Luna de hielo.

12.¿Epifanía?

—¡Boss, Fred! —escuchó Manfred a lo lejos.

 

—¡Bingo! —pensó y partió a correr en dirección al sonido (donde sea que estuviera) con una sensación de alivio gigante en su interior— ¿Dónde se metió ahora? —pensó al no escucharla más.

 

 (Volviendo con Liselot y el niño) Liseot aún no comprendía que pasaba, sostenía al niño en sus brazos y notó un pequeño trozo de madera, suspuso que era algo así como una flauta pequeña, un sonido de ramas doblandose y de arboles cayendo la hicieron estremecer, el niño en un movimiento rápido se puso el objeto de madera en la boca, Liselot miró en dirección al ruido y se quedó fría al ver a una criatura colosal, negra, con patas de mantis y cuerpo viscoso, era una cosa terrorífica sin ojos y con una gran boca llena de dientes horribles, la criatura parecía buscar algo cuando con su fuerza derrivó el árbol donde ellos estaban, naturalmente ella gritó haciendo que la criatura comenzara a derribar otros arboles, el niño comenzó a soplar a través del objeto de madera, haciendo un sonido extraño, parecía el silbato con el que a veces despertaba a Manfred para molestarlo en las mañanas, sólo que este era un  poco menos chillón, el sonido parecía realmente afectar a la criatura que se retorcía, pero no terminaba de irse, salieron de entre las hojas y ramas del árbol y procuraron alejarse, miró al niño y entendió que cuando él se quedara sin aliento entonces ellos quedarían expuestos y sería una muerte inminente ya que la criatura conocía su posición además de que por sus proporciones físicas tendrían mucha desventaja si corrían para huir de aquella bestia, dió un leve tirón de la cadenita que tenía en el cuello para sacar de entre sus pechos el silbato y comenzó a hacerlo sonar con todas sus fuerzas, no sabía si eso ayudaría o empeoraría las cosas pero igual lo intentaría, su instinto de suprevivencia se lo indicaba. Inesperadamente las cosas empeoraron, pero no fue por el silbato, sino que empeoró cuando de pronto de entre los árboles salió Manfred y sólo se quedó congelado mirando a la criatura.....

 

—¡Oh no! ¡Fred corre! —tomó una gran bocanada de aire e hizo sonar el silbato con toda la fuerza que tenía en los pulmones haciendo que aquella criatura se sacudiera a causa del sonido, él corrió hacia ella— ¡Imbécil! ¿qué demonios haces aquí?

 

—Tu me llamaste —la tomó de la cintura y le quitó el silbato— yo te ayudo con eso —le guiño el ojo.

 

 Manfred comenzó a soplar como si no hubiera un mañana, su vida dependía de eso (hablando literalmente) la criatura retrocedía y chillaba, pero no terminaba de irse, el Sol volvió a salir y bañó todo el sitio con sus cálidos rayos, la criatura lanzó un último chillido, pero esta vez fue mucho más agudo parecía quemarse al contacto de la luz solar porque un poco de humo salió de ella y al fin se fue, todos se quedaron en silencio al ver la escena, el silencio llenó todo el ambiente, Liselot abrazó al niño y él correspondió, Manfred suspiró aliviado e intentó abrazarla, pero al acercarse el niño reaccionó empujando a Liselot detrás de él con gesto protector, miraba a Manfred como si fuese su peor enemigo.

 

—Tranquilo —le dijo al niño acariciando su cabello para llamar su atención— él es nuestro amigo —puso su mano derecha sobre su pecho— ya no hay peligro, él nos cuidará.

 

—Si, yo amigo —Liselot trató de no reírse al escuchar eso.

 

—Am...Ammm —el niño parecía no entender lo que salía de su boca.

 

—Amigo —dijo Liselot con una sonrisa.

 

—Amigo —dijo vacilante y miró a Manfred como si lo estudiara, no parecía convencido— amigo —volvió a decir.

 

—¡Muy bien! —puso pulgares arriba— vamos a casa —se levantó para caminar— a ca-sa.

 

—Ca-sa —corrió y la tomó de la mano y la siguió.

 

—Niño suertudo —resopló en su mente— había soñado con esto antes —ella lo miró confundida—, se siente como si hubiera tenido una epifanía.

 

—¿Una qué? —ella estaba extrañada, él nunca mencionó algo como eso.

 

—Ya sabes, había soñado con esto —miró por un momento hacia el cielo, como si estuviera buscando las palabras adecuadas—, pero pensé que eran sólo tonterías mías.

 

—Debiste habérmelo dicho antes —dijo secamente para luego mirar al niño con dulzura.

 

—Lo siento —pasó su mano por su cuello mientras arrugaba un poco la nariz—,  es solo que no creí que fuera importante.

 

—Eres un tonto —dijo entornando los ojos con notable fastidio—, pero no puedo reclamarte, yo en tu lugar habría hecho lo mismo —trató de consolarle y ser amable pero estaba tan enfadada que no podía contener las expresiones de su rostro.

 

—Lo siento  —bajó la mirada, él sabía que ella estaba molesta por lo que había pasado antes— oye tengo hambre.

 

—Pues habrá que buscar la manera de cocinar algo de carne y verduras —su voz era tan fría como el Polo Norte—, me gustaría ir a la playa por mi cesta.

 

—Yo iré por ella, —se ofreció al instante— ustedes quédense en el refugio, —y así veré si el viejo Boss está bien.

 

—Busca un poco de sal, —dijo mirando hacia otro lado buscando algo interesante que ver, pero el suelo no parecía ser divertido en absoluto— creo que la necesitaremos.

 

—Bien, volveré en un rato —dijo al llegar al refugio— no se muevan de aquí por favor.

 

—Si, ten mucho cuidado por favor —dijo por educación y él lo notó.

 

—Si —dijo el niño en voz baja.

 

—Qué niño tan listo.....—dijo acariciando el cabello del pequeño.

 

—Si —parecía repetir todo lo que escuchaba, su sonrisa era radiante y pura.

 

—Cuidala mucho —le dijo Manfred al niño– ¿Sí amigo?

 

—Amigo, si, amigo —el pequeño no dejaba de sonreír.



#31785 en Otros
#4401 en Aventura
#48132 en Novela romántica

En el texto hay: accion peligro, aventura romance

Editado: 25.10.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.