Boss salió de entre los árboles con una expresión algo sombría, su mirada delataba que no tenía buenas intenciones, la miró de manera burlona y se acercó a ella lentamente.
–¿Cómo estás querida? –preguntó con falsa inocencia– ¿necesitas que te ayude en algo?
–¡Aléjate de mi imbécil! –rugió ella con fuerza, pero tenía mucho miedo y en el fondo rogaba que Manfred apareciera para salvarla como en la más cliché de las películas del mundo– ¿crees que eres bienvenido a este sitio después de que intentaras matar a Fred?
–Yo no mate a nadie, te dije que fue un accidente, pero sé como te sientes, es normal que entres en negación en la etapa inicial de tu duelo pero yo te ayudaré a aliviar tu pena, –abrió los brazos– ven aquí.
–¡Que ni se te ocurra tocarme! –dijo con desprecio en la mirada y asco en la voz– estás demente si crees que me acercará a tí.
–Entiende una cosa mocosa impertinente, –su actitud se volvió demasiado aterradora– las mujeres como tu sólo existen para una cosa, obedecer, y lo harás así tenga destruirte desde adentro.
–Te lo simplicaré para que tu retorcido cerebro lo entienda –dijo reuniendo todo su valor mientras su corazón quería dejar de latir– prefiero morir antes que someterme a una basura como tú.
–Debes obedecer ahora que estás viva; –dijo relamiendo sus labios, gesto que causo asco en Liselot– porque muerta serás obediente pero no será divertido.
–Infeliz –sus ojos mostraban una furia desmedida– no te obedeceré mientras viva.
–¿No lo harás? –sacó poco a poco su cuchillo, esta vez había algo diferente en la hoja, parecía ser que chorreaba algo que no sabía que era– ya verás como aprendes modales.
–Salvamos tu vida malnacido insecto –dijo lanzándose hacia él como una Leona.
Boss la esquivó con facilidad, ella lanzó otros golpes pero él los contraatacó dejándola inmovilizada y de rodillas puso su cuchillo en el cuello de ella y lo presionó contra la piel pero sin cortar.
–¿Qué te puedo decir linda? Todos cometemos errores en esta vida. –acercó su rostro y la olió, ella reaccionó e intentó alejarse pero un golpe en el rostro la dejó desorientada– Es una pena que tu no vivirás para aprender se este. Hecharé de menos tu sonrisa de niña tonta –trató de sonar dulce pero su intento fue torpe.
En otra circunstancia eso habría hecho que ella sonriera de manera amable por el cumplido como en ocasiones anteriores, pero después de todo el no era más que un sociopata. La peor escoria del mundo, capaz de hacerte sonreír mientras te corta el cuello y se dá un baño con tu sangre.
–Tu....tu arderás –dijo con mirada asesina– lo.... juro.
–Que cosas tan dulces dices. Nadie te protegerá, estas sola y morirás, mientras que yo seré salvado y contaré la triste historia de dos jóvenes que se quisieron pero murieron estúpidamente. ¿Y tú qué harás? –se acercó a su oído y susurró– nada, no harás nada.
–Cállate ya, tu boca apesta –dijo desafiandolo mientras lo empujaba lejos de ella.
–Hora de dormir inútil –dijo tomándola del cabello e inmovilizandola definitivamente.
Liselot gritó al sentir el cuchillo deslizarse por su piel de manera lenta, él quería hacerla sufrir el mayor dolor que pudiese ser causado pero una piedra impactó en el pecho de Boss haciendo que retrocediera unos pasos, tirará su cuchillo a tierra y mirara hacia adelante para ver de dónde había venido el ataque y cuando lo hizo se sorprendió y abrió los ojos de par en par.
–Yo te mate –susurró algo sorprendido.
Boss intentó tomar el cuchillo para terminar con la vida de ella pero un nuevo vistazo le hizo entender que si se tardaba un segundo más no podría escapar de ellos por lo que decidió huir pues sabía que aunque Manfred era un hombre razonable y civilizado cuando se trataba de proteger a la chica y a Patchú podía llegar a perder la cabeza y ser todo lo contrario y ni hablar del niño, que aunque era muy pequeño era descendiente de la tribu más feroz y sanguinaria del área por lo que sus instintos asesinos eran completamente volátiles además de que este adoraba a Liselot como si de una diosa se tratase, por donde lo viese no era bueno dañarla frente a ellos, estaba seguro de que ella moriría pues su cuchillo tenía un regalo especial que ninguno de ellos se esperaría.
Ella miró en dirección al lugar donde Boss habia estado mirando antes de irse y vio a Manfred y a Patchú correr de manera frenética hacia ella, se sintió mareada de pronto, Patchú la sujetó mientras que Manfred corrió detrás de Boss pero este no tardó en desaparecer.
–Me duele –comenzó a decir sin para mientras que las lágrimas comenzaban a escapar de sus ojos de manera desesperada– Patchú me duele mucho.
Patchú notó un hilito de sangre deslizarse desde su cuello y se extendía hacia su pecho, se acercó a la herida pequeña pero ligeramente profunda en el cuellos de ella y la olió, entró en pánico cuando ella se desvaneció en sus brazos.
–¡Amigo! –gritó desesperado– ¡Amigo Lili!
Manfred escuchó los gritos de el niño y corrió de regreso hacia ellos, Liselot estaba temblando ¿qué demonios le pasaba? Sólo fue un rasguño.
–¿Qué pasa amigo? –la sostuvo fuertemente mientras que ella parecía estar desesperada por quitarse algo del cuello.
–Malo, malo –se esforzaba por hablar– ¡guba! ¡guba! –repetía sin parar mientras que sus ojos estallaban en lágrimas.
–¡Amigo calmate! –dijo haciendo que Patchú lo mirase– Explícame que es lo que dices.
Patchú puso sus dedos índices sobre los labios como si fueran colmillos y luego hacia movimientos curvos con sus brazos.
–¡Serpiente! –se congeló al comprender que el cuchillo estaba impregnado en veneno de serpiente– es veneno de serpiente.