablemente, agradeciéndole su ayuda y se marchó corriendo.  Recorrió el instituto buscando a Lina desesperado, hasta que recordó aquel árbol donde antes la había dejado luego de sentirse enferma. "Debe estar allí" se dijo y se dirigió hasta aquel lugar. Desde la distancia la divisó frente al árbol con la cabeza agacha posicionada sobre el tronco. Su mano estaba sobre el tallado y se veía un aura de tristeza en aquella acción. Se acercó, tocándole el hombro suavemente.  
-¡Por fin te encontré!- dijo, suspirando y tomando aliento. Mientras mantenía el contacto una imagen apareció en su mente junto con sentimientos de amor y tristeza. 
Lina pensaba en aquel joven en ese momento. Lloraba en silencio, soñando con una historia diferente. Su corazón se agitaba cada vez que lo recordaba y sufría. Se odiaba a sí misma por continuar amándolo, y se preguntaba si era posible amar a dos personas a la vez. Se sentía tan confundida que se ahogaba en sus propios pensamientos. ¿Cómo podría controlar su poder si continuamente libraba una batalla consigo misma? ¿Cómo podría saber a quién amaba en realidad? Ambos estaban presentes en su corazón, ambos con historias distintas y motivos distintos, y ambos ocupaban parte de sus sentimientos y pensamientos. 
-Dan. ¿Me buscabas?- dijo ella, sacando su mano del árbol, reponiéndose rápidamente. 
-Sí. Estaba preocupado por ti. No sé qué sucede, pero sé que aquello no te tiene bien.
-No pasa nada. No te preocupes. 
-Puedo sentirlo, aquí… -dijo indicando su corazón. –Cada vez que te toco es como si tus sentimientos y emociones fueran míos. Puedo sentirlo. 
Lina lo miró atónita. Su mente se llenó de incertidumbre. ¿Sería posible que Daniel también tuviera habilidades como ella? No. Aquello era imposible. Y simulando no creerle decidió ponerlo a prueba. 
-A ver dime ¿qué siento ahora?- le dijo tomando  su mano
-Tienes miedo, estás nerviosa. Tus emociones son difusas. No sabes qué pensar.- respondió, intentando buscar las palabras correctas mientras la miraba a los ojos. Lina lo miró con asombro y temor. Él se acercó y la abrazó.- Ahora estás confundida, me amas pero no solo a mí. Eso me duele, sabes. Estás dudando si aceptar ese sentimiento hacia mí. 
Lina se separó de él bruscamente, y mantuvo la distancia. Intento mantener la calma e indagar más.
-¿Desde cuándo te sientes así? O sea, ¿cómo haces eso? –preguntó.
-¿Me crees?- respondió él sonriendo.
-¿Es un juego? ¿Es una broma?
-No. Es verdad. ¿O acaso no es eso lo que sentías?
Lina agachó la mirada, en realidad esos eran sus sentimientos y emociones. Antes, estando junto a él, se sentía protegida, Daniel le traía calma y tranquilidad, pero luego de ir descubriendo poco a poco sus poderes no sabía si debía estar a su lado. No quería hacerle daño, no quería herir a quien amaba. 
-Bueno. Sí. Pero dime ¿Cómo haces eso?
-No lo sé. Comenzó desde que me recuperé. Pensé que era una conexión contigo. También pensé que era algo de familias, así como lazos de sangre. Pero últimamente al estar en contacto con personas he sentido sus emociones como si fueran mías, y busqué información y solo llegue a historias de oscuridad y luz. 
-¡Que extraño!- dijo Lina. Pensando en que quizás parte de su energía había despertado aquella habilidad en él. Tenía que tener cuidado y debía corroborarlo con el profesor Villin. 
-¿Solo dirás eso?- preguntó Daniel- Acabo de contarte algo asombroso. Además de enterarme que me amas- añadió sonriente.
