Luna de lobos

Capítulo 14

—¡Dios mío Nigel! ¡Has estado fantástico! —exclamo cuando le veo salir por la puerta del vestuario y venir directo hacia nosotros. Tiene una gran sonrisa en el rostro. Nos fundimos en un fuerte abrazo. 
 


 

Nigel es felicitado por cada miembro de la familia hasta que llega a Everett. Sus miradas se cruzan y mi hermano se queda parado un instante. 
 


 

—¿Quién eres? —su mirada es curiosa, pero también cautelosa. 
 


 

—Soy Everett. Soy el...
 


 

Y esa es mi entrada. Necesito intervenir. 
 


 

—Nigel, ¿recuerdas ese amigo especial que te dije que tenía? Al que tenía muchas ganas de que conocieras... Pues... 
 


 

Everett le mira con una sonrisa confiada mientras mi hermano pasea su mirada de Everett a mí y vuelta a Everett. 
 


 

—¿Eres su novio? —pregunta serio.
 


 

Él me mira unos instantes antes de responder con un seguro sí. 
 


 

—Guay, espero que no seas un tonto como el último —mis ojos casi salen de las órbitas y miro a mi hermano deseando darle una colleja – ¿Te gusta el lacrosse?
 


 

—Me encanta, jugaba en el instituto. Era el número 11. 
 


 

Everett coge mi mano para indicarme que todo está bien. 
 


 

—¡Cómo mi mejor amigo! ¿Quieres venir con nosotros? Mi tío Marcus ha preparado una tarta para celebrar el primer partido y luego puede que juguemos juntos a lacrosse. 
 


 

—Claro, gracias por invitarme, Nigel. 
 


 

Ahora no es a mí a quién ha mirado antes de aceptar la invitación sino a Marcus. 
 


 

&
 


 

Nigel y Everett están jugando fuera con el perro tras petición expresa de mi tía, mientras el resto nos hemos sentado en el salón. 
 


 

—¿Qué está pasando? —pregunta sin tapujos Kate. 
 


 

—Digamos que hemos averiguado que no somos la especie dominante —responde Selene —vosotros lo sabíais, así que tampoco es algo que tengamos que esconder. 
 


 

—Esto es culpa de ese hombre de ahí —dice Marcus señalando a Everett. 
 


 

—¿La existencia de los hombres lobo es culpa de Everett? ¿Y la peste también lo fue, no? —respondo irónica. 
 


 

—No, que vosotras lo sepáis. 
 


 

—¿¡Es que queríais mantenernos siempre en la inopia!? —estalla Selene.
 


 

En cuanto coloco mi mano en la suya para calmarla nuestros ojos brillan. Noto la misma conexión, por lo que interrumpo rápidamente el contacto. Está claro que lo sucedido no ha sido pasado por alto, porque nuestros tíos se miran con incredulidad. 
 


 

—Cálmate, Selene —le aconsejo con voz calmada —esto no es culpa de Everett, de hecho, gracias a él Nigel y yo seguimos vivos. 
 


 

—¿Cómo? —preguntan los tres a la vez. 
 


 

—Nigel y yo fuimos al bosque, buscábamos hojas para un trabajo de clase y un lobo enorme apareció en el claro. Estuvo apunto de matarnos, pero Everett nos salvó a ambos. Así fue como lo descubrí. 
 


 

—Pero... ¿Por qué no nos dijiste nada? —pregunta angustiada Kate. 
 


 

—¿Qué iba a decir? ¿Qué me había atacado un hombre lobo? Pensaba que era la única que sabía su existencia. Tiempo después... Everett me contó que tú habías sido miembro de la manada, pero que decidiste alejarte y no transformarte más, llevas más de cinco años sin hacerlo, ¿no? —él asiente —descubrí quiénes eran los miembros de la manada de RockHaven, obviamente por salir con su alfa y... Algunos no lo tomaron demasiado bien. Anoche, fuimos atacadas por dos hombres lobo de la propia manada de Everett. Querían proteger su secreto y en ese sentido no los culpo. 
 


 

—Esto se les está yendo de las manos, hombres lobo de otras manadas por su territorio, miembros rebeldes... ¡Podríais haber muerto! Espera... ¿Cómo es que no habéis muerto? 
 


 

—Ahí quería llegar yo... Selene y yo, sentimos una conexión, unimos nuestras manos y nuestras mentes y una energía nos invadió. Entonces... Lanzamos una onda expansiva que salió directa de nuestros cuerpos y lanzó a nuestros atacantes por los aires. 
 




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