Luna de Fresia

VI. Antes: La traición de Louis.

Lina debía volver. En el fondo no quería hacerlo pero debía. Por suerte y para la mala suerte de muchas era una estudiante sobresaliente. No necesitaba tanto esfuerzo en aprender; las cosas se daban por sí solas. Caminó lento acompañada de Abril. Antes de entrar su amiga le dijo que le tenía un regalo. 
-Lina. Te tengo un regalo. 
-¿Un regalo para mí? 
-Sí. Toma. - dijo dándole una cajita dorada.- Ábrela. 
Lina la abrió y sacó de ella una delicada pulsera. Tenía algunos dijes. Entre ellos un delfín, una estrella y una gota de lluvia. La miró detenidamente y pidió a Abril que le ayudara a colocársela. 
-Cada dije tiene un significado. Cada quién elije que significado darle. Yo les di uno. 
-¿Cuáles? 
-El Delfín es por tu inteligencia. Los delfines son inteligentes. 
-Ya veo. ¿La estrella? 
-Es para que guie tu camino. Siempre habrá una estrella que te guie. Solo debe descubrir dónde está. 
-¿Y la gotita de agua? 
-Para mí es una gota de lluvia. Es porque hay una frase muy linda que dice: “La vida no es esperar a que pase la tormenta, es aprender a bailar bajo la lluvia”. Y es algo que tú debes seguir. 
-Gracias. Nunca nadie me había dado algo así. 
-Cuando vayas encontrando significados en tu vida puedes ir agregándole más dijes. 
-Sí. Lo haré. 
Ambas caminaron en silencio hacia su salón. En su corazón Lina sentía que era una amiga de verdad y esta agradecida. 
Jamás había tenido una amiga y menos había recibido un regalo. Había experimentado muchas emociones en tan corto periodo que se sentía feliz a pesar de todos los malos tratos. Tomó a Abril del brazo y caminaron juntas hacia el salón. Al llegar a las escaleras se toparon con Izaro quien las buscaba acelerado. 
-Izaro- dijo Abril. 
-Hola Abril. ¿Tú debes der Lina?- preguntó. 
-Hola.- dijo Lina. -Soy yo. No me digas no sabías quien era. Mira que últimamente soy muy famosa. 
-La verdad; no sabía. 
-No te preocupes Lina. -dijo Abril. - Izaro es un buen chico, le llaman “silencioso”. Vive en su mundo y no se entera de lo que pasa a su alrededor. A menos que esté involucrado. 
-Ahora me estoy involucrando ¿extraño no? Aunque solo quería darte esto. -respondió entregándole un papel a Lina. -Me dio varias contraseñas. Te gusto, a oscuras, bajo la cama y algo de salir volando. 
Lina se echó a reír. Supo inmediatamente de quien se trataba. 
-Era para que no dudes. Louis te envió eso. Me dijo que dijera esas palabras que tú sabrías de inmediato que era él. Que antes te habían tendido una trampa. En fin, creo que he hablado mucho por hoy.  ¡Ah! Por cierto, no lo hagas sufrir, es un alma sensible. 
-Si claro.-respondió Lina. 
-Bueno me marcho. Nos vemos. 
Izaro se despidió alegremente y se alejó. Lina tomó el papel y lo guardó mientras Abril la miraba incrédula. 
-¿Cómo avanzaste tanto con Louis? 
-No sé. Solo se dio. 
-¿Y no lo vas a leer? Vamos quiero saber. 
-Está bien. 
Lina sacó el papel. Lo abrió delicadamente, olía a perfume. A su perfume. Lo extendió y lo leyó en voz baja. 
"No soy bueno en esto, pero haré el intento. Aquí voy: Lina. Ya que seremos padres, creo que es necesario hablar sobre algunas cosas, como por ejemplo ¿Cuándo nos casaremos? ¿Dónde viviremos? ¿Quién mantendrá a quién? (yo espero que tú trabajes) por eso necesito verte. Te espero en el árbol de castaño. En el primer receso. Tu amor. Louis. 
Pd: prepárate por que pretendo darte un beso. " 
Lina se echó a reír, con la carta de amor de Louis. Siempre salía con ese tipo de cosas y ella lo adoraba. 
-Ese pobre chico no tiene nada de romántico pero se nota que está enamorado. -dijo Abril. 
-¿Tú crees? 
