–Haré lo que usted me diga –dijo Dakota determinada– si es por él haré cualquier cosa.
Liselot subió al auto privado de la familia, había olvidado lo mucho que odiaba el olor del aromatizante para autos; como lo hacía antes sólo se reclinaba en su puesto y cerraba los ojos, su madre la miraba y no paraba de sonreir. Llegaron a la mansión, sintió ganas de llorar al ver de nuevo esa casa donde fue criada, el hermoso jardin donde se divertía desde la infancia.
–Las flores han estado tristes desde que desapareciste, –dijo melodramáticamente– míralas.
–Madre, se le llama invierno; no seas exagerada, –dijo entre risas al ver el drama que había montado su madre en cuestión de segundos– sin embargo, ya extrañaba este sitio.
Entraron a la casa y por primera vez en mucho tiempo sintió ese dulce aroma a vainilla y lavanda que tanto le gustaba, aunque en cierto modo estar rodeada por la naturaleza le habia traído una sensación de paz que sabía que realmente extrañaría pero que no cambiaba por esa calidez humana de la que siempre disfrutaba en su hogar.
–Sube a tu habitación, en un rato te llevaré algo de comer –dijo Charlotte casi cantando de la alegría, era como si la casa recuperase su brillo.
–Si madre –dijo retirándose, aunque le emocionaba volver a su habitación, no le emocionaba para nada la idea de volver a comer las cosas que cocinaba su madre.
Mientras subía las escaleras pasaba las manos delicadamente por el pasamanos y miraba con atención las paredes y los elegantes cuadros que colgaban de ella, cualquiera pensaría que se acababa de mudar a esa casa o que era su primera vez en ese sitio. Entró a su habitación y miró su pijama de panda favorita tendida perfectamente y sin una arruga sobre ella, pasó su mano por la suave tela, se desvistió y entró a la ducha, todo estaba ahí, su shampoo favorito, sus cremas hidratantes y todos los productos de belleza que tanto amaba, lavó delicadamente su cabello mientras jugaba a hacerse peinados con la espuma y disfrutaba del dulce olor que desprendía su cabello, luego de su ritual de limpieza se secó y comenzó a ponerse crema en su ya muy reseca piel, luego comenzó a aplicar crema en su rostro dando palmaditas para que la piel absorviera mas rápido dicha crema, tomó su secador de cabello y luego de aplicar ampolletas para rehidratar su cabello comenzó a secarle el agua para luego peinarse como de costumbre.
Salió y se encontró con Lisa su nana quien sostenía una charola con sus galletas favoritas y una taza de té, no era posible contener su emoción, aquella anciana mujer practicamente había criado a sus madre y posteriormente a ella, era como una abuela extra que tenía y Charlotte la adoraba como a su propia madre.
–Bienvenida de vuelta –dijo la nana poniendo la charola sobre la mesita de noche.
–Nana no sabes como te extrañé –corrió a abrazarla y se refugió en sus cálidos aunque arrugados brazos.
–Si lo sé;– dijo recibiendola cariñosamente mientras soreía– porque yo te extrañé igual o más mi niña.
–Fue tan difícil, nana....
–Pero lo lograste y eso es lo realmente importante –sabía que aunque no lo demostrara su niña había sufrido demasiado y estaba luchando por superarlo ella sola.
–Si nana.
–Bien; ahora come y descansa un poco, yo prepararé tu ropa y algunas otras cosas para la fiesta.
–Está bien –dijo sentándose en la cama mentras veía la bandeja sobre su mesita de noche tranquilamente.
Lisa salió de la habitación dejándola sola, miró las galletas y se las comió, bebió su té, se lavó los dientes y se acostó a dormir, había dormido más en esos dos dias que en los últimos tres meses, era agrabable hacerlo, pero la sensación de vacío a su lado no la dejaba descansar bien, estuvo dando vueltas de un lado a otro en su cama hasta que luego de casi hora y media logró dormir, sin embargo, no todo lo que brillla es oro para ella, ya que se despertaba al oir cualquier sonido dentro de la casa.
La noche llegó cubriendo el cielo con su manto oscuro y helado, el salón de fiestas estaba hermosamente adornado con colores elegantes, la iluminación era perfecta y los calefactores daban un toque acogedor y cálido al sitio.
–¿Calefactores? –le preguntó a Lisa– ¿Por que están encendidos los calefactores?
–Es que el pronóstico del clima anunció que esta noche hará mucho frío –dijo señalando el ciela que parecía estar un poco nublado.
–Genial, mi madre piensa en todo –dijo con admiración, su madre era incluso más meticulosa que ella a la hora de planificar algún evento.
–La señora la espera en la puerta principal, –dijo otra de las empleadas con una sonrisa en el rostro– al parecer ya es hora de recibir a los invitados.
–Iré de inmediato –dijo devolviendo el gesto de manera educada.
(En casa de Manfred) Todos corrían para terminar de arreglarse, incluyendo a Dakota, cosa que no le hacía ninguna gracia a Manfred y sabía que no le haría ninguna gracia a su princesa, Jeff estaba algo tenso porque ya sabía que esas dos mujeres estaban planeando alguna cosa mala en contra de su nueva nuera, así que tan pronto como pudo se escabulló al interior de la habitación de su hijo, al parecer no estaba dispuesto a encubrir tal cosa.
–Hijo debo hablarte –dijo mirando de manera furtiva hacia a fuera para descartar algún posible espionaje.
–Claro, sientate.... –dijo tratándo de anudar su corbata.
–Seré breve....–miró en todas direcciones por última vez y se acercó para ayudarlo con el nudo– Creo que tu madre y Dakota planean hacer algo para sabotear a tu novia.
–Es que dedinitivamente ellas no paran.... Ya vuelvo –dijo mientras apartaba las manos de su padre y deshacía la parte del nudo que estaba hecho.