Luna de hielo.

9.Claridad y Oscuridad.

—¿Por qué quieres saber eso? —dijo mientras acariciaba el cabello de ella. 

 

—Es que tengo algo de curiosidad —respondió ella volviendo a sus brazos. 

 

—En ese crucero —dijo él luego de un pequeño suspiro inaudible pero lleno de emoción— habían personas realmente influyentes, yo estaba cenando con el capitán cuando uno de los subalternos le dijo que un gran grupo de pasajeros pedían pasar por una cadena de islas al día siguiente. Naturalmente el capitán se negó rotundamente porque ese lugar estaba por mucho fuera de la ruta además de que habían arrecifes muy peligrosos y engañosos, el mensajero se fue, pero al rato vinieron los pasajeros molestos e insistieron hasta que el capitán aceptó, nos salimos de curso y como dijo el capitán nos topamos de frente con una de esas cosas y la tormenta empeoró las cosas.

 

—¿Y qué hacías en el barco? —preguntó con curiosidad— quiero saber de tí.

 

—Pues es bastante desafortunado. Yo subí al barco junto a mi novia —Liselot sintió como si le cayera un balde de agua fría, ¿él tenía novia?— ella dijo que sería un viaje inolvidable y vaya que lo fue —dió una media sonrisa que denotaba algo de decepción— porque terminó conmigo en cuanto el barco zarpó —Liselot no se movía parecía intentar procesar la información recibida— ella se fue a la habitación de otro hombre y los ví juntos muchas veces, creo que ella se veía feliz, pero yo no lo estaba, me dolía verla yo había pensado en proponerle matrimonio, pero ¿y tu? ¿tienes novio?

 

—¿Yo? —salió abruptamente de su shock— Ufff para nada.

 

—¿Tan bonita y sin novio? —preguntó sorprendido, esperaba como mínimo que estuviera comprometida o algo.

 

—¿Y tú tan animal y sin jaula? —dijo mecánicamente por lo que se tapó la boca al caer en cuenta de lo que había dicho.

 

—¿Qué? —la miró y no sabía cómo reaccionar ante eso, ni sus padres le hablaban así. 

 

—¡Lo siento! Lo dije sin pensar —Manfred tenía una expresión difícil de descifrar, era una mezcla de ¿me llamaste animal?, risa y un poco ofendido— es que eso me lo dicen con tanta frecuencia que ya la respuesta sale sola. Lo siento.

 

—No hay problema —volvió a sonreír completamente feliz de que estuviera soltera— ¿te importa si me recuesto en tu regazo de nuevo?

 

—Para nada; ven...... —él volvió a recostarse con lentitud en las piernas de ella— ¿Fred tu crees en los monstruos?

 

—Así como existe la claridad también existe la oscuridad —dijo mirándola dulcemente, sabía que le asustaba estar en ese lugar—, así que si podrían existir técnicamente.

 

—Así que la claridad y oscuridad ¿eh? —dijo mirando a los árboles oscuros.

 

 Manfred se quedó recostado y ella comenzó a acariciar su cabello con la intención de hacerlo dormir, cosa que le funcionó muy bien pues en menos tiempo del que había calculado él ya estaba en los brazos de Morfeo; Liselot se quedó despierta toda la noche sólo mirando al cielo, las horas en su cabeza pasaron como un sólo parpadeo, no dejaba de suspirar y de pensar en sus padres.

 

—¿Princesa? —dijo al despertar y no encontrarla— ¿Dónde estás? —se levantó para ver qué Boss ya estaba despierto y no se le veía nada bien— Oye sabes....

 

—¿Dónde está la señorita? —completó la frase y miró hacia otro lado. 

 

—Si —dijo con vergüenza pues ni le había saludado antes de preguntar por ella.

 

—Hace un rato fue al bosque, —dijo señalando con el dedo la dirección en la que posiblemente ella se había ido— pero aún no regresa.

 

—Bien, cuando vuelva le dice que fui a la playa  a ver que logro sacar del naufragio —dijo más calmado al suponer que había ido por frutas.

 

—Bien, si me pregunta se lo diré —el anciano tenía un semblante muy pálido y apagado. 

 

—Gracias —se fue casi corriendo mientras agitaba la mano a modo de despedida— por favor cuidate —gritó a lo lejos.

 

 Manfred llegó a la playa, pero al comenzar a alejarse de la orilla nadando escuchó un grito muy agudo, se dió vuelta, pero sus esfuerzos eran inútiles porque la orilla parecía nunca acercarse, luego de un par de segundos que para él fueron una eternidad logró salir del agua y sin perder un segundo más partió a correr hacia el bosque, gritaba el nombre de ella una y otra vez, pero no había respuesta, se abría paso rápidamente por todos lados como si estuviera corriendo en un terreno plano y sin obstáculos. Su pulso estaba descontrolado, todo daba vueltas, frenó en seco al ver un árbol con una mancha de sangre gigante, jadeando se acercó al árbol y sintió algo cálido en sus pies, miró hacia abajo y notó un charco de sangre que había teñido sus pies de rojo, dió un salto hacia atrás, sentía nauseas, pero lo ignoraba tanto como podía, gritó el nombre de ella otra vez mientras se alejaba del sitio, se recostó de otro árbol cercano para tratar de procesar todo lo que estaba pasando, cuando un ruido como de árboles cayendo se dejó oir a sus espaldas, se volteó rápidamente, la silueta de algo que nunca antes había visto apareció frente a él, era una figura de tres metros completamente negra y cubierta de una especie de baba mezclada con sangre, sus patas  parecían, las de una mantis religiosa, el resto de su cuerpo era mucho más extraño, no podía percibirse si tenía ojos, oidos ó nariz, sólo una boca grande con dientes filosos y grandes, era como mirar a Venom pero sin ojos, un hilo de sangre escurría de su horrible boca, al parecer había comido algo recientemente al parecer; la criatura parecía no notar su presencia, se congeló al ver que en una de sus patas principales había algo atorado; era un pedazo de tela llena de sangre.

 

—No puede ser —susurró al descubrir que era un trozo del vestido que Liselot tenía puesto la noche anterior; sintió como si atravesaron su corazón con un puñal— mi princesa.



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En el texto hay: accion peligro, aventura romance

Editado: 25.10.2022

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