Luna de hielo.

5.Excursión Involuntaria.

 Liselot se sentó por un momento en las raíces de un árbol, intentaba ordenar sus ideas, pero las probabilidades de que algo saliera mal no abandonaba su cabeza, poco a poco reunió el valor necesario para avanzar por sí sola, caminaba muy despacio para no tropezar, hacer ruido o pisar algo filoso o con espinas, respiraba muy quedamente para no entrar en pánico y correr como un caballo asustado.

 

 Por alguna razón la Luna brillaba con más intensidad en ese lugar, las estrellas parecían estar más cerca de ella y sentía que casi podía tocarlas, era una mezcla de emociones muy confusa la que se había apoderado de ella, por un lado estaba encantada con el paisaje, estaba hechizada por la belleza de todo lo que veía, pero a la vez estaba asustada, nunca había estado sola en un lugar desconocido, nunca había estado perdida (con excepción de las incontables veces que se perdió de niña en el centro comercial, pero eso no contaba) temía no poder encontrar nunca más a Manfred, que a ellos los rescataran y se olvidaran de ella se reprendió en varias ocasiones pues estaba exagerando demasiado.

 

 Continuó caminando bajo la luz de la Luna, miraba a todos lados como si esperara que algo saliera de entre los arbustos y la atacara. La temperatura descendía poco a poco y ella temblaba más a cada momento, se sentó de nuevo para descansar un momento luego de un largo rato, se sentó en una gran raíz que salía del suelo, suspiró y recargó su cabeza en el tronco del gran árbol. Sus ojos dejaron escapar algunas lágrimas, intentó calmarse por un rato. Un sonido la sobresaltó, luego todo volvió a estar en silencio, luego el sonido volvió, era un sonido muy suave, parecía venir del suelo, comenzó a buscar por el piso con sus manos, no sabía si temblaba por el frío o si era porque tenía miedo de que fuera un serpiente o algo así, en su lugar tocó algo que parecía una pluma, retiró su mano al escuchar otra vez el sonido de antes, tomó un poco de valor y luego volvió a tocarlo, esta vez lo tomó en sus manos y descubrió que era un pichón de algún tipo de ave, era tan frágil, aún no tenía muchas de sus plumas, era muy pequeño y se notaba que había estado en ese lugar mucho tiempo.

 

—Estás helado, debo darte algo de calor, pero ¿cómo lo hago si yo misma me estoy congelando?, ¡Oh, ya sé! —tomó el pequeño pájaro y lo puso entre sus pechos para darle algo de calor, él se estremecía y luego de un rato comenzó a moverse buscando un poco más de calor— ¿Dónde diablos estoy? —dijo luego de lanzar un suspiro.

 

 Mientras que en el refugio Manfred se volvía loco con cada segundo que pasaba, miraba a todos lados y daba vueltas a cada momento, se veía bastante estresado, cualquiera pensaría que le preocupaba Liselot y en parte era cierto, pero más le preocupaba tener que cambiar los vendajes improvisados y limpiar la herida de Boss.

 

—Hombre, para ya de caminar que me estás volviendo loco —pidió Boss disgustado— ella estará bien, es una chica muy inteligente.

 

—¿Cree qué debería ir a buscarla? —dijo deteniéndose súbitamente, su rostro reflejaba ansiedad. 

 

—No, eso sería peligroso —respondió el hombre negando con la cabeza y las manos.

 

—Pero está perdida, es obvio que ella no está bien —parecía enfadado, su rostro conservaba el ceño fruncido y su mirada era dura.

 

—Jovencito la mejor forma de conocer un lugar es perdiéndose en él, —trató de calmarlo para que no saliera a buscar a Liselot y terminara perdido también— piensa que ella está de excursión; una involuntaria, pero una excursión al fin.

 

—Bien, encenderé la fogata que ella preparó —resopló enfadado por la situación.

 

—No, aún no sabemos bien en donde estamos, podrían haber tribus salvajes o cosas así —se negó al instante con una expresión firme.

 

—Esas cosas no existen hoy en día —le restó importancia a lo que había escuchado.

 

—Jovencito en este mundo todo es posible, y cuando te digo que pueden haber es porque pueden haber —su voz y expresión adoptaron un aire sombrío que terminó por intimidar a Manfred.

 

—Descansemos ya —dijo lanzando un suspiro fastidiado. 

 

 Liselot encontró un río que al parecer atravesaba el lugar, subió a un árbol de ramas fuertes y se recostó para ver mejor el paisaje, era un hermoso lugar aún siendo de noche, era un lugar que tranquilizaba sus emociones y la hacían olvidar un poco de todo lo que había pasado.

 

 Esa noche un ambiente extraño envolvía el sitio donde estaba, un pequeño temblor sacudió el árbol donde estaba, cosa que la alarmó, pero luego dejó de sentir las vibraciones, pero sentía que algo estaba a punto de cambiar en ese sitio y no era precisamente de manera positiva. 

 

 Al día siguiente.......

 

—¿Aún no ha regresado de la excursión involuntaria? —preguntó Boss al despertar.

 

—No, todavía no ha regresado. —Manfred tenía la misma expresión de la noche anterior,  con unos tonos más acentuados de desesperación— Iré a buscarla ahora mismo.

 

—Bien, ten mucho cuidado —se despidió agitando la mano suavemente.

 

 Manfred salió a buscar a Liselot, mientras que ella se encontraba admirando el paisaje del lugar, el sol estaba tibio, todo era de un verde hermoso, el aire era mucho más puro, comenzó a caminar en busca del camino de vuelta al refugio.

 

 Decidió ir a la playa después de intentar sin éxito encontrar el camino. Quizás Manfred la buscaría ahí, si es que la estaba buscando la buscaría en el único punto conocido para ella. Se sentó en una roca mirando en dirección al naufragio que todavía se podía ver a lo lejos, vió algo a lo lejos moverse en el agua, se sumergía y salía, pero ¿Qué era?.



#31811 en Otros
#4404 en Aventura
#48162 en Novela romántica

En el texto hay: accion peligro, aventura romance

Editado: 25.10.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.