Luna de Fresia

VII. Festival musical.


Ágata se había tomado muy en serio la solicitud del director Rawson y las palabras “libertad de acción” la hacían imaginarse las más grandes atrocidades posibles. Mientras deambulaba por los pasillos recolectando información respecto de Lina y Louis pensaba que podría llevar a cabo para separarlos definitivamente. ¿Cuál era su real motivación? Se habían frustrado sus planes de comprometerse con Louis, un plan que llevaba ideando muchos años junto a su padre. Él por motivos económicos y ella por capricho. Era como el nuevo juguete que deseaba poseer a toda costa. Sin embargo, la llegada de Lina había provocado en Louis un cambio y ella sentía que se le escapaba de las manos, y así comenzó a odiarla.  
Los que estaban a su alrededor lo hacían por diversas motivaciones, algunos por maldad pura, mientras que otros por temor. Ya no faltaba mucho tiempo para finalizar el mes, y el evento que daría fin a este sería el festival musical y este sería el momento exacto para llevar a cabo el más tétrico de sus planes. Gracias a la exhaustiva planificación y preparación; Lina pudo descansar de los abusos, sin embargo la ansiedad de los cómplices, las risitas burlescas le hicieron notar que algo estaba por suceder.  
Un grupo de estudiantes ensayaba en la sala de música. Los platillos de la batería sonaban estrepitosamente y el bajo retumbaba en el pecho de todos los que se encontraban cerca. El festival musical se acercaba. Cerca de allí otro grupo de estudiantes se reunía. Ante todos, eran los encargados de preparar un show sorpresa, algo inédito que se llevaría a cabo por primera vez y se presentaría en el entre tiempo del festival.  
A Lina no le interesaba mucho el evento, estaba más preocupada de descubrir que era lo que le estaba sucediendo. A pesar de ello, asistiría solo por la intención de ver a Louis: quien participaba tocando la guitarra en un grupo, lo demás era relleno o acompañamiento para ella. Tenía la leve esperanza de poder hablar con él o por último, encontrárselo.  
Abril no estaba emocionada. Tenía el presentimiento que algo pasaría ese día, aun así se guardó sus temores muy en lo profundo de su ser e intentó apoyar a su amiga en todo lo que ella se propusiera.  
-¿Estas segura que quieres ir?  
Le pregunto a Lina por enésima vez. Poseía la esperanza que de tanto preguntarle ella le dijera que no. Lina asintió moviendo la cabeza.  
-¿No crees que podríamos quedarnos en el dormitorio y ver una película? - dijo.  
Lina la miró molesta. Ya le había preguntado muchas veces lo mismo. Y no entendía el porqué de su insistencia. Aun así. Tranquilizó su mente y le respondió cortésmente.  
-Jamás he participado en algo así. Me gustaría ir aunque sea solo un momento. ¿Te parece? ¿Vamos? 
-Está bien, pero solo un momento. Tengo un mal presentimiento.  
-Lo sé. Pero no te preocupes.  
-Bien. – respondió aceptando acompañarla, sin embargo aún se mantenía temerosa e insegura al respecto.  
Faltaban solo dos días para el festival. Entre pasillos se comentaba el gran espectáculo que montarían en el entre tiempo y los estudiantes estaban entusiasmados por asistir. Según Ágata, mientras más concurrencia haya mejor sería el espectáculo, así que se corrió la voz. Ella se reunía continuamente con los estudiantes que participarían en su plan, arreglando o mejorando algún detalle y poco a poco comenzó a ejecutar lo que sería su obra maestra.  
El instituto sabía que algo sucedería, que algo tramaban los estudiantes pero no sabían que. De vez en cuando, en los recesos y tiempos libres se podían ver a algunos chicos llevando piedras. Se dirigían a la playa, las colocaban en baldes o cajas y las apilaban cerca del gimnasio. Las piedras estaban siendo acumuladas justo en las entradas del gimnasio donde se realizaría el festival musical. 
La señorita Roberts buscó a Lina. Veía que las cosas se estaban  dando de tal forma que temía los efectos que podría traer, no solo al colegio sino que a la única víctima posible. Necesitaba hablar con ella y de cierta manera advertirle, así que la citó a la oficina de orientación.  
-Que bueno que pudiste venir.- Dijo. 
-Sí. Aquí estoy. Dígame. 
-Siéntate.  
-Podría ir al grano.  
-Está bien. Quiero pedirte que el día del festival te quedes en el dormitorio. No asistas. 
-¿Qué? ¿Por qué? 
