Luna de Fresia

IV. Pasajera tranquilidad.

Luego de calmar el corazón de Daniel, ambos se dirigieron al salón y participaron de las clases sin mencionar palabra alguna. En los ojos de Lina se dibujaba la tristeza, en los ojos de Daniel la incertidumbre. Había muchas cosas que conversar aún, pero esperarían a que todo estuviera más tranquilo. 
Conforme los días pasaban, los antiguos estudiantes comenzaron a enterarse de su regreso y muchos eventos fueron recordados. Las golpizas, los ataques, los rumores que se extendieron y lo más horrible que le hicieron, el apedreo que la dejó casi inconsciente. Lina sabía perfectamente lo que sucedía, sus habilidades se habían extendido tanto que podía oír perfectamente lo que otros decían y pensaban, sin embargo decidió mantener la calma. Todo era como un tornado que giraba a su alrededor y ella en el centro de este, solo cerraba los ojos y respiraba hondo como si nada pudiera perturbar la paz de su corazón. Mientras los comentarios se expandían, una voz siempre presente la calmaba, su amiga que antes estuvo allí para ella y que aún sigue presente en esencia. 
-Daniel, necesito hablar contigo. - dijo Greta un día, luego de regresar del baño. 
-Dime. - respondió Daniel, sospechando a qué se refería- ¿Qué sucede?
-¿Podemos hablar en otro lugar? - dijo mirando a Lina.
Lina sabía perfectamente lo que Greta quería hablar con Daniel, a pesar de ello, hizo como que no notó su accionar e ignoró lo sucedido mirando como siempre por la ventana. Daniel se levantó rozando levemente la mano de Greta y fue allí cuando supo exactamente lo que ella quería decirle, se volteó rápidamente mirando a Lina con temor y ésta sin moverse siquiera y rodeada de un aura de paz absoluta, le susurró “ve”. Daniel salió con Greta al pasillo y allí ella le comentó lo que había oído en los baños. 
-Daniel, ¿has escuchado todo lo que han dicho de Lina? -preguntó preocupada- Dicen que ella estuvo aquí antes y que es una caza fortunas, que intentó manipular a Louis Walson.
-Si lo he escuchado, pero no es del todo cierto.- respondió Daniel- Lina estuvo aquí antes, eso es cierto, sobre Louis Walson es casi cierto, fueron novios pero él la engañó. 
-¿Cómo? Entonces ¿por qué la culpan a ella? Dicen que incluso es pobre y por eso manipuló a Louis.
-Debes creerme, ella es mi hermana. – Dijo intentando sobrellevar la situación.- No sé si sea necesario contarte esto. Es un secreto familiar, pero tú eres nuestra amiga y debes saberlo. Lina es mi hermana pero estuvo desaparecida un tiempo. Y ese tiempo estuvo aquí. Llevaba otro nombre por eso dicen que era pobre. 
-Me estás diciendo que todo lo que hicieron con ella no fue por su culpa.
-No. Ella sufrió mucho, incluso tiene cicatrices que jamás serán borradas. 
-¡Oh! Pobre. Y yo estaba dudando de ella. Me siento tan culpable. 
-No te preocupes por ella. Es fuerte, más de lo que parece. Y no tienes que sentirte culpable, muchos de los rumores, algo de verdad tienen, pero cuando pasan de boca en boca se tergiversan un poco. 
-Sí, tienes razón. Entonces creo que debería contarte algo. 
-¿Qué cosa? ¿Sabes algo?
-Sí. Escuché todos los rumores y pensé que eran ciertos. También escuché que planeaban hacerle algo y creí que se lo merecía por eso me quedé callada. 
-¿Qué? ¿Me estás diciendo que estabas de acuerdo?
-Es que Daniel, le tenía celos. Ella es tan fuerte y yo no. Me gustaría ser como ella y tener toda tu atención. 
-Greta. Yo sé lo que sientes. Pero no hagas que me arrepienta de ser tu amigo. Tú no me conoces tan bien. 
-Perdóname Daniel. Quiero que sigas siendo mi amigo. Con tener tu amistad me conformo.
-Bueno ¿me dirás o no lo que van a hacer?
