Luna de hielo.

26.De Vuelta En Casa.

–Estamos en Lisboa, pasaremos la noche en un hotel y a primera hora tomaremos un vuelo directo a Amsterdam, llegaremos a la ciudad mañana a medio día si mi planificación es correcta.

 

–¿Dónde está mi mamá? –preguntó mientras la buscaba con la mirada mientras la tripulación anclaba y aseguraba el yate en el muelle.

 

–Ella debe estar cerca; la dejé en casa pero se las ingenió para llegar hasta aquí.

 

–Tratándose de ella no me sorprende.

 

  Bajaron del barco y caminaron por el muelle, la silueta de una mujer se dibujaba al final, los ojos de Liselot se llenaron de lágrimas y corrió a los brazos de su madre quien también estaba llorando, se abrazaron fuertemente y por primera vez en mucho tiempo sus almas estaban en completa paz.

 

–Estaba tan asustada hijita mía –dijo apretándola desesperadamente contra su cuerpo.

 

–Yo también estaba asustada mami. –lloraba aliviada en los brazos de su madre– Pero no estuve sola madre, –dijo tratando de calmarse pues quería tratar de presentar de manera aceptable a Manfred, pues aunque Jaap daba miedo con su sola presencia, la sola presencia de Charlotte era el doble de intimidante que la de su esposo– un hombre maravilloso me rescató y me cuidó todo este tiempo.

 

–Que alivio hijita, no sabes cuanto le pedí a Dios que te cuidara....

 

–Ya deja de llorar, te vas a poner fea y vieja –dijo Liselot secando las lágrimas de su madre.

 

–Si, si –respiró profundo para calmarse– ya me calmé.

 

–Buena chica,–bromeó con su madre– ahora dime que tienes una gran fiesta preparada para mí –en realidad ella no quería una fiesta pero sabía que su madre insistiría hasta convencerla.

 

–Si, tenía que hacerla para agradecer a todos los que nos apoyaron en tu búsqueda, es lo menos que podemos hacer.

 

–Tienes razón –la idea no le entusiasmaba pero no sería desagradecida con aquellos que prestaron su ayuda para salvarla.

 

–Ahora cuéntame ¿quién es el hombre maravilloso que te salvó? –preguntó emocionada, quizás y con un poco de suerte ella podría emparejarlos en poco tiempo.

 

–Ahí viene, –dijo emocionada y al parecer sin percibir los pensamientos de su madre–  Fred ven aquí por favor –él obedeció de inmediato y con una gran sonrisa.

 

  Manfred se acercó junto a Jeff y Jaap, la madre de ella se quedó sorprendida al ver el hermoso espécimen que se aproximaba hacia ella, ahora con más razón debía hacer que estuviesen juntos, al fin había llegado alguien que ella consideraba aceptable para la pequeña Liselot, no podía dejar pasar esa oportunidad, asi que de inmediato compezó a tejer una red en su interior para atrapar a su yerno de manera que no pudiese escapar de su amada hija.

 

–¿Qué pasa princesa? –preguntó Manfred con curiosidad en la voz.

 

–Te presentaré a mi madre –lo tomó de la mano y lo acercó– ella es Charlotte la mujer más preciosa del mundo y mi madre.

 

–Ya lo creo, es tan hermosa como su hija –estrechó la mano de Charlotte sin dejar de sonreír.

 

–Que niño tan encantador –en su interior ya se había determinado a que él fuese su yerno definitivo; no aceptaría a nadie más que no fuese Manfred– ¿cual es tu nombre?

 

–Manfred Brouwer, para servirle.

 

–Encantada, –dijo con una amplia sonrisa– pero vámonos está haciendo frío.

 

  Subieron a los autos de lujo que estaban esperándolos, ellos se fueron al hotel y los agentes se fueron a una casa de seguridad, Jaap había insistido en pagarles el alojamiento en ese mismo hotel pero ellos se negaron con aún más insistencia.

 

–Deberíamos cenar esta noche –dijo Jaap a Jeff cuando este se bajaba del elevador.

 

–Yo encantado –dijo Manfred y se acercó a Liselot– nos vemos en un rato ¿si? –tomó su mentón y la besó dulcemente.

 

–Está bien, trata de ser puntual –dijo ella sonriendo dulcementepara él.

 

–Eso haré –se fue después de despedirse de Jaap y Charlotte.

 

–¿Eso que fue? –preguntó Charlotte confundida.

 

–Ellos están en ese proceso querida –dijo Jaap manteniendo su seriedad en todo momento.

 

–¡¿Están enamorados?! –gritó sorprendida, eso significabaqueno tendría que esforzarse para juntarlos, eso simplificaba mucho las cosas, ahora solo debía trabajar para que se quedaran juntos.

 

–Calla querida, no hagas un escándalo, yo mismo no sé muchos detalles, él solo me pidió permiso para cortejarla.

 

–¡Dios ha escuchado mis plegarias! –Charlotte abrazó a su hija– ¡que feliz estoy! –comenzó a saltar.

 

–¿Mamá desde cuando eres tan escándalosa? –dijo frunciendo el ceño por unos cortos segundos. 

 

–¡Eso que importa! –dijo ignorando por completo la expresión de su hija.

 

  Bajaron del elevador un par de pisos mas arriba,  ella entró a la habitación que habían reservado sus padres para ella, por primera vez en mucho tiempo tomó una ducha caliente con sales y todo aquello que le encantaba ponerle al agua de la bañera, se miró en un espejo grande y muchas cosas que realmente apreciaba pero que no sabía que lo hacía, suspiró al ver la gran cama king del hotel, se tiró sobre ella y abrazó las almohadas, su madre entró con un par de velas aromaticas y las encendió, el lugar se llenó de un sutil olor a vainilla el cual la relajaba en gran manera, Charlotte la ayudó a peinarse y a elegir su ropa, se puso un vestido corto, de hombros descubiertos de color vinotinto, se puso sus tacones y se maquilló.

 

–Estás preciosa hijita –dijo su madre con algo de nostalgía– de verdad estaba tan ansiosa por encontrarte, estaba desesperada, pero sabía que tu estabas bien, por eso no perdí la esperanza.



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Editado: 25.10.2022

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