Luna de Fresia

V. Antes: Cómo Louis conoció a Lina.

Llegó allí completamente sola. Un auto la dejó en la entrada principal y se marchó. Sujetó su bolso y transitó hacia el salón principal. Una vez allí, un auxiliar le preguntó si era Lina Rodríguez, ante el gesto de afirmación, le entregó una serie de documentos y la llevó a los dormitorios. 
Ella se instaló en el dormitorio más alejado del lugar. Miró los papeles; eran un sinfín de documentos, entre reglamentos, mapas y horarios. Según la instrucción del auxiliar, debía estudiarlos y aprenderlos correctamente, de lo contrario recibiría un castigo. Dejó su bolso en el dormitorio y caminó hacia su salón. Una vez allí, ocupó el lugar designado, el último de la fila, distante de todos los otros estudiantes. Le parecía extraño, quizás algo discriminatorio, pero estaba feliz, prefería aquel lugar que estar en casa con su familia. 
Había llegado allí, gracias a un hombre que les ofreció dinero a sus padres a cambio de que ella estudiara en ese lugar. Obviamente su padre accedió inmediatamente y agarrando las pocas cosas que tenía la echó a la calle. Recuerda que le gritó "Lárgate, anda a ofrecerte a ese lugar" mientras lanzaba su bolso hacia afuera. Muchos otros padres llorarían en una situación así. 
Ella no sabía quién la había ayudado, pero estaba feliz de salir de aquel lugar. Al principio todo fue extraño, sus compañeros la miraban de reojo y evitaban contacto con ella, pero a ella no le importaba. 
Habían pasado algunos días cuando el profesor la obligó a limpiar todo el salón, incluyendo las mesas y ventanas, además de cargar todos los libros y llevarlos a la biblioteca. Estaba completamente exhausta cuando tropezó con un joven soltando los libros que cayeron esparcidos por el suelo, ella se dejó caer desplomándose sobre estos, bastaron unos segundos para que recuperara el aliento y comenzó a recogerlos uno a uno, apilándolos. Ya no podía más, estaba tan cansada que sentía como sus piernas y brazos temblaban y dudaba si estos podrían con todo el peso de los libros. Respiró profundo y continuó recogiéndolos. 
Aquel joven la miró tiernamente, se agachó y comenzó a ayudarla. Acumuló los libros en una pila y los levantó. 
-¿Hacia dónde los llevas? - preguntó. 
-A la biblioteca. -dijo Lina extrañada- Dámelos, los llevaré. 
-Déjame ayudarte, si quieres puedes tomar uno. 
Lina se acercó y alzándose de puntillas sacó el libro que estaba en la cima de la pila. Lo siguió en silencio. Desde su ángulo él se veía distinto. Una luz irradiaba de su cuerpo, la arrogancia no encontraba lugar en aquel joven, su corazón latía acelerado y comenzó a admirarlo, sonriendo. Ese fue el día en que comenzó su desgracia. 
Con el pasar de los días, muchos de estos encuentros fortuitos se llevaron a cabo. Lo encontraba donde fuese que iba. Lo admiraba y deseaba verlo, se conformaba con ello. No le interesaba saber su nombre, tenía claro que era un niño rico, pero algo le hacía buscar la forma de verlo aunque sea a la distancia. Así mismo como inició este deseo de verlos, comenzó el hostigamiento. Le hacían bromas pesadas y le dejaban mensajes horribles. Había sufrido tanto antes que aquel comportamiento era como el roce de una suave brisa. Hasta que un día en el comedor pasó un hecho que dio pie a un trato más cruel y malvado. 
Llegó como de costumbre antes que los otros, una de las tantas reglas que debía seguir. Tenía prohibido cruzar miradas con los hijos de ciertos reconocidos millonarios, ella sabía de ellos de nombre pero no los identificaba en persona. Sin embargo, quizás producto del destino, aquel día su almuerzo se atrasó. Esperó en la ventanilla tranquilamente, intentando no mirar a su alrededor. Poco a poco comenzaron a llegar aquellos que formaban parte de la elite, ubicándose en sus lugares esperando ser atendidos. La cocina comenzó a moverse rápido y los cocineros y garzones a ponerse nerviosos, ella nunca antes había visto tal reacción. 
-Disculpe ¿señora? -preguntó a la que le entregaba la comida -¿qué sucede? 
-Llegaron los diamantes. - dijo indicando la llegada de los estudiantes. 
-¿Diamantes? -preguntó sin entenderlo. 
-Niña será mejor que te vayas. 
-Pero aún no he almorzado. 
-Mira, toma esta fruta. Lo siento mucho, si vuelves más tarde te daré algún postre. ¿Está bien? 
-Gracias. Bueno, me marcharé. 
Lina aceptó la fruta y se dispuso a marcharse pero en el trayecto se encontró con Ágata, quien por su actitud despreciativa la miró con desdén. 
– ¡Quítate de aquí, pobretona! - le dijo empujándola - Ahora tendré que lavarme las manos, otra vez. - continuó sacudiéndose. 
Lina retrocedió unos pasos producto del empujón golpeando a uno de los garzones quien dejó caer la bandeja de comida. 