-Escuché que a la salida la van a apedrear. Está todo planeado, harán que salga por la puerta trasera y la esperarán afuera. 
-¿Y cómo es que yo no sabía de eso?
-Es porque saben que tú eres cercano a ella. Pero al parecer no saben que son hermanos. Piensan que son amigos. O más bien que ella te está manipulando a ti ahora, porque eres un heredero. 
-¿Cómo pueden ser así? Gracias Greta. Te pido que por favor no te involucres. No quiero que salgas lastimada. Volvamos al salón. 
Greta y Daniel volvieron a sus respectivos lugares. Greta se sentía tan avergonzada y culpable que no se atrevió a darle la cara a Lina. Ella por supuesto, sabía todo. Se levantó y caminó hacia Greta, se arrodilló a su lado, puso sus manos sobre la mesa y sonriéndole le dijo:
-Greta, te entiendo. Aún eres mi amiga. 
Greta la miró asombrada, un par de lágrimas rodaron por sus mejillas y la abrazó desconsoladamente. Daniel las observaba dichoso, y se sentía contento de que ellas por fin pudieran volver a ser lo que eran antes, antes que llegaran los alumnos antiguos. Las horas pasaron y Daniel intentó muchas veces advertirle a Lina sobre lo que sucedería. Pero ella bloqueaba cada intento de comunicación mental. Al final buscó la forma de decirle personalmente, pero las palabras no salían de su boca, Lina había bloqueado también su capacidad de hablarle. Ella sabía lo que sucedería y antes de que toquen para la salida, se levantó de su lugar y caminó hacia la puerta trasera. Utilizó sus habilidades para bloquear a Daniel, evitando que pudiera dirigirse al lugar. Afuera se había reunido una gran cantidad de estudiantes y todos llevaban en su bolsillo o manos piedras que serían los proyectiles que lanzarían. Lina había pensado en devolverlos, pero se retractó luego de darse cuenta que aquello haría que descubrieran sus poderes. Le hablo mentalmente a la señorita Roberts y le dijo lo que estaba a punto de suceder, le pidió que fuera luego de dos minutos después que tocaran el timbre y detuviera a los estudiantes. La señorita Roberts se movió rápido y dio aviso a los demás profesores y auxiliares. Cuando tocaron Lina ya estaba en la salida trasera y caminaba simulando estar distraída. Afuera, liderando la multitud, estaba Ágata con una piedra en la mano.
-Hasta aquí llegó tu suerte, mendiga. – Dijo riendo- No pudiste con Louis y ahora manipulas a Daniel. Por eso me dijiste que eras Lina Kosh, lograste que aceptara casarse contigo, maldita. - Lina, la miraba sin decir una palabra.- Me imagino como tuviste que arrastrarte, perra. ¿Con su padre quizás? ¿Sabrán ellos la maldita perra que eres?- seguía insultándola, Ágata. 
-Yo me pregunto ¿sabrá Louis la maldita perra que eres? - respondió Lina, estableciendo contacto con Louis que se encontraba cerca. 
Louis al escuchar la voz de Lina, quedó aturdido, era como que la escuchaba dentro de su cabeza y tuvo un sentimiento de angustia, presintió que algo estaba pasando y corrió hacia el lugar. Tal como él, y de diversas direcciones, los profesores y ayudantes se dirigían hasta allí con el objetivo de detener todo. La voz de Ágata se escuchó en los rincones más profundos del lugar cuando gritó con todas sus fuerzas: “¡Ahora!”. Lina vio en cámara lenta como se acercaban hacia ella miles de piedras que salían de todas partes como proyectiles con un solo blanco; su cuerpo. Louis corrió con todas sus fuerzas y al escuchar la voz de Ágata se lanzó sobre Lina buscando protegerla. Cuando Ágata vio a Louis allí, abrazando a Lina y recibiendo los proyectiles, se desplomó en el suelo y gritó desesperada: “Alto, paren. No golpeen a Louis”. Los estudiantes se detuvieron justo en el instante en que los profesores llegaban al lugar para controlar la situación. La señorita Roberts ayudó a Lina y Louis acompañándolos a la enfermería, mientras que los demás profesores identificaban a quienes habían participado en aquel evento. 
