Luna de Lunas

8. Capítulo especial

Varick Meyer

Hemos pasado por tantas cosas, te debo tanto Antoine ─ encontrarlo en mi camino fue encontrar un amigo, un verdadero amigo ─ algún día te cobraré cachorro ─ su gesto de burla me agrada, en verdad merece ser feliz y descansar de tantos años de cargar con una culpa que no le pertenecía. Sé que él se sentía culpable por su hermana, y no lo creo justo.

─ Gracias a tu apoyo logré encontrar a mi hermana, sé que tienes todo, pero pide lo que quieras qué, yo te lo daré. Así pidas mi manada, la tendrás. ─ Eso último podría estarlo pensando, pero no creo que lo hubiese logrado solo, así que yo también estoy en deuda. ─ Gracias hermano ─ ese hermano es real, ahora siento que somos familia.

─ ¿Qué harás al llegar? ¿crees que tu padre perdonará tu fuga? ─ me tenso ante las preguntas de Antoine, eso era algo que no había pensado del todo ─ Creo que este es el pase a mi perdón ─ contesto con un movimiento de la urna que tengo en las manos.

─ Espero verte en don meses en Dresde ─ Así será ─ contesto para subir al jet privado que el Alfa de Alfa puso a disposición para nuestro regreso. Es una lástima que debemos partir por separado.

 

Llegar a Alemania es enfrentar al Alfa. ─ una risa surca mis labios, solo recordar que tengo prohibido llamarle padre, es ridículo. Esa palabra no significa nada para él, pero si refleja debilidad, y yo no debo ser débil, por lo tanto, debo tratarlo con el respeto que rango amerita.

No he pisado la entrada de la mansión, cuando ya soy apresado.

─ Disculpe, joven Meyer, por órdenes del Alfa debemos llevarlo al calabozo ─ Tranquilos…entiendo ─ pensar en un mejor recibimiento es ridículo, para él no soy digno de ser su hijo, no después de que supo de mis planes.

 

No sé cuánto llevo en el calabozo, acá no ingresa la luz del sol… Miro el suelo y con una sonrisa le digo que él ya me es familiar. Antes dormir en el suelo húmedo no era tan placido como ahora, antes no te tenía mi única y verdadera Alfa.

─ Veo que te hace feliz volver, cachorro ─ esas palabras soltadas con ira, hacen que el gesto de felicidad de mi rostro se borre. ─ Alfa ─ contesto en tono neutro y fijando mi mirada en esos ojos tan vacíos y faltos de sentimientos.

─ Veo que mejoraste mi cuarto, ahora gotea más ─ digo con burla.

─ ¡Atenlo! ─ está vez no pondré resistencia, sé lo que me espera, así que solo dejo que sus lavaperros me tomen de cada brazo ─ ¿Cuántos serán? ¿con cuántos latigazos te sentirás satisfecho? ¿cuánta sangre me quieres ver derramar de nuevo? Padre ─ remarco esa última palabra en forma pausada, lenta y con la ira que el rechinar de mis dientes permiten. Ver su rostro contraerse por mis palabras, hacen que sienta una leve alegría.

─ No me provoques más, cachorro, que ser mi sangre no te dará beneficios ─ eso lo sé, pero quizá lo que te traje sí. ¿podemos hablar a solas? Alfa ─ mi petición no hace que su expresión cambie, pero sí crea una mínima curiosidad.

─ Si lo que deseas es rogar, lo puedes hacer solo o con ellos, total no te tendré piedad ─ ver su gesto de arrogancia me saca de mis casillas, pero no caeré ante sus provocaciones. ─ Ten por seguro que no voy a rogar, solo quiero que sepas que cumplí mi palabra ─ en este momento mi dignidad no me importa, pero proteger a mi hermana si, solo ella es digna de verme echo piltrafa, nadie más lo ha hecho, ni lo hará ─ sé de ella ─ suelto sin más… ¡lo sabía! Pienso al ver cómo cambia de color su rostro.

─ Salgan ¡Ya! ─ hora de mi plan de niño bueno ─ buena decisión Alfa, sé que no se arrepentirá. ─ eso espero, porque si esto resulta ser un engaño, lo lamentarás, de eso no tengas duda. ─ la advertencia que me arroja no logra su cometido, está vez sé cómo jugar las cartas a mi favor. Te prometí volver y volveré hermana, así deba doblegarme ante este ser que tenemos como padre.

─ Toma ─ digo entregando la carpeta con los documentos de mi hermana, fue una fortuna que me encerraron con todo y su urna.

─ Te dije que haría mejor el trabajo que esos sabuesos inútiles. Lástima que tomaste a mal mis palabras, cuando mencioné que quería que ella volviera. ─ la seguridad de mis palabras, hace que una leve expresión de satisfacción aflore en el rostro del Alfa.

─ ¿¡Sólo esto!? ─ No ─ contesto de forma rápida y le entrego la urna ─ Ahí están los restos de la maldita ─ perdón hermanita por mis palabras, pero en este momento son necesarias.

─ ¡Vaya! Yo que te creí un inútil ─ ver como su rostro se regocija de satisfacción, me demuestran que voy por buen camino.

─ No tienes de que preocuparte, desaparecí toda evidencia de ella. Le entregue un reporte a la Luna de Lunas ─ su mirada tan fija en mí, demuestra el odio que siente por ser a ella a la que le debe sumisión. ─ Está enterada que tú primogénita murió, así que ya no debes cumplir con los caprichos de nadie. Acá esta tu certificado de exoneración de deudas ante el consejo ─ que patético se ve contemplando la urna, cree que son los restos de mi hermana, tal como yo lo pensé.

─ Ahora debo prepararme para ser tu único sucesor ¿si aún lo soy? ─ por su gesto sé qué está más que extasiado de felicidad.

─ Siempre, muchacho, eres y serás el único digno de mi lugar ─ nunca había visto ese gesto de felicidad en este hombre, creí que nada lo haría feliz. Ahora prepárate padre, porque será mi hermana la que lidere a la manada. Es inevitable el gesto de felicidad que doy ante mí pensamiento, él pobre cree que es por sus palabras, si tan solo supiera la verdad.




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