Luna de hielo.

30. Un Final Lleno De Inicios.

—Tu... Sabes que te amo ¿verdad? —preguntó sosteniendo su mano y besándola.

—Claro que lo sé; ¿pero a qué viene todo esto? —dijo tratando de no sonar aliviada por lo de sus sospechas anteriores.

—Es que yo... yo quiero... —tartamudeaba sin parar — ven siéntate por aquí —tomó su mano de nuevo y la llevó a uno de los bancos que adornaban el jardín.

—Está haciendo bastante frío creo que nevará hoy —pensó mientras daba una mirada rápida al cielo y suspiró quédamente—. Ya me senté, ahora dime que pasa; comienzo a preocuparme —dijo mirándolo.

—Princesa yo sé que llevamos poco tiempo juntos y que cualquier decisión será precipitada... —balbuceó por lo bajo mientras trataba de hacer que sus manos pararan de temblar.

—¿De qué hablas? —tomó su rostro entre sus manos y lo acunó— en estos meses me has demostrado que me amas como nunca nadie lo había hecho antes, te amo demasiado.

—Yo también te amo princesa —bajó la mirada, parecía frustrado por no poder hablar—, tanto que de verdad no quiero ver una vida sin ti a mi lado; realmente me aterra perderte en el futuro.

—¿Pero de qué hablas? —estaba comenzando a creer que enfermo o algo así.

—Déjame continuar, por favor —ella sólo lo miró en silencio pues entendió que en esa situación era mejor escuchar que hablar—, sé que hasta ahora nuestra relación ha sido muy buena; y te prometo que cambiaré todo lo que sea necesario para que no te apartes de mi y seas feliz.

—Que tierno eres —le dio un lindo beso en la frente—, pero sigo sin entender a que viene todo eso.

—Liselot —ella se quedó algo sorprendida, ya que por lo general no la llamaba así—tu... —metió la mano en su bolsillo y se arrodilló frente a ella— ¿te casarías conmigo? —preguntó mientras abría la caja y dejaba ver el hermoso anillo plateado repleto de incrustaciones de diamantes además del hermoso diamante de corte Asscher de seis quilates que estaba coronándolo.

—No puede ser —pensó mientras sus ojos se llenaban de lágrimas y una sonrisa se pintaba en el rostro— si, si, si y mil veces si —dijo emocionada mientras se lanzaba a sus brazos.

Manfred se lavantó y la cargó mientras reía de felicidad, ella se abrazaba a él y reía también, después de un rato la bajó y se miraron fijamente, Manfred bajó la mirada y procedió a ponerle el anillo a Liselot y la besó brevemente.

—Mira esto —dijo ella mirándo al cielo—, está nevando.

Sonrieron mientras veían caer los diminutos copitos de nieve, se abrazaron por un momento sonriendo, Liselot miraba su anillo mientras intentaba calmar su corazón acelerado, Manfred no era la excepción pues estaba luchando por no dejar que las lágrimas salieran de sus ojos; se suponía que el novio sólo debería llorar el día de la boda, según la tradición.

—Está haciendo frío princesa es hora de volver —dijo pasando sus brazos por lo hombros ella para darse calor mutuamente.

—Si amor —dijo ella sonriendo, adoraba que él fuese de esa forma.

Volvieron a la sala donde su familia hablando felizmente, al entrar los miraron y volvieron a sus asuntos, se sentaron a la mesa y se tomaron de la mano con los ojos brillando de la emoción, todos notaron la felicidad de la pareja, pero se negaban a quedar como chismosos al preguntar por la razón.

—Mamá, papá —dijo él mirando a sus padres—, suegros, tenemos una noticia que darles.

—¿Y como qué será? —preguntó Jaap tratando de ocultar su curiosidad.

—Liselot y yo acabamos de comprometernos —Liselot enseñó el hermoso anillo en su dedo— acabo de proponérselo y ella aceptó.

—¡Que alegría! —dijo Charlotte levantándose como un resorte mientras daba saltitos en su sitio.

—Te habías tardado mucho, muchacho —Jaap se levantó, lo abrazó y le daba palmadas en la espalda.

Todos los felicitaron y daban muestras de alegría, los empleados se acercaron tambien a felicitarlos, hablaron de los detalles, decidieron celebrar una gran boda con bombos y platillos dentro de cinco meses.

—Todo será bastante movido estos próximos cinco meses —dijo ella entre suspiros.

—Yo te ayudaré en todo cuanto necesites —dijo Charlotte al instante, era más que obvio que no se perdería ni un sólo segundo de los preparativos.

—Lo sé, por eso te amo —dijo ella abrazando a su madre.

Al día siguiente la noticia fue dada a conocer a los medios, Charlotte y Vanessa se pusieron manos a la obra con los preparativos para la boda y la fiesta que se haría, mientras que Jaap y Jeff se encargaban de la luna de miel, Liselot y Manfred estaban trabajando como si su boda dependiera de ello en las empresas de sus padres como "distracción" pues sus padres querían que fuera una sorpresa para ellos.

Las citas entre ellos eran frecuentes a pesar del trabajo; gracias a sus madres, Manfred mejoró rápidamente de sus complicaciones de salud al igual que ella, cosa que tenía a todos contentos y aliviados, pues era muy importante para todos que estuviesen lo más sanos posible...querían ver descendencia rápido.

Todos estaban felices por la unión de ellos y constantemente daban generosos regalos para ellos, en cuanto a las empresas, la sociedad entre ellas iba de maravilla, ampliaron su mercado y la oferta y demanda los estaba haciendo ganar más dinero que nunca.

Los meses pasaron poco a poco y la fecha de la boda se acercaba más y más, el invierno terminó y dio paso al hermoso y cálido verano que adornaba toda la ciudad.

Estaban Charlotte, Vanessa y Liselot reunidas alrededor de la mesa dando los últimos toques a la lista de invitados; era una de las pocas cosas que había logrado hacer, cuando una de las empleadas entró con una gran caja en las manos.

—Señora, este paquete llegó para usted —dijo asombrada por el tamaño del objeto.

—¡¡Ya está aquí!! —exclamaron Charlotte y Vanessa con sonrisas en sus rostros.

—¿Qué es eso madre? —preguntó luego de tomar la caja que traía la otra chica en las manos.

—Es tu vestido —dijo ella emocionada—, vamos para que te lo pruebes.



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Editado: 10.10.2025

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