-Daniel, esto es algo serio, no juegues así.  Y dime ¿qué fue eso de oscuridad y luz?
-No sé. Hay un libro antiguo en la biblioteca. Habla de poderes y cosas así.
-¿Poderes?
-Sí. Lo encontré interesante, pero después fue como si fuera una leyenda. Poderes como dar y quitar vida, energías y esas cosas. ¿Raro, cierto?
-Sí, muy raro. 
-Yo prefiero creer que estamos conectados. Dime. Si estamos conectados ¿crees que podrías saber lo que siento?
-¿De qué hablas? no seas tonto- respondió Lina, sabiendo perfectamente lo que sentía. Ella podía leer mucho más que eso. 
-Vamos, hagamos el intento. Dame tu mano.
-No. Desde ahora me mantendré alejada de ti.- dijo dándose vuelta para alejarse. Daniel se acercó a ella rápidamente y tomándola de la mano la acercó a su cuerpo, abrazándola. 
-Quería confirmarlo. Tu corazón late con fuerza cuando te abrazo y vuelves a pensar en si puedes amarme, pero hay algo más que me está molestando. 
-Dan, por favor no sigas. 
-¿Quién es él?- preguntó.
-Él…- dijo Lina, pensando. En cuanto lo mencionó, vino a su mente aquella imagen, un joven de cabellos negros y ojos almendrados mesclado con aquel dibujo tallado en el árbol.-¡No!- dijo reponiéndose- suéltame. 
-¿Piensas en otro?- respondió Daniel casi ahogadamente. Lina se soltó de sus brazos y retrocedió unos pasos. 
-Daniel, siento angustia. Ya sabía que tenías sentimientos por mí, pero intentaba no creerlo o aceptarlo. Eso me hace dudar. 
-Eres arrogante. Yo te quiero, pero tú no me quieres solo a mí. ¿Lo conozco? ¿A él?
-No lo conoces, pero lo harás. 
-Estás jugando. ¿Conmigo o con él?
-Con ninguno de los dos. Mi destino es la soledad y lo sabes.
-Yo no sé qué pensar, estoy aquí para ti. Solo puedo pedirte que te quedes a mi lado. 
-Me quedaré a tu lado, somos hermanos. Pero por hoy, te pido que me dejes ir. Mañana es un día importante y debo estar tranquila. No quiero cometer errores. Sé que no lo entiendes ahora, solo dame tiempo y te lo explicaré todo. ¿Está bien?
-Hermanos.- añadió suspirando y mirando al cielo. -Sigues pidiéndome tiempo. No lo entiendo. Pero esperaré. Solo espero que no lo elijas a él.- dijo mientras se alejaba. 
Caminó lentamente sumergido en sus pensamientos, añoraba los días en que eran felices, cuando despertaba y Lina estaba a su lado, las miles de películas que miraron juntos, cuando aún no se confundían esos sentimientos, cuando era su hermana. Ahora no bastaba con eso, quería ser correspondido y gritar a todo el mundo que la amaba pero estaba sufriendo. Lina regresó a su dormitorio, se dio una larga ducha pensando en miles de cosas: "mañana lo volveré a ver después de dos años", "¿un libro antiguo sobre poderes?", "¿tendrá que ver conmigo?", "él me recuerda", "ellos estarán aquí también", "Daniel, lo siento tanto", respiró profundamente y se metió en la cama. Puso su mente en blanco y sin decir una palabra se durmió. 