Mientras tanto Daniel ya había sido liberado de su bloqueo y reaccionó recordando lo que sucedería. Corrió rápidamente y llegó cuando toda la multitud estaba disuelta. En el suelo, miles de piedras decoraban el lugar, y los murmullos no se dejaban estar. Se acercó a una de las chicas que allí estaba y le preguntó qué había pasado. Ellas le contaron lo sucedido mencionándole que Louis había protegido a Lina y que ahora estaban en enfermería. Daniel corrió con todas sus fuerzas hasta la enfermería, ingresando precipitadamente. 
-Jovencito ¿Qué hace aquí? - gritó un enfermero.
-Necesito ver a Lina. - respondió Daniel alterado.
-No puedes entrar. Ella está descansando en este momento. 
-Déjeme verla, es mi hermana. Tengo que verla. Déjeme pasar. - gritó desesperado. 
Los enfermeros al escuchar que era su hermana lo dejaron entrar sin vacilar. A un lado de la cama de Lina y solo separados por una frágil cortina, se encontraba Louis. Había escuchado el escándalo de Daniel y supo que la relación entre ellos era familiar. Sintió alivio ya que también había escuchado los miles de rumores que circulaban alrededor de ella. Y se preguntaba ¿por qué ella no los había aclarado? Daniel ingresó desesperado y se arrojó sobre la joven.
-¿Estás bien? ¡Maldita sea, Lina! ¿Por qué me dejaste allí? – preguntaba y gritaba angustiado.
-Dan...- respondió ella casi consolándolo- ...tranquilo. No pasó nada. 
-¿Cómo que no pasó nada? - dijo- Si no hubiese pasado nada no estarías aquí. ¡Eres tonta!
-¡Oye! No me trates así. ¡Qué chistoso eres!- dijo ella riendo- Luego te explicaré mejor. Aún quedan muchas cosas que explicar. 
-Dime ahora. Ya no puedo más con todo esto. 
-Ahora no. - respondió ella indicando la cortina- Las paredes escuchan.
Daniel se levantó y miró a la cama contigua corriendo la cortina. 
-¿Eres tú? - le dijo con desprecio- Supongo que estás bien. 
-Sí. Estoy bien.- respondió Louis- Solo me pegaron algunas piedras y no dolió. 
-Ya veo. Haciéndote el fuerte. 
-No. No es eso. Fue extraño. Pero bueno. Te agradezco tu preocupación. 
-No lo agradezcas demasiado. Era lo mínimo que tenías que hacer, después de todo lo que le hiciste a Lina. 
-Daniel.- interrumpió Lina.- Déjalo.
-Lo sé.- dijo Louis triste- Ni te imaginas cuánto me pesa eso. 
-No vengas con estupideces, las personas como tú no les pesa algo así. 
-Daniel, por favor, para. - volvió a insistir Lina. 
-¿Qué? ¿No me digas que ahora lo defiendes?- le gritó Daniel
-No se trata de eso. - respondió Lina- Pero detente. No discutas con él. No te hace bien. 
-Lo lamento, Daniel. – dijo Louis, tomándolo del brazo. 
Daniel pudo sentir las emociones y pensamientos de Louis y descubrió que en realidad todas las imágenes de antes le pesaban en el corazón. Se sintió angustiado y depresivo, sintió una pena enorme y un amor profundo. Volteó la mirada y vio a Lina. Sus ojos se llenaron de lágrimas y comenzó a temblar. 
-Dan ¿qué pasa?- preguntó Lina al verlo entristecido.
-Nada. Debo salir de aquí. 
Lina supo inmediatamente que era lo que sucedía, aquella conexión con Daniel le hacía sentir lo que él sentía y viceversa, y su capacidad actual le permitía saber qué es lo que pensaban los demás a su alrededor. Se levantó lentamente y salió de la enfermería ante la mirada y desesperación de Louis. Caminó intentando establecer contacto con Daniel y lo encontró sentado en una gran piedra en la playa. Se dirigía hacia aquel lugar cuando fue interceptada por la señorita Roberts y el profesor Villin. 
