Luna de lobos

Capítulo 12

Llevo días sintiéndome diferente, como si algo hubiera cambiado en mí o en mi alrededor. Intento ignorarlo, llevo intentándolo toda una semana, pero empiezo a pensar que no es una sensación que pueda dejar a un lado.

En tres ocasiones he deseado que una persona se comportara de forma distinta y así ha sido. ¿Casualidad? No lo creo. Y si tan sólo estuvieran esos hechos podrían pasar por extrañas coincidencias pero... Ahora siento una extraña conexión con la naturaleza, siempre la he sentido pero ahora es más fuerte, puedo casi sentir la vida de aquello que me rodea, sus latidos, su energía. Mi piel siente un cosquilleo extraño al tocar las hojas de una planta o incluso al acariciar a Ulv. Cuando estoy ansiosa o nerviosa, y últimamente suele ser a menudo, siento una especie de poder recorriendo mi interior, un poder que me reconforta y me eriza el bello al mismo tiempo.

Algo me está pasando, pero no sé el qué y eso me aterra. Selene sabe que algo me ocurre, para ella es tan evidente como que el agua es esencial para la vida, pero... No puedo contarle nada a cerca de los hombres lobo, la manada de Rockhaven ni tampoco sobre mis extrañas sensaciones, eso la pondría en peligro, los humanos no pueden saber de la existencia de seres sobrenaturales y si la manada se enterara... Quizá irían a por ella para proteger su secreto y prefiero no correr ese riesgo, suficiente suerte he tenido yo que sigo con vida a pesar de saberlo.

Mojo la tostada con mantequilla en la leche distraída.

—¡Gaia! ¿Qué haces? Estás metiendo la tostada en la leche —me advierte Selene.

—¿Qué? ¡Ah, mierda!

La tostada está ahora blanda por la parte de abajo.

—¿Te preocupa algo?

—No, he dormido poco.

—¿Otra vez? Quizá tengas problemas de insomnio, deberíamos ir al doctor.

—No, Selene, estoy bien, son cosas que pasan, ya verás que hoy duermo como una bebé —digo antes de armarme de valor y morder la pseudo tostada —¡Eh! Pues no está nada mal. Y yo pensando que estaría asquerosa.

Selene ríe.

—No te creo.

—Te lo prometo, toma, prueba que todavía queda un trocito.

Mi prima a regañadientes acaba por morder la tostada y sus expresión es de agradable sorpresa.

—Cierto, no está nada mal. Voy a reblandecer la mía también.

Ambas reímos y por un instante olvido mis preocupaciones. Selene es para mí un soplo de aire fresco.

Nigel empieza a corretear por la cocina en cuanto nos oye hablar.

—¡Tata! —exclama antes de agarrarse a mi pierna.

—¡Pero si es el cumpleañero! ¿Cuántos cumples? ¿60?

El ríe divertido.

—Esa es la edad de los dinosaurios, Gaia. Yo cumplo seis.

—¡Oh! Es verdad, y ya se te ve más alto y más guapo. —mi hermano se ruboriza y mira al suelo momentáneamente —¿estás emocionado por la excursión con el barco que vamos a hacer?

—¡Sí! Barcos, barcos, me encantan los barcos. ¡Amo los barcos! —grita antes de salir corriendo hacia el salón.

Yo sacudo la cabeza. No tiene remedio.

Marcus aparece en la cocina con un gorra de capitán de barco, una camiseta a rayas de color azul y blanco y el bañador azul oscuro. Deja caer sin mucho cuidado una bolsa con todos los bártulos en el suelo, a su lado.

—¿Listos grumetes? —pregunta.

—Ay, papá... ¿Se puede dar más vergüenza? Parece que hayas salido de una serie mala de dibujos para niños.

Marcus mira a su hija con el ceño fruncido.

—¡Vaya tontería! Estoy estupendo y a Nigel le va a encantar. Además, todavía no habéis visto lo mejor —Marcus levanta la manga de la camiseta marinera y deja ver un tatuaje hortera. No puedo evitar reír a carcajada limpia. Marcus sonríe orgulloso y Selene casi se cae de la silla del infarto. El tatuaje es un corazón rojo, con el nombre de Kate y una fecha.

—¡Dime que no es de verdad! —grita Selene saltando del taburete para ir corriendo a tocarlo.

—Es temporal, hija. Puedes volver a respirar, te estás poniendo morada.

—Qué alivio —suspira Selene.

—¡Oh! Es el marinero más sexy de Rock Haven ¿o qué? —halaga Kate a su marido antes de darle una palmada en el trasero.

—Seguro que luego hacen un jueguecito de rol. Yo hoy me niego a dormir en esta casa, puede ser el fin de mi salud mental —cuchichea mi prima.

Toda esta situación me divierte sobre manera. Kate no va tan exagerada como Marcus, pero lleva un vestido marinero, a rayas blancas y azules, a conjunto de la camiseta de Marcus y otra gorra de capitán. Mi tía apoya por un instante las dos neveras que estaba cargando sobre la encimera de la cocina.

—¿Estáis listas chicas? ¿Y Nigel? —pregunta tras mirarnos con los ojos entornados por los cuchicheos de Selene.

—¡Estoy aquí! He ido a hacer pipí, si no tendremos que bajar del barco para ir y no quiero —explica mi hermano con claridad.

—Pero hombre, ¿te piensas que tienes que aguantarte el pipí? El barco tiene baño, no te preocupes.

—¿En serio? ¡Entonces seguro que es enorme! ¡Vamos, vamos! ¡No aguanto más! ¡Quiero ver ballenas! ¡Delfines!

—¿Sabe que no va a ver nada de eso en el lago verdad? —me pregunta Kate con disimulo.

—Por supuesto, pero está tan emocionado que grita cosas sin pensar, espero —miro con orgullo a mi hermano, se está convirtiendo en un niño increíble y en un escaso mes apenas queda nada del pequeño tristón que era. Esta familia es asombrosa, y el pueblo tiene un ambiente especial capaz de curar cualquier mal.

—¡Vámonos entonces! —mis tíos cargan con las bolsas mientras que nosotras cogemos las neveras con comida para pasar el día. El plan es comer y merendar en el barco. Algunos amigos de la escuela de Nigel van a asistir a la fiesta y todos deben ir vestidos de marineros, mientras que mi hermano es un pequeño y adorable capitán.

A Nigel le brillan los ojos al ver el navío blanco que tiene delante.

—¡Es una pasada! —exclama antes de dar un salto.

El barco es de tamaño medio, con tres camarotes pequeños en la parte inferior y un baño básico con lo esencial. La habitación principal, la de matrimonio, es bonita, muy acogedora, pero igual que el resto con el espacio justo. La cubierta es espaciosa, muy bonita, los colores que predominan son el blanco y el color caoba.




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