Ya había llegado el día, antes del amanecer, Lina se levantó y se dirigió al patio trasero. Allí pidió fuerza a quienes antes la habían ayudado y una tenue voz le dijo “estamos contigo”. Recuperó el aliento y caminó hacia la sala de maestros, allí se mantendría oculta observando la llegada de los estudiantes desde la ventana. Uno a uno llegaban los autos cruzando el largo camino serpentario. Bajo la entrada principal y sentados en una banca podía observar a Daniel y Greta conversando, ella sabía perfectamente lo que Greta sentía por Daniel y a pesar de sus inseguridades estaba segura que era lo mejor para él; enamorarse de Greta. A lo lejos logró divisar algunas caras conocidas, muchas de las que, antes, la habían lastimado profundamente. Los recuerdos vinieron a su mente, sintió el pesar y la tristeza, pero se repuso inmediatamente diciéndose a sí misma "sé feliz". Mientras observaba el movimiento de la multitud logró divisarlo. Louis Walson, sus cabellos negros eran inconfundibles, estaban un poco más largos desde que ella lo recordaba, tu tez no había cambiado y su desplante elegante tampoco, pero algo extraño pasaba con él, se veía triste y se notaba que no era el mismo de antes. 
Al verlo desde la distancia, un golpe de adrenalina le dio a su corazón, este empezó a latir con fuerza y sin percatarse de aquella emoción comenzó a perder el control. Una suave llovizna cayó sobre los estudiantes, era como si el cielo estuviera triste. Lina desde la ventana lo observaba detenidamente buscando explicarse el porqué de la tristeza de Louis.
Daniel notó como si algo apretaba su corazón, puso la mano en su pecho y se levantó de su asiento. Le dolía, no era un dolor agudo sino que más bien era angustioso. Miró hacia las ventanas del segundo piso y vio a Lina observando por la ventana con un semblante entristecido, su mano izquierda sobre el ventanal y la derecha apretando su puño contra su pecho. 
Greta se acercó preocupada, intentó socorrerlo mientras intentaba comprender lo que sucedía. Daniel estaba sumido en sus pensamientos, "Lina ¿qué pasa? ¿Por qué te sientes así?" Siguió con la mirada en la misma dirección que ella y descubrió lo que causaba aquella emoción: era él, la imagen de aquel joven que se dibujaba en su mente. 
-Es él.- dijo observándolo fijamente. 
-¿Él?- preguntó Greta sin comprender.
-¡Oh! - respondió Daniel reponiéndose- ¿Sabes quién es?- preguntó indicando al joven. 
-¡Claro! - dijo Greta- Él es Louis Walson, el hijo heredero de la familia más poderosa del mundo. 
-Louis Walson, Louis, L.- dijo pensando en la imagen que se dibujaba en el árbol.
-¿Cómo?- preguntó Greta.- ¿De qué hablas?
-No me hagas caso ¿Podemos ir al salón?
-¿Te sientes mejor?
-Sí.-respondió mintiendo, en realidad solo quería escapar de allí.
Aún tenía aquel sentimiento de angustia, era como si su corazón se hiciera mil pedazos, y comenzó a pensar en ella. Quería preguntarle si efectivamente era él, aquel muchacho llamado Louis el que ocupaba su corazón y sin proponérselo empezó a interrogarla mentalmente: "Lina ¿es él?", se decía desesperadamente, esperando que una señal lo confirmara, total estaba seguro de que había una conexión entre ellos y no perdía nada con intentar.
Lejos del salón de clases, también en el segundo piso, en la sala de maestros, estaba Lina observando a Louis desde la ventana. Miles de emociones comenzaron a pesar en su alma y recordó las palabras que su amiga a través de una proyección astral le había dicho: "llénate de buenos sentimientos, llénate de amor". Volvió a mirarlo, no podía evitar verlo con los mismos ojos que antes lo miró, ojos de admiración y de amor; y suspirando dijo "esto es solo el comienzo, debo volver a la realidad". Cuando ya su corazón estuvo calmado, la llovizna se detuvo y salió el sol, ella miró al cielo y sonrió, "vaya" dijo tranquilamente, "me será difícil ocultar mis sentimientos". Se encontraba en ello cuando escuchó una voz familiar: "Lina ¿es él?", miró a su alrededor buscando de dónde provenía la voz, no pudo evitar sentirse nerviosa y temerosa, y preguntando en voz alta dijo: "¿Daniel?". Buscó por la habitación, se asomó cautelosamente a la puerta y no logró divisarlo "¡No puede ser!" Pensaba, "Daniel no puede lograr esta conexión" "¿Me estaré volviendo loca?" "Sí, eso debe ser, estoy bajo tanta presión". Mientras buscaba una explicación, nuevamente la voz la sobresaltó. "Maldición, Daniel ¿por qué ahora?". 