-Lina. ¿Qué sucedió? Puedes contarnos. Después de recibir esas piedras ninguno de los dos está lastimado.
-Yo las desvié disimuladamente. Dejé que unas cuantas cayeran sobre nosotros para no levantar sospechas pero disminuí el impacto.
-Es increíble lo que puedes hacer. 
-No sé si llamarlo increíble. Todo esto me ha traído más dolor que alegrías. 
-Pero quienes hemos sido parte de ello, estamos más que agradecidos. - respondió el profesor Villin.
-Por cierto profesor ¿no ha notado nada extraño después de aquel suceso? - preguntó.
-No, nada. ¿Por qué lo preguntas?
-Por nada. No se preocupe. Ahora iré a buscar a Daniel que está un poco descompensado después de lo que pasó. 
-Ve.- dijo la señorita Roberts- Se nota que te preocupas mucho por él. Ve. Tranquila. 
Lina se alejó de los profesores mientras ellos la observaban asombrados, perplejos sin saber cómo explicar las cosas que sucedían y de las cual ellos estaban al tanto. 
-Esta chica es un gran elemento. Debería sacarle partido a sus habilidades. - decía Villin- Podría hacerse famosa y millonaria.
-No seas codicioso, Eddie, recuerda lo que dijo Lina. Vive bien, se feliz, no llenes de maldad tu corazón.
-Tienes razón. Hay muchas cosas que quiero hacer ahora que me ha dado una segunda oportunidad. 
Los profesores caminaron lentamente hacia la sala de maestros esperando que la paz volviera a reinar los pasillos del instituto. Pero aquella tranquilidad solo duraría unos cuantos días. 
Mientras tanto, Louis en la enfermería no podía explicar cómo la lluvia de piedras no le había causado ningún daño. Recordaba lo sucedido anteriormente y le dolía el alma.  Aquel día, Lina había perdido el conocimiento tras los miles de golpes que había recibido, pero esta vez él no podía permitirlo y no dudó ni un segundo en interponerse entre ella y los proyectiles. Se sentó en la cama mirando su cuerpo, no habían marcas, ni siquiera algún enrojecimiento, estaba seguro que había recibido golpes pero no podía explicar porque no tenía marcas. 
Ágata, desde fuera lo miraba avergonzada, ingresó en silencio, lentamente como temiendo alguna reacción de Louis y se posó a los pies de la cama frente a él.
-¿Estás bien?- dijo tímidamente. 
-Sí, lo estoy. - respondió este indiferente. 
-Lo siento, Louis. No queríamos lastimarte a ti
-Lo sé. Querías lastimar a Lina. Pero aún no sé por qué. No entiendo por qué actúas así, por qué tienes tanto odio.- dijo sin siquiera mirarla con voz temblorosa.
-¿No lo entiendes? Es por ti.
-¿Por mí? - dijo molesto- ¿Te atreves a decir que es por mí?
-Sí. Es por ti, por el daño que ella te hizo. No eres el mismo y es culpa suya.
-Sé que no soy el mismo, pero todo es mi culpa. Ella no me hizo nada. Todo lo hice yo.
-No digas eso. Sabes bien que ella iba tras tu dinero y tú le creíste sus mentiras. Es una manipuladora.
-No. No es así. Eso es lo que yo me dije a mi mismo para intentar alejarla de mí. Y tú lo sabes.
-Ella es mala, es una maldita que ni siquiera debería vivir. 
-Ágata. Cállate. - gritó furioso- Por favor cállate. 
- Pero Louis, todo lo que he hecho lo he hecho por…
-Por mí. - interrumpió Louis- Si quieres hacer algo por mí, déjala en paz. Y aléjate.
-Jamás. No me pidas eso. 
-Entonces verás lo que yo soy capaz de hacer.
-Louis. No me odies. No me amenaces así.
-Si intentas lastimarla, esta vez la protegeré. Lárgate de aquí, no quiero verte. Lo nuestro termino.
-Louis, no. Espera
-Lárgate. - gritó.
Ágata salió corriendo de la enfermería, sus ojos se llenaron de lágrimas y su corazón se oscureció. El odio hacia Lina se hacía cada vez más grande, deseaba verla muerta y haría todo lo posible para que así sea. Mientras tanto Louis sentado en su cama pensaba en ella, y en su deseo de protegerla, pero sabía que antes debía lograr que ella vuelva a confiar en él y tenía claro que aquello sería muy difícil. 
