Luna de Lunas

10. Ajuste de cuentas

Kaliza

Estoy maravillada de tener a mi hermana en la clínica. Recordar la cara de la chica de recepción cuando le presenté a mi esposa fue hilarante, le expliqué que la llamaba así por intensa, pero que en realidad es mi hermana, una risa apenada fue lo que recibí ante mi confesión.

Luego de presentarla y explicar por decima vez que ella es mi hermana, pero de crianza, la llevo con la coordinadora para que le enseñe el lugar.

Ahora debo ir a barrer los dos sótanos.

Al primero se llega por ascensor, rampa u escaleras. En ese queda ubicado, el cuarto de basuras, la morgue y el parqueadero para los visitantes. Al segundo solo se tiene acceso por las escaleras o por la rampa. En él se ubica el cuarto del personal de mantenimiento, camilleros y servicios generales, la bodega de insumos de limpieza, el cuarto de ascensores, el área de lavandería y el parqueadero del personal que trabaja en la clínica.  

 

Suspiro del cansancio, por fin terminé de barrer los benditos parqueaderos, esas rampas del infierno y limpiar las demás áreas. Ahora solo me queda organizar los cuartos del personal y ya, ¡lista para desayuno!

Mi pensamiento se pierde en la rampa, una idea cruza por mi cabecita ¡es perfecta! Acá será el lugar para la iniciación de Shyllen. Voy a recoger todo rápido para poder adecuar el lugar.

Solo ver como ingresa la bruja de la coordinadora médica me daña la mañana, doy la espalda para volver a lo mío. Pero creo que adelanté mis planes...

─ ¡Usted! La del aseo, necesito que limpie mi carro ─ ¿Perdón? ─ contesto sin más, de igual, ella no saludo, así que no estoy obligada a decir nada. 

─ ¿Tiene algo mejor que hacer? Lo digo porque la veo muy desocupadita ─ está maldita vieja en verdad me odia, cada palabra que sale de su asquerosa boca es llena de ira y burla. ¡Pero qué quiera humillarme de esta manera! Está muy equivocada si cree que se lo voy a permitir.  

─ Vea doctorcita, creo que usted esta confundida, acá no estoy para lavarle el carro a nadie, menos a usted. ─ contesto en forma arrogante.

─ No le estoy preguntado si está o no para eso, solo véase ─ ¡¡desgraciada!! Pienso al ver cómo me barre con la mirada. ─ es una inferior por lo tanto le pido, ¡no! Le exijo que me lave el carro ¡¡Ya!! ─ su grito no me exalta, pero su orden me da una excelente idea, una risa aflora en mi rostro y con un levantamiento de hombro le contesto ─ ok, usted lo pidió.

No dude un minuto en aventarle el agua sucia que tenía en el balde a su bello carro rojo y a ella por supuesto.

─ ¡Oops! Creo que se mojó un poco, al igual que el interior del carro mi doctora, ahora quiere que se lo sequé ─ digo enseñándole el trapero que tengo en las manos.

Ver su cara en el momento que el agua la golpea, es una escena que no cambio por nada.

Ahora la pobre está retirando los rastros de agua de su cara, es una lástima que su bello peinado se echó a perder. Pero ya está bueno de tanto abuso de autoridad, traté de no caer ante sus constantes insultos y actos de burla.

Es como si cada momento se hubiese reflejado para que hoy tomará la decisión de enfrentarla. Aún recuerdo el día que paso, golpeó el balde regando toda el agua en el pasillo que yo acababa de limpiar, Otro día se tropezó sin culpa alguna y dejó caer sobre mí espalda, una pato coprológico lleno de orines, sin olvidar el día que me dejó encerrada en uno de los consultorios, todo porque no me vio ¡ciega de mierda! Soporté cada cosa por el miedo de ser despedida, pero Shyllen siempre dice que no agache la cabeza ante nadie, que, si debemos dormir en la calle, así será, que no olvide que cuento con ella si decido quitarme el problema de esta vieja malnacida, así que hoy tome por fin esa decisión.

─ ¡¡Maldita!! Te arrepentirás ─ tras su fúrica amenaza, observo como guarda el radio de comunicación, no sé en qué momento lo tomo, solo sé que estoy en problemas.

Decir que estaría en problemas es poco, lo digo por el panorama que tengo frente a mí. La poca loba de mierda, llamó a toda la parranda de inútiles del área de urgencias, mal contadas son quince, si las divido podré con la mitad y el resto… algo se nos ocurrirá ─ son las palabras de apoyo de mi loba.

Veo a las muy infelices como se trasforman en lo que tratan de acorralarme, de un movimiento ágil me ubico en la v que se forma al final de la pared, esto me permitirá que no todas me puedan golpear al tiempo.

─ ¡Vamos! ¿Qué pasó con tus agallas? No digas qué tienes miedo. ─ su postura desafiante, no es más que una farsa, pues sin su grupito no es nadie.

─ Acá la única que tiene miedo eres tú ¿Qué paso? ¿no pudiste sola? Es por eso que acudiste a tus súbditas ─ la infeliz tiene una risa ladeada. Pero mi mente se frustra y solo puedo pensar, ¡OMG! ¿No tengo ropa? Quedaré en cueros ─ estamos a punto de que nos golpeen el trasero ¿y tú preocupación es la ropa? ─ Azul tienes razón, pero igual me preocupo. ─ es la respuesta que le doy a mi loba. Pese a la situación, no debo dejar el sentido del humor, pero mis cavilaciones son abruptamente interrumpidas.

─ Ahora te enseñaré a respetar a tus superiores ─ las infelices de sus amiguitas le abren paso. El radio le suena y ella da una risa malévola en lo que contesta ─ perfecto.




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