De alguna forma Daniel había logrado dirigir sus pensamientos hacia ella. Creía firmemente en que estaban conectados y haría lo posible por buscar una explicación a ese sentimiento. "Bien, si él pudo yo también" se dijo Lina concentrándose y pensando en él. 
-Dan. ¿Eres tú? - pensó una y otra vez con la imagen de Daniel en su mente. 
Cerró los ojos, su pensamiento se elevó tanto que se encontró fuera de sí. Se vio a sí misma recostada en el borde de la ventana con los ojos cerrados. Se buscó a sí misma, pensando en que quizás era una proyección astral pero no. No había nada, ni rastros, era como si su posibilidad de ver se extendiera más allá de sí misma. "¿Podré ver a través de las paredes como Superman?" Pensó e intentó hacerlo, pero no le resultó, solo era un espectro de visión más amplio. "Veamos hasta donde puedo llegar" se dijo y dirigió sus pensamientos hacia Daniel. Salió de la sala de maestros, avanzó por el pasillo principal, vio muchas caras y personas, observó cada uno de los salones a su paso hasta que llegó al suyo y allí estaba Daniel, sentado en su pupitre, con la cabeza en la mesa y las manos sobre esta. "¿Daniel?" Dijo. Él levantó la mirada y la dirigió hacia la puerta, observó a su alrededor, buscaba incesantemente de dónde provenía la voz pero no había nadie. "¿Estás bien?" La voz sonaba en su cabeza. "¿Lina?" Respondió al fin, asustado.
-Daniel ¿te encuentras bien?
-Lina, ¿eres tú? ¿Cómo? ¿Qué está pasando?
-No lo sé, tú lo hiciste.
-¿Cómo? ¿Yo? ¿Dónde estás?- gritó Daniel desesperado. 
Los estudiantes que se encontraban allí, lo miraban asustados. Murmuraban si había perdido la cordura o si estaba loco. Alex se acercó y tomándolo del brazo le dijo: "Tranquilo, hermano ¿qué sucede?" Daniel lo miró percatándose de que se encontraba en el salón con todas las miradas sobre él. 
-Calmate Daniel. Tranquilo.- dijo la voz de Lina. 
-No puedo, no sé qué sucede. ¿Por qué te escucho en mi cabeza? ¿Dónde estás?
-Sigo en la sala de maestros. No sé cómo lo lograste, pero tú hiciste contacto conmigo. Igual estoy un poco confundida. Cerré mis ojos y deseé con todas mis fuerzas hablarte. 
-Yo, también quería hablarte. ¿Por qué sigues allí? ¿Qué está pasando? Me duele el corazón.  
-Lo sé, estás confundido. Solo espera un poco más. 
-Estoy cansado, abrumado, tengo mucha pena. Me duele el alma, pero a ti también te duele. ¿Es él?
Lina desde que logró conectar con Daniel, pudo sentir la angustia, la pena, los celos y la rabia, estaba triste y sabía el por qué. Él había logrado conectar con ella, "¿cómo era eso posible?" Pensaba, no sabía qué hacer o qué decir, debía calmarlo, una mala emoción podría revivir el mal que antes habitaba su cuerpo y su deber era protegerlo. Liberó sus pensamientos, liberó sus emociones, puso su mente en blanco y volvió a conectar con Daniel. Este sintió como todos aquellos sentimientos se habían ido, no podía explicarlo pero su corazón volvió a sentirse tranquilo.
