Al día siguiente Manfred despertó temprano y salió a tomar aire, Patchú corrió hacia él alegremente y lo tomó del brazo, se sentaron a comer un poco de fruta. La madre de Patchú entró a la tienda de ella para revisarla, luego de un rato salió, el semblante de ella ahora denotaba una sensación tácita de alivio.
—¿De verdad crees que nada le pasará? —le preguntó al niño preocupado, ya que ella no se había movido ni una sola vez durante la noche.
—Lili bien, amigo —dijo despreocupado mientras mordía una fruta.
Patchú miró hacia la puerta de la tienda, sus ojos se iluminaron y corrió a los brazos de Liselot que caminaba con ayuda de otra mujer. Lágrimas de felicidad saltaron de los ojos de Manfred que corrió hacia ella, rebasó a Patchú y la cargo.
—Fred, bájame ya por favor —dijo después de un rato de estar abrazados— hola, pequeño —saludó a Patchú y lo abrazó— gracias por todo, eres muy valiente y bueno.
—Nada Lili —respondió el niño abrazándola fuertemente mientras que sus ojos se llenaban de lágrimas.
—¿Cuánto tiempo tiempo dormí? Siento que pasaron dos meses —sonrió perezosamente mientras arrugaba los ojos.
—Sólo pasó un día —la abrazó dulcemente, no podía creer que ella fuera tan encantadora después de estar al borde de la muerte—, pero para mi fue un infierno interminable.
—Que alivio —suspiró al sentir su olor y el calor de su presencia.
Pasaron las horas hasta el medio día, a la hora de cocinar Patchú les enseñaba a las mujeres a como usar la sal. Comieron luego de unas horas y se quedaron a disfrutar de la danzas que los demás prepararon para ellos. De un momento a otro Patchú llamó a Liselot a un lugar aparte con una cara bastante seria.
—Otros aquí —dijo casi susurrando.
—–No te entiendo —se acercó para susurrar también— ¿pasa algo?
—Otros tu —dijo tocando su piel—, igual.
—¿Serán personas del naufragio? —pensó con algo de intriga— llévame a verlos.
—Si, Lili.
Patchú la tomó de la mano y la llevó al lugar donde al parecer se encontraban los prisioneros, se quedó paralizada al ver que se trataba de un grupo de tres personas de piel blanca, estaban en una condición realmente deplorable, harapientos y desnutridos, era algo desgarrador de sólo verlos, sus ojos se llenaron de lágrimas y corrió hacia la puerta.
Todos la miraron, sus expresiones eran de asombro y tristeza, ella les hizo señas de que se acercaran y uno de ellos se acercó a ella lentamente.
—¿Cómo es que te capturaron? —pregunto en voz baja y temblorosa.
—No soy una prisionera, naufragué en otra isla, esperen un momento, trataré de sacarlos de aquí.
—¿De verdad? —dijo el hombre con una mezcla de desesperación y alegría en la voz— Gracias.
—Patchú —se acercó a él y se agachó para mirarlo a los ojos— necesito sacarlos de aquí.
—Lili difícil, ellos no...
—Escúchame, dirás a tu padre que son mis sirvientes...
—Sirvi.. ¿sirvientes?
—Sirviente es una persona que te ayuda en todo —trataba de explicarle con señas.
—¿Amigo sirviente de Lili?
—Algo parecido —dijo con tono de vergüenza, realmente él no era su sirviente, pero era el ejemplo más cercano que el pobre niño había visto.
—Bien Lili. Padre volverá...
—¿Volverá? ¿Adónde fue?
—Castigar hombre malo —dijo con obviedaden la voz.
—No puede ser, matarán a Boss —pensó ella sorprendida, aquellas personas podrían resultar heridas—¿Qué harán?
—No sé Lili. Eso muy malo hacer, padre castigar a hombre malo —dijo Patchú tratando de explicarle a ella lo mejor que su limitado vocabulario le permitía.
—Entiendo —se acercó a la celda— los sacaré de aquí, tranquilos... Ven busquemos a Fred —le dio la mano al niño quien no dudo en seguirla.
Volvieron a la concentración de personas, ella se sentó al lado de él y disimuladamente se acercó para comentarle el plan.
—Necesito de tu ayuda Fred —murmuró sin rodeos pues sabía que él haría lo que fuera por ella.
—¿Qué pasa princesa? —dijo al instante, tal y como esperaba ella.
—Hay otros sobrevivientes del naufragio, pero están como prisioneros, están muy mal Fred, no los quiero dejar aquí —dijo mirándolo a los ojos y él entendió que debían hacer algo.
—¿Qué plan tienes en mente? —dijo rindiéndose a sus deseos con todo placer.
—Por lo que veo, todo aquí se mueve con un matriarcado así que diremos que son mis sirvientes, ellos saben que; de cierto modo, salvamos la vida de Patchú así que dudo que se opongan a devolverlos.
—¿Crees que sea buena idea? —parecía preocupado, esa gente no era nada civilizada como para intentar negociar con mentiras tan evidentes.
—Es lo mejor que se me ocurre —lo miró a los ojos y como lo esperaba este solo asintió al instante.
Patchú se acercó a ellos con su madre, todos se arrodillaron al verla, ella hizo una leve reverencia a Liselot y ella la devolvió elegantemente. Aquella era una mujer realmente especial, algo en ella brillaba e irradiaba paz, si estabas cerca de ella, era obvio que no era como su esposo o los que le seguían su voz era dulce y su mirada cristalina como las gotas de lluvia.
—Madre ayudará —dijo cuando el ritual de reverencias acabó— ella no gusta de que padre hizo con los sirvientes de Lili.
—Muchas gracias —hizo otra reverencia, pero esta fue un poco más profunda, quería hacerle entender que estaba agradecida por sus amables actos de bondad hacia todos ellos.
La madre de Patchú sonrió y luego se fue, el niño la acompañó y ellos se sintieron más aliviados; la tarde estaba casi muriendo cuando una enorme columna de humo surcó los cielos haciéndose más y más grande, se miraron fijamente por un segundo notablemente alarmados, no se necesitaba tener un sentido de la orientación muy desarrollado como para saber que el humo venía de la isla donde ellos habían estado anteriormente.
—Creo que algo está pasando —dijo él sin apartar la mirada de la columa de humo que parecía estar a punto de tragar las nubes blancas y esponjosas que adornaban el cielo.