Lina caminó lentamente hacia la playa. Esperaba encontrar allí a Daniel un poco más calmado. Lo vio a lo lejos sobre una gran roca sentado mirando el horizonte. Se acercó suavemente y se sentó a su lado. 
-Aquí estás. - dijo acariciando su pelo.- ¿En qué piensas?
-En la inmensidad del mar. - respondió Daniel sin despegar la vista del océano.
-Increíble ¿cierto? El mar, tranquilo o tempestuoso, pero al cual hay que tenerle gran respeto. 
-El solo mirarlo me trae paz. Siento como se calma mi ansiedad y mi corazón se deja llevar por el vaivén de las olas. 
-Últimamente has perdido la calma con mucha facilidad. No había visto eso en ti.
-Lo sé. Siempre estuve sereno, incluso cuando sabía que moriría pronto. Pero ahora me siento inseguro.
-¿Por qué?
-Por ti. Antes no te conocía. Tenía a mis padres, ya no tenía amigos. El morir me daba tranquilidad ya no habría sufrimiento. Jamás pensé en lo que significaba perder algo. Hasta ahora.
-¿Hasta ahora?
-Sí. Después llegaste. Al principio te acogí como si fueras mi hermanita. Me sentía feliz de volver a tener alguien a quien proteger, luego vi en tus ojos ese temor a la vida y me identifiqué contigo. Sentí que compartíamos algo. Cuando te abrazaba tu corazón latía con fuerza y me enamoré de eso. No quise aceptarlo hasta ese día en la playa. 
-Pero sabes que es imposible.
-No lo es. Es difícil, sí, pero no imposible. 
-Dan. Yo te quiero mucho y quiero verte feliz. No me gusta verte así de angustiado, me encantaría que volviéramos a ser como antes. Cuando estábamos en casa, sentados en el sillón mirando películas ¿lo recuerdas?
-Claro que sí. A mí también me gustaría eso. Pero yo decidí venir aquí. Creeme si hubiese sabido antes toda tu historia jamás hubiese venido. 
-Dany. No te preocupes por eso. Yo puedo defenderme sola. Además hay…
-Sé que puedes defenderte - interrumpió Daniel- pero mi angustia es perderte. Jamás tuve temor hasta ahora. No quiero perderte, no quiero que me dejes. 
-No lo harás. Me quedaré a tu lado. Te lo debo. 
-¿Podemos hablar de lo que quedó pendiente? Ya se tu historia con ese tipo. Sé sobre tu sufrimiento, pero aún hay algo que me perturba y no sé cómo explicarlo.
-¿Te refieres a nuestra conexión?
-Sí. Más o menos. Me quede como en pausa hace rato y no podía hablarte. Fue desesperante y aterrador. 
-Fui yo. 
-¿Cómo fuiste tú? No seas tonta, tengo un poco de miedo de que tenga un tumor a algo así. 
-En verdad fui yo. - dijo Lina hablando con sinceridad. – Sigue mirando el mar. Te lo demostraré. 
-¿Qué dices? ¿Qué harás?
-Solo mira. 
Lina se concentró, cerró los ojos brevemente, visualizó el lugar que pretendía modificar, levantó su mano lentamente y abrió los ojos.
-Pon atención. - dijo y comenzó a mover sus dedos. 
Las olas del mar se levantaban y se revolvían, era como si alguien con una paleta gigante las revolvieran en un enorme recipiente, luego dispersó unas cuantas piedras y moviéndolas escribió D y L, bajo el mar. Daniel solo veía como las aguas se agitaban hasta que se calmaron.
-¿Tú moviste las olas? - preguntó asombrado- ¿Cómo hiciste eso?
-Ni yo sé cómo. Solo sé que puedo. Además no solo hice eso. ¿Quieres ver?
-¿Qué más hiciste? ¿Cómo puedo ver?
-Necesito que te calmes y cierres los ojos. Te llevaré conmigo. 