-Daniel. Tranquilo. Estamos conectados y puedo sentir que estás sufriendo. No lo hagas por mí. Tú sabes lo que siento por ti. 
-Lo sé. Y temo. También tienes sentimientos por él. 
-Daniel. Hablaremos y te diré todo. El momento ha llegado. Te espero después del mensaje de bienvenida en el patio trasero.
-Está bien. 
Luego de reuniones y charlas todos los estudiantes se reunieron en el auditorio para el saludo de bienvenida. Lista y preparada tras bambalina, Lina esperaba expectante. Luego de hablar sobre el nuevo año y presentar las reglas, el rector dio paso a un pequeño homenaje a quienes habían fallecido aquel día. Les pidió a todos tomarse de las manos y cerrar los ojos en un minuto de silencio, dejando su mente y corazón en tranquilidad. 
Mientras todos se preparaban para el homenaje tomando de sus manos, la señorita Roberts extendió su brazo tras la cortina dándole la mano a Lina. Ella tomó contacto y pudo recorrer cada una de las mentes de los estudiantes sin que estos se percataran de su presencia, logró borrar el recuerdo e implantar el otro, sin embargo en su trayecto mental no pudo evitar detenerse en Louis, supo de inmediato de la pena que él llevaba consigo, un sentimiento de culpa y una imagen de amor se posicionaba con fuerza, arraigado en su mente y su corazón, esto le hacía sufrir y aquella persona era ella. 
Justo en ese instante el minuto de silencio terminó y los jóvenes soltaron sus manos, perdiendo el contacto. La señorita Roberts ingresó tras bambalina en busca de Lina, nerviosa y expectante. 
-¿Lo lograste?- preguntó deseosa de saber si había resultado.
-Dígame usted ¿qué recuerda? - respondió Lina mirándola fijamente. 
-Tienes razón.- Roberts se concentró he intento recordar ese día y efectivamente Lina no se encontraba allí, y pronto el edificio comenzó a caer. –Sí, resultó.- dijo alegre. 
-Qué bueno. Ahora podré volver con los estudiantes. Por suerte mi pelo es más largo que antes, me servirá para ocultarme por ahora.
-¿Por eso traes el pelo suelto?
-Sí.
-Te queda bien. Deberías mantenerlo así. 
-Gracias profesora. Ojalá todo salga bien. 
-Saldrá. Tarde o temprano ellos conocerán la historia de la hija perdida de los Kosh y se mantendrán al margen. Además creo que en poco tiempo muchos te pedirán perdón. Tú sabes, el dinero mueve montañas.
-Niños ricos. Lo sé. Espero no se enteren de que es una farsa. Solo usted lo sabe. Bueno, será mejor irme.
La señorita Roberts y Lina salieron tras bambalinas, ella caminó hacia donde se encontraban sus compañeros, ubicándose junto a Daniel.  Lo miró sonriente y disimuladamente tomó su mano. Este simple acto le trajo la tranquilidad y paz que tenía Daniel y la compartieron.
-Lina ¿qué pasó? ¿Por qué estabas allá?- dijo Daniel a través de la conexión mental que compartían. 
-¿Cómo te volviste tan bueno en esto?- preguntó Lina aún desconcertada. 
Daniel la miró y con esa sonrisa que a ella tanto le cautivaba dijo susurrando: "Soy bueno en muchas cosas". Y continuó con el interrogatorio mental. 
-Dime ¿Qué hacías allá? Hoy sí que has actuado extraño. 
-Mira quien lo dice. -respondió Lina- La señorita Roberts me pidió ayuda con el homenaje.
-Me estas mintiendo. No puedes hacerlo mientras te tenga de la mano. 
-Creo que comenzaré a usar guantes.
-No desvíes la conversación.
-Lo hablamos después. 
-Está bien. Cuanta paciencia debo tenerte, al final solo tengo que seguir esperando.