-Mira lo que hiciste, estúpida. - gritó Ágata, dando aviso a todos los que se encontraban allí, quienes automáticamente fijaron sus ojos en ella. 
-Lo siento. - respondió agachando la mirada. 
-¡Recógelo! - gritó Ágata. 
-Sí. Claro. -respondió Lina arrodillándose para ayudar al garzón a recoger los platos y sobras de comida del suelo. 
Ágata se acercó a ella, la sujetó del pelo y agachándose junto a ella le dijo suavemente: 
-¡Pareces una mendiga!- Lina se volteó rápidamente y la miró con odio. 
-Seré pobre, pero no ando mendigando sobras. -le gritó. Quizás ese fue el peor error de su vida. A un diamante no puedes levantarle la voz. 
-¡Maldita mendiga! Te estaba tratando bien, ¿quién te dio el derecho de gritarme? ¡Ahora come las sobras!- dijo. 
-¿Qué? 
-¿Acaso estás sorda? Te dije que comas las sobras. Debes estar acostumbrada a eso, así que no veo el problema. 
-¿Estás loca? 
-¡Hazlo o lo harás a la fuerza! 
Ágata miró a su alrededor, hizo una mueca y dos chicos que estaban allí se acercaron. Les dio una señal y estos caminaron hacia Lina sujetándola de los brazos.  Lina recogió un poco de la comida del suelo y la sostuvo en su mano. En eso llega Abril, quien encara a Ágata. 
-Ágata. ¿Qué te pasa? ¿Cómo puedes hacer esto? 
-Abril, aléjate. No te metas en esto. 
-Claro que me meteré. No puedes tratar a alguien de esa manera. 
-Lo olvidaba, tú y tus ideas de igualdad. Aquí no somos iguales. Los mendigos son la escoria del país. Y ésta es una de ellos. 
-No te permitiré lastimarla. - dijo levantándola  del suelo. 
-Abril te dije que no te metieras en esto. 
Abril se interpuso entre Ágata y Lina, protegiéndola. Lina avergonzada la miraba asombrada. Mientras escuchaba como discutían las dos chicas. "¡Por favor! No discutan por mi culpa" dijo tímidamente. Abril la miró y le sonrió. Estaban en eso cuando una voz las detuvo. 
-¿Quieren detenerse? 
Ambas guardaron silencio, mientras el resto de los estudiantes volvía a lo que hacían antes, simulando no haber participado de aquel espectáculo. Ágata buscó como justificarse nerviosamente. 
-Louis, tranquilo. Solo intentábamos controlar la situación. 
-¿A qué te refieres con eso?- dijo desafiante Abril- Estabas maltratando a esta chica. 
Louis caminó hacia Lina y suavemente le preguntó si se encontraba bien. Ella asintió sin levantar la mirada, mientras Abril la sostenía por los hombros como protegiéndola. Luego, el joven caminó hacia Ágata, la sujetó del brazo y la sacó de aquel lugar. Lina, con la ayuda de Abril caminó en silencio hacia los dormitorios con el objetivo de cambiar sus ropajes que se habían ensuciado con comida. 
-Dime. - preguntó Abril- ¿Cómo te llamas? 
-Lina Rodríguez. - respondió. 
-Me parece que estamos en el mismo grupo de clases. 
-Sí. Lo sé. ¿Por qué me ayudaste? 
-Porque  no me gusta que maltraten a otros. 
-Ya veo. 
-Vamos ¿dónde está tu dormitorio? 
-Al final del pasillo. Falta poco. – caminaron en silencio hasta llegar a la puerta. 
-¿Puedo pasar? 
-Claro. 
Ambas chicas ingresaron al pequeño cuartucho que Lina hacía llamar dormitorio, para ella era un lujoso lugar, para Abril era una injusticia. Una cama y un escritorio era el único inmobiliario, tenía una ventana pero no entraba mucha luz. Abril se sorprendió al ver el lugar, su espíritu social afloró y rápidamente salió camino a la dirección del colegio para hacer un reclamo. Lina sin saber nada, corrió tras ella. 
Al día siguiente, se corrió el rumor de que Lina había reclamado por las condiciones de su dormitorio. Hecho que provocó más rechazo hacia ella. Sus compañeros se burlaban constantemente y ejecutaban bromas pesadas. En el receso del almuerzo le echaron pintura a su bolso, ella al sacar sus libros descubrió que estaba todo pintado. El profesor Villin la regañó y la trató de sucia enviándola al baño a lavarse y a limpiar sus libros. 
Lina se encontraba limpiando sus libros cuando Louis se le acercó. Cogió los libros delicadamente y comenzó a lavarlos. Luego salió con ellos al jardín. 
-¡Sígueme! - dijo recogiendo los libros. 
Lina lo miraba embobada. Ya en el jardín, Louis acomodó un pequeño tendedero y colocó los libros sobre este para que secaran a la luz del sol. 
-Gracias. - dijo Lina tímidamente. 
-No te preocupes. 
-Lo siento, te ensuciaste con pintura. 
-Está bien. Se puede lavar. 