Daniel la miraba incrédulo, no obstante, cerró sus ojos tal como ella le indicaba. Lina tomó su mano y se conectó con la mente de Daniel como había hecho antes para hablarle, pero esta vez le permitió transitar por el lugar como si realmente estuvieran allí. Se posaron sobre el mar y se sumergieron. 
Mira el fondo, le dijo. Daniel abrió sus ojos y se encontró sumergido en el mar, luego guio su mirada hacia el fondo marino y vio cómo se dibujaban con rocas una D y una L. No podía comprender aquella experiencia extrasensorial, pero aquello lo llenó de dicha. Luego volvieron a sus cuerpos y Lina le permitió despertar. 
-¿Qué fue eso? ¿Un sueño? - preguntó aturdido.
-No. Fue real. Fui yo.
-¿Cómo haces eso? No entiendo.
-Daniel. Tengo habilidades. No puedo decirte cómo las obtuve o cómo las hago, porque no lo sé. Solo sé que puedo hacer ciertas cosas. Como por ejemplo mover aquella piedra. – dijo alzando su mano y levantando una piedra que se encontraba en la playa.
-¡Esto es increíble!- respondió Daniel – ¿y una piedra más grande?
-Claro, pero es muy vistoso. Si quieres, hago que llueva.
-¿En serio? ¿Estas bromeando?
-No. Mira el cielo.
Lina dirigió su mirada al cielo, cerró sus ojos y movió las nubes que prontamente comenzaron a reunirse, al cabo de unos segundos una fuerte lluvia caía sobre la isla. Daniel eufórico, se levantó y se puso a correr y saltar bajo la lluvia. Lina lo acompañó al instante y empezaron a cantar y bailar, riendo a carcajadas. Ya pasada la euforia, Daniel se acercó a Lina, la tomó por la cintura aproximándola a su cuerpo. "Ahora, te quiero aún más. Cuéntame todo", dijo susurrando. Lina lo miró complacida, en un principio temía a su reacción, pero después de percatarse de la tranquilidad y paz que expresaba Daniel, decidió contarle todo lo que ella sabía sobre sus poderes. Se sentaron sobre la arena y mientras Lina despejaba las nubes de lluvia para observar el atardecer, Daniel la miraba orgulloso.
-Estamos mojados - dijo Daniel- podemos enfermarnos.
-Tranquilo. No te enfermarás. Yo te curaré.
-¿A qué te refieres?
-Dijiste que te cuente todo ¿cierto? Pon mucha atención. -dijo -Tengo estas habilidades extrañas, como te dije no sé cómo las obtuve. Puedo manipular la materia viva o muerta. Mover cosas y controlar el clima.
-Eso es genial. Me encantaría mover cosas. 
-Tú igual tienes algo de mi poder. Quizás te lo transferí en algún momento, o por el tiempo que hemos pasado juntos, por nuestro contacto. 
-¿Te refieres a la conexión que tenemos?
-Sí. Puedes sentir lo que otros sienten con solo tocarlos, yo también puedo hacerlo. Además puedes hablar conmigo y puedes sentir lo que yo siento y yo lo que sientes tú.
-Sí. Pensé que eso era algo de nosotros. 
-Sí es de nosotros. En realidad tú puedes conectarte conmigo. En cambio yo puedo establecer esa conexión con otros. 
-Eso quiere decir que ¿si tú quieres también puedes tener esa conexión con otros?
-Otros podrían escucharme cuando yo quiera, pero ellos no podrán acceder a esa conexión cuando ellos quieran, eso lo controlo yo. En cambio tú puedes hacerlo a voluntad, pero solo conmigo.
-¡Ya veo! Aún seguimos teniendo una conexión solo nuestra.
-Sí. Aunque tus habilidades están limitadas, puedes sentir lo que otros sienten al tocarlos, pero nada más que eso. En cambio yo puedo sentir, escuchar sus pensamientos y manipular su mente.
-¿Cómo?
-Si entro en contacto con otros, puedo sentir lo que sienten, como tú lo haces. Pero también puedo escuchar lo que piensan y si quiero puedo cambiar su pensamiento, o sus memorias e introducir nuevas. 