-Sabes bien que están planeando algo y temo que será algo grande.  
-Lo sé. Pero no les tengo miedo.  
-Pero por qué exponerte así.  
-Quiero hablar con Louis.  
-Lina. Por favor, déjalo. No insistas.  
-No insistiré. No busco que vuelva a ser mi amigo, es que necesito una explicación.  
-Te entiendo. Todo sucedió de pronto y crees no comprenderlo. Pero en el fondo sabes que no podías ser amiga de alguien como él.  
-Sí. Un niño rico y la chica pobre, es un cliché de novela. Pero de verdad creí que él era diferente.  
-Lo sé, solo que esa amistad no te trajo buenas cosas. Y lo más probable es que tramen algo peor.  
-No creo que hagan algo tan malo.  
-Yo si los creo capaces.  
-De verdad cree que existe gente tan malvada.  
-La maldad ha existido desde siempre. Y sí. Aquí es la cuna de ello.  
-Usted no se preocupe por mí, puedo cuidarme.  
-Solo espero que no suceda nada malo.  
-Gracias, profesora. -dijo saliendo de la oficina.  
A pesar de la insistencia de la profesora, Lina continuaba diciendo que iría al festival. Ella no podía explicarlo pero una sensación extraña la llamaba esa noche, algo pasaría y ella debía estar ahí. Lo que no podía imaginarse era que ese "algo" estaba manipulando sus decisiones.  
La noche del festival una luna brillaba en su punto más alto. Una magia extraña brotaba del árbol de castaño, una energía que solo podía ver y sentir Lina. Poco a poco el gimnasio comenzó a llenarse de estudiantes. Algunos habían ido a ver el festival, otros a ver el fantástico show de Ágata. Eran dos eventos los que ocurrirían aquel día, así que todo el colegio estaba presente.  
Todo iba saliendo según lo planeado, las piedras que fueron apiladas fuera del gimnasio poco a poco fueron entradas y colocadas en puntos principales, parecían parte de la decoración pero ese no era su real objetivo. Ágata observaba el movimiento, como quien supervisa un evento de gran magnitud. Se podía ver cerca del escenario con los brazos cruzados y una mirada de triunfo. Los participantes del festival estaban tras bambalinas, preparándose para subir al escenario, docentes y directivos se encontraban sentados en los costados del gimnasio mirando y vigilando a los estudiantes. Estratégicamente, los cómplices de la obra maestra de Ágata estaban ubicados en grupos cerca de las decoraciones pedregosas, solo aguardando sus instrucciones.  
El ambiente era tenso, de incertidumbre y ansiedad. Un aire espeso circulaba y se veían nerviosos.  No era un día normal, un silencio sepulcral invadía el lugar hasta que el director inicio la actividad para distraer a la muchedumbre. Todos esperaban por Lina, en silencio mientras la música sonaba.   
Lina demoró en salir. Estaba nerviosa. Sabía que algo sucedería y por un momento dudó en asistir. Se miró al espejo por largo tiempo, pensando, analizando y la voz volvió a sonar en su cabeza.  
-Ve. –susurraba la voz.  
-No sé si deba ir. –se respondía ella.   
-Ve. –susurraba la voz.  
-¿Qué podrían hacerme? 
-Ve. 
-¡Dios! ¿Qué estoy haciendo?  
Tomó el aliento que necesitaba, se miró nuevamente al espejo, agarró su chaqueta y salió de su habitación con destino al gimnasio. Fuera de los dormitorios se encontraba Abril, la había estado esperando durante largo tiempo imaginando y deseando que se haya arrepentido de asistir, pero al verla llegar supo de inmediato que ella no se dejaría amedrentar, podía ver la fuerza y determinación en sus ojos.  
-¿Estas segura?- preguntó sabiendo bien la respuesta.  
-Sí. Vamos. Quiero ver como tocan.  
Abril suspiró, se acercó y se aferró a ella agarrándola del brazo. Caminaron juntas, en silencio, mirando todo a su alrededor. En el trayecto ambas se percataron de los chicos que rondaban afuera. Ella intentó increparlos pero Lina la detuvo.   