-¿Por qué lo haces? ¿Por qué estás aquí? ¿Quieres hacerme alguna broma? 
-¿Qué dices? No. Solo quiero ayudarte. 
-¿Ayudarme? ¿Por qué? 
-¿Por qué? No sé. Hay algo en ti que es distinto a las demás. 
-¿Esas son tus frases de conquista? 
-No. Bueno, sí.- sonrió - Pero en verdad, no sé qué es lo que me pasa contigo. Lo siento si estoy siendo atrevido pero creo que me gustas. 
-¿Cómo podría gustarte yo? Mírame. Soy pobre, sin modales, mi ropa es de segunda mano, no tengo el pelo largo y bien cuidado. No me maquillo. No soy nada bonita. 
-Eres hermosa. 
-Gracias por todo. Pero será mejor que te mantengas alejado de mí. Puede traerte problemas. 
-Por ahora lo haré, debo volver a clases. Pero no te libraras tan fácil de mí; Lina Rodríguez. 
Louis se dirigió hacia su salón, mientras Lina se quedaba sentada en el césped mirando el desastre que eran sus cosas. Pensaba en todo lo que había dicho Louis y no podía creerlo. "Es mentira" se decía. 
Desde la ventana Ágata observaba la escena, molesta salió de su salón hasta el salón de Louis. Una vez allí, llamó a la puerta y pidió hablar con él. Louis salió ante el bullicio de sus compañeros. Al verlo, Ágata no pudo evitar  notar que sus ropas estaban manchadas con pintura. 
-Mira. - dijo indicando su ropa.- Esa mendiga te echó pintura. 
-¿Qué quieres? 
-Solo quería saber qué hacías con ella. 
-La ayudaba. 
-¿Por qué? ¿Por qué tienes que ayudarle? Ella sabe qué hacer. 
-¿Qué te traes? ¿Qué quieres? 
-Quiero que te alejes de ella. Eres mi amigo no el de ella. No entiendo qué hacías. 
-Mira. No me pareció correcto que le hayan echado pintura. Se notaba que estaba triste y quise ayudarla. 
-¿Y de cuándo tú tan correcto? 
-¿Qué quieres decir? 
-No recuerdas que lo de hostigar a los becados fue tu idea. Hay que hacerlos fuertes; dijiste. ¿Lo recuerdas? 
-Eso fue antes. ¿Me has visto hacerlo? 
-Para mí, sigues siendo el mismo de antes. Espero que hagas lo que tú mismo creaste. 
-No le haré nada a ella. La voy a proteger. 
-¿Pero qué te hizo ella? ¿Acaso se te lanzó? ¿Te ofreció algo a cambio? 
-¿Qué quieres decir? 
-No lo sé. Lo que ofrecen las tipas como ella. Las tipas de la calle. 
-¡Ágata, eres una maldita! Y se supone que eres una dama. Déjame en paz quieres. 
-¡No! Estoy preocupada por ti. Y si esa quiere algo contigo tendrá que pasar sobre mí. Al final y al cabo eres bastante tonto con ese tipo de chicas. 
Louis la ignoró e ingresó a su salón. Ágata se quedó de pie junto a la puerta. Estaba furiosa, no comprendía a Louis. Pero ella se iba a encargar de terminar con aquella chica. Louis avanzó a su lugar, en su rostro se dibujaba un leve sonrisa, se sentó y pensó en Lina, vino a su mente como un relámpago de luz, recordó sus palabras “no soy nada bonita” y se sonrió como embelesado. “Eres más bella de lo que crees” se dijo escondiendo su cabeza entre sus brazos apoyándose sobre la mesa.  
Lina recogió sus cosas y se dirigió a su dormitorio. Al llegar había papeles pegados en su puerta. "Lárgate", " muérete" "perra" eran algunos de los mensajes más suaves que estaban escritos. Pensó en quitarlos pero los dejo allí, no valía la pena el esfuerzo, al final y al cabo nuevamente aparecerían afiches de ese tipo. Sacó su llave y entró. Tiró sus libros sobre su escritorio y se dejó caer sobre la cama. Pensaba en todas las cosas por las que pasaba, pero no le importaba, solo esperaba que Louis volviera a hablarle. "Dijo que le gusto" pensó incrédula. “No creo que sea posible”. Se levantó y caminó al baño, se miró al espejo y no vio belleza. Tenía el pelo corto, desastrado, sin peinar. Sus ropas eran viejas y gastadas, obtenidas de donaciones y de alguna tienda de segunda mano. Recordaba a Ágata, ella si era linda, una piel blanca y suave como de porcelana y un cabello largo y liso, perfectamente peinado. Sus ojos maquillados suavemente con largas pestañas y sus labios con un tenue brillo labial. Era hermosa, en cambio ella parecía un muchachito enclenque. "No puedo dejarme el cabello largo" pensó "es difícil de lavar y peinar, además no tengo zampo ni peineta”. Volvió a su cama, se acomodó sobre y miró a su alrededor, un papel ingresó por debajo de su puerta, alguien lo había lanzado. Observó extrañada, se levantó lentamente, abrió la puerta suavemente y asomó la cabeza pero no vio a nadie. “No creo que sea ántrax” pensó echándose a reír. Lo tomó y leyó. 
