Luna de hielo.

13.Un Nuevo Miembro En La Familia.

—Necesito disculparme por lo que pasó en la playa....

 

—Salvaste mi vida por segunda vez Fred —dijo bajando la mirada, ella sabía que estaba siendo algo inmadura en ese momento—, no tienes necesidad de eso....

 

—Si la tengo princesa, fui un idiota, —se atrevió a tomar sus manos y esta vez ella no lo rechazó— olvidé lo mucho que debo cuidarte —clavó su mirada en las manos de ella como si se tratasen de las cosas más valiosas del mundo—, no debí dejar que vieras cosas tan fuertes.

 

—No soy un jarrón de porcelana Fred —contestó firme, cosa que a él (un hombre 30 cm más alto que ella) le hizo estremecer internamente— son cosas que pasan, no puedes tenerme en una caja de cristal todo el tiempo para protegerme.

 

—Lo sé, pero aún así siento que debo protegerte —insistió pero esta vez mirándola a los ojos.

 

—Deja de trabajar tan duro en eso, no eres mi padre, no es tu obligación hacerte cargo de mí —Manfred estaba tan perdido en los ojos de aquella chica que aquellas palabras no alcanzaron sus oídos.

 

—¿Eres tan ciega como para no darte cuenta? —dijo con algo de dolor en su voz y en su mirada.

 

—¿De qué? —su corazón se aceleró al ver esta expresión dibujada en su lindo rostro, él era un gran chico y le partía el corazón verle así— ¿por qué me miras así? —temía que lo que estaba pasando por su mente fuese lo mismo que estuviese pasando por la de él.

 

—Porque —en un movimiento rápido la tomó de la cintura y la acercó a su cuerpo sonrojándole hasta el cabello— desde hace tiempo me gustas y demasiado princesa, pero —la soltó poco a poco— no sé si soy correspondido por tí.

 

—Apenas llevamos un mes conociéndonos Fred —se alejó de él instintivamente aunque en el fondo quería hacer todo lo contrario—, no sé quien eras antes del naufragio, no te negaré que empiezas a gustarme —mintió, ella estaba igual de enamorada que él, las piernas le temblaban al recordar lo cerca que habían estado sus cuerpos por un momento—, pero debo estar segura de tí.

 

—Es por lo de la playa —dijo arrepintiéndose amargamente de lo que había hecho hace un momento en la playa— ¿Verdad?

 

—En parte, —dijo cruzándose de brazos mientras lo miraba directamente a los ojos— solo dame tiempo.

 

—No tardes demasiado, seré lo más paciente que pueda por tí —Manfred se acercó a ella poco a poco y Liselot se puso roja, la tensión entre ellos se disparó a las nubes, sus corazones latían muy rápido– volveré pronto, ten cuidado —le dió un beso en la frente y le sonrió.

 

 Manfred se fue dejando a una muy sonrojada Liselot a sus espaldas; ella como pudo se calmó y volvió a donde estaba el niño. Liselot lo miró alejarse hasta que desapareció de su vista, tenía breves lapsos de taquicardia pues su corazón se aceleraba por momentos y la dejaban sin respiración, se quedó un momento observando al pequeño como si tratara de comprender qué era lo que estaba  haciendo, sin embargo, no lo conseguía, su mente no dejaba de reproducir aquel recuerdo.

 

 Él por otro lado estaba sintiendo exactamente lo mismo que ella en ese momento, la sensación que había experimentado al estar tan cerca de ella. Sus manos temblaban de solo recordar que había estado tan cerca de besarla despertaba un cierto hormigueo en sus labios y hacía que su corazón se sacudiese dentro de su pecho como si estuviese saltando dentro de él. Trataba de imaginar si sus labios eran tan dulces como aparentaban a simple vista, pero sólo pensar en eso despertaba ciertas sensaciones difíciles de contener, una sensación de euforia recorría su cuerpo constantemente dejando gritos ahogados en su garganta. 

 

 Llegó a la playa y Boss parecía estar esperando por él, pero el chico estaba tan perdido en sus pensamientos que no notó su presencia, fue directo por la cesta de ella, tomó la sal que necesitaban y comenzó el camino de regreso; lógicamente a Boss le pareció muy extraña esta forma de actuar de parte del muchacho por lo que decidió preguntarle antes de sacar conclusiones apresuradas. 

 

—¿Te ha pasado algo muchacho? —dijo con su voz ronca mientras estudiaba la situación.

 

—Nada, solo estoy feliz —dijo sin prestarle atención a si compañero.

 

 En su mente sólo resonaban los recuerdos de Liselot diciéndole que comenzaba a gustar de él, aquello lo llenaba de felicidad más que cualquier otra cosa en el mundo en ese momento.

 

—Muchacho debo hacer algo, regresa tú sólo —dijo deteniéndose de pronto.

 

—Está bien, cuídate viejo, no te rompas ningún hueso —dijo tranquilamente y luego siguió caminando.

 

 Liselot había colocado un pañuelo grande para que al pequeño se le hiciera más fácil transportar los palitos que ya había reunido y estaba ayudando al niño con su tarea  de recoger ramas (si no puedes contra el enemigo, únete) hasta que vió llegar a Manfred con su cesta, entonces se levantó y sacudió sus manos para después a acercarse a él.

 

—Ven, vamos a cocinar —le hizo señas de que la siguiera— rápido.

 

—Rápigo.

 

—No, rápido, rá-pi-do —corrigió ella con mucho amor.

 

—Rá-pi-do —repitió como si su lengua empujara aquellas sílabas para que salieran de su boca.

 

—¡Muy bien! —puso pulgares arriba— ahora vamos.

 

 Ella sacó un cuchillo (cortesía del naufragio) y comenzó a picar verduras que habían encontrado en la isla (en una de las tantas veces que ella se perdió), primero cocinó el alimento de su pequeña mascota, el niño estaba partiendo los palitos que había encontrado en pequeños pedazos, eran palitos de madera hueca, sintió curiosidad, pero continuó haciendo lo suyo, pasó un rato cuando él se acercó y por medio de señas le pidió el cuchillo que estaba usando, por un momento momento dudó pues recordó lo que había visto en la playa, sacudió la cabeza para sacarse la imagen de la mente, pero terminó dándoselo, luego de unos minutos de remordimiento preguntándose: ¿quién en su sano juicio le daría un cuchillo filoso a un niño? ¿Qué clase de adulta "responsable" era? tomó otro cuchillo y siguió, lo observaba de vez en cuando, él estaba haciendo otros silbatos de madera como el que tenía, no entendió lo que se proponía, pero lo dejó tranquilo, puso la olla sobre el fuego (que encendió ella) vertió agua de río y la dejó hervir para matar las bacterias luego echó unos trozos de carne que habían traído Boss y Manfred mas temprano, luego las verduras.



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En el texto hay: accion peligro, aventura romance

Editado: 25.10.2022

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