—¿Qué pasa? ¿Es por la sal? —le mostró los granitos de sal.
El niño tomó un poquito de sal, se lo puso en la punta de la lengua y comenzó a escupir y a hacer gestos de asco, al parecer quería decirle que la sal era mala, cosa que la hizo sonreír, ella tomó un poco de la sopa y simuló probarla (simuló porque todo estaba crudo) y también hizo gestos de asco, le puso un poco de sal a la sopa y luego de un rato le dió a probar la sopa, estaba un poco renuente, pero el niño la terminó probando después de que ella la probará; luego de probarla sonrió parecía gustarle.
—¿Está rico? —preguntó expectante, sabía que era algo nuevo para él.
—Ri-co —le dió una sonrisa radiante acompañada de un par de ojos brillantes como el Sol, por lo visto quería más.
—Espera —hizo gestos para hacerle entender que estaba caliente.
(En Holanda) Los padres de Liselot estaban mucho más que desesperados, Jaap hacía de todo por encontrar a su hija y adicional a eso consolar a su esposa que no paraba de llorar y de culparse a sí misma por haber insistido neciamente en la idea del crucero ante las repetidas negativas de su marido y peor aún cuando había alerta de tormenta en la ruta que tomarían, por su deseo egoísta había perdido a su única hija y la luz de sus ojos, estaba desesperada, no sabía si su pequeña estaba viva, si ese estaba alimentando bien, si estaba enferma o herida, si tenía frío, si estaba sola, o si estaba acompañada de alguien, no sabía si era una buena persona, si la estaría cuidando bien y muchas cosas más.
—¿Querido, qué te dijo el gobernador? —preguntó Charlotte a su esposo con la ansiedad a flor de piel.
—Conseguí que enviara otro escuadrón de búsqueda —respondió tratando de sonreír para animarla aunque en su interior una tormenta de desesperación le consumía las entrañas y lo tenía sumido en una depresión que trataba de ocultar— ya verás que esta vez sí lo vamos a conseguir.
—Jaap, querido, prometeme que mi pequeña volverá a casa, es que si ella no vuelve —comenzó a llorar, aquello era algo que los sobrepasaba— yo...... yo —su voz se apagó.
—Cariño por favor, cálmate, —trató de no llorar, él era el hombre de la casa sin ninguna duda, pero nada le partía más el corazón que ver a su adorada esposa o a su hija llorar, eso le abatía más que cualquier herida, más que cualquier enfermedad— ella seguro está bien, es una chica frágil, pero muy astuta e inteligente ya verás que pronto la tendremos aquí. —hizo una pausa y besó a su esposa tiernamente en la frente, la abrazó y luego acarició el cabello de ella tal y como lo hacía desde que habían comenzado su relación mucho tiempo atrás— Yo sé que estás desesperada yo tambien lo estoy, pero piensa que quedarnos aquí no vá a ayudar en nada.
—Tienes razón querido —intentó calmarse, en ese momento su único soporte era su marido y quien siempre le había transmitido paz en momentos difíciles— ¿qué debo hacer?
—Conocemos a muchas personas cariño, habla con tus amigas del club, con tus primas en Inglaterra o donde sea que estén de vacaciones, llama a cada número de contacto que tengas en tu celular y cruza los dedos —Charlotte asintió y una nueva expresión de determinación se coloreó en su rostro y se fue a su cuarto más calmada— Mi princesa ¿dónde estás? —dijo en voz baja y entre suspiros.
Tanto Jaap como Charlotte se encontraban abatidos por la incertidumbre que les causaba la ausencia de su única hija, pero darían sus vidas y su fortuna con todo el gusto del mundo si con eso podían llegar a recuperar a su angelito, por un descuido la habían perdido de vista y ya no lo volverían a hacer.
Alguien tocó la puerta, una de las empleadas corrió a abrir y él se fue a su despacho con un andar desanimado y la cabeza gacha, el ambiente se sentía lúgubre, había un silencio horrible, era ese tipo de silencio que hay en los velorios, el tipo de silencio que hay cuando la muerte acecha a una persona, el tipo de silencio que te hace querer gritar y correr como si no hubiera un mañana, el tipo de silencio que te volvería loco en menos de lo que te puedas imaginar, aquella casa sin la luz y la alegría de Liselot se había convertido en un cementerio; estaba todo lleno de lujos desde el ático hasta el sótano, pero ahora se sentía abandonado, frío y miserable.
—Señor Jaap, hay alguien pide verlo —dijo Sasha al entrar a la oficina— no tiene cita, pero dice que es muy importante que hablen.
—Está bien, hazlo pasar —suspiró y reprimió sus lágrimas— buenas tardes, —dijo amablemente después de ver a otro hombre entrar y cerrar la puerta después de ingresar— ¿en qué le puedo ayudar?, siéntese por favor.
—Buenas tardes, mi nombre es Jeff Brouwer —se presentó rápidamente, no planeaba perder el tiempo— y tengo algo importante que decirle....
—Bueno, bueno déjese de rodeos y hable de una vez —dijo algo indiferente, su mente estaba entretenida en sólo una cosa y no podía permitirse a sí mismo distraerse con otra cosa que no fuese eso.
—Existe una posibilidad de que su hija siga con vida.... —soltó sin más tardanza dejando a Jaap frío.
—¿Qué sabe usted de mi hija? —dijo tratando de no sonar desesperado, no podía creer en cualquier persona en esa situación, aunque sabía distinguir bien a los estafadores no podía dejar que sus emociones nublaran su juicio.
—Caballero, —tomó aliento y cruzó los dedos en su mente— mi hijo y su novia estaban en ese crucero, la cuestión es que solo su novia regresó........
—Amigo usted sólo quiere usarme para encontrar a su hijo, —dijo fríamente, estaba muy claro que aquello no sería productivo— no lo culpo, pero es importante que sea sincero.
—Mi hijo es un gran nadador, y tiene el mejor corazón del planeta, si su hija sigue con vida tenga por seguro que está con él, además tengo una idea de donde puede estar, hay otras personas que aún no aparecen.