La entrada estaba vacía, no se veía nadie en la puerta. Ingresaron lentamente. Al pasar el umbral, sintieron como las miradas se posicionaron sobre ellas y comenzaron los murmullos. Avanzaron hacia el centro del lugar ante la mirada atónita del público. El festival ya había comenzado y la primera banda tocaba. Louis no se encontraba presente, estaba junto a sus compañeros esperando su turno para subir al escenario. Lina lo buscó con la mirada y solo encontró a Izaro quien corría desesperado intentando alcanzarla. La multitud le impedía avanzar, entorpeciendo su paso, Izaro gritaba llamándola, pero el sonido de la música ahogaba todos sus esfuerzos. Aun así y luego de mucho esfuerzo y tiempo logro llegar a ella.   
-¡Lina! -Gritó a solo unos metros de distancia.- ¡Tienes que salir de aquí! 
Lina miró hacia donde este se encontraba, un grupo de estudiantes lo sujetaban impidiéndole avanzar. Podía pasar como si la muchedumbre no le permitiera avanzar, pero estaba todo planificado para que sucediera así.  
-¡Lina! – Volvió a gritar, esta vez más cerca.- ¡Sal de aquí! ¡Rápido! 
Lina avanzó hacía donde se encontraba, extrañamente a ella nadie se le interpuso en el camino.  
-Izaro, ¿qué pasa? -preguntó Lina. -¿Dónde está Louis? 
-No está aquí. Vamos, salgamos rápido.  
-¿Qué te pasa? ¿Por qué estás así?   
-Lina, entiende. Sal de aquí. -gritó Izaro tomándola de la mano, tironeándola.  
-¡Suéltame! -gritó ella, soltándose – Yo me quedaré.  
Lina e Izaro discutían, hasta que un grupo de chicos llegó y se ubicó frente a ellos. Uno de ellos se puso frente a Izaro diciéndole que salga de ahí. Izaro insistió en quedarse y proteger a Lina. El chico hizo un gesto y otros dos sostuvieron a Izaro con fuerza arrastrándolo para alejarlo de Lina mientras este luchaba. Otro grupo sostuvo a Abril, dejando a Lina sola, en el centro del gimnasio a merced de los abusadores. Los estudiantes comenzaron a retroceder lentamente, dejando un espacio considerable entre ellos y Lina.  
-¿Qué pretenden?- gritó- ¿Golpearme?  
Un grupo se acercó y comenzaron a empujarla haciéndola caer. El resto mantuvo su distancia, la música seguía sonando, y poco a poco comenzaron a murmurar y reírse de ella. El chisme de que Lina estaba en el suelo, en el centro del lugar, siendo atacada por los estudiantes comenzó a dispersarse y todos corrieron a observar. El rumor llegó hasta bambalinas donde se encontraba Louis.  
Lina estaba en el suelo, a su alrededor todos la miraban y se reían de ella. Eso no le afectaba y pensaba en que podrían haber pensado en algo más inteligente. Los miró desafiante y sonrió complacida. Ella no sabía lo que estaba sucediendo, mientras sus compañeros se burlaban de ella, las decoraciones comenzaron a moverse, pasando de mano en mano hasta quedar casi al borde de la circunferencia que rodeaba a Lina, escondidos entre la multitud. 
Ágata caminó entre la multitud, altiva y con aires de grandeza, los demás se retiraban hacia un lado a su paso, era como la reina de aquel cruel lugar quedando justo en frente de Lina.  
-Mendiga. ¿Qué haces ahí?- dijo. 
-¡Tú! - respondió Lina.   
-¿Te gusta llamar la atención? Pero no es necesario que te arrastres así.   
-Ágata. ¿Qué pretendes? - gritó Abril intentando soltarse.  
-Tú quédate ahí. No tengo nada en contra tuya. Así que no te metas. Mi problema es esta perra. –respondió Ágata apuntando a Lina. –Quiero darte una oportunidad. –dijo mirando a Lina.- Vete de aquí y no vuelvas o atente a las consecuencias.  
-¿Consecuencias? ¿Seguirás enviando a tus matones a golpearme si no me voy?  
-Realmente eres una tonta. No sabes lo que te espera.  
-Lo soy. No haré lo que pides. No me iré. No temo a los que amenazan y se esconden detrás de otros. Son todos unos cobardes.   
-Está bien. Si así lo quieres.   
La banda dejó de tocar. Aquella sensación de terror, de angustia, de miedo volvió a apoderarse del lugar y un silencio desolado se posó sobre la muchedumbre.  
Ágata dió un paso atrás y sacando una piedra de uno de sus bolsillos, dijo: 
-Quien esté libre de pecado que lance la primera piedra.  
