Luna de Fresia

XX. La perdida de Daniel.

El feroz golpe de la primera ola fue devastador. A su paso la destrucción notaba cuan poderoso puede ser el mar. Al bajar los brazos, la barrera cedió levemente dejando entrar parte de aquella fuerza marina, inundando aquello que antes había estado protegido. El mar volvió a recogerse, esta vez mucho más que antes y nuevamente comenzaba el calvario.

-Creo que debemos subir más. – dijo Roberts al ver recogerse el mar. – Siempre son tres olas, la segunda es la más devastadora. – añadió.

-Debemos buscar a Daniel.- gritó Louis desesperado.

-No podemos hacer nada. Confiemos en que Lina lo encontrará.

Louis miró furioso a Greta, mientras esta entristecida lloraba en silencio. Sentía como sus piernas le temblaban y no podía pensar en nada más que en los ojos de Daniel al momento de perderse entre las aguas.

La segunda ola se acercaba con fuerza. Lina intentaba con todas sus fuerzas mantener el control de sus emociones, pero el perder a Daniel le hacía sufrir y no había forma de calmar el pesar de su alma. Sus ojos comenzaban a tornarse negros, mientras observaba desde la altura a Greta, en aquella mirada podía verse el odio.

Louis se percato de lo que le estaba sucediendo y corrió, ubicándose frente a Greta, quien lloraba amargamente.

-¡Lina, reacciona! – gritó, mirándola con ternura.

Lina lo vio allí, apoyándola como antes lo había echo y volvió en si, intentando mantener la pared que se rompía poco a poco.

-¿Puedes hacer algo más?- rio a carcajadas el oscuro, viendo como la pared que protegía el pueblo se rompía lentamente.

Lina hizo caso omiso a las palabras del oscuro, e intentó concentrar sus fuerzas en proteger a Louis y los demás. Volteó la mirada y divisó como la segunda ola se acercaba a toda velocidad mucho más grande en tamaño y poder.  Se percató que el lugar donde se encontraban sus compañeros no era suficiente y gritando con fuerzas le indicó que se movieran de allí.

-¡Suban más! – gritó.

La señorita Roberts miró hacia el horizonte y vio acercarse una segunda gran ola. El temor recorrió su cuerpo y gritando con todas sus fuerzas hizo reaccionar a aquellos que observaban incrédulos a Lina. Todo el mundo se espantó y comenzaron a correr subiendo el cerro.

Louis no sabia que hacer, en su mente no podía dejar de pensar en Daniel. Había que buscarlo, y sin idearlo siquiera volvió a hacer contacto con Lina, esperanzado en que quizás ella daría con el paradero de Daniel quien se había perdido entre las aguas turbulentas del mar.

-Lina, ¿me escuchas?- preguntó Louis con la respiración entrecortada.

Lina cansada de tanta presión, respiró hondo, concentrándose en la voz de Louis, y haciendo un esfuerzo respondió a su llamado.

-Louis. Sí. Te escucho.- dijo intentando mantener la barrera, mientras la segunda ola se acercaba a gran velocidad. 

-Debemos buscar a Daniel. Algo me dice que sigue con vida.- dijo Louis observando el mar.

-Lo sé.- grita Lina desesperada.- Pero no sé cómo hacerlo. Siento que la energía se me va. 

-Tranquila. Yo te ayudaré.

-¿Cómo lo harás?

-Lo buscaré.

-No. Louis. Sigue subiendo, no quiero perderte a ti también. –respondió Lina explotando en llanto.

-No me perderás. Confía en mí. Concentra tus energías en la barrera e intentar calmar el mar. Yo me haré cargo del resto.

-Gracias, Louis.

Lina intentó tranquilizarse, respiró hondo una y otra vez, relajando su espíritu que se debatía entre el deber y el querer, y sin dejar de pensar en Daniel, mantuvo la barrera. Con las pocas energías que le quedaban hizo contacto con el árbol, pidiéndole consejos de como calmar la furia del océano.

Louis toma del brazo a Greta, que lloraba desconsoladamente tendida en el suelo, arrastrándola con él. 

-Vamos, Greta. Reacciona. Debemos correr.

-Yo debo quedarme aquí.- respondió sumida en la depresión.- Por mi culpa Daniel a muerto.

-No está muerto. Y si quieres que viva, debes ayudarme. Levantate y corre.

Greta lo miró con unos grandes ojos llenos de esperanza, pensando en cómo Louis podría salvar a Daniel y entre aquellos recuerdos y pensamientos, reconoció que aquel joven siempre había mostrado un aura especial, que entregaba calidez y protección.

-¿Acaso tú también eres un brujo?- preguntó corriendo a su lado. Louis la miró sin decir una palabra, deteniéndose.

De pie tras ella, le pidió que siga corriendo, que él se encargaría de encontrar a Daniel, mientras Greta subía el cerro incentivando a los otros a seguir corriendo. Louis se quedó de pie frente al mar, observando perplejo como se acercaba una ola de mayor magnitud, asombrado por el poder de la naturaleza. “Vamos, concentrate” se dijo y cerrando los ojos, se introdujo mentalmente en las frías aguas. La imagen mental de Louis hizo un rastreo minucioso, de cada rincón, bajo cada escombro hasta que dio con un bulto, entre maderas y basura. Se acercó rápidamente y logró divisar a Daniel, enredado entre restos de embarcaciones y construcciones cercanas.




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