-Solo unos minutos. 
-¿En serio? - dijo emocionado, olvidando que hablaban mentalmente.
Algunos de los presentes se voltearon para hacerlo callar, con el gesto del dedo en los labios haciendo un extenso "Schhhhh". Lina lo miró y se echó a reír. Daniel no la veía reír así desde hace bastante tiempo y se sintió dichoso. 
El discurso de bienvenida había terminado y los estudiantes comenzaron a salir del auditorio. Antes de comenzar las clases, se les había otorgado un instante de receso con el objetivo de que encuentren sus respectivos salones. Fue en este receso donde Lina decidió hablar con Daniel antes que los demás notaran su presencia. Según lo acordado ambos caminaron hacia el patio trasero. En el trayecto no cruzaron palabras y mantuvieron su distancia. Al llegar se sentaron en la banca más alejada del lugar y dieron inicio a la tan ansiada conversación. 
-No conocía este lugar. -dijo Daniel rompiendo el hielo. 
-Es un homenaje a los chicos que murieron. - respondió Lina.
-¡Oh! Ya veo. Qué triste debe haber sido todo.
-Sí. Muy triste.
-Hablas como si lo sintieras.
-Lo siento, dame tu mano.- dijo intentando conectar con él. - ¿Te das cuenta?- añadió entrelazando sus dedos.
-Estas muy triste ¿tú los conocías? ¿Eran tus amigos? Puedo ver sus rostros. ¿Cómo es posible? No entiendo. El chico ¿está ligado a él? La chica te está protegiendo. Te lanzan piedras. Estás aquí. Antes. – decía desesperado. 
-¿Todo eso viste? Daniel, necesito que me escuches. Son dos cosas las que debo decir y una es muy difícil de entender, pero creo que tú lo harás.
-¡Bien! Deja respirar. Dime. 
-Yo estuve antes en este instituto, hace dos años. Tú, sabes mi historia familiar. Mi padre me enviaba a ganar dinero, pero para él nada de lo que consiguiera era suficiente. Comencé a hacer trucos para pedir dinero en la calle. Un hombre me vio y le ofreció dinero a mi padre a cambio de que yo estudiara aquí. Al final me dieron una beca exclusiva para estudiar en este lugar.
-O sea que tú ya habías estudiado aquí antes. Por eso me parecía que los profesores ya te conocían.
-Así es. Pero este es un colegio de ricos y al saber que yo era pobre comenzaron a hostigarme. Hubo una joven que me ayudó y protegió, fue mi mejor y única amiga aquí, y falleció en aquel accidente. 
-Las piedras que vi eran del hostigamiento. No es posible. 
-Hay personas malas en este mundo, y este lugar es un refugio para muchos de ellos.
-Sé que insisto con lo mismo, pero estoy un poco celoso.  ¿Qué papel juega ese tal Louis?
-¿Sabes su nombre?
-¡Claro que lo sé! El tipo es muy popular aquí. 
-Cuando llegue, el primero que me tendió la mano fue él. Yo me enamoré de él, pensé que era algo mutuo, tuvimos buenos momentos juntos. En aquel árbol él me prometió que me protegería de cualquier cosa, pero no fue así.
-¿Eran novios?
-No sé si llamarlo así. Ahora que lo pienso, fue como una fantasía, un sueño. 
-¿Por qué lo dices? Por muy molesto que este, creo que tienes todo el derecho a ser feliz. Y si crees que con él lo fuiste no me queda más que aceptarlo. 
-Lo fui. El poco tiempo que duró
Mientras Daniel y Lina hablaban, Louis escuchaba desde la distancia tras un muro. Él sabía que no podía estar equivocado. La había visto salir tras bambalinas y a pesar de que llevaba el pelo suelto y estaba mucho más largo era la misma niña que antes había conquistado su corazón. La había seguido hacia aquel lugar y esperaba el momento exacto para poder hablarle. Había esperado aquel momento por largo tiempo y no podía desperdiciarlo. 