Levantó su mano mostrando la piedra y la arrojó contra Lina quien aún se encontraba en el suelo. Esta fue a dar justo sobre su rostro hiriéndola. Una pequeña gota de sangre cayó por su cara. Lina levantó la vista y la miró con odio. Ágata sintió un terror frio recorrer por su cuerpo, la misma sensación que sintió aquella vez en el patio trasero y descubrió que había sido ella y no el “fantasma”. Se atemorizó tanto que retrocedió unos pasos dejando a los demás estudiantes libres de ejecutar su plan. Uno a uno los estudiantes comenzaron a tomar piedras y lanzarlas. Al cabo de unos minutos todos estaban lanzándole piedras con tal crueldad que ni Abril ni Izaro podían comprender. Entre la desesperación y la crueldad de lo que observaban, Abril e Izaro gritaban angustiados que se detuvieran pero nadie les escuchaba y todos continuaban eufóricos. Estaban tan desesperados intentando soltarse pero al poco tiempo perdieron sus energías. 
Lina mantenía la cabeza gacha. Las piedras daban en sus brazos, piernas, pecho espalda y cabeza. Hiriéndola, lastimándola y haciéndola sangrar. Ella se mantuvo quieta, no movía ni un dedo, parecía como si hubiera perdido el conocimiento, pero seguía sentada apretando con fuerzas sus puños. No hubo lugar de su cuerpo que no fuera golpeado por las piedras y sin pretenderlo perdió el control de sus emociones, dejándose llevar por la rabia.   
La ira se apoderó de su corazón y su mente. A la distancia “algo” la miraba expectante, no perdía detalle, susurrando algunas palabras. Ese “algo” fue actor importante en el actuar de Lina, y ayudó a que se llenara de oscuridad.  
-Mátalos.- susurraba una voz en su cabeza.  
-¿Matarlos?- pensaba ella- No puedo hacer eso. 
-Mátalos. 
-Me han hecho tanto daño que se lo merecen. ¿Cómo podría matarlos? 
-Mátalos. –insistía la voz.  
“Mátalos” se repetía en su cabeza una y otra vez que fue en lo único que pudo pensar. Perdiendo completamente el conocimiento y el control de sus acciones. Estaba en una especie de trance, dejándose dominar por los impulsos más básicos del ser humano, sobrevivir y luchar. Poco a poco comenzó a moverse, se levantó lentamente manteniendo la cabeza agacha, sin levantar la mirada.  
Las piedras que yacían en el suelo comenzaron a saltar, las luces parpadeaban y Ágata supo inmediatamente que no debió haber planeado  aquella atrocidad. Los estudiantes miraban atónitos y comenzaron a retroceder asustados.  
Lina levantó la mirada, sus ojos se habían vuelto negros, no reflejaban ninguna emoción. Su mirada intimidante se cruzó con los que se encontraban frente a ella quienes retrocedieron asustados. Al ver lo que sucedía, algunos entraron en pánico, desatando una histeria colectiva. La muchedumbre corrió desesperada hacia las salidas de emergencia, pero las puertas se cerraron estrepitosamente. Ante el impedimento de salir del lugar, se voltearon hacia Lina quien solo con el  movimiento de su mano cerraba una a una las ventanas.  
Entre las personas que se encontraban, buscó a Ágata con la mirada, hasta que la encontró cerca de la salida principal, junto a un grupo de estudiantes. Avanzó lentamente hacia ella, deteniéndose a un par de metros, mientras los demás se replegaban dejándoles espacio.  
-Yo estoy libre de pecado.- dijo sonriendo malvadamente.  
Ágata quiso arrancar, pero no pudo. Una fuerza extraña le impidió moverse y una mano invisible la tomó del cuello levantándola. Desde la distancia, Lina ejecutaba la acción. Quería gritar pero no podía hacerlo. Intentó luchar pero fue en vano. Sentía como toda la energía que recorría su cuerpo la abandonaba, miró con horror a Lina y vio como toda su energía era absorbida por ella. Cuando ya había dejado de luchar, la misma fuerza extraña la lanzó por los aires cayendo estrepitosamente sobre algunas decoraciones del lugar. Ágata había perdido completamente la conciencia.   
-Todos ustedes.-dijo Lina alzando la voz.- No merecen vivir.-levantando su mano izquierda.    
Todos aquellos que de alguna u otra manera habían participado en los maltratos comenzaron a sentir que se les iba la vida. La desesperación y el horror estaban en los ojos de todo el mundo. Ella caminó entre los estudiantes, mientras estos se desvanecían en el suelo, aterrorizados y sin la energía ni la capacidad de moverse. Los pocos que aún se encontraban de pie, no podían creer lo que veían sus ojos.  