"Quiero hablar contigo. Nos vemos en el patio trasero a las 7. Louis. " 
Sintió como su corazón daba saltos de alegría. Se emocionó tanto que lo apretó contra su pecho. Nerviosa observó el reloj, aún faltaba bastante tiempo. Volvió al espejo del baño y se quedó allí mirando que hacer para verse más hermosa. Estaba sumergida en sus fantasías cuando unos suaves golpecitos en la ventana la distrajeron. Corrió la cortina y echó un vistazo. Afuera estaba Louis pegado a la pared, inmóvil como una estampilla. Ella abrió la ventana sin hacer ruido alguno y preguntó: 
-¿Qué haces aquí? 
-Quería verte. 
-¿Cómo supiste cuál era mi dormitorio? 
-Le pregunté a Abril. ¿No te gustó mi sorpresa? 
-¿Qué? Espera no entiendo, no se supone que nos íbamos a juntar a las 7. 
-¿Nos íbamos a juntar? ¿Estabas planeando juntarte conmigo? 
-¿Cómo? Tú me enviaste un mensaje que decía eso. 
-¿Yo? ¿Un mensaje? ¡No! ¿Puedo entrar? 
-¿Entrar? ¿A mi dormitorio? ¿Por la ventana? 
-Obvio. No creo que la carcelera me deje entrar por la puerta. 
-No creo que sea correcto. 
-Tienes razón. Pero si sigo aquí me verán y estaremos en problemas. 
-Y si viene la señorita Megan y te ve acá será mucho peor. 
-Puedo esconderme bajo la cama. Aquí no tengo donde ocultarme. 
-¿No crees que esconderse bajo la cama es muy obvio? 
-Vamos. Di que sí. 
-Está bien. Si es que puedes subir. 
-Claro que sí. Soy como un ninja.  
Louis, saltá hasta quedar en el borde de la ventana y de un impulso ingreso. Se escuchó un golpe seco, lo que llamó la atención de la inspectora del pasillo. Lina tomó a Louis del brazo y lo empujó para que se metiera bajo la cama. Estaba ocultando sus piernas cuando tocaron a la puerta. 
-Lina, abre. Inspección. -dijo una voz desde fuera. 
Lina avanzó respirando hondo y abrió la puerta. La inspectora se asomó y observando hacia los rincones. Luego caminó al baño, fisgoneando. En aquel lugar no había mucho espacio para esconderse y Lina rogaba que no se le ocurriera mirar bajo la cama. 
-Escuché un golpe. - dijo al fin la inspectora. 
-Lo siento. -respondió Lina.- Es tan difícil moverse en este espacio tan pequeño y yo soy bien torpe. Choque con el escritorio. Mire. -dijo mostrando una mancha roja en su pierna que se había hecho unos momentos antes. 
-¡Oh! Será mejor que te veas eso en enfermería. 
-No es necesario. He tenido accidentes peores. 
-Lo imagino. Bueno me voy. Recuerda que en las reglas esta mantener el silencio. 
-Sí, lo sé. 
La inspectora salió de la habitación, Lina la observaba alejarse desde la puerta. Cuando ya había pasado el peligro, ingresó y cerró con seguro la puerta dando un largo respiro de alivio. Luego recordó a Louis y se agachó para verlo. Bajo la cama, Louis estaba entretenido, tenía un extraño cuadernillo en sus manos, el que por supuesto disfrutaba de leer. Lina se sobresaltó y se lo quitó rápidamente. Louis salió arrastrándose. 
-Vi mi nombre escrito allí muchas veces. -dijo susurrando. 
Lina lo miró avergonzada, mientras él le lanzaba una sonrisa. 
-Cuéntame. ¿Qué es eso de que nos íbamos a juntar? 
-No lo sé. Dime tú. ¿Estabas bromeando? 
-Yo no te envié ningún mensaje. ¿Quién te dijo eso? 
-Nadie. Me dejaron un papel bajo la puerta. 
-¿Un papel? ¿Lo tienes? 
-Sí.- dijo sacándolo de su bolsillo. -Toma. 
-¿Crees que exista otro Louis interesado en ti? - preguntó mirando el papel y sonriendo. 
-Sabía que era para burlarte de mí. No sé cómo puedo ser tan tonta. 
-No eres tonta, no me quiero burlar de ti. Aunque esto puede ser por dos razones. 
-¿Dos razones? ¿Cuáles? 
-Una: hay alguien interesado en ti. Eso me da un poco de celos. Es la que menos me gusta. 
-Deja de burlarte. ¿Y cuál es la segunda? 
-Dos: te quieren hacer caer en una trampa. 
-¿Una trampa? 
-Sí. Alguien quiere hacerte algo. Me avergüenza decirlo, pero lo más probable es que todo este planeado. 
-¿Por qué te avergüenza a ti? ¿Tú estás detrás de todo? 
-No. Pero alguna vez hice cosas así. 
-Ya veo. Eres igual a todos aquí. Pensé que eras distinto. 
