Luna de Lunas

21. Mi prometida

Una nueva semana inicia y con ella la asignación de los deberes. Por orden de Luna, el tiempo de Kaliza y el mío estará dividido entre estudios, entrenamiento y deberes para con las manadas, así como el de los muchachos.

Alay partirá en cuatro días para Canadá, como futuro Alfa, no puede descuidar sus obligaciones.

─ Buen día ─ saludo a Luna que está en la cocina ayudando con la preparación del desayuno. Me saluda con un movimiento de manos y sé que nota mi preocupación. ─ Querida ven conmigo al estudio ─ Gracias ─ contesto ante su gesto.

─ Sigue ─ abre la puerta, espera que ingrese, hace un movimiento con sus manos y luego cierra con seguro. Sé que mi gesto llamo su atención, agradezco que ella entienda todo sin tener que preguntar. ─ Es un bloqueo para que nadie nos interrumpa. ─ sonrió y tomo siento.

─ Puedes ir hoy, yo hablaré para que le den la tarde libre y así puedas aclarar eso que te preocupa ─ abro mis ojos ante sus palabras, no esperaba que ella estuviese enterada y más que me ayudará.

─ No sé qué decir, es algo que paso antes de que Breisthell llegará a mi vida. Le aseguro que no he vuelto hablar ni nada con él. ─ Tranquila, yo lo sé y lo entiendo, pero debes finalizar esa relación. ─ Mi futura suegra es una gran mujer y cada día lo compruebo.

─ Por mi hijo no te preocupes, sé que lo entenderá, pero no se lo ocultes. Sabes que estaré de tu lado y si debo intervenir lo haré ─ me toma de las manos y coloca un cabello tras mi oreja y continua. ─ aprovecha que no te ha reclamado y su nivel de celos, solo es el de un hombre, porque créeme que sus celos de Alfa son algo difícil de manejar. ─ mi risa evidencia lo afortunada que soy de que ella sea su madre.

─ ¿Sabe dónde está? ─ Mi hijo está en la biblioteca, habla con él. ─ Solo espero que no lo tome a mal, ni él ni el doctor, pienso con algo de angustia.

─ Sé que el doctor Cohen a preguntado por ti, incluso por Kaliza, pero nadie le ha dado respuesta ─ suspiro con resignación, no quiero que la situación se salga de control.

─ No sé cómo explicarle, pero no creo que le de importancia, sé que su vida amorosa no le preocupa mucho, menos hacer pública una relación y la de nosotros no lo fue ─ La mirada de Luna me intriga.

─ Yo no estaría tan segura, él no ha escondido su preocupación por saber de ti. Solo espero que no te traiga problemas. ─ Es lo que menos quiero, por el momento hablaré con Breisthell, él es mi mayor preocupación en este momento. ─ contesto firme

─ Entiendo. ─ Gracias por todo ─ ella solo me sonríe cariñosa y yo salgo en busca de mi bello tormento.

 

─ Hola ─ es mi saludo al verlo tan concentrado en un libro.

─ Hola mi hermosa ─ ¿Estas ocupado? ─ Para ti nunca ─ veo como cierra el libro y me extiende su mano, la tomo y sin reparo alguno respondo a su beso, uno que empezó lento, pero que luego me quitó el aliento. Muy a mi pesar finalizo su efusivo recibimiento.

─ ¿Qué pasa mi luz? ─ Debo contarte algo y espero que me entiendas. ─ alza su ceja y cruza sus brazos, pero me regala un giño y sé que no se molestará… o eso es lo que creo.

─ Tengo novio ─ no voy a empezar con rodeos, es mejor decir las cosas como son. ─ Claro hermosa, soy tu novio, tu compañero, tu amigo y espero que muy pronto tu amante. ─ ¡Diosa! Este hombre sí que sabe cómo hacerme sonrojar. Sin duda anhelo estar en sus brazos, pero ahora debo pensar con cabeza fría.

─ Otro novio ─ el gesto de su rostro cambia y sé que eso no le gustó nada lo que dije. ─ ¿Cómo otro?

─ Antes de saber que eras mi compañero, tenía una vida “normal” en esa vida conocí a un médico y pues nos hicimos novios. ─ hago comillas en la palabra normal, porque nada en mi vida ha sido así.

─ Aja ─ dice en tono divertido, me hace una señal con la mano de que continué. ─ El día que acepté ser su novia fue el mismo día que me enteré que eras mi compañero y no lo volvía a ver, de hecho, ya hace más de 15 días que no se nada de él.

─ Así que quieres ir a verlo y me estas pidiendo algo como mi aprobación. ─ No exactamente. Lo que deseo es que entiendas que debo hablar con él para dar por terminada esa relación de solo un día. ─ Me mira divertido dándome una risa ladeada que debilita mis piernas. ¿Por qué debía ser tan guapo este hombre?

─ Entiendo… pero voy contigo ─ ¿Cómo? ─ mi expresión es de asombro, ¿Cómo que ira conmigo? Era lo que menos quería.

─ Pero tranquila conejita ─ niego y ruedo los ojos ante su nuevo apodo. ─ No estaré presente en tu conversación, cuando digo que voy, es porque debo ir a la clínica, así que solo te llevaré y te traeré de nuevo a nuestra casa.

─ Eres un sol ─ le doy un beso casto, en verdad que es un gran hombre, pensé que sería algo intenso o desconfiando. ─ Un sol que está que arde lucecita. ─ y yo que muero porque me queme, pienso, pero solo le regalo una sonrisa pícara.

El camino a la clínica fue de mucho toqueteo y besos. El vehículo tiene una pantalla que deja la parte trasera con mucha privacidad y la aprovechamos al máximo.

 

─ Joven llegamos ─ por el intercomunicador el chofer dio el aviso, cortando uno de los tantos besos subidos de tono que él me sabe dar y que yo gustosa recibo.




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