-No. ¿Cómo fue entonces?- respondió Daniel eufórico.
-Es difícil de explicar, pero algo nos unía. Cuando los demás se enteraron, corrieron una serie de rumores y el hostigamiento y el abuso fue peor. Louis decidió no entrometerse y siempre observaba desde lejos. En cierta manera lo comprendo, él es un joven rico, heredero de una enorme fortuna y yo una simple mendiga. 
-No es razón. No tiene justificación y aun así tú lo sigues amando.
-¿Ella me sigue amando?- dijo Louis con voz baja mientras escuchaba secretamente la conversación.
-Daniel, cálmate. Tú sabes bien lo que siento.- respondió Lina.
-Es que ya no lo sé. ¿Cómo es posible que tu corazón se divida en dos? ¿Cómo puedes amar a dos personas? No lo entiendo y no quiero entenderlo. 
-¿Ama a otro?- pensó Louis desde la distancia. ¿Quién es ese otro?
-Dan. Dame tu mano. Dime que sientes.
-Soy yo. 
-Lo ves.
-No sé. Estoy confundido. ¿Podemos volver al salón?
-Está bien. No te alteres. Debes mantener la calma. Recuérdalo. 
-Lo sé. 
Daniel caminó a paso ligero, alejándose rápidamente de Lina. Su mente estaba llena de incertidumbre y dolor, pena y desesperanza. No comprendía lo que sucedía. No comprendía aquella nueva habilidad, aquella conexión. Necesitaba despejarse y olvidar, por un momento, todo. Lina por su parte comprendió su reacción y lo dejó ir. Sabía que él necesitaba un espacio y ella se lo iba a permitir, aún quedaban muchas cosas que aclarar, así que debía mantenerlo sereno. Temía que el mal volviera, así que no debía luchar contra la corriente. Lo vio alejarse y tuvo pena. En el fondo quería abrazarlo y decirle lo que sentía pero tenía miedo, por otro lado estaba aquel al que tanto amo y que tanto daño le hizo pero no podía odiarlo. Se levantó tranquilamente y caminó hacia los edificios hasta que fue interceptada por alguien que no esperaba encontrar tan pronto.
-Lina- dijo tímidamente Louis.
-¿Tú? ¿Qué haces aquí? -respondió ella fríamente. 
-Volviste. ¿Por mí?
-¿Por ti? ¡No! - respondió ella sin vacilar. Sin siquiera darse cuenta sintió como sus emociones se desbordaban y las nubes comenzaban a cubrir el cielo. "Debes tranquilizarte" se dijo y respiró hondo.
-Qué extraño está el clima. ¿No crees?- respondió este mirando el cielo.
-Debo irme. -dijo Lina sin mirar y se alejó raudamente.
Louis bajó la mirada. Se quedó inmóvil un par de segundos y caminó hacia el patio trasero. Mientras tanto; Daniel sintiendo la incertidumbre de Lina se tomaba el pecho, se sentía ahogado y caminaba tambaleante, sosteniéndose de las paredes. Estaba al borde del colapso cuando fue interceptado por la señorita Roberts quien velozmente lo llevó a la enfermería. 
-Daniel. Tranquilo. Te llevaré a la enfermería.-dijo sosteniéndolo.
-No. Estoy bien.-dijo este intentando respirar adecuadamente.
-No te puedo dejar en este estado. Sé muy bien tu condición y no quiero que algo llegue a pasar. Así que quieras o no te llevaré igual. - respondió ella con tono autoritario. 
-Está bien. Vamos
-Te dejaré allí. Tengo que dar aviso a tus padres.
-¡No! -gritó Daniel- ¡A mis padres no! No quiero preocuparlos. Esto no tiene nada que ver con mi condición de salud, es algo que no sé cómo explicar pero que va más allá de la comprensión.