-No quiero que tengas esa impresión de mí. De verdad que me importa lo que pienses. ¿Qué te parece si vamos a ver? 
-O sea que quieres llevarme ahí. A la trampa. Maldito. 
-No. Quiero saber quién está detrás de esto. Y quiero estar a oscuras contigo. 
-Y más encima degenerado. 
Louis se echó  reír, mientras Lina lo hacía callar colocando su mano en su boca. 
-¿Qué dices? 
-¿Sobre qué? 
-Sobre estar a oscuras. 
-Prefiero saber quién está detrás de esto. 
-Entonces ¿vamos? 
-Claro. Será una oportunidad para vengarme. 
-¿Cómo lo harás? 
-Ya verás. Te mostraré de lo que soy capaz. 
Louis se puso de pie y saltó la ventana en silencio. Ya afuera espero a Lina. La tomó por la cintura y la bajó con cuidado. Quedando frente a frente. "Me encanta estar a oscuras" susurro. Lina se alejó rápidamente. 
Caminaron sigilosamente escondiéndose entre las sombras hasta llegar al lugar de encuentro. Allí esperaron escondidos, agachados uno al lado del otro. Faltaban unos 15 minutos para el encuentro cuando llegaron unos chicos llevando baldes. 
-Dios-dijo Louis.-siguen haciendo lo mismo. 
-¿A qué te refieres? -preguntó Lina. 
-Es una trampa. ¿Ves los baldes? Tienen las sobras de comida. Lo más probable es que pensaban en arrojártela cuando llegues. 
-¿En serio? 
-Sí. Esto yo lo hice hace tiempo. 
-¿Tú? Pero ¿por qué? 
-Me arrepiento tanto de aquello. Pero todo esto fue mi idea. Era infantil e inmaduro. 
-¿Y ahora eres maduro? ¡Ah ja´! No me hagas reír. 
-¡Shhhh! Guarda silencio. Alguien les está diciendo donde esconderse. 
-Solo quiero saber quién es. 
-Yo sé quién es. ¿De veras no te lo imaginas? 
-¿Ágata? 
-Mira. 
Ágata estaba en el centro, rodeada de un grupo de estudiantes. Cada uno llevaba un balde, mientras ella les daba las indicaciones. 
-Es momento de mi obra maestra. Antes quiero que me prometas algo. 
-¿Qué harás? 
-Prométeme que lo que veas no saldrá de tu boca. 
-¿A qué te refieres? 
-Jamás dirás una palabra sobre lo que veas. 
-Lo prometo. 
-Promételo en serio. Necesito confiar en ti. Esto es muy importante para mí. 
-Lo prometo. Tú eres importante para mí. 
-Está bien, te creo. Observa bien y no te asustes. No me interrumpas, necesito concentrarme. 
-Me estas asustando. 
-¿Ahora? Te asustaras más después. 
Lina tomó la mano de Louis. Y susurrando le dijo “tranquilo”. Respiró hondo, cerró los ojos visualizando a Ágata a la distancia, deseó con todas sus fuerzas que no pudiera moverse, y que no pudiera gritar. Ágata se quedó inmóvil sin emitir un sonido. Estaba desesperada, aterrada, había algo que la sujetaba y no podía moverse. 
Lina visualizó los baldes y de un movimiento rápido como un golpe los quitó de las manos de los estudiantes. Estos se asustaron tanto que desesperadamente se movieron hacia atrás, tropezando y cayendo. "¿Qué está pasando?” gritó uno al ver los baldes flotando alrededor de Ágata. "¿Qué es esto?" "¡Ayuda!" gritaban. 
Uno a uno los cinco baldes de desechos se volcaron sobre Ágata, quedando empapada en los restos de comida. Cuando arrojó el último balde, se liberó de todo deseo de maldad, liberó a Ágata de sus ataduras y se dejó caer. Ágata gritó como nunca jamás lo había hecho y todos corrieron como alma que se lleva el diablo. Louis miraba atónito, sin emitir palabra alguna, no podía creer lo que había visto. 
-¡Hey!- dijo Lina tocándole el brazo.- Ahora puedes gritar. 
Louis reaccionó cayendo sentado al suelo, alejándose rápidamente de ella. 
-Oye, tranquilo. Te dije que te ibas a asustar. 
-¿Qué fue lo que pasó?- decía asustado. 
-Prometiste no decir nada, jamás en tu vida. Esto te lo llevaras a la tumba o… 
-¿Qué fue eso? ¿Fuiste tú? O… ¿me harás lo mismo a mí? 
-Fui yo. No puedo hacerte nada a ti. -sonrió tímidamente. 
-Necesito una larga y detallada explicación. Podemos hablar aquí, a oscuras. 
Lina rio. Él estaba asustado pero aun así la hacía reír. Quizás era momento de confesarle lo que escondía, su habilidad. Aunque ni siquiera ella sabía bien cuál era su habilidad, no sabía que podía inmovilizar a alguien por ejemplo, solo lo había deseado y había resultado. “El poder de la mente” recordó y se puso a reír eufórica. Solo mencionaría lo que si estaba segura que podía hacer, el resto lo descubriría y contraloría primero antes de hacerlo parte de sí misma. 
