—Nuestra vida se ha convertido en un completo caos —digo alejando el libro de lengua inglesa de mí para apoyarlo en mi vientre. Everett acaricia distraídamente una de las piernas que tengo apoyadas sobre él.
—Todo caos tiene un orden —responde igualmente distraído.
—¿Qué piensas?
Su semblante es serio y sus pensamientos están muy, muy lejos de aquí.
—Ese lobo, el lobo que te atacó... ¿Qué hacía aquí? ¿Por qué atacarte?
—Han pasado meses, lo que parece toda una vida, ¿por qué te preocupas por ello ahora?
—Porque nadie a venido tras él y si bien podría ser un renegado, un lobo solitario, pocos hay que no tengan manada y la pérdida de un miembro provoca un dolor desgarrador en todos sus compañeros y tras esto... Un enorme deseo de venganza. Puede traernos muchos problemas.
Decido dejar el libro sobre la mesa definitivamente.
—Everett —digo cogiendo su rostro entre mis manos —han pasado meses y no han aparecido, no ha aparecido nadie, si hubiera una amenaza ahí fuera... ¿No habrían aparecido ya?
Las yemas de mis dedos acarician su corta barba y la piel de sus mejillas.
—Puede que tengas razón —sonríe brevemente, aunque esa sonrisa no llega a reflejarse en sus ojos —quizá esté siendo paranoico.
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—¿No te parece surrealista seguir viniendo a clase cuando ni siquiera somos humanos?
Daiki ríe ante mi pregunta.
—Debemos aparentar serlo y yo no pienso dejar mis estudios ahora, creo que el instituto es el mismo infierno para todos, seas humano, hada o...
—¿Profesor? —completo yo.
—Creo que ellos son los que peor lo pasan sinceramente —responde él divertido —piénsalo bien, a nosotros nos horroriza pasar horas y horas estudiando, la presión de los exámenes, pero para nosotros tiene un final, ellos... —sacude la cabeza —ellos siempre están aquí. Año tras año, Gaia —Daiki apoya su espalda en el coche con suficiencia antes de cruzar los brazos. Un gesto muy masculino que me hace sonreír, hace exactamente lo mismo que Everett.
—Tienes mucha razón —sonrío de nuevo.
—¿Selene está retrasándose demasiado no crees?
Frunzo el ceño.
—Ajá —llevamos unos quince minutos esperando en el aparcamiento, Nigel está la parte de atrás del vehículo, durmiendo plácidamente. Tiene la capacidad de dormir en cualquier parte o situación —iré a buscarla. Quédate con Nigel.
—No, Everett no quiere que os quedéis solas hasta que podáis protegeros vosotras mismas.
—Dai, Everett y yo ya hablamos sobre esto, no hay peligro y ahora, prefiero ir a buscar a Selene antes de que mi estómago empiece a hacer ruidos todavía mayores, es hora de comer —empiezo a caminar antes de que pueda detenerme —Quédate con mi hermano.
Mi tono de voz, más duro esta vez, hace que asienta con la cabeza, ya no es una petición, es una orden y como alfa, debe obedecer. Han pasado dos meses desde que averiguamos qué somos realmente, el curso está prácticamente finalizado y aunque deberíamos de estar centradas en eso, intentamos averiguar cómo liderar una manada y controlar nuestras nuevas habilidades.
A mitad camino encuentro a mi prima, justo cuando estaba a dos pasos de la puerta principal ella sale por la misma.
—¿Qué te ocurre? —pregunto al verla con los ojos enrojecidos.
Suspira, intenta llenar de aire sus pulmones, pero el llanto vuelve a ella.
—Selene.
—He sido... Totalmente humillada, frente a muchas personas, por no haber querido tener sexo —dice con voz rota, intentado recomponerse. Sonríe amargamente —tengo mucho poder, más de lo que él podrá tener en su vida y yo, sin embargo... He actuado como una simple adolescente, es lo que soy.
—Ese niñato... Te las pagará. No es cuestión de poder, tú —la sujeto por los hombros —tienes la fortaleza y el coraje suficiente para enfrentarte a él.
La abrazo con fuerza y ella se agarra a mí como si de un recién nacido se tratara. Verla tan vulnerable hace que me hierva la sangre, pero no puedo dejarme llevar por mis sentimientos y la tristeza que ahora ambas compartimos. Podría ser muy peligroso para toda persona que esté cerca de nosotras.