Luna de lobos

Capítulo 4

Everett me dedica una mirada culpable, seguida de una media sonrisa.

—Lo siento mucho, intento evitar que hagan este tipo de cosas pero... Son incorregibles. Las hormonas y el comportamiento estúpido los superan.

—¿Quieres decir que sobrepasarse con las chicas es una práctica común para ese chico? —pregunto asombrada.

Sus ojos se abren de par en par.

—No quería decir eso. Quería decir que... —intenta explicarse.

Su apuro me hace sonreír brevemente.

—Tranquilo, de todos modos no es responsabilidad tuya, no te preocupes. Además, como has podido comprobar, sé cuidarme sola —contesto. Su rostro revela que en realidad sí se siente responsable de todo lo sucedido.

—En cierto modo, sí —responde él mirándome fijamente a los ojos —¿Quieres que salgamos a tomar el aire? He acabado mi turno.

Selene observa incómoda la escena entre nosotros. La miro y por muchas ganas que tenga de aceptar la invitación del sexy barman...

—Lo siento, he venido con mi prima y no quiero dejarla sola, sería de mala educación.

Su decepción es claramente visible.

—¡No te preocupes! —me interrumpe de pronto Selene —acaban de llegar mis amigas y prácticamente no nos hemos visto en todo el verano, no estaré sola.

Él me mira de nuevo esperanzado. Me encojo de hombros mientras la miro con cara de sorpresa. No hace ni dos segundos que me estaba diciendo que era mala idea.

—En ese caso... Tu primero —digo señalando la puerta.

Everett sonríe.

—Gracias —le digo a mi prima.

—Ten cuidado si vas a quedarte a solas con él —responde ella en voz baja antes de que me aleje junto a Everett.

¿Qué habrá querido decir? ¿Será realmente peligroso?

Nos sentamos en la parte de atrás de la camioneta, con el eslogan del bar, aparcada en la calle de en frente del local. Agradezco que esté un poco alejada del bar.

—¿Sigues queriendo matar a Luca? —pregunta.

—Estoy bien, no le arrancaré la cabeza a nadie, al menos, no hoy —bromeo.

Ríe ante mi comentario. Tiene una risa agradable que hace latir mi corazón con más fuerza.

—En ese caso, sabiendo que mi vida está a salvo... Everett Kane —el guapo hombre me tiende la mano, con una gran sonrisa en el rostro. Una sonrisa perfecta.

—Encantada, yo soy Gaia Relish —me presento mientras estrecho su mano. Él se toma la libertad de acariciar mi mano unos instantes antes de soltarla.

—No te había visto por el pueblo antes. ¿De dónde vienes?

—Nueva Jersey —respondo.

—¿Qué hace una chica de ciudad como tú por aquí? —pregunta curioso.

—No siempre he sido de ciudad. Los tres primeros años de mi vida viví aquí.

—Vaya, vaya... Así que vuelves a tus raíces.

—Algo así, sí.

—¿Has venido con tus padres? —es la peor pregunta que podría haber hecho.

—No —respondo secamente. Miro hacia el frente fijamente.

Ambos nos quedamos en silencio unos instantes.

—Siento hacer tantas preguntas. ¿Te he incomodado? —niego con la cabeza y sonrío brevemente.

Decido tomar las riendas de la conversación, responder con monosílabos no es el mejor modo de conocer a alguien, pero las preguntas acerca del pasado me incomodan, siento que podría resquebrajarse esa fina armadura con la que me estoy cubriendo y acabar llorando desconsoladamente delante de Everett y el resto de adolescentes a nuestro alrededor.

Si tengo que hablar del pasado, prefiero ser yo la que elija qué quiere contar.

—¿Sabes? Siempre he amado este pueblo —me escucha atentamente —es un lugar estupendo para vivir. He navegado en el velero de mis tíos infinidad de veces, paseado por los preciosos bosques y disfrutado de buenos momentos. Pero, no volvía aquí desde los 14 años. Lo echaba de menos.

—Tienes grandes recuerdos de este lugar. Hablas del pueblo con mucho cariño.

—Sí. Aunque la verdad es que en este tiempo parece que todo ha cambiado. Siento este lugar ajeno a mí, no sé si soy yo la que ha cambiado o ha sido mi entorno —en cuanto cruzamos las miradas me doy cuenta de que estoy contándole pensamientos que para mí son íntimos y personales, a un desconocido sin motivo aparente —disculpa. ¿Te aburro? —él niega con la cabeza —Es extraño contarte lo que pasa por mi cabeza, pero al mismo tiempo no lo es. No sé si me entiendes.

—Lo entiendo. También a mí me transmites confianza. ¿Nunca has tenido la sensación de conocer a alguien a quien en realidad no conoces?

—No, hasta ahora.

Everett fija la mirada en mí. Esos oscuros ojos marrones...

—Tienes unos bonitos ojos —dice suavemente. Las palabras se deslizan a través de sus labios.

Siento una conexión especial con este hombre del cual tan sólo conozco el nombre.




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