-A oscuras… te cuento que puedo mover cosas. Creo que con la mente. 
-¿Cómo mover cosas? 
-Sí. Por ejemplo: levantar esa hoja. -dijo indicándole una hoja que estaba junto a él. 
Lina la miró. Movió su dedo índice y la hoja se elevó. Luego comenzó a hacerla girar. 
-¿Ves? 
-Increíble. ¿Puedes mover algo más pesado? 
-Sí. 
-¿Puedes moverme a mí? 
-Sí. Podría. Pero ahora no. Estoy cansada. Siempre movía cosas pequeñas y a corta distancia. Esto me dejó agotada. 
-Ya veo. Pero aún quiero ver de lo que eres capaz. 
-Ya lo viste. 
-Tienes razón. 
-Creo que debemos volver. 
-Sí. Me gustó estar aquí contigo. ¿Podemos hablar mañana? 
-No lo sé. No creo que sea buena idea. 
-No te preocupes. Quiero estar contigo y hablar contigo y hacer cosas espeluznantes contigo. Y leer tu diario; contigo. Y esconderme bajo tu cama y muchas cosas más; contigo. 
-Ya olvídalo. Vámonos. 
Lina se puso de pie y Louis la siguió, se sacudió su pantalón y se dispusieron a marcharse. Louis la observaba, admirándola emocionado, contrariado y un poco asustado. Ella era sorprendente y creía comprender por qué se sentía así. Llegaron por fin a la ventana de Lina. Ella estaba impulsándose para saltar la ventana cuando Louis la tomó del brazo y la acercó a su cuerpo. 
-Lina -dijo suavemente- me gustas. 
Lina lo miró asombrada, cruzaron miradas y se acomodó para abrazarla. Ella se dejó llevar sin decir una palabra. Louis la agarró por la cintura y la alzó levantándola hasta la ventana. Lina quedó sentada en el borde mirándolo desde la altura. 
-También me gustas. -dijo al fin. 
Louis le sonrió complacido. 
-Lo sé. Lo leí por ahí.- dijo tomándola de las manos. 
Lina sonrió. Ingresó silenciosamente a su habitación despidiéndose con un movimiento de su mano. Cerró la ventana y corrió la cortina. Apagó la luz y se tendió en su cama. Louis esperaba fuera recostado en la pared. Luego de unos minutos de estar en silencio se marchó al dormitorio de varones. En el camino, pensaba en ella, en lo que había hecho, sintió miedo, sintió amor. Sonrió tontamente y se dijo "Me estoy volviendo loco". Al llegar al dormitorio, Izaro se le acercó corriendo. Desesperado. 
-Amigo. ¿Dónde estabas? Te busqué por todos lados. 
-Salí a caminar. ¿Por qué me buscabas? 
-¿Supiste lo que pasó? 
-No. ¿Qué pasó? 
-Están todos hablando como locos de eso. Incluso el director se reunió con los profesores. 
-¿Sobre qué? ¿Qué pasa? 
-Ágata llegó llorando. Algo extraño no la dejaba respirar y casi se ahoga. Y eso no es todo; según  los testigos un fantasma le echaron baldes de desperdicios encima. 
-¿Qué? 
-Sí. Un fantasma. 
-Ya lo dijiste. ¿Qué se fumaron esos? 
-Es cierto. La misma Ágata lo confirmo. Ella está en estado de shock. Y los demás también. 
-¿No será para llamar la atención? Últimamente Ágata está muy insoportable. 
-Sí, lo sé. Por esa chica… la becada. 
-¿No sé qué le pasa? 
-Yo me pregunto qué pasa contigo. ¿Por qué tú no has hecho nada? 
-Lo pensé bien y era bastante inmaduro ese jueguito. 
-¿Jueguito? Dios Louis eso es maldad. 
-Lo sé. Me arrepiento tanto de todo lo que hice. 
-Bueno. ¿Irás a ver a Ágata? 
-No. Se lo busco sabes. Podría ser justicia divina. O karma. En fin cualquiera de las dos está bien. 
-Bueno y dime ¿Dónde andabas? 
-¿Yo? Por ahí. 
-Ese por ahí ¿es la chica becada? 
-¿Qué? No. 
-No mientas, te vi rondando el dormitorio de niñas. Después te busqué y no te encontré. 
-Quería verla pero no pude. Eso fue todo. 
-¿Verla? ¿En verdad te gusta? 
-Sí. Y creo que ahora más que antes. 
-Ya caíste hermanito. Te perdimos. Bueno, cuenta conmigo compadre. 
-Gracias amigo. 
Ambos jóvenes caminaron juntos a los dormitorios hasta su habitación conversando de lo sucedido y sobre Lina. La relación entre ellos era estrecha. Amigos de siempre y confidentes inseparables. En ocasiones Ágata se ponía celosa de Izaro, sentía que le quitaba la atención de Louis ya que ella siempre se había sentido atraída por él y más ahora que sus padres planeaban comprometerlos. 