-Eso es un poco aterrador ¿no lo crees? Espera...- dijo después de unos minutos- ¿lo has hecho conmigo?
-Lo siento mucho Daniel, pero si lo hice. – respondió Lina avergonzada.
-¡Ok!
-Pero fue…
-No quiero saberlo. - interrumpió Daniel- Confío en que lo que hiciste fue por mi bien ¿cierto? ¿O tú hiciste que me enamorara de ti?
-No hice eso. Y sí, lo hice por tu bien. 
-Está bien. Confío en ti.
-Hay otra cosa que puedo hacer, pero no sé si decírtelo.
-Vamos. Ya estamos en esto. Estoy preparado para lo que venga.
-Puedo sanar.
-¿Qué? ¿Así de simple? ¿Enfermedades, dices tú? Espera ¿tú me curaste?
-Sí.
-No puedo creerlo. Pero ¿cómo? ¿Y el trasplante?
-No existió. Lo manipulé todo. 
-¡Por dios! ¿Qué extraño ser eres? ¿Por qué lo hiciste? 
-Daniel, por favor, no temas de mí.
-No lo hago. Me siento feliz. Eso quiere decir que puedo vivir muchos años mientras estés a mi lado. Envejeceremos juntos. ¿Qué te parece? - respondió riendo. 
Lina rio junto a él. Daniel era un joven admirable. Tenía un espíritu libre y comprensivo, no lograba entender que lo había llevado a tener tanta maldad y oscuridad alimentándose de su ser.  
-Cuando hago alguna de todas esas cosas que te dije, necesito acumular energía vital. Mi propia energía vital. Las cosas simples no requieren de mucha, pero el curar y sanar sí. 
-Eso significa que al sanarme tú perdiste parte de tu vida.
-Sí. Así fue. La puedo recuperar si inmediatamente después la tomo de algún ser viviente. ¿Cómo explicarlo? Yo puedo dar de mi vida, pero para seguir viviendo debo tomar la de alguien más. 
-O sea que debes matar a alguien para seguir viviendo.
-Puede decirse de esa manera. Pero no lo he hecho. No he matado a nadie. Cuando me falta energía la tomo de los árboles, plantas, incluso insectos, tomo prestado un poco de cada uno, así lleno mi alma, es como llenar un tanque. Pero si no hay nada cerca, prefiero limitar mi vida antes de lastimar a alguien.
-Lina. ¿Perdiste tiempo de vida por salvarme? ¿No la puedes recuperar ahora?
-No puedo. Ese día descubrí que debe ser inmediatamente y no había plantas ni flores alrededor. Estábamos en el hospital.
-Es decir, que ahora estás en la mitad de tu vida. 
-Sí. Estoy en tres cuartas partes de mi vida,  pero no todo es por ti. 
-¿Cómo?
-Ayudé al profesor Villin. Le quedaban unos 6 meses y lo cure. Tampoco había nada cercano de donde tomar energía, solo estaba los maestros pero no lo iba a tomar de ellos. 
-Lina. Eres increíble. 
-Solo te pido que guardes mi secreto. 
-Claro, ¿a menos que me aceptes?
-Yo te acepté desde el día en que me ayudaste. 
Daniel la miró con ternura. Ella cargaba con tanto peso en el alma, pero había sido recompensada con una increíble habilidad y a pesar de que era muy fuerte, sabía que era su deber estar allí para ella, era un peso demasiado grande para cargar sola. 
Se pusieron de pie. Lina se sostuvo en un árbol y puso su mano sobre el pecho de Daniel, cerró los ojos y le entregó una pequeña dosis de energía. Daniel sintió como aquello recorría su cuerpo como un toque eléctrico, no era doloroso pero si le generaba una euforia inexplicable. 
-Listo. Ahora no te enfermaras. 
-Y yo que pensaba que esto eran escalofríos de nerviosismo por tenerte a mi lado. Tú has estado cuidándome todo este tiempo.
-Sí, así es.
-Gracias. –le dijo abrazándola. 
Luego, ambos caminaron tranquilamente hasta los dormitorios. Daniel sonreía, mientras que Lina sentía como su corazón se sosegaba, era como si los pesares del alma la abandonaban por un momento. 




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