Asustada la señorita Roberts corrió a socorrer al director Rawson que se encontraba en el suelo, retorciéndose como un gusano.  
-Director.- le gritó.  
Este le hizo un gesto, intentando decir algo, pero no tenía voz. Había sido callado como todos los demás. Solo había silencio, mientras muchos estaban en el suelo muriendo en agonía. Entre la histeria, el terror y la desesperación, uno de los que yacía en el suelo comenzó a arrastrarse con dificultad. Extrañamente había logrado moverse. Abril e Izaro intentaron llegar a él, pero Lina los detuvo, levantalos por los aires y dejándolos sobre el escenario.  
-Esta no es su lucha.- les dijo.  
Abril e Izaro se miraron atemorizados. Y observaron a los que aún se mantenían de pie.  
-Mira.-dijo Abril.- Los que estamos bien somos lo que no le hicimos daños a Lina.  
-Tienes razón.- respondió Izaro observando a su alrededor.  
-Tenemos que hacer algo. 
-¿Qué podríamos hacer? Está completamente fuera de sí.  
-Si no hacemos nada ella los matara a todos.  
Los jóvenes buscaban la forma de ayudar a los demás sin provocar la ira de Lina cuando escucharon una débil voz. 
-Lina.-decía casi susurrando. - Detente.  
Lina lo ignoró y continúo su peregrinación absorbiendo la energía de los que habían sido sus compañeros.  
-Lina.- volvió a decir - Te gusto.  
Lina se dio la vuelta y lo vio en el suelo casi moribundo, intentando llegar a ella. Izaro supo de inmediato de quien se trataba y bajando del escenario de un salto, corrió hacia él.   
-¡Tú! – dijo mirándolo con odio.- ¡Tú eres el peor de todos!  
Izaro detuvo su marcha cuando vio como Lina lo alzaba de la misma forma que antes lo había hecho con Ágata. Sintió temor por la vida de su amigo, y tranquilamente dijo:  
-Lina. Tranquila.  
Lina lo no tomó en cuenta, o más bien su mente estaba enfocada en destruir no en escuchar y se enfocó en Louis, quien débilmente colgaba levantado por una extraña fuerza.  
-Ahora puedo hacerte volar.- dijo Lina, sonriendo.  
Louis la miró horrorizado. No salían palabras de su boca aunque había muchas cosas que quería decirle. Estaba a punto de caer inconsciente cuando Abril repitió el salto del escenario de Izaro y corrió hacia ella abrazándola por la espalda.   
-Amiga, yo te quiero. - dijo Abril, abrazándola con fuerza. – Despierta. 
Lina estaba envuelta en la oscuridad, perdida en sí misma y escuchó una suave voz a la distancia que le decía “amiga”. Mientras intentaba alcanzarla el sonido frágil de una pulsera la despertó de su trance. Estaba como en un limbo entre la luz y la oscuridad y no sabía cómo detenerlo.  
Desde un balcón de la parte alta del gimnasio, “algo” manipulaba la situación. “Matalos” susurraba insistentemente, haciendo que Lina volviera a la oscuridad, pero la voz de Abril nuevamente la llevaba a la luz. Soltó a Louis dejándolo caer bruscamente al suelo. Izaro corrió a socorrerlo, mientras ella se liberaba de Abril y colocaba ambas manos en sus oídos agachándose. Estaba luchando consigo misma y la energía giraba a su alrededor como un tornado. En su estado de lucha, levantó a Abril dejándola lo más distante de ella. Los que aún estaban conscientes y libres de los poderes de la joven se acercaron a Abril pensando que le habían hecho algún daño, pero no había sido así, la estaba protegiendo.  
-Aléjense. Ya no puedo controlarlo. –gritó desesperada.  
Abril intentó acercarse siendo detenida por la señorita Roberts. Lina la miró. Sus ojos habían vuelto a la normalidad por un par de segundos y con tristeza y como si se despidiera le dijo “También te quiero, amiga.” 
Luego, todo que yacía en el suelo, las piedras, sillas, decoraciones y estudiantes comenzaron a levantarse. Lina lanzó un grito de desesperación tan ensordecedor que la toda la energía que había acumulado se liberó de golpe. Fue como si una bomba hubiera hecho explosión. Todo el mundo salió volando, los vidrios de las ventanas estallaron y las paredes del lugar crujieron como si quisieran gritar. Poco a poco algunos de los que estaban inconscientes comenzaron a reaccionar, muchos de ellos estaban lastimados, sobre todo Ágata y Louis que habían recibido la peor parte. Estaban débiles pero con vida.  