La historia del fantasma se expandió rápidamente, no así la de Ágata inmovilizada. Al final fue como si un fantasma le hubiese arrojado desperdicios a Ágata. Ella por supuesto evitaba todo comentario, estando ausente varios días. Quien iba a pensar que culparía de esto a Lina, acusándola de bruja. Sin embargo muchos la ignoraron, mientras que otros se aliaron a ella, planeando un mal mayor. 
Mientras los días pasaban Lina encontró en su casillero insectos, ranas hasta excremento. En su pupitre pegamento, pintura y tachuelas. En su dormitorio mensajes desagradables y fotos editadas con su cara de diversas índoles. 
Mientras sufría en silencio, había alguien que amedrentaba a los que la hostigaban, sacaba los carteles y en ocasiones alcanzaba a llegar antes que le hicieran alguna broma. Louis ya no soportaba el hostigamiento hacia la chica que le gustaba, pero ya no tenía control sobre los demás como antes. 
Lina estaba sentada en la escalera cuando desde el segundo piso le lanzaron una cubeta con agua sucia. Quedó completamente empapada y oliendo a retrete. Abril corrió hacia ella intentando apoyarla, pero ella ya estaba cansada y se desvaneció sobre el cemento. Abril a duras penas la llevó a enfermería y pronto se corrió la voz de que estaba embarazada. 
-¿Te encuentras bien? -preguntó Abril preocupada. 
-Sí. Estoy mejor. Solo un poco cansada. 
-La señorita tiene anemia. -dijo la enfermera.- Debe alimentarse y respetar las horas de sueño. Mientras tanto debe tomar estos medicamentos. -añadió entregándoselos. 
-Lina ¿No estás comiendo bien? 
-La verdad: no. Evito el comedor. Sabes que debía almorzar antes que ustedes. Pero no voy. 
-Pero eso no te hace bien. 
-Es que no quiero encontrarme con Ágata y su sequito de serpientes, víboras y mandriles. 
-Ágata es pura boca. En realidad te tiene miedo. 
-¿Sí? Por eso envía a otros a hacer el trabajo sucio. 
Estaban hablando cuando entró el director a la enfermería buscando a Lina. 
-Señorita Rodríguez. Esta expulsada.- dijo con tomo seco y cortante. 
-¿Qué?- respondió Lina, sentándose de un salto.  
-Lo que escuchó. Tome sus cosas y váyase. Un bote la estará esperando para llevarla a la orilla. 
-Disculpe director ¿Puedo preguntar la razón?- dijo Abril diplomáticamente. 
-En las reglas está prohibido el contacto sexual y por ende los embarazos. No lo podemos aceptar. Menos si piensa incriminar a uno de los estudiantes más importantes de esta institución. 
-¿Qué? ¿Embarazo? ¿Quién tuvo contacto sexual? -preguntaba Lina sin comprender. 
-Señor Rawson ¿De dónde obtuvo esa información? - preguntó Abril. 
-De una de las estudiantes más prestigiosas del colegio. 
-¡Oh! ¿Ágata De Metius? 
-Correcto. 
-Lo imaginé. Y el padre del supuesto niño es ¿Louis Walson? 
-Al que quiere inculpar. Presumiblemente por dinero. 
-Ha pensado, con todo respeto director, en preguntar a la profesional a cargo del departamento de salud. 
-¡Claro! Lo verificaremos inmediatamente, aunque no creo que la señorita de Metius estuviera mintiendo. ¿Enfermera? -dijo llamándola. 
-Dígame señor Rawson. 
-¿Cuál es el diagnóstico de la señorita Rodríguez? 
-Anemia. 
-¿Qué? ¿Anemia? 
-Sí. Ha disminuido su peso considerablemente, sus plaquetas están bajas y el nivel vitamínico también. En todo lo demás los resultados son negativos. 
-¿Y el test de embarazo? 
-Negativo. Qué bueno que usted este preocupado por una estudiante como ella. Yo le agradezco el gesto, director. Eso no se ve mucho por aquí. 
-Claro que me preocupa; es una estudiante más como cualquier otra. 
-Decía señor Rawson. ¿Quién estará mintiendo? 
-Arreglaré esto inmediatamente. ¡Tú! Sigues aquí. 
Lina y Abril se miraron sonrientes. Lina le agradeció lo que Abril había hecho, si hubiese estado sola lo más probable es que ni siquiera hubiese preguntado a la enfermera sobre su estado de salud y la hubiesen echado como un perro. Pero no podía creer como Ágata podía llegar a tanto, e involucrando a Louis que se supone tanto protege. Ambas caminaron hacia el dormitorio. Lina contaba con dos días de reposo así que se quedó acostada descansando. 
Louis supo por los comentarios del supuesto embarazo y buscó a Abril para preguntarle. 
-Abril. ¿Qué sucedió? ¿Dónde está Lina? 
-Está en el dormitorio. Está en reposo por dos días. 
-¿En reposo? ¿Entonces es cierto? 
-¿Qué es cierto? 
-Que está embarazada. 
-¿Cómo? Tú eres el padre y no lo sabes. 