-¿Cómo? ¿Tú también? - dijo ella sorprendida.
-¿A qué se refiere profesora? ¿De quién más habla?
-No. No me hagas caso. Estoy un poco nerviosa hoy, eso es todo. 
-Por favor ¿podría avisarle a mi hermana? Necesito hablar con ella.
-Claro. No te preocupes e intenta descansar.
La señorita Roberts dejó a Daniel en la enfermería descansando mientras buscaba a Lina. Recorrió todos los pasillos y salones; y recordó aquel lugar que ya se había hecho un punto de encuentro, el árbol de castaño. Caminó hacia allá mientras observaba la reacción de los estudiantes. 
Luego de hablar con Louis, Lina corrió para despejar su mente y el cielo. Hasta que llegó al árbol que podía entregarle la energía necesaria para aclarar su mente. Estaba allí cuando una voz la despertó de su trance. 
-Sabía que eras tú, mendiga  -dijo una joven desde la distancia. – ¿Qué haces aquí? ¿Volviste para continuar con lo que dejaste inconcluso? 
Lina se volteó lentamente, se mantuvo serena y con un suave movimiento de sus manos despejó completamente el cielo dejando un azul profundo a su paso. La joven la miró sin percatarse de nada, en sus ojos se percibía el odio. 
-Ágata; tanto tiempo sin verte. - respondió Lina.
-Mendiga. Te pregunte qué haces aquí. ¿O vienes por la fortuna de Louis nuevamente? 
-¿Fortuna? No es necesario.
-¿No me digas que ya encontraste con quien arrastrarte?
-Ágata. No llenes tu corazón de odio. Yo no tengo nada en contra tuya.
-¿A no? ¿No me debes nada? Déjame aclararte algo. La gente como tú, pobres, mendigos, no tienen nada que hacer aquí. Las malas costumbres se pegan y no dudo de que tú seas una persona sin escrúpulos para conseguir fortuna. 
-No te preocupes por eso. Pasaré mi estadía aquí sin hacer contacto con nadie. ¿Está bien? Viviré como mendiga solo si ustedes me lo permiten, claro. –respondió Lina sonriendo. Esto alteró de tal manera a la chica que se abalanzó sobre ella y la tomó por el cuello amenazándola.
-Mendiga. Ni se te ocurra acercarte a Louis o lo pasarás muy mal. No quiero saber de ti. No quiero escuchar tu nombre o te juro que esta será la última vez que puedas pisar este lugar. 
Lina se dejó amenazar, no hizo absolutamente nada para liberarse de las manos de Ágata, escuchó cada una de las palabras y la miró a los ojos desafiantemente. En el fondo quería lanzarla lejos, pero sabía bien que no podía abusar de sus habilidades de esa manera. Puso su mano en su pelo y levantó su flequillo mostrando una pequeña cicatriz que llevaba incrustada en el alma como una daga. 
-Mira. - dijo- ¿Crees que haré algo para que me vuelvan a dejar otra marca como esta? Quédate tranquila Ágata de Mevius. Yo Lina Kosh Ambalni, puedo eliminarte así, solo con el chasquido de mis dedos.- respondió haciendo uso del apellido que en esa ocasión le favorecía. 
Ágata la soltó y se echó hacia atrás, en sus ojos se veía incertidumbre, ese apellido le hacía temer. Se preguntaba por qué la mendiga se hacía llamar así. Miró a su alrededor y vio como sus compañeros observaban expectantes y para no dejarse vencer se retiró dejándole una advertencia. 
-Mendiga, cuídate la espalda.- dijo alejándose de Lina quien se mantenía tranquila y serena de pie frente al árbol. 
La señorita Roberts presenció lo ocurrido desde la distancia mientras se acercaba a paso veloz, llegó justo en el momento en que Ágata se marchaba y sin interceder le mencionó a Lina que Daniel se encontraba en enfermería. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.