Luna de Fresia

XI. La salvación de Daniel.

Lina ya era parte de la familia Kosh Ambalni, como hija adoptada gozaba de todos las riquezas que la familia tenia, pero eso a ella no le importaba, pensaba y deseaba con todo su corazón que aquella  sea la oportunidad para ser feliz y vivir una nueva vida lejos de los maltratos y abusos.

Su primera misión era ser donadora de medula para Daniel, esa sería la historia que todo el mundo sabría, pero ella sabia muy bien que lo que Daniel tenia era mas que una leucemia, era algo malo, algo escuro.

Entró en la habitación del joven, le sonrió cálidamente mientras este la miraba alegre.

-¿Cómo salieron los exámenes?- preguntó impaciente.

-Somos compatibles.- dijo ella tímidamente.

-¡Que buena noticia! Mis padres no han venido y tenía demasiada curiosidad.

Los padres de Daniel aun no volvían del trato con Víctor y de los demás tramites que tenían que hacer para tener al fin la custodia legal de Lina. Mientras tanto, ella pensaba en qué era lo que tenía y qué podía hacer para liberar al joven de lo que le aquejaba.

-¿Estás bien?- preguntó Daniel de repente.

-Sí.- respondió ella.

-No lo pareces. ¿Tienes miedo? ¿No estás segura de ser donante?

-No es eso.

-¿Entonces qué es? Puedes decirme, mal que mal vamos a compartir algo.  

-¿Compartir?

-Sí, si eres mi donante, compartiremos algo más que nuestras historias de vida.

-Claro, tienes razón.

-Sí. ¿No te parece genial? Quiero mantener esta relación, no sé por qué, pero siento una conexión contigo.

-Sí, lo sé.

-Antes tuve una hermana menor, quizás por eso me siento así contigo, creo que de cierta manera me recuerdas a ella.

-¿Una hermana? ¿Dónde esta ella?

-Ella murió hace años. – respondió suspirando y alzando la mirada.

Lina pudo ver como su rostro cambiaba rápidamente, se dibujaba un rasgo de tristeza en sus ojos y su aura se volvía de un tono amarillo pálido. “¿Qué significa este cambio de energía?” se preguntaba sin quitarle los ojos de encima. Daniel por su parte, reaccionó sonriéndole.

-Lo siento.- dijo al ver a Daniel más repuesto.  

-No te preocupes, fue hace bastante tiempo. ¿Puedes acercarte? Siéntate junto a mí.

-No sé si deba.

-Claro ¿por qué no? Ya te considero parte de mi familia.  

Lina a pesar de sus temores y miedos, avanzó hasta sentarse a su lado. Acomodó sus brazos sobre la cama y lo miró avergonzada. Daniel le sonrió, había algo en ella que lo calmaba y gozaba solo de su compañía. Levantó su mano y tomó la de Lina, ella intentó zafarse pero este se lo impidió.

-Espera. No te sueltes. Déjame estar así unos minutos.

-Está bien.

-Ya te lo había dicho antes, pero esto es extraño, pero tú me transmites paz, una energía que me hace sentirme bien, ese cosquilleo, quizás es una conexión.

Lina lo miró asombrada, antes había desviado la atención, simulando no saber a qué se refería, pero esta vez no podía evitarlo. ¿En verdad aquel joven podía sentir aquello? ¿Podría ser que quizás él también tuviera poderes, como ella, como el hombre extraño? Luego de unos segundos pensó, “No, no creo que tenga esas habilidades. Si las tuviera se hubiese curado a sí mismo. Entonces ¿Qué está sucediendo?”

La habitación de Daniel daba a un enorme jardín, tenia grandes ventanales y las cortinas estaban siempre acumuladas en un rincón permitiendo la entrada de la luz del sol, esa había sido la petición del muchacho ya que esto lo hacía sentir como en casa. Ambos se encontraban en el tercer piso, sin embargo, en todo momento sintieron que alguien los acechaba. Y era cierto, desde la distancia sobre los árboles se proyectaba una silueta humana que los observaba, jamás intervino presencialmente pero siempre susurraba, Lina lo escuchaba claramente mientras Daniel podía oír solo una voz no comprendiendo lo que decía.  

-Usa tu poder.- decía la voz.

Lina llegó a creer que era una especie de ángel guardián, algo como un consejero o un hada madrina y tomaba en cuenta cada cosa que esta voz podía decirle. Por su parte, Daniel no lo sentía así, aquella voz susurrante le estremecía, dudaba y sentía temor.

-Sé que debo usarlo.- respondió Lina en voz baja.

-¿Qué?-preguntó Daniel.

-Nada.- respondió ella nerviosa.

Daniel miró hacia la ventana como sospechando de que algo ocurría y logró, apenas, divisar a la silueta de aquel extraño ser sobre los árboles, desvaneciéndose en un abrir y cerrar de ojos.

-Qué extraño, me pareció ver algo allá.- dijo

Lina se volteó y se acercó rápidamente a la ventana pero no divisó nada hacia donde Daniel le indicaba, sin embargo pudo ver al extraño hombre junto al árbol sosteniendo su bastón y haciéndole un gesto con su gorro.

-No veo nada.- dijo mirando a Daniel.




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