Lina abrió las salidas de emergencia y corrió desesperada hacia los jardines. Estaba fuera de sí, perdida en sus emociones y sin pensarlo llegó al árbol. Una vez allí puso su cabeza sobre el tronco y sintió como su corazón volvía a la paz. “¿Qué hice?” se dijo y caminó a la playa. Frente al mar, decidió alejarse de aquel lugar. Miró sus manos y observó como de ella frotaba una hermosa energía, energía de luz, energía de paz. Agarró un pequeño bote que se encontraba anclado y se fue.  
La liberación de energía fue tal que muchos de los heridos habían perdido la conciencia por el golpe recibido. Los pocos que aún no habían sido atacados por Lina comenzaron a socorrer a los heridos. Izaro y Abril corrieron a ayudar a Louis quien aún no despertaba. Entre ambos lo levantaron y lo sacaron fuera del gimnasio dejándolo en el césped del jardín. Así hicieron con varios de los heridos.  
Unos minutos después el edificio comenzó a colapsar. Las paredes crujían fuertemente y se comenzaron a desplomar. Nuevamente la histeria colectiva se hizo presente y todos intentaron salir para salvar su vida, sin importar si lastimaban a alguien a su paso. Como la mayoría aun no podía moverse adecuadamente los que se encontraban debieron ayudar a sus compañeros.  
Los escombros caían, atrapando a los que no pudieron salir a tiempo. Ágata que aún no recuperaba la conciencia quedo bajo una muralla que se desplomo sobre sus piernas. Abril e Izaro corrieron a ayudarla, con esfuerzo y ante la posibilidad de quedar atrapados por el colapso de la estructura, lograron sacarla, llevando a rastras y dejándola en el jardín.  
-¡Ayúdenme! – gritaban.  
Los jóvenes ingresaron una y otra vez al lugar, exponiéndose al peligro, sacando del lugar a varios de sus compañeros.  
-Tenemos que sacarlos.- dijo Abril desesperada.  
-Lo sé, pero temo que en la próxima nosotros no salgamos.- respondió Izaro.  
-Si no salimos, no importa. Hicimos las cosas bien.  
-Si las hicimos bien. 
Ambos se miraron de manera cómplice sonriendo. Se dieron un choque de manos y volvieron al lugar.  La señorita Roberts hacia un recuento de los que se encontraban afuera, cuando se escuchó un grito desolador.  
-Eddie. Sigue allí.- dijo  
-Nosotros lo sacaremos.- respondió Abril.  
Los dos jóvenes ingresaron a lo poco que quedaba en pie del edificio. Caminaron con cuidado para no provocar un nuevo colapso hasta que encontraron al profesor Villin bajo un escombro de la techumbre. Su brazo estaba atrapado y no podía moverlo.  
-Tranquilo, profesor. – dijo Abril. – Necesito su corbata.  
Abril sacó la corbata del profesor y con esta le hizo un torniquete, mientras Izaro levantaba dificultosamente parte del techo. Una vez liberado Villin corrió a la salida desesperado sin percatarse que su imprudencia había provocado un colapso en cadena del lugar.   
Estaban todos afuera cuando el edificio cayó por completo. El último en salir fue Villin cubierto de sangre.  
-Eddie. ¿Dónde están Izaro y Abril?- Preguntó Roberts asustada. 
-Ellos me ayudaron. Se quedaron atrás. – respondió este temblando.    
-El gimnasio cayó por completo. Ayuden a buscarlos. – gritó desesperada.   
Todos corrieron hacia los escombros, gritando y moviendo bloques en busca de los estudiantes. A los pocos minutos había un millar de personas buscando a los jóvenes, mientras otros atendían a los heridos y cargaban hacia un barco a los que aún no despertaban. Todos los heridos fueron trasladados al hospital de la ciudad. Mientras que la gente del pueblo aun buscaba a los jóvenes bajo los escombros. Pasaron un par de días cuando encontraron los cuerpos.  
Sobre la torre más alta del colegio, “algo” observaba desde una vista privilegiada lo sucedido. Era como si flotara, escondiéndose en la oscuridad de la noche. Divisó desde allí como Lina había abandonado aquel lugar, vio como el árbol había desplegado una luz brillante que luego se apagó como una bombilla. Su tiempo allí había terminado por el momento, debía seguir a Lina, no podía perderla de vista. Ella era la clave para controlar el poder que tanto deseaba.   




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