–¿De qué hablas? –Manfred no sabía si estaba sorprendido o enojado– Dakota, me dejó por otro hombre mientras estabamos en ese crucero.
–¿Es eso cierto? –ahora el confundido parecía ser Jeff, esto era demasiado para procesar, ¿de qué se había perdido?.
–¡Claro que lo es! –se alteró un poco y su mirada se volvió seria y su padre comprendió la veracidad de sus palabras– ¿Pero cómo es eso de que esta en casa?.
–Ella llegó llorando a la casa diciendo que habías desaparecido, –en ese momento inconscientemente estaba teniendo una guerra de miradas con su hijo pues ninguno de los dos apartaba la mirada del otro– no ha parado de buscarte.
–Que hipócrita es esa mujer, –pensó completamente asqueado de todo lo que había sentido por aquella desagradable mujer– ella me dijo en la cara que me dejaba por otro hombre y se fue con él.
–Y yo me creí todo su cuento –Jeff estaba notablemente enojado– sólo espera a que volvamos.
–Papá acaso....
–Tu sólo preocupate por tu chica yo me ocuparé de Dakota. –su hijo sabía por su mirada que sus palabras no significaban nada bueno para aquella chica– Puedes irte ahora.
–No vayas a hacer una locura.... –se limitó a decir, lo conocía y sabía que su padre lo estimaba en gran manera, por lo que no permitiría que nadie se tomase ventaja de su único hijo e insistir para que se quedara quieto en una situación así era inútil.
–Esos son mis asuntos; –dijo por lo bajo mientras despedía a su hijo– ahora vete.
Manfred suspiró vencido, lo conocía demasiado bien y no había forma de detenerle, él sabía que cuando a su padre se le metía una idea a la cabeza era más fácil quitarle la cabeza que la idea, así que volvió al lado de Liselot con su mejor sonrisa.
–Volví, ¿dónde está tu padre? –preguntó al notar la ausencia de Jaap.
–Se fue a buscar algo de beber, quiere celebrar por adelantado que me encontró –dijo con una sonrisa orgullosa en el rostro– ¿te ocurre algo, qué te dijo tu papá?
–Nada, –se encogió de hombros tratándo de parecer casual pero su torpe intento sólo lo puso en evidencia ante ella– ¿debería tener algo?
–No me engañas Fred, tienes algo, transmites una energía diferente –dijo con obviedad mientras entrecerraba los ojos.
–Tengo algo que decirte –se animó a decir aunque en el momento no tenía palabras para explicar la situación, ella había sido muy dulce hasta el momento, pero quizás es porque no había ninguna otra mujer interesada en él en la isla– pero no te enfades, es algo sin importancia.
–Lo supuse, ven sientate.
–Bien –se sentó ligeramente lejos de ella, sólo por seguridad– ¿recuerdas que te conté sobre la última novia que tuve?
–Si, la que terminó contigo en el crucero –Liselot ya sabía por donde iba la cosa pero trató de contener a su víbora interna pero era difícil.
–Si –dijo bajándo la mirada, su corazón latía muy rápido y sus palabras luchaban por salir.
–¿Qué pasa con ella? –la víbora parecía relamer sus colmillos lentamente.
–Mi padre acaba de decirme que está esperando mi regreso en casa –Liselot se puso muy seria cosa que lo asustó– pero yo te juro....
–No me jures nada, conozco a las de su tipo –Manfred temía por su vida ya que su expresion no era la usual, casi podía ver su aura ardiendo– una cosa te diré....
–Si dime –parecía estar dispuesto a obedecer cualquier palabra que saliera de su boca a continuación.
–Si se atreve a tocarte le voy a dejar la cara como falda de hawaiana –estaba muriendo por descargar su veneno, pero él no era el objetivo, después de todo él había estado en la isla, así que no era su culpa.
–¿Estás celosa? –trató de bromear para disipar un poco la tensión de aire.
–Si, asi que ya sabes que pasará –dijo sonriendo tranquilamente, pero a él le pareció una amenaza de muerte directa y sin filtros.
Manfred tragó grueso, no quería provocar a una chica celosa, sabía que era como coquetearle a la muerte y no estaba listo para pasar al otro mundo; ya se había escapado por muy poco de la calabera (popular forma descriptiva de la muerte) una vez y no tenía interés en probar su suerte de nuevo.
–Traje vino blanco –dijo Jaap acercandose con una botella en las manos y un par de copas.
–¡Mi favorito!, gracias papi –dijo con una sonrisa completamente diferente eliminando toda la tensión en segundos.
–Salvado por la campana –pensó, Manfred, tragando grueso– iré por una copa para mí.
–No, este es mi barco, no sabrías donde encontrarlas, yo iré, espera aquí con ella.
–Está bien –un grito desesperado de auxilio quedó atorado en su garganta mientras veía a Jaap alejarse.
Jaap se fue y Manfred sabía que no debía mirarla a los ojos, con eso de que las mujeres pueden oler el miedo era mejor no erriesgarse, Liselot lo miraba con curiosidad pero cuando estaba a punto de formular palabra el agente Walter apareció ante ellos con una expresión seria en el rostro.
–Necesito hablar con ustedes un momento –dijo con voz gruesa mientras miraba detenidamente los ojos de Liselot– por favor.
–Claro que si agente –respondió Manfred tratando de romper el contacto visual que este mantenía con ella.
–Bien, siganme –los llevó al interior del barco donde estaban unas carpetas– miren estas fotos con atención por favor.
–Este hombre....–Manfred parecía muy sorprendido.
–¿Este hombre estaba con ustedes? –por la expresión de Manfred el agente confirmó casi completamente sus sospechas– Es un hombre muy peligroso.