-¿Yo soy el padre? Nosotros jamás hemos… 
Abril se echó a reír estrepitosamente, mientras Louis la miraba nervioso. Estaba enojado y angustiado, quien era el verdadero padre y por qué decía que había sido él. 
-Tonto.- dijo Abril al fin- Tiene anemia. 
-¿Anemia? ¿Y el bebé? 
-No está embarazada, eso lo inventaron para que la expulsen. 
-¿Quién podría hacer algo así? 
-No te lo imaginas. Dios. 
-¿Tú crees que fue Ágata? 
-La misma. Y no lo creo, ella fue. El mismo director nos dijo. 
-Pero ¿por qué? Ágata no era así de mala. 
-¿No? Siempre ha sido así. Y ahora está floreciendo por alguien le ha tocado su juguete. 
-¿A qué te refieres? 
-A ti. 
-¿A mí? 
-Sí. Ágata tiene miedo de Lina. Está celosa y despechada; y una mujer despechada es peligrosa. Yo que tu debería hablar con ella. 
-Lo intentaré. Y Lina ¿está bien? 
-Sí. O más o menos. Ahora debería estar durmiendo, pero no sé. Algo le está sucediendo, algo la tiene asustada y no son los hostigamientos. 
Louis pensó inmediatamente en lo que era capaz de hacer. Ese día dijo que no tenía energía o que estaba cansada, quizás era aquello. Tenía que ir a verla. Inmediatamente. Se saltó las clases siguientes y se dirigió a la ventana de Lina. Tocó con suavidad y esperó recostado en la pared para que no lo vieran. Lina se levantó. Había estado jugando con sus habilidades y no podía dormir. Corrió la cortina y miró, allí estaba él, otra vez esperando que le abra la ventana. Ella abrió la ventana suavemente. 
-¿Tú? ¿Otra vez? 
-Me salté las clases para verte. ¿Puedo pasar? 
-¿Quieres entrar de nuevo? 
-Claro. ¿Cómo podré estar con mi hijo si no entro? Recuerda que seremos padres, debemos estar juntos. 
-Eres un imbécil. 
-Vamos, amor, hazlo por nuestro hijo. Déjame entrar. 
-¿Si nos ven? 
-Me escondo bajo tu cama. Así aprovecho de leer los pormenores de tu vida amorosa. 
-¿No sé cómo te aguanto tanto? 
-Por qué te gusto.-dijo sonriente 
-Está bien, pasa. 
-Esa será la contraseña entonces. 
-¿Cuál? 
-Te gusto. 
Louis pegó un salto y se sentó en el borde de la ventana. Corrió aún más la cortina y saltó dentro. Esta vez había sido mucho más fácil. Si seguía así se volvería costumbre. Una vez dentro, se acercó y la abrazó. 
-¡Oh! Mi amor. Seremos una bella familia. Si es varón lo llamaremos Louis y es niña Lina. ¿Te parece? 
-No. A mí me gusta el nombre Ágata. 
-Por Dios. ¿Cómo se te ocurre? Pobre nuestra hija. Sería una maldición para ella. 
Ambos rieron mirándose. Louis la tenía de la cintura y Lina no hacía nada por soltarse de sus brazos. Le gustaba estar allí. Le gustaba su aroma. Le gustaba su ironía. Le gustaba todo de él. Unos segundos pasaron y se sentaron en la cama. 
-Sé que tienes anemia. Sé lo de la mentira de Ágata. - dijo Louis serio- Lo de la anemia ¿es por lo que haces? 
-¿Qué cosa? ¿No dormir? 
-¿Esa habilidad tuya? 
-No lo sé. La doctora dijo que era la mala alimentación y la falta de sueño. 
-¿Mala alimentación? Ahora que te veo, si estas más delgada. No estas comiendo bien. 
-Lo sé. Evito ir al comedor. Es el peor momento del día. 
-Desde ahora me esperaras. Comeremos juntos. 
-No puedo hacer eso. Sería mucho peor. 
-No, porque serás mi novia. Vamos a ser padres lo mínimo es que comiences a ser mi novia. 
-Ridículo- dijo Lina riendo. 
-Me encanta cuando ríes. 
-Me encanta que me hagas reír. 
-Creo que mejor me iré. 
-¿Por qué? 
-Porque si sigo aquí no se si pueda controlarme y no quiero hacer realidad lo del hijo. No por ahora quizás más adelante. 
-Está bien. Vete. 
-Antes ¿Podría darte un beso? 
-No. Porque no sé si pueda controlarme y sacarte volando de aquí. 
-Cierto. Me debes eso aún. 
-Vete de una vez. 
-Sí, mi amor. Como usted mande. 
Louis saltó por la ventana y se fue a su habitación. Allí se acomodó en su cama y pensó en Lina. “Un hijo con ella”, pensó “sería maravilloso”. Quizás algún día. Algún día. 
Lina pasó sus dos días en el dormitorio. Las comidas eran llevadas hasta allá, ella solo debía descansar. Intentó despejar su mente y realmente descansar. Durante ese tiempo no sucedió nada. Abril se encargó de velar por su descanso, evitando que la molestaran. Esos días pasaron demasiado rápido.




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