-Sí. Lo conozco. No lo había visto jamás así. Siempre fue algo tosco, engreído y ahora es hasta comediante. Quien lo viera y quien lo ve. 
-Yo lo encuentro simpático. 
-¿Solo eso? 
-Creo que me gusta. 
-Bien. Me gusta eso. Yo te apoyo. 
Lina se sentía en  las nubes. El primer bloque no pensó en nada más que en Louis. En el árbol y en el posible beso que se darían. Tocó el timbre para el receso y salió rápidamente. Al llegar vio a Louis recostado en el árbol. 
-Este árbol – dijo Louis - es mi favorito en toda la isla. 
-¿En serio? 
-Tiene algo especial. Una energía especial que me hace sentir bien. 
-¿Energía? 
Lina sentía aquello, esa extraña energía. Pensó en que podría ser su imaginación, estaba viviendo tantas cosas extrañas que no le tomó importancia. Pero ese árbol provocaba en ella un sensación de paz y poder al mismo tiempo. Intentó desviar la conversación y dijo: 
-Bueno aquí estoy. ¿Qué querías hablar? 
-No quería hablar. Quiero besarte. 
-Eres bastante directo. ¿No crees que aquí nos verán? 
-No me importa. Quiero que sepan que eres mi novia. 
-¿Soy tu novia? 
-¿Quieres ser mi novia? 
-No quiero. No quiero que eso sea más problema. 
-¿En verdad no quieres? 
-No. Solo quiero estar contigo. Sin títulos. 
-Bien. Hagamos un pacto. Aquí en este árbol. Tú y yo juntos siempre. 
-Siempre; ¿no será mucho tiempo? 
-No. Es incluso es poco.  
-Está bien. Juntos siempre. 
Louis sacó una navaja del bolsillo y comenzó a tallar su inicial en el árbol y luego la de Lina dejando un tallado con un “L & L”. 
-Será una promesa. - dijo al terminar. 
-Claro. - respondió ella  
Él la tomó delicadamente y la acercó a su cuerpo, puso su mano en su rostro y se acercó a ella suavemente. Lina esperaba aquel beso, lo había imaginado pero nada se comparaba a eso. Estaban allí cuando una voz los interrumpió. Y nada de lo que deseaba se llevó a cabo. 
-¿Qué hacen aquí? -preguntó la señorita Roberts  
-¡Profesora! Nada, solo conversábamos. 
-El receso terminó. Deben volver a sus salones.- dijo percatándose de lo que sucedía. 
La señorita Roberts sabía perfectamente sobre la situación de Lina, sobre los abusos y el hostigamiento. En muchas ocasiones, en las reuniones que se llevan a cabo entre el profesorado y los directivos lo había mencionado e insistido en que aquello no debía suceder, pero no era escuchada. Ellos eran simples peones en un tablero gigante de ajedrez donde los principales actores eran el dinero y las grandes familias. Louis pertenecía a una de las tres grandes familias y Lina era una simple cucaracha que se cruzaba en la alfombra roja por la que transita Louis. La señorita Roberts lo sabía y temía del destino que podía tener aquella chica. 
-Lina ¿puedes quedarte un minuto? – preguntó intentando hablar con ella.  
-Claro. 
-Louis vuelve; por favor. 
-Sí.-dijo este - ¿nos vemos después? - preguntó a Lina. 
-¿Para echarte a volar? - respondió riendo. 
Louis se alejó riendo, desde la distancia le hacía morisquetas y caras graciosas a Lina, mientras esta intentaba no reír. La señorita Roberts observaba la actitud de la joven con asombro, a pesar de las muchas cosas que le hacían se mantenía allí y por lo visto estaba feliz, pero no podía evitar preocuparse.  
-¿Podemos hablar allí?- le dijo indicándole una banca bajo la sombra de un árbol. 
Ambas caminaron en silencio. Dana pensaba en las palabras exactas para aconsejarla, mientras Lina desconfiada la miraba con recelo. 
-Lina, sé que has tenido muchos problemas últimamente. 
-¿Y si lo sabe por qué no ha hecho nada? ¿Por qué aparece ahora?- preguntó recelosa. 
-Una vez una estudiante me dijo algo parecido. Me cuestionó sobre lo que yo no había hecho, tal como tú ahora. 
-Y aun así usted no ha hecho nada. 
-Cuando quise hacerlo, otro estudiante me dijo: "Usted trabaja para nosotros, no más que una sirvienta, con un diploma pero sirvienta al fin. No se involucre si no quiere terminar en la calle y sin la posibilidad de seguir enseñando” 
-¿En serio? ¿Y qué hizo? Decidió callar. 
-Yo me atemorice. Enseñar es lo único que se hacer. También soy de una familia humilde y llegar a estudiar para tener una profesión fue muy difícil para mí y mi familia. No podía perderlo. 
-La entiendo, sabe. Sé lo difícil que es salir adelante, sobre todo cuando se es pobre. Y sí, a veces es necesario evitar involucrarse para no tener problemas. Pero dígame, ese estudiante suyo ¿sigue aquí? 
-Sí, sigue aquí. Sé que ha cambiado, pero aun así no sé de lo que es capaz de hacer. Pero ahora no estoy aquí por eso. Te vi desde el pasillo y quise venir a advertirte. 
-Espere. No me deje con la duda. ¿Quién fue capaz de hablarle así? 
-Fue Louis Walson. Y es de él precisamente del que quería hablarte. 
-¿Qué? ¡Imposible! Él no es así, me esperaría algo así de Ágata pero no de Louis. 
-Ahora es posible, pero antes era completamente distinto. Tú has ayudado bastante en el cambio que ha tenido. Bueno ese no es el tema. Estoy muy preocupada por ti. 
-¿Por qué? ¿Teme que Louis podría hacerme algo? ¿Algo más de lo que ya me han hecho? 
-Como te dije antes, no sé de lo que es capaz de hacer, pero por ahora él no me preocupa. Me preocupan los que están detrás. O sobre él. 
-¿Ágata? 
-Ágata es solo una niña infantil creyéndose grande. Louis puede ser un buen chico, pero ya te habrás dado cuenta que no está rodeado de buenas personas. 
-¿Qué me quiere decir? ¿A quién se refiere entonces? 
-Quiero decir que las cosas pueden empeorar si te acercas más a él. Creo que llegue en el momento preciso hace unos minutos. 
-¿Empeorar? ¿Podría estar más mal? 
-Sí. Me refiero a sus padres. Especialmente su madre. Ellos aún no se han enterado de la cercanía que tienes con Louis. O quizás ya lo hicieron. Si ellos se involucran no solo tú saldrás lastimada, también él. 
-¿Me lo dice en serio? 
-Muy en serio. Te lo pido por favor. No sabes como he sufrido con todo lo que te ha pasado y no quiero verte lastimada. 
-Creo que me arriesgare. – Dijo levantándose- Gracias por todo. 
-Lina. Lo lamento tanto. Solo cuidate. 
Lina le agradeció y caminó hacia su salón. Sabía que todo sería difícil, sabia de las diferencias de las clases sociales y de los miles de prejuicios que había al respecto.  “¿Qué tanto daño podría causar estar a su lado?”. Se sentó y pensó en miles de opciones, pero todas la llevaban en la misma dirección. “¿De verdad quiero arriesgarme?” se decía, dudando de lo que sucedería. “¡Sí!” se dijo al fin confiando en que hacía lo correcto.  
… 
Tras un enorme escritorio, con un gran ventanal a sus espaldas estaba la madre de Louis. Ella era la presidenta de una gran empresa y su esposo administraba un complejo empresarial de renombre mundial. Sostenía una fotografía en sus manos, en su mirada se veía el descontento y el malestar que aquella imagen le provocaba. Sobre el escritorio, un sobre con otras imágenes estaban dispersas, las había inspeccionado cada una detenidamente y no comprendía como aquello podía haber llegado a tanto. 
Su rostro no disimulaba el malestar, la rabia, el enojo. Estaba descontenta con lo sucedido y buscaba un culpable o una sanción ejemplar para cortar de raíz aquella situación. Rápidamente pidió contactarse con el Instituto. En el documento solicitaba la identificación de aquella chica, nombre y familia, además de los antecedentes escolares y económicos. En un par de días obtendría la información que necesitaba y tomaría cartas en el asunto. 
La carta llegó sin contratiempos al rector Rawson, al ver el nombre del remitente, un sudor frío recorrió su cuerpo. “Espero que no sean malas noticias” pensó dejándose caer en el asiento de su escritorio. Tomo el abrecartas y cuidadosamente rasgo el sobre, sacó